lunes, 30 de noviembre de 2009

El Inquilino

Director: Roman Polanski
Año: 1976 País: Francia Género: Terror Puntaje: 09/10
Interpretes: Roman Polanski, Isabelle Adjani, Shelley Winters, Melvyn Douglas y Bernard Fresson

Con esta película Polanski se afianza como uno de los mejores directores del género de terror psicológico (por no decir el mejor) de la historia del cine. Trelkovsky (Roman Polanski) es un tímido y tranquilo polaco que alquila un apartamento en París cuya anterior inquilina había intentado suicidarse arrojándose por la ventana. Desde el primer momento mantiene roces con sus caseros y algunos de sus vecinos, pero la cosa empeorará hasta creerse objeto de una conspiración por parte de los mismos mientras que extraños acontecimientos tiene lugar en su apartamento, hasta hacerle cuestionarse su propia salud mental ¿De verdad sus vecinos se han aliado contra él, o Trelkovsky se está volviendo loco?

En su tercer film de la llamada "Trilogía de apartamentos", Polanski (que interpreta el rol principal) construye un híbrido entre “Repulsión” y “El Bebé de Rosemary”. Su estreno no tuvo mucha repercusión y se sumó a las tantas películas que, a pesar del fracaso en su debut, hoy en día no escapan a la condición de obra de culto y esencial para todo espectador que sabe contemplar buen cine. “El Inquilino” es una película que nos sumerge de inmediato en la transformación psíquica del personaje, y en donde el humor parece asentarse como si fuera una estela observable claramente sobre la superficie de un océano de situaciones bastante negras. Por momentos Polanski nos invita a establecer códigos absurdos pero con una lógica cuasi-metafísica de extremada consistencia.

“El Inquilino” es un film para ver más de una vez, puesto que de esta manera se accede a un tipo de lectura más abierta, oculto en toda obra maestra, con proezas que saltan a la luz y que no pudieron ser contempladas con la primera mirada. Los detalles se camuflan en la psicología del personaje y ya no sabemos si lo que observamos es una deformación de la realidad o son precisos puntos de conocimiento para comprender el concepto y los tópicos que la película irá abordando. Hay algo que esta muy claro: el ambiente claustrofóbico; la excentricidad e inpulcritud de varios personajes. Aquellas reflexiones de Trelkovsky acerca de la prioridad o no de un brazo a continuar llamándose “yo” en el caso de que fuera cortado, llegan al extremo cuando vemos el personaje todo separado de si mismo.

En cuanto el personaje de Trelkovsky, al cual interpreta magistralmente el mismo Polanski, es un joven francés de ascendencia polaca que busca piso de alquiler en Paris. Su carácter es introvertido, amable, huidizo, y en su búsqueda por encontrar la vivienda, se topa con un piso que ha quedado libre recientemente. La inquilina que lo habitaba está en el hospital, en coma, porque justo la noche anterior había intentado suicidarse. En su interés por el desarrollo de estos acontecimientos, acude a verla al hospital, donde presencia su muerte. A partir de aquí, la impregnación psicológica que produce todo el ambiente en nuestro protagonista, hace que su mente entre en un círculo autodestructivo que le llevará poco a poco a la locura.

Pero la magia de “El Inquilino” no reside sólo en su buen guión, ni siquiera en la espléndida interpretación de todos y cada uno de los actores, comenzando por el propio Polanski como protagonista y pasando por cada uno de los personajes que intervienen: Isabelle Adjani demuestra una naturalidad y credibilidad asombrosa, y Melvyn Douglas o Shelley Winters (en el papel de casero y portera, respectivamente) resultan pérfidos y macabros hasta el extremo, todos ellos magistralmente dirigidos y perfectamente dibujados. Lo que hace del film una obra maestra, quizá el mejor de Polanski, es esa narrativa crítica y mordaz de una sociedad parisina profundamente conservadora, provista de una moral que intenta socavar cualquier intento de invasión en sus valores, bien sea por su excesivo atrevimiento, bien por su precaria ingenuidad, como es el caso del protagonista.

Todo la película es un recorrido por un negrísimo y fino sentido del humor que deja algunas escenas inolvidables como las del patio de vecinos distribuido en balcones a modo de palcos teatrales, la del diente que encuentra escondido en la pared, la insistente terquedad del camarero en venderle una cajetilla de Marlboro, las quejas de los vecinos a modo de complot contra él, o la magnífica escena del discurso sobre la mente humana de la mano del propio director. Una infinidad de detalles que convierten al film en una de las pesadillas más gratas y placenteras de la historia del cine.

“La propuesta más febril de Polanski. Diseccióna los avatares de la paranoia libre de motivos. Simple, pura y electrizante”

sábado, 28 de noviembre de 2009

El Sexto Sentido

Director: M. Night Shyamalan
Año: 1999 País: EE.UU. Género: Drama/Terror Puntaje: 10/10
Interpretes: Bruce Willis, Toni Collette, Haley Joel Osment, Olivia Williams y Trevor Morgan

Segunda película del director estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan que irrumpió en el panorama cinematográfico mundial con una fuerza que no se recordaba desde hacía décadas, un novedoso e impactante filme que dejo a todos boquiabiertos. La historia ce centra en el Dr. Malcom Crowe (Bruce Willis), que es un conocido psicólogo infantil de Philadelphia, él esta obsesionado con el doloroso recuerdo de un joven paciente desequilibrado al que fue incapaz de ayudar. Mientras tanto Cole Sear (Haley Joel Osment) es un aterrorizado y confuso niño de 8 años que necesita tratamiento, y Crowe ve la oportunidad de redimirse haciendo todo lo posible por ayudarle. Sin embargo, el psicólogo infantil no está preparado para conocer la terrible verdad acerca del don sobrenatural de su paciente: recibe visitas no deseadas de espíritus atormentados.

Tras rodar una comedia dramática, Shyamalan se unió a los productores habituales de Spielberg, director con el que siente una gran afinidad, para filmar una historia de fantasmas que le abriría las puertas del Olimpo de Hollywood. Así filmo esta película que fue uno de los mayores taquillazos de su momento y en ella se pueden encontrar ya la mayor parte de convencionalismos que darían una fuerte impronta personal a su cine: el realismo, el suspense, la introducción gradual del elemento sobrenatural, la inquietante atmósfera, las tensiones narrativas y, cómo no, el consabido final sorpresa. La cinta, además de estar repleta de multitud de pequeños detalles que la engrandecen, como ese primer plano de la huella de Cole en la mesa, o esa magnífica escena en que Malcolm dice poder adivinar lo que piensa Cole, resulta tremendamente efectiva y funcional. Puro cine de suspense con escenas de gran calado terrorífico.

Esta película es una excelente muestra de lo que tiene que ser una película de suspense, escrita y dirigida por M. Night Shyamalan (quien también aparece brevemente en una escena), autor que manifiesta con este título un distinguido tacto en el proceder narrativo y en el dibujo de personajes, trasladando al espectador su absorbente relato sin prisas pero sin pausas, eliminando cualquier tipo de informacion inútil para el desenlace de su obra y delineando con precisión un camino culminado con uno de los giros más sorprendentes y efectivos de la historia del cine. Otro punto a favor de Shyamalan es su gran dirección de actores, consiguiendo la mejor interpretación de Bruce Willis hasta la fecha, confirmando las virtudes de esa fenomenal actriz que es Toni Collette y logrando excepcional trabajo por parte del niño Haley Joel Osment, auténtica revelación del film en su parte interpretativa.

Sin embargo el toque Shyamalan es único, dotando a cada una de sus películas de una atmósfera única, por varios motivos. Lo primero como dije es su dirección de actores, exprimiendo al máximo los intérpretes a su servicio; pongo como ejemplo a Bruce Willis, que tras colaborar en dos ocasiones con él, ha contenido su forma de actuar. Aunque claro, esto es debido a que sus historias no usan el terror sólo como atmósfera, sino también como trasfondo: todas sus películas son dramas en los que un personaje se supera, alcanzando la verdad tras ciertos avatares. Y por supuesto, trajo la moda de los finales sorpresa, que gusta y repele por igual, pero que es indudable que en sus manos se transforma en una epifanía para el espectador, pues la visión de la trama, generada durante casi toda la película, se revela bajo una nueva luz; la sensación resultante es muy satisfactoria. Uno de los factores que ayuda a la película es la música. James Newton Howard consigue crear una atmósfera musical tenebrosa en muchas ocasiones, siendo de especial incidencia en los momentos o diálogos de mayor tensión.

Lo que de verdad me ha interesado es el estudio que de las relaciones humanas ha realizado el director, enfrentándose así a múltiples cuestiones que nos rodean en nuestra vida cotidiana. Y todo ello envuelto, claro está, con un inquietante aunque tópico trasfondo del más allá. Observar los padecimientos de los protagonistas es sufrir con ellos, sentir sus aflicciones como propias, comprender aquello que los tortura como si nos estuviera pasando a nosotros. Es, en definitiva, una película que emociona. Por ejemplo, el tema de la diferencia de un ser humano frente a la masa social que lo rechaza es muy interesante, a pesar de que el mensaje final es el de siempre: la aceptación sólo se produce cuando el que es distinto actúa como aquéllos que lo excluyen. Volviendo al tema de los sustos, comentar que hay muy buenas escenas, de esas que, aunque no ponen los pelos de punta, al menos sí sirven para inquietar, para desasosegar al que las ve (como cuando aparece la niña que vomita).

Esta fabulación sobre la muerte y la vida, la dualidad existente de la realidad, el destino de nuestra existencia, la incomunicación familiar y la inadaptación social permanecerá como un claro ejemplo de la primacía del intelecto sobre los efectos especiales y las películas del mismo género sustentadas en orgías hemoglobinitas con vísceras varias de acompañamiento. Un sentido drama romántico y un suspense tan perfectamente urdido, que sólo tras reflexionar sobre el mismo nos percatamos de su eficacia y cada revisión sorprende por su rigor y sigue fascinando por la resolución de cada situación. Si no ha disfrutado todavía de "El sexto sentido", tiene Ud. toda mi envidia. Pero, sobre todo... ¡que no se la cuenten!

"Apasionante filme cuyas mayores bondades residen en su acercamiento al miedo sin alejarse de la realidad”

jueves, 26 de noviembre de 2009

El Castillo en el Cielo

Director: Hayao Miyazaki
Año: 1986 País: Japón Género: Animación Puntaje: 08/10
Productora: Studio Ghibli

Tercer largometraje del genial Hayao Miyazaki. Una aeronave se desliza sobre un mar de nubes, en una noche de luna llena. Muska, un agente secreto del gobierno, acompaña a una chica llamada Sheeta a la fortaleza de Tedis. Repentinamente la nave es atacada por los piratas que, al igual que el gobierno, buscan el secreto de la piedra mágica de levitación que Sheeta lleva alrededor del cuello. La piedra es la llave que abrirá las puertas de Laputa, una isla flotante en medio del cielo creada por una misteriosa raza que hace mucho tiempo desapareció del planeta. Pazu, un joven muchacho, se hace amigo de Sheeta, le ayuda a escapar de sus seguidores y juntos se disponen a resolver el misterio de la Fortaleza Celeste. Cuando Sheeta y Pazu inician su viaje hacia la fortaleza flotante, ponen en marcha una cadena de acontecimientos irreversibles. En este misterioso lugar encontrarán un tesoro mucho más grande que el poder de gobernar el mundo.

En "El Castillo en el Cielo", Miyazaki se centra en uno de sus temas más abordados: la guerra por el poder, ese poder que es letal porque corrompe y destruye la paz y la armonía. Un gran misterio y una fascinante leyenda se ocultan tras una legendaria isla-castillo flotante que algunos afirman haber visto. Pazu, un chico optimista e intrépido, ha escuchado esa leyenda desde su más tierna infancia; y Sheeta, una chica que posee una rara piedra luminosa, está siendo perseguida y acosada a causa ellas (la leyenda y la piedra).Con ese estilo tan característico de Studio Ghibli que recurre invariablemente a la animación tradicional, regalándonos imágenes repletas hasta el delirio de detalles que representan la naturaleza en todo su esplendor, combinada con una recreación de ciudades fantásticas de extraña y volátil arquitectura, de barrios industriales y humildes, de lugares de ensueño que parecen diseñados por la mano de un dios especialmente artista... Naturaleza y artificio humano perfectamente combinados, y aderezados por una trama intrigante que nos va desvelando el misterio, por una acción desbordante, un sentido del humor simpático que nos hace sonreír, ternura, valores imperecederos, la lucha del bien y del mal, personajes que van desde un extremo al otro pasando por los que se sitúan en el centro.

“El Castillo en el Cielo” yo prefiero mantener en el título el nombre de la isla flotante, el mismo nombre con el que aparece en la conocidísima y respetable obra literaria en que se inspiró la película “Los viajes de Gulliver”, sin llegar a la categoría de obra maestra que alcanzan otras obras del Studio Ghibli, es una entretenida y emocionante película de aventuras y acción, dirigida sobre todo a un público joven y adolescente, pero perfectamente disfrutable también por el espectador adulto. Encontramos en ella muchos de los ingredientes típicos del género, como explosiones, tiroteos, caídas al vacío, peleas a puñetazo limpio, frenéticas persecuciones por aire y por tierra. En este aspecto me gustaría destacar la secuencia entera de la destrucción del castillo donde se encuentra prisionera Sheeta y el angustioso rescate de ésta en lo alto de la torre, en la mejor tradición de los clásicos de aventuras.

Pero además de la acción, la película también es pródiga en secuencias más tranquilas y pausadas, llenas de romanticismo y poesía, y de una belleza visual inigualable. Resultan especialmente impresionantes las secuencias aéreas, algo que se puede comprobar desde la mismísima escena inicial, en la que los piratas asaltan una fortaleza volante montados en unas curiosas (y muy bien animadas) "naves-mosca", en medio de un mar de nubes soberbiamente dibujado. También tiene una buena dosis de humor (a cargo, sobre todo, de una peculiar banda de piratas bobalicones, que constituyen un claro precedente de los Mamma Aiuto de “Porco Rosso”) y no falta tampoco el acostumbrado e incipiente romance entre la joven pareja protagonista, Pazu y Sheeta. Pero también encontramos algo no muy común en las películas de Miyazaki, por lo menos en las que yo había visto hasta ahora: un villano auténtico, malvado hasta la médula, en el que no hay ningún aspecto positivo que le redima, que carece por completo de escrúpulos y que por su gran ansia de poder no repara en medios para conseguir su objetivo.

En cuanto al apartado técnico, como siempre, los decorados son muy buenos, y la animación, aunque algo tosca en ocasiones, alcanza un gran nivel en las secuencias aéreas, con algunos efectos sorprendentes (sobre todo en una película que ya tiene veintitrés años a sus espaldas). Y me gustaría mencionar también su espectacular y atractivo diseño de "mechas". Es una auténtica delicia contemplar con qué buen gusto están diseñados esos robots, máquinas y naves voladoras (atención a los créditos de inicio, todo un despliegue de artefactos voladores de las formas más variopintas, producto de la inagotable imaginación de Miyazaki) Y, por supuesto, no podía faltar, como uno más de sus muchos alicientes, una deliciosa y pegadiza banda sonora con el sello inconfundible de Jô Hisaishi, colaborador habitual en las películas de Miyazaki y de otro grande como es Takeshi Kitano.

Decididamente es menos compleja y los personajes están tratados con más simpleza que en otras películas del genio japonés, pero ello no eclipsa el deslumbrante espectáculo que se nos ofrece y que a los amantes de la buena animación nos hace disfrutar de principio a fin. Otra pequeña pega tal vez sea su duración; dos horas me parecen un poco excesivas para una película de estas características. Pero, aún así, y pese a que no alcanza las cotas de calidad de otros productos de Miyazaki, no se debe dejar de ver una película que sin duda conseguirá que empleemos bien el tiempo que le dediquemos. Miyazaki Gracias por tantos años dedicándote a deleitarnos, asombrarnos, maravillarnos y hacernos soñar.

“Un precioso filme que fomenta la lucha antibélica”

lunes, 23 de noviembre de 2009

El Mariachi

Director: Robert Rodríguez
Año: 1992 País: México Género: Acción Puntaje: 09/10
Interpretes: Carlos Gallardo, Peter Marquardt, Consuelo Gómez, Jaime de Hoyos y Ramiro Gómez

Un verdadero fenómeno del cine independiente latinoamericano, así mismo también una potente opera prima de uno de los directores más eclécticos de la actualidad como es Robert Rodríguez, Azul un preso de una pequeña prisión en las afueras de la ciudad mexicana consigue escapar para verse las caras con Moco (Peter Marquardt), un poderoso criminal que tiene dominado un pequeño pueblo mexicano. Entre esta guerra, aparece el mariachi (Carlos Gallardo), un simple guitarrista buscando trabajo en cualquier humilde local. Por desgracia, un error en su identidad hará que sea perseguido hasta la muerte por los hombres de Moco, creyendo que éste es Azul. El buen mariachi, sin ninguna experiencia en armas, ni guerras ni muerte, deberá salvar su vida a base de plomo, oculto en el bar de la buena Dominó (Consuelo Gómez), el gran amor de Moco. Ella no quiere muerte, pero tampoco quiere traicionar a Moco, no queda claro su bando…

Seguramente, la reacción de muchos ante el puntaje que le he dado a esta película, pero es totalmente innegable que “El mariachi” ha estado siempre muy infravalorada. Puedo estar de acuerdo con que no es una película que vaya a pasar a la historia como lo mejor de los 90’s, pero ¿qué se puede esperar? Junto con el escaso presupuesto, estaba la ninguna preparación de los actores y la escasa experiencia del director. Hay que admitir que se supieron esquivar las dificultades muy bien. Hoy en día muchos niegan que Rodríguez tenga talento, que sus películas se van en un presupuesto desmesurado, en actores ya olvidados y en argumentos flojos, infantiles y toscos (cosa con la que tampoco estoy demasiado de acuerdo). Sin embargo, esta película es y será siempre la gran prueba del gran poderío como director que posee Rodríguez.

En cuanto a los rasgos que posee “El Mariachi”, debe decirse que su director y guionista debía tener mucho tiempo libre cuando hizo la película. Los personajes poseen indudablemente las características de las películas de serie B, la acción es algo así como un western moderno y cutre (aunque no por ello aburrido) y, como no, pueden entreverse algún tipo de historieta o situación muy similar a los cómics que con tanto afán Robert leía de niño. Igualmente, demuestra el director sus grandes conocimientos musicales con la simple y entrañable música que se puede ver en este largometraje de acción (compuesta por unos cuantos “colegas” y retocada por el mismo).

Tan solo con 7.000 dólares de presupuesto para rodar la película, Robert Rodríguez se rodeó de actores amateur, sin carrera posterior salvo el protagonista, Carlos Gallardo; muchos de ellos ayudaban en las tomas cuando no aparecían en imagen. Además, dirigió lo que él mismo había escrito, lo produjo con Gallardo, lo montó. Economía de guerra. Rodaba escenas con una sola cámara… pero interrumpía cada dos por tres la acción para escoger ángulos diferentes, dando así la sensación de contar con un equipo mínimamente decente. Una locura. Como lo fue, sin duda, que la mitad de los famosos 7.000 dólares los consiguió el novel director ofreciéndose como conejillo de indias para probar medicamentos.

Rodríguez, con el entusiasmo del principiante, le pone buena cara al mal tiempo y lo reviste a su manera: con chulería formal (cámaras rápidas, primeros planos al estilo del spaghetti western, montaje casi frenético), un casting impecable por los fulanos que llenan la pantalla (de nuevo, Leone) y un permanente buen gusto a pesar de la obligada y pretendida chabacanería. Obviamente el resultado es carne (en principio) de video-club: la película rezuma falta de presupuesto por los cuatro costados. Pero aún así tiene ese algo que no vieron las distribuidoras mexicanas y sí, en cambio, Columbia, a la que Rodríguez, rechazado, presentó el producto en un arranque de coraje.

Ese algo podemos llamarlo encanto, gracia, toque… Podemos llamarlo como queramos. Lo que es seguro es que ninguna de las secuelas como “El Bolero del Pistolero” y “Érase Una Vez en México”, con más recursos, con Banderas, Depp, Hayek y Rourke, consiguieron imitar ni de lejos al original. Una muestra de cómo de la necesidad puede hacerse virtud. He aquí la razón de que algunos. En resumidas cuentas, esta filme es sin duda alguna una buena forma de pasar la tarde, una prueba clara de que en los 90’s todavía existía cine sin dinero y una muestra del añorado western de Leone y el clásico cine serie B. No se la pierdan.

"Una obra gamberrada de Rodríguez, de imaginación visual desbordante"

sábado, 21 de noviembre de 2009

Chinatown

Director: Roman Polanski
Año: 1974 País: EE.UU. Género: Policial Puntaje: 10/10
Protagonistas: Jack Nicholson, Faye Dunaway, John Huston, Perry Lopez, Burt Young, John Hillerman y Roman Polanski

Considerada la obra mayor de Polanski y si que es una gran joya del cine negro, Los Angeles, 1937. El detective Jake Gittes (Jack Nicholson), especializado en divorcios, recibe la visita de una mujer llamada Evelyn Cross (Faye Dunaway) la esposa de un tal Mulwray, que es el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad. Ella cree que él la engaña, al investigar este caso Gittes descubre que a Mulwray le acusan los agricultores del lugar de corrupción por negarse a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren. Poco después, el escándalo salta a la prensa, pero la cosa se complica cuando una mujer misteriosa se presenta en el despacho de Gittes con una sorprendente revelación.

Muy lejos de sus primeros trabajos más intelectuales y enrevesados, afincado en Estados Unidos y en su cine más lineal, Roman Polanski, rodo uno de sus mayores éxitos de taquilla “Chinatown”. En su progresiva decantación hacia un cine en estado puro, sin pretensión de utilizarlo como portavoz de personales filosofías, aquí estamos quizás sencillamente ante un buen film policíaco, aderezado por las habituales provocaciones del director. El cine negro, vertiente de la novela policíaca y de gángsters ha dado grandes obras maestras al séptimo arte, obras que a mi parecer se encuentran en lugares inalcanzables incluso para un buen libro, obras que al llegar a cierta persona que comparta gustos por tales temáticas, se quedaran en su mente para siempre, y dejaran una huella imborrable también en su corazón, obras como esta.

Si hay un filme que reúna las temáticas que mas me interesan ese es Chinatown. una esplendida película facturada por la pareja Roman Polanski/Robert Evans (luego de trabajar en la también excelente "El Bebé de Rosemary") y con un sólido guión de Robert Towne, este clásico film-noir me engancho desde el primer encuadre, tanto por su argumento como por su inmejorable aspecto, Polanski es sin duda alguna un director elocuente, alguien capaz de llevar la batuta con gran maestría, sus usuales planos subjetivos se dan cita en este trabajo, así como su gran habilidad para crear los momentos mas perturbadores jamás imaginados, y propios del cine negro, como el del final de la cinta, cargado de pesimismo extremo e impotencia ante la podredumbre de la sociedad, a pesar de que su productor (Evans) quería un happy ending.

El tema del filme lo podemos tomar como una excusa, (McGuffin en términos hitchconianos), únicamente para rodar una película. En éste, se debate la especulación del suelo y la escasez de agua en el municipio de Los Ángeles, ante la prevaricación de los políticos y la falta de escrúpulos de los magnates del capital. A partir de aquí una serie de enrevesados acontecimientos hará entrar en escena a un detective privado (Jack Nicholson) que ignorante de todo el entramado, nos hará de lazarillo, descubriendo la compleja intriga a la vez que el propio espectador. Como todo gran héroe (o victima) del cine negro, Jack Nicholson personifica de manera magistral a ese detective cínico e irreverente que vera su vida tornarse un infierno a lo largo del metraje, al igual que una vulnerable Faye Dunaway y el magnifico John Huston en un memorable papel, descansando de la dirección, y que ha dado al genero varias obras maestras como "El halcón Maltes" o "La jungla de asfalto", esta ves interpretando con gran acierto a un villano odioso a los ojos de cualquier persona sensata.

Después de su tragedia personal (la muerte de su esposa Sharon Tate a manos de la familia criminal de Charles Manson) Roman Polanski regresó a América para lograr esta obra de notable pulidez, en especial para otorgar a una trama al parecer sin mucho peso (los problemas del acueducto angelino y de su chairman) a la que este director y su guionista supieron darle una profunda gradación psicológica y romántica a veces mal aprovechada en otras cintas del genero, pero que sin duda alguna alimentan esta obra y la llevan al lugar en que se encuentra. Un filme de género, en el que Polanski se pasea con maestría por los clásicos de Hollywood, para ofrecer un producto redondo, en el que, una vez más, nos demuestra su sorprendente capacidad de, simplemente, hacer cine.

Este hito del cine, no es recomendable únicamente por sus grandes actuaciones, su impecable diseño de producción (del asiduo colaborador de Polanski, Richard Sylbert) la nostálgica banda sonora del siempre excelente Jerry Goldsmith, y la ya mítica dirección del infravalorado (debido a sus escándalos privados) director franco-polaco. Esta película es especial, como todo buen film noir dejare un mal sabor de boca, es una de las cintas mas emotivas y crudas que he tenido la oportunidad de observar, y no me cansare jamás de elogiar al igual que de disfrutar cada minuto de esta obra que a mi parecer esta y siempre estará en la cúspide del séptimo arte.

"Homenaje al cine negro, filme sólido, de guión modélico y lleno de nervio"

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Tiempo de Volver (Garden State)

Director: Zach Braff
Año: 2004 País: EE.UU. Género: Comedia/Drama Puntaje: 09/10
Protagonistas: Zach Braff, Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Ian Holm y Method Man

“Tiempo de Volver” o "Garden State" fue un gran éxito de crítica del cine independiente americano que descubrió internacionalmente a un nuevo talento Zach Braff, cuenta la historia de un joven llamado Andrew Largeman (Zach Braff) que vuelve a su casa natal en Nueva Jersey después de 10 años de ausencia para asistir al funeral de su madre. Allí se reencuentra con su pasado y conoce a una chica, Samantha (Natalie Portman), que quizá cambie su vida para siempre. Largeman, que acaba de dejar los antidepresivos que ha estado tomando durante años, comienza a redescubrirse a si mismo, lo que incluye enfrentarse a su padre, psicólogo, y ayudar a Samantha a superar sus propios problemas psicológicos.

Zach Braff escribe, dirige y protagoniza esta película tan interesante recurriendo a una serie de lugares comunes que, por otra parte, parecen extenderse como la pólvora en buena parte de las reseñas que he tenido ocasión de leer sobre ella. Por un lado, resulta casi obligado citar "Beautiful girls", ya que tanto el hecho de que el argumento de esta película se centre en ese siempre temible regreso al hogar familiar que uno abandonó hace años. Historia de caligrafía pequeña pero repleta de las emociones que escriben los grandes temas universales como el amor, la amistad, las relaciones paternofiliales, la idea de familia, el reencuentro, el fracaso, la culpa, la identidad, el concepto de normalidad o el traspaso a la madurez es en definitiva, el relato de un joven que halla la felicidad cuando, como y donde menos lo imaginaba, lejos de sus sueños frustrados de actor en Los Ángeles y más cerca de sus raíces, y a un nivel más pedestre, de lo que esperaba. "Tiempo de Volver" sostiene así un breve pero intenso viaje hacia el auto-descubrimiento, un paso hacia la adultez, y la insospechada revelación de la realidad tal como es, con sus alegrías y sus miserias.

Todas las referencias citadas hasta el momento son no sólo perfectamente válidas sino suscribibles al 100% por el que firma estas líneas. Sin embargo, resultaría algo corto de miras y sin duda injusto quedarse con eso y minusvalorar lo mucho que ha logrado Zach Braff con esta propuesta llena de inteligencia, melancolía, sensibilidad y excentricidad, una película sin duda irregular y desequilibrada, tan llena de momentos brillantes como de algunas equivocaciones de lo más perdonables en una ópera prima que no elude en ningún momento su enorme sentido del riesgo y que, lo más importante de todo, muestra a las claras una voluntad autoral como no se ha visto en el panorama reciente del cine independiente americano (esa etiqueta tan manoseada y que a menudo esconde una repetición de fórmulas tan poco atractivas como ese cine comercial al que se ofrece como falsa alternativa), si exceptuamos.

Zach Braff escritor, director y protagonista ha creado una desconcertante pero muy atrayente mezcla de melancolía, romanticismo y crisis existencialista que sin duda tiene un fuerte componente autobiográfico. Su personaje es un tipo en perpetuo estado de perplejidad, en parte causado por las drogas con las que lleva atiborrándose desde hace años por prescripción de un padre psiquiatra que trataba de controlar un supuesto problema de agresividad, y en parte por su propia crisis vital, puesta de manifiesto desde las primeras imágenes de la película. Largeman se encuentra fuera de lugar allá donde está, ya sea en ese dormitorio de su piso en Los Ángeles que más se asemeja a un aséptica y desnuda habitación de hospital, a bordo de un avión que atraviesa un mar de turbulencias o en la fiesta que le organizan sus viejos amigos de la infancia, llena de alcohol, drogas y sexo, en cuyo ambiente le resulta imposible integrarse.

En cuanto a la actuación pocas pegas se pueden poner. Braff, que es el protagonista, cumple bien con su papel aunque en algún momento se nota que es el que menos experiencia tiene en ese campo. Natalie Portman está genial y su personaje es de esos que se ganan al público desde el primer momento. Peter Sarsgaard, a pesar de tener un papel más secundario, vuelve a demostrar que es un actor excelente e imagino que es cuestión de tiempo que termine por darse a conocer al gran público y obtenga un merecido papel protagonista. Como colofón tenemos una banda sonora compuesta por distintos temas de grupos como Coldplay, Simon & Garfunkel, Thievery Corporation y otros grupos menos conocidos pero que se ajustan estupendamente al tipo de película y situaciones que se nos presentan.

Sin lugar a dudas, el debut de Zach Braff merece tener en consideración al actor-director, ya que bajo mi punto de vista crea un peculiar estilo mezclando humor con drama, dibujando unos personajes freaks que atraen y que no provocan el distanciamiento entre éstos y el público. La película puede que no pase a la historia y sea perdurable como "El graduado" que también tocaba el tema de la juventud. Pero seguro que con el paso del tiempo se ganara sus incondicionales, entre ellos, yo. Es agradable ir al cine y ver una película que toca temas mil veces tratados de una forma original. La verdad es que los buenos comentarios que la precedían eran más que merecidos.

"Excelente, melancólica, excéntrica, tierna, cómica y al mismo tiempo, terrible película sobre el regreso al hogar"

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nausicaä del Valle del Viento

Director: Hayao Miyazaki
Año: 1984 País: Japón Género: Animación Puntaje: 08/10
Productora: Studio Ghibli

Precioso filme de un genio de la animación como lo es el japonés Hayao Miyazaki, quien nos traslada en un futuro no muy lejano, en un mundo post-apocalíptico, la Tierra está cubierta por unos bosques llenos de hongos venenosos e insectos gigantescos. Los humanos han quedado reducidos a unos pocos pueblos aislados que intentan sobrevivir a la plaga mientras luchan entre ellos. En medio de todo esto aparece la princesa Nausicaa, quien ama a la naturaleza, buscará comprender el origen del problema y conseguir la paz entre los hombres, y sobre todo entre éstos y el bosque. Además fue la primera pelicula del ahora legendario Studio Ghibli.

“Nausicaä del Valle del Viento” fue la primera gran película de Hayao Miyazaki y la que le dio fama mundial. Esta considerada como su obra de culto y la que más cariño tiene. Y razón no le falta. Estamos ante un fantástico y bello viaje a un mundo de sombras donde la codicia humana es la representante estelar del relato. El poder superior de la aniquilación total es el más deseado por los frágiles humanos, que se muestran como tales: débiles, sencillos y muy temerosos por su propio fin. En la otra cara tenemos a nuestra heroína, Nausicaä, que se encarga de establecer un vínculo de paz y armonía entre los humanos. En ella recae el peso de apaciguar esta innecesaria guerra que consume rápidamente los corazones y voluntades de los hombres. En este caso, hablamos de un personaje que no sólo deberá salvar a su pueblo, sino a toda la tierra conocida.

De nuevo, la naturaleza se convierte en un factor imprescindible en esta obra. Es la absoluta protagonista, el factor decisivo para llegar al impresionante desenlace y la que esconde los misterios que se nos presentan a lo largo de la historia. Nausicaä del Valle del Viento nos deleita con maravillosas escenas, de grandes escenarios y con una animación muy lograda para esa época. Mención especial para los créditos iniciales, los mejores que he podido contemplar en la historia del cine. Absolutamente fascinantes gracias a la impresionante banda sonora compuesta por el siempre magnífico Joe Hisiashi, en la que es posiblemente la mejor partitura dentro del Studio Ghibli.

Nausicaä es una película reivindicativa en muchos aspectos: reivindicativa a nivel técnico, a nivel gráfico, a nivel auditivo y a nivel argumental, ya que pocos se habrían atrevido a realizar semejante crítica a la sociedad mundial y situarlo en un futuro post-apocalíptico arrastrado por la propia humanidad. Porque el pasado de Nausicaä es nuestro presente y el mensaje subliminal enviado por Miyazaki es ese: cambiar si no queremos destruir el mundo. Pero no cambiar sólo con respecto a la naturaleza, sino también con respecto a nosotros mismos, los humanos. Las diferencias abismales que en los años 80, época de la creación de la película, entre los diversos mundos, sigue siendo actual ahora. Las guerras subsisten por los mismos motivos, pero sus nombres han cambiado, más sin embargo llevan lo que Nausicaä refleja tan bien, el aroma a muerte que invade todo.

"Nausicaä del Valle del Viento" es una película de culto y no porque yo lo diga, sino porque tiene su muy bien merecido puesto entre las mejores películas de animación mundial por romper moldes que hasta ese momento estaban impuestos por la todopoderosa Disney y por aportarnos algo más a ese mundo árido que era hasta entonces la animación, en la cual pocos eran los que se atrevían a hacer sus pinitos y mucho menos a pisar tan fuerte como pisó Miyazaki con su futuro Estudio Ghibli, nacido de esta maravillosa película. Además es un aviso del ecologismo del cual Miyazaki hizo eco en su largometraje, Ahora vemos en nuestras propias carnes el efecto del calentamiento global, la rápida desaparición de multitud de bosques, selvas, especies animales, ¿Para qué? La reflexión del director y creador de Nausicaä nos hace pensar a nosotros también ¿Vale la pena realmente? ¿No podemos vivir en paz tal y como viven la gente del Valle del Viento?

El ser humano, como bien se aprecia en la película, se cree dueño y señor del mundo y la naturaleza se encarga constantemente en Nausicaä de demostrarnos quien es realmente el que domina a quien. Y es lo que no debemos olvidar nunca, el mensaje de la película, que a fin de cuentas no es otro que la paz y respecto a todo lo que nos rodea. Estamos ante una de las mejores películas del estudio Ghibli, que mezcla adecuadamente el drama, la comedia y la acción envuelta en una exquisita capa de fantasía adornada de unas maravillosas notas musicales. Todo gracias al desorbitado talento de Hayao Miyazaki, tanto en su faceta de director como guionista.

“Un filme hermoso con un mensaje positivo y critico”

sábado, 14 de noviembre de 2009

El Sustituto

Director: Clint Eastwood
Año: 2008 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Colm Feore, Amy Ryan, Gattlin Griffith y Michael Kelly

Interesante y lograda película del maestro Clint Eastwood. Los Angeles, año 1928. Christine Collins (Angelina Jolie) es una madre soltera de los suburbios cuyo hijo desaparece sin dejar rastro. Meses después la policía dice haberlo encontrado, pero nada más verlo asegura que ese chico no es su hijo. A pesar de estar segura de ello, y en medio de la confusión, Christine se lleva a casa al niño, pero insiste en que se continúe la búsqueda de su verdadero hijo. Tachada de loca e incapacitada por la policía, por fin encuentra un aliado en el reverendo Briegleb (John Malkovich), que la ayudará en su lucha contra la mentira la sustitución.

“El Sustituto” no varía en absoluto las constantes que viene mostrando el cine de Clint Eastwood desde hace algunos años. Se trata de un cine sencillo, rodado desde el clasicismo, en el que la cámara no se entromete en la trama con la crudeza con que suele hacerlo en estos tiempos, usando las primeras tomas para que reluzca la credibilidad de los actores. Eastwood, heredero de Leone y Siegel, es el mejor hijo que nunca tuvo John Ford. Su cine dibuja una mirada dramática, repleta de significados, y en su particular distanciamiento, profundamente humana. El que fuera Harry el Sucio ha sabido unirse a esa poco concurrida lista de directores que han parido un cine humanista, cuyo primer miembro fuera Sir Charles Chaplin (quien es directamente mencionado al poco de comenzar “El Sustituto”.

Existe un prejuicio inicial con la protagonista de esta cinta del connotado director Clint Eastwood, que son los antecedentes actorales que preceden a Angelina Jolie que ha repartido balazos, sobreactuaciones y sensualidad al por mayor en sus últimos trabajos como en "Se busca" por dar un ejemplo. Pero nada más alejado de eso es este trabajo con el “viejo” Clint, que la puso a trabajar en serio y con mucho apoyo, donde no tiene cabida sus ya características miradas sensuales, apretones de labios que la han hecho famosas. En esta película vemos a una Jolie esforzada y logra convencer en todo el metraje. Paralelamente se teje una trama relacionada con un asesino en serie que descuartiza niños y entre ellos podría estar el pequeño hijo de la señora Collins. Eastwood filma sin caer en exageraciones, con un ritmo pausado con el cual pocos se atreven a utilizar, mostrando injusticias basadas en los miedos internos como lo son la pérdida de los hijos y sobre todo en una familia incompleta que tendrá que acudir a la buena voluntad de la gente para salir adelante.

El desamparo y la impotencia de no poder hacer nada contra los poderes establecidos están patentes en la cinta donde su protagonista lucho en tiempos donde nadie se atrevía a desafiar a la autoridad, menos una mujer. La cinta cuenta con destacada y delicada ambientación de época realizada con un gusto exquisito, sin sobresaltos, bien en todos los frentes no cayendo en exageraciones que eran tentaciones para cualquier otro director con menos oficio. La película insinúa mucho dejándole tarea para que el espectador resuelva ciertos asuntos involucrándolo en todo momento. Eastwood aparte de dirigir compuso la música que es exquisita. Otro acierto es el reparto sin estrellas como el policía, el abogado que defiende y las enfermeras del manicomio que logran una tremenda credibilidad con sus intervenciones en una película digna de ser escuela para muchos directores.

No podríamos olvidarnos de su ambientación. El intercambio (que no olvidemos, esta basada en hechos reales) transcurre en los años 20 en la ciudad de Los Ángeles. Para ello cada detalle esta cuidadosamente estudiado y planificado para que el público se sumerja en el argumento: vemos fielmente reflejado el vestuario y la moda de la época, la irrupción de la mujer en el plano laboral, los problemas de comunicación derivados por la por aquel entonces adolescente telefonía ya que la prensa escrita era casi el único medio de información. Clint Eastwood es una persona comprometida con sus ideas, crítico con el pasado, presente y futuro del país que le vio nacer. En esta ocasión escarba en la corrupción existente en la época en la que creció, donde el estado de California era fiel reflejo de la violencia que brotaba en los Estados Unidos de América. Vestido de Harry el sucio, apunta el revólver al poder establecido en la década de los años 20 y 30 en la que policía y Estado eran uno sólo, impregnando de corrupción las calles dejando un paisaje desolador. Valiéndose de dicha premisa tiñe “El Sustituto” con pinceladas oscuras como ya hizo en “Río Místico” dando cobijo a macabras coincidencias en este drama negro.

A pesar de todo ello, la película resulta sólida, magistral por momentos. Angelina Jolie convence y brilla como actriz seria, resultando su actuación dolorosamente humana. Además, Eastwood se rodea como siempre de un magnífico equipo técnico, destacando especialmente en este filme la brillante dirección artística. Una vez más, el director de “Los Imperdonables” se aprovecha de la solidez de las formas cinematográficas clásicas, dotándolas de la terrible, pesimista mirada del mundo posmoderno. Y una vez más demuestra que es uno de los más grandes directores de la historia.

"Emocionalmente poderosa y con un estilo realizado con mano firme"

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La Danza de los Vampiros

Director: Roman Polanski
Año: 1967 País: Inglaterra Género: Comedia/Terror Puntaje: 08/10
Interpretes: Jack MacGowran, Roman Polanski, Sharon Tate, Alfie Bass y Ferdy Mayne

Divertida y genial película de Roman Polanski, El doctor Abronsius (Jack MacGowran) y su asistente Alfred (Roman Polanski) viajan por tierras de Transilvania en busca de la confirmación de las teorías del primero, quien defiende, ante sus colegas de la Universidad de Könisberg, la existencia real de los vampiros. Llegan a una posada cubierta de ajos en paredes y ventanas, pero los paisanos y el mismo posadero niegan sin resultar muy convincentes conocer la existencia de ningún castillo por los alrededores, y justifican la presencia de los ajos como un motivo ornamental típico de la región. El rapto de la hija del posadero (Sharon Tate) y la posterior vampirización de éste ponen sobre la pista a nuestros dos protagonistas, quienes lograrán llegar al castillo.

Producción británica del director polaco Roman Polanski que proyecta mediante una mezcolanza entre la comedia y el terror establecer un homenaje en tono paródico a los filmes producidos en uno de los estudios más insignes dedicados al género del horror que ha dado el cine mundial en general y el inglés en particular: la Hammer. Polanski ya era en 1967 un cineasta de prestigio gracias a perturbadoras películas como “Repulsión” (1965). En "La Danza de los Vampiros", en su primera película a color Polanski no sólo trabaja como actor y director, sino que también es guionista y productor. Polanski se las ingenió para convertir una película de terror en una sátira desenfadada, cómica y con una puesta en escena inquietante y por momentos desestabilizadora que el propio cineasta volvería a utilizar en lo que fue su mayor éxito comercial: "El Bebé de Rosemary" (1968).

"La Danza de los Vampiros" se erige, pues, como una parodia del ya muy trillado en aquel momento subgénero de vampiros. En el film el cineasta polaco pone en escena los desmanes de unos vampiros homosexuales y promiscuos, así como las locuras de un científico anciano y su inepto ayudante. La película no es, desde luego, de las mejores de la extensa filmografía de Polanski, pero tiene suficientes elementos que despiertan la atención del espectador. A saber: Polanski es un gran director de actores, y las mejores secuencias de esta película provienen de las situaciones cómicas en las que se ven envueltos sus personajes; además son personajes muy originales, tanto física como personalmente. También la perturbadora puesta en escena, a la que ya hemos aludido anteriormente, resulta un elemento cuanto menos llamativo.

Los personajes no son para nada planos. Son dos personajes principales, un profesor sabio, prepotente y despistado y su alumno, un menso como la copa de un pino, un idiota, pero a la vez apasionado y romántico. La película coquetea entre la comedia y el terror, predominando el terror por encima de las escenas de risa, que están sabiamente distribuidas con cuentagotas, para que las situaciones no den grima ni saturen al espectador y no hacer el filme excesivamente tragicómico sin poder diferenciar una cosa de la otra cosa que ya se sabe si se llega a los extremos. Es un humor fino, exento de sal gorda o vulgaridad, a nombrar por ejemplo el cutre-asalto de nuestros protagonistas a la cripta de los vampiros, o cuando se alejan silbando de Kukol para hacer como que están por allí de casualidad y la verdad, no han podido ser más descarados. Como escenas a destacar por gran efectividad visual la escena de la bañera es muy buena por decir alguna. También se diferencian aquí los vampiros de baja casta con los de la alta aristocracia, ya que los segundos son elegantes y tienen un trato más exquisito que otros que aparecen que son rudos o cutres incluso para morder y atacar a sus víctimas o para escapar.

Con una conseguida fotografía de Douglas Slocombe, una dispar pero provocativa partitura de Krzysztof Komeda y un grandioso reparto, estelarizado entre ellos por el encantador y carismático anciano Jack MacGowran, el tenebroso Ferdy Mayne, la preciosa Sharon Tate, y el mismísimo Roman Polanski como un torpe y soñador joven aprendiz. Es obvio que la comedia no es el fuerte de Polanski, su habilidad se encuentra más en la creación avezada de atmósferas desasosegante u opresivas, sin embargo, cabe admirar su uso del slap-stick y el fast-motion, con fin de otorgarle cierta hilaridad a la pieza. Dentro de los momentos memorables, que se cuentan por montones, están las escapadas de Shagal, las presentaciones de Von Krolock, su hijo Herbert, y el jorobado Koukol, y los tiernos momentos entre Polanski y Sharon Tate, quienes entablarían un romance en la vida real, que los llevaría al altar, tristemente por poco tiempo, luego del brutal asesinato de la hermosa actriz a manos de la sádica familia Manson.

La película se presenta como una burla a las creencias sobre vampiros, muy marcada en aquella época. Los dos personajes principales de la película se muestran como el típico anti-héroe; un viejito simpático muy gracioso y un joven extremadamente miedoso. Vale resaltar la actuación de la bellísima Sharon Tate, "La Danza de los Vampiros" es un filme atípico dentro del currículum de Polanski, no obstante, contiene numerosos momentos simpáticos y entretenidos, y tampoco esta exento de esa inequívoca, placentera y fantasmagórica puesta en escena del director franco-polaco, con el que sus cintas transmiten la magia, el poder, y el encantamiento necesario como para disfrutar dos horas de buen cine.

"Divertida, muy esmerada estéticamente, perfeccionista, con gags memorables, y curiosamente transmite ganas de vivir"