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domingo, 13 de noviembre de 2011

Zack y Miri Hacen una Porno

Director: Kevin Smith
Año: 2008 País: EE.UU. Género: Comedia Puntaje: 7.5/10
Interpretes: Seth Rogen, Elizabeth Banks, Jason Mewes, Gerry Bednob, Traci Lords, Katie Morgan, Craig Robinson, Tom Savini, Jeff Anderson, Brandon Routh y Justin Long



Zack (Seth Rogen) y Miri (Elizabeth Banks) son dos amigos que se conocieron en el instituto y a los que les cuesta afrontar la edad adulta, pues a sus veintitantos años, se ven inmersos en deudas, para hacer dinero rápido deciden montar una empresa para grabar porno amateur con sus amigos, mientras rueden las películas, descubrirán que sentían algo más el uno hacia el otro que la platónica amistad que les había unido hasta ahora. Muchos catalogaron a esta cinta como “la resurrección de Kevin Smith”, a mi parecer esto no es así, solo se trata de una buena cinta de Smith, “Zack y Miri Hacen una Porno” es una película sorpresivamente previsible. Denota la vuelta de un director que en sus tiempos sabía jugar con los tópicos de una generación urbana dedicada al fanzine y al merchandising, y que se perdió irremisiblemente en productos sonrojantes como "Padre Soltero" (2004). Pero aun así con “Zack y Miri Hacen una Porno” Smith vuelve a rescatar ese espíritu de un estereotipo social relativamente reciente en nuestras sociedades, pero afincado de manera definitiva: el de aquel para el que la vida consiste en un espectáculo y se convierte en un chiste casero, que además es todo aquello de lo que aún no se ha hecho una película. Kevin Smith es un tipo listo, consciente del agotamiento de su fórmula personal, ha echado mano de la inagotable máquina de oro que es Judd Apatow para dar un necesario soplo de aire fresco a su cine, sin renegar por ello de sus obsesiones y discursos (a su vez muy parecidos a los de Apatow). Así esta cinta de Smith podría colar perfectamente como secuela de "Ligeramente Embarazada" (2007) no sólo por su reparto, si no por una similitud a veces excesiva en su argumento (o por lo menos, moraleja), humor, cameos, tratamiento según temáticas e incluso diálogos.


El principio de la cinta es duro pues recuerda, o al menos intenta remedar, el estilo Apatow. No hay diálogo que no gire en torno a los genitales, aficiones y ocupaciones sexuales, llegando a resultar cansino, como resulta en general cualquier diálogo repetitivo, sólo es aliviado por la extraordinaria química que desprenden Elizabeth Banks y Seth Rogen. Porque sí, queridos lectores: “Zack y Miri Hacen una Porno” es la prueba patente y descarnada de que un hombre no tiene que ser guapo para resultar atractivo. Que Rogen ejerza de galán de comedia y encima salga triunfante del aprieto es algo que debería hacer reflexionar a los metrosexuales de toda la vida. La gracia de su personaje, basada en el humor y la seguridad en sí mismo, le convierten en un activo romántico de primer orden aún e incluso cuando pronuncia frases como "se me han quemado los pelos de los huevos". Elizabeth Banks se ve disminuida en ocasiones por el tono que desarrolla Smith, obligándole a pronunciar unas frases que si bien ya quedan mal en el agreste físico de Rogen, a duras penas cuesta creerse que dos seres humanos puedan mantener ese tipo de conversación continuamente. Gracias a los benditos puntos de giro, pronto se entra en materia y cuando los protagonistas deciden realizar un porno amateur para saldar sus deudas, es en ese momento que Smith manda a tomar viento a la moda, utiliza la foto de Apatow y empieza a hacer lo que mejor se le da: recrear el estilo "geek". Aunque tal vez todo este discurso caiga en saco roto, y sea injusto decir que Smith bebe del productor de "Super Cool" (2007), cuando en verdad sea éste quien quizá le deba absolutamente todo a su actor fetiche, Seth Rogen. Y ya se sabe que si A es igual a B y B igual a C...vamos, que si una cosa queda clara de todo este batiburrillo es que hay un nombre que brilla con luz propia (como siempre) y ese no es otro que el del rollizo actor.



Evidentemente, los actores suponen un gran acierto para el correcto funcionamiento de “Zack y Miri Hacen una Porno”, pero sería injusto olvidarnos de la labor de Kevin Smith, guionista imparable cuando está en forma, como demuestran no sólo sus películas. Caracterizado por coquetear siempre con el mal gusto y evitándolo a última hora (aunque también cayendo en él, en algunas ocasiones), sus mejores películas se caracterizan por diálogos tan picantes como naturales o incluso “freaks”, en los que el cineasta aprovecha para dar rienda suelta a sus inquietudes sobre las relaciones, los jóvenes, las drogas, la cultura underground y el sexo. Recordemos el memorable discurso de Superman y Lois Lane y su imposibilidad de mantener relaciones íntimas. Haciendo gala de una madurez inaudita en él pero propia de su edad, en “Zack y Miri Hacen una Porno” Smith ha logrado un equilibrio muy cercano a la perfección entre la ordinariez y el buen gusto, entre el humor y el corazón, la gamberrada y la madurez. Porque otra de las grandes virtudes de su propuesta radica en que si bien se trate abiertamente de sexo, haya escenas de alto contenido erótico con desnudos integrales tanto femeninos como masculinos (esto último, otra apatowada más) y momentos de caca-pedo, nunca da la sensación de estar viendo un sucedáneo de "Road Trip" (2000) y otra gamberrada más a lo "Jay y Bob el Silencioso Contraatacan" (2001), sino más bien de una comedia romántica pensada y sentida como, qué curioso, "Ligeramente Embarazada". Claro que también está ahí, al acecho, la consabida dosis de comedia romántica al uso de nuestros días, disfrazando sus intenciones más almibaradas bajo la adecuada capa de acidez y burrada de trazo grueso…pero que no por eso deja de estar ahí (una patente, por cierto, que ha conseguido monopolizar Judd Apatow, hasta el punto de que uno le busca en los créditos sorprendido de que no ande por ahí.



No cabe duda que uno de los grandes atractivos de cine porno es su aspecto paródico del cine convencional. De hecho es posible que ese sea su único atractivo (aparte de lo evidente). La parafernalia que toda la troupe, integrada entre otros por la mismísima Traci Lords, monta para rodar "La Guarra de las Galaxias", con todas las líneas disparatadas haciendo juegos de palabras como "Ano Solo" hacen que la película despegue completamente. Es en ese momento cuando el humor deja de estar basado en sonrojar a las abuelitas de la audiencia con registros de tipo gamberros y se comienza a explorar situaciones cómicas de verdad. Comedia que no hace más que crecer hasta la conclusión del filme. Ahora bien, dejando a un lado las situaciones divertidas derivadas del rodaje del vídeo, como dijimos anteriormente el eje central de la trama es una comedia romántica como la copa de un pino. Y quizá esa es la parte más floja del guión ya que cuando la trama pasa su acto central, la historia va teledirigida y muchas veces parece de libro de recetas. Si algo tenia “Mi Pareja Equivocada” (1997) es que pese a ser una historia similar, la estructura no se dejaba encorsetar por la obligación de acabar con todo el mundo feliz y en su sitio, si no que dejaba el final abierto a varias interpretaciones. “Zack y Miri Hacen una Porno” es más bien convencional en ese sentido lo que en mi opinión le resta frescura al conjunto. Pero quizá lo más evidente es la evolución de Smith como director. Aquí se ha preocupado de mimar momentos concretos de la narración, y sorprende con movimientos de cámara muy expresivos que facilitan la comprensión de los sentimientos de los personajes. Que Kevin Smith no es Scorsese dirigiendo, es más que sabido. Que jamás nos deleitará con diálogos tarantinescos o con profundas metáforas a lo “Matrix” es también más que sabido. Que Kevin Smith es un maestro en hacer interesante lo cotidiano y divertido lo anodino es un hecho. No es una película pensada para cinéfilos, ni para sabiondos, ni para gente culta, es humor asurdo, te puede gustar o no.



Si hay un caso en el que un debut fulgurante termina pesando como un encasillamiento, ése debe de ser el de Kevin Smith. Su ópera prima, “Clerks” (1994), se convirtió en todo un símbolo de los noventa, y el santo y seña de una generación curtida a los sones del grunge y de los inicios de la desilusión por la incapacidad de acceder a una seguridad que parecía prolongar la adolescencia. Y claro, esa enorme sombra se ha cernido sobre prácticamente todo lo que ha hecho después. Y lo peor es que las comparaciones, en general, nunca han sido demasiado favorables a sus nuevas propuestas. Aún así, hay que reconocer que, cuando vuelve a lo que mejor sabe hacer, Kevin Smith gana. Y en “Zack y Miri Hacen una Porno” hay suficiente dosis de ese Smith como para que la película transcurra con una saludable mala leche y diálogos que podrían ser los firmados por un Woody Allen formado en la cultura de los cómics, la serie B y los largos atardeceres de centro comercial. El momento cúspide de la película es, sin lugar a dudas, la secuencia en la que Zack y Miri, hacen el amor, por primera vez, delante de las cámaras. Les digo de verdad que pocas veces se ve una situación tan bien llevada. Como es preparada la coyuntura creando las expectativas, cómo está rodada y montada, como incluso es aliviada con toques de humor porque de no ser así posiblemente algún que otro espectador estallara con tanta tensión romántica/sexual no resuelta que se resuelve...vaya, que sólo por esa escena y por ver lo que virtuosismo detrás de una cámara, merece la pena ver esta cinta. Aquí Smith parece estar mucho más cómodo, y pisar un terreno lo suficientemente conocido como para no tropezar… o para que lo más comercial, convencional y previsible no termine hundiendo el conjunto. Desde luego, no estamos ante un título inolvidable, pero sí uno que nos arrancará alguna que otra sonrisa. Además, veremos los perfiles de un mundo que marcó nuestra memoria cinéfila. Y ya saben: la nostalgia también juega su papel en esto de sentarse en una butaca y disfrutar de una película.



Y así, sin ser una gran película, “Zack y Miri Hacen una Porno” sí que termina funcionando como un buen entretenimiento, en gran parte por lo ajustado de las interpretaciones, empezando por un Seth Rogen que cada vez consolida más su estatus cómico, y una Elizabeth Banks que no le va a la zaga. Su química acaba haciendo que la historia (por otro lado de manual, por más que las referencias al sexo oral y anal se entrecrucen una y otra vez en los largos diálogos marca de la casa) se sostenga. Y es lo que explica que el rodaje de su escena de sexo, uno de los pilares de la cinta y que incluye uno de sus mejores gags verbales, acabe por reforzar el filme. No faltan las referencias cinéfilas y mitómanas de Smith (a “Star Wars”, al aluvión de lo que todavía hay gente que sigue denominando “subcultura”), con momentos tan jocosos como convertir a Brandon Routh (el protagonista de la fallida “Superman returns: El regreso”) en… ¡un actor porno gay! Y cómo no, el universo de los que ya son treintañeros y aún no han comenzado lo que se supone que es la vida, atrapados en empleos precarios y un consumismo infantil que nunca les deja levantar cabeza. Acompañando a la pareja protagonista, una pléyade de secundarios (fantástico Justin Long, como siempre) cuyos personajes les recordarán los mejores momentos de Kevin Smith. Y que quede claro, un desnudo frontal de Jason Mewes, también conocido como "Jay". Curioso que toda esta banda trabaje prácticamente en exclusividad con Smith. Una película divertida, que mejora claramente cuando se libra de la última tendencia repelente, cosa que pasa pronto, afortunadamente, es una comedia romántica en el sentido más ortodoxo de la expresión y que para ello se vale de un medio tan heterodoxo como "el cine porno". Una buena experiencia para aquellos que no tengan reticencias ante ciertas temáticas/posturas. Recomendada para gente que cree que el atractivo sexual se lleva por dentro.



"Divertida, romántica pero cruda a la vez”

jueves, 22 de abril de 2010

Siempre Hay Tiempo para Reír

Director: Judd Apatow
Año: 2009 País: EE.UU. Género: Comedia/Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Adam Sandler, Seth Rogen, Leslie Mann, Jonah Hill, Jason Schwartzman, Eric Bana y Andy Dick

Sigo analizando películas del movimiento denominado “La Nueva Comedia Norteamericana”, esta vez hablare de “Siempre Hay Tiempo para Reír", la cinta gira en torno a la figura del cómico George Simmons (Adam Sandler), estrella de fama universal, cuyas películas se cuentan por éxitos y sus monólogos levantan gran expectación, a quien le detectan una agresiva variante de la leucemia y le instan a probar fórmulas experimentales con un escueto 8% de posibilidad de éxito. Enfrentado de golpe y porrazo a sus posibles últimos días de vida, Simmons descubre estar solo en el mundo por lo que decide mejorar su situación con la ayuda de un aspirante a monologuista, Ira Wright (Seth Rogen), a quien contrata como ayudante y guionista. Sin duda alguna, y en su triple faceta de productor, guionista y director, Judd Apatow, es uno de los grandes renovadores de la actual comedia estadounidense (y no solo la cinematográfica, sino también la televisiva y hasta del stage teatral), este director responsable de cintas como “Virgen a los 40” y “Super Cool”, vuelve a la carga con una comedia, no obstante, llena de claroscuros. Y por momentos apasionante.

Cuando un ser humano descubre que le queda poco tiempo de vida, suele adoptar uno de los dos caminos posibles: el de la resignación (donde nada importa más que esperar el instante final) o bien el sendero marcado por la fuerza de voluntad que le permite al involucrado disfrutar su presente hasta el último segundo posible. Por supuesto, nadie que no esté en esa situación tiene la autoridad suficiente para juzgar ese tipo de elecciones, aunque hay veces que, por cercanía, afecto o simple compasión, las personas solemos defender la idea de la lucha por la vida y no la inacción que sólo agrava el panorama. Sin duda, estas circunstancias límite siempre siembran tristeza y provocan impotencia, pero se vuelven más impactantes y difíciles de aceptar cuando el perjudicado es un ser joven, sano o lleva una vida vinculada al arte de hacer reír. Aunque todos somos criaturas de carne y hueso expuestas a todo tipo de sucesos, resulta complicado creer y aceptar la inminente muerte de un niño, de un deportista saludable o de un individuo que siempre se muestra de buen ánimo y dispuesto a arrancarnos sonrisas. Precisamente, este último caso mencionado es el que se desarrolla en “Siempre Hay Tiempo para Reír".

Las películas de Judd Apatow tienen siempre un tono característico, es como si se delataran ellas solas, no solamente por el elenco que suelen tener, sino también por el tipo de diálogos que suelen emplearse, un lenguaje a veces tildado de crudo para ser incluido en un guión cinematográfico, pero que siempre me ha parecido muy real e incluso más real que muchos otros guiones de otras películas que a la vista puedan parecer "más reales". Pero en fin, en esta película, en la que no solamente se explota la ironía, ni la burla o la sátira social, como en sus películas anteriores, vemos ahora una rama del director Judd Apatow, plasmada junto a Adam Sandler que nos dice que pueden ir a donde quieran, más allá de las bromas, e incluso hacia la parte dramática, claro que con su sello personal y estilo. Pues bien, nunca es tarde para darse cuenta de las cosas buenas de la vida y si bien en anteriores películas de Apatow y su pandilla, siempre veíamos y se criticaba mucho el hecho de que los nerds siempre salían con la suya y se “reivindicaban”, ahora vemos a un grupo de comediantes en ciernes y a uno logrado que desde su punto de vista y ante una enfermedad terminal evalúa su vida y ve que no tiene a nadie ni a nada en su vida.

Pese a que haya un cierto tono de comedia que sobrevuela todo el metraje amplificado en las diversas escenas donde presenciamos la escenificación de varias actuaciones de ambos protagonistas, abundantemente trufados de referencias sexuales y escatológicas, lo cierto es que en esta tercera película Judd Apatow se arriesga y prefiere entregarse a la sutil reflexión sobre lo que significa ser alguien de éxito (con todo lo que ello conlleva a nivel personal: logros, amoríos, reconocimiento social...), qué cosas son las que de verdad aportan significado a nuestra existencia, y cómo la vida puede llevarte por caminos que no tenías planeados. Esta mirada agridulce a la profesión de cómico no lograría ni la mitad de su efecto de no ser por las interpretaciones de un Adam Sandler más comedido que nunca, y a un Seth Rogen cuya progresión como actor es admirable, y que tras “Ligeramente Embarazada” y “Hacemos una Porno” nos ofrece un nuevo recital de cómo ser tremendamente humorístico sin parecer desesperado por provocar la risa. Judd Apatow ha decidido meterse con la muerte en esta película, para reírse de ella. Este filme no es una comedia al uso, ni tampoco un drama al uso. Refleja perfectamente la vida de un cómico: vemos lo triste que es su vida, pero también vemos lo divertida y graciosa que es para los demás. Habrá quien piense que está llena de chistes de “genitales” y que por eso se orienta a un público más juvenil. Nada de eso. Apatow nos habla, al igual que en sus anteriores películas, de la inmadurez.

Sin duda es una comedia diferente, que nos habla de personas y que hasta conseguirá emocionarnos en ocasiones. Podríamos decir que estamos ante la versión más depurada del estilo Apatow, y que ésta es su mejor película hasta la fecha, pero sufre de un grave problema: la excesiva duración. De hecho, con sus más de 140 minutos, tal vez sea la comedia más larga de la historia. Y eso pesa en el resultado final, pero no deben dejar que los amilane, porque se estarán perdiendo un filme sumamente interesante. La cinta podría dividirse en dos. La primera mitad es absolutamente recomendable para aquellos que amen el mundo del "stand-up comedy" estadounidense y además sienta cierta atracción por lo "bohemio" (si se puede llamar así) que es vivir rodeado de esta gente. La segunda (que no puedo desvelar qué giro hace llegar aquí) es lo que se acercaría más a la típica comedia familiar. Judd Apatow ha demostrado ser la punta de la lanza de un movimiento renovador en la comedia estadounidense, como en su día lo fue Kevin Smith. En sus producciones, pero sobre todo en sus tres comedias como director hasta el momento, ha desarrollado un estilo que, bajo la apariencia de una comedia, nos habla de los problemas de las personas. La humanidad que subyace bajo los personajes de Apatow, por muy ridículos que puedan ser, es de las más realistas que se puedan ver en un filme americano de cualquier clase. Y ésa es sin duda su principal fortaleza.

No hay que olvidar el plantel de secundarios, muchos de ellos procedentes del mundo de la comedia que rodea a Apatow. Sin duda destacan la adorable Leslie Mann, mujer de Apatow en la vida real (es que hasta sus dos hijas tienen un papel), y que aquí encarna al gran amor perdido de George de una manera hilarante y tierna a la vez; y Eric Bana, como extravagante e impulsivo marido de ésta, en un papel cómico muy alejado de aquellos a los que nos tiene acostumbrados, y que, a pesar de tener momentos francamente graciosos, en otros chirría bastante, ya que opino que la comedia no acaba de ser lo suyo y queda forzado. Ah, e incluso tenemos un divertido cameo de Eminem interpretándose a sí mismo de manera exagerada y paranoica. Así pues, el trabajo actoral funciona a la perfección, y Apatow es un gran creador de gags, por lo que los momentos divertidos están asegurados. Bien, a pesar de su exagerada duración y su falta de rumbo en algunos momentos, y de algunos gags que no harán reír al público no americano, “Siempre Hay Tiempo para Reír” es una comedia muy recomendable, de las mejores que se han podido ver el año pasado. Y todo gracias a ese magistral toque Apatow, que hace que nos riamos mientras comprobamos que bajo esas risas hay personas de verdad, con sus problemas y sus tragedias. En definitiva, un homenaje al mundo de la comedia que no deberías perderte, tanto si eres de risa fácil como si no, ya que en este caso no importan las risas, sino la humanidad que hay escondida tras ellas. Y a veces es mucho más amarga de lo que las carcajadas nos quieren hacer creer.

“La comedia definitiva sobre esa gente tan triste que sólo vive para hacerte gracia”

domingo, 28 de febrero de 2010

¿Qué Pasó Ayer?

Director: Todd Phillips
Año: 2009 País: EE.UU. Género: Comedia Puntaje: 08/10
Interpretes: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, Heather Graham, Sasha Barrese y Mike Tyson

"¿Qué Pasó Ayer?" es la historia de una desenfrenada despedida de soltero en la que el futuro novio y sus tres amigos, dos días antes de la boda, se montan en una alocada juerga en Las Vegas. Doug (Justin Bartha) viaja a la ciudad del juego con sus mejores amigos Phil (Bradley Cooper) y Stu (Ed Helms), así como su futuro cuñado Alan (Zach Galifianakis). La juerga es de campeonato y como es de esperar, a la mañana siguiente tienen una resaca monumental. El problema es que, siendo incapaces de recordar nada de lo ocurrido durante la noche anterior, se encuentran con que el prometido ha desaparecido, topándose en su lugar con otras dos sorpresas en la suite del hotel: un tigre y un bebé. Las despedidas de soltero son uno de los temas habituales en comedias gamberras y excesivas que hacen humor de la "masculinidad". No hay más que recordar a Tom Hanks allá por los 80... Es difícil pensar en una de esas reuniones de amigotes con peores consecuencias que las de “Despedida de Soltero”, y quizás sea por eso que la película de Todd Philips no se centra tanto en las burradas que los protagonistas han hecho en la última juerga de soltero de uno de ellos, sino en saber cómo lograrán salir de un monumental lío y, sobre todo, en la estrategia narrativa en sí.

Todd Philips nos muestra la mañana después: una habitación de hotel destrozada, una muñeca inflable en la bañera, gallinas correteando a su aire, un tigre en el baño, un bebé de más y un diente de menos. ¿Qué es lo que ha pasado? El espectador sabe lo mismo que los protagonistas, que no recuerdan nada de nada y, para colmo, falta el novio. A partir de ahí, los tres que quedan emprenden una suerte de investigación para averiguar no sólo lo que ha ocurrido, sino alguna pista que les lleve a encontrar a Doug y poder llegar a tiempo para la boda. De esta falta de información, y de los sorprendentes descubrimientos que los tres amigos vayan haciendo sale la clave de la gracia de esta película, en la que el espectador está en vilo tratando de encontrar una justificación a lo que ha visto en esa habitación post-noche loca. Las confusiones y los acontecimientos inesperados marcarán la pauta de esta divertida comedia en la que, por extraño que parezca, hay escasez de elementos machistas y vulgares. Todo un logro. Porque el filme de Todd Philips aporta la novedad, y esto lo distingue de otras comedias, de que los protagonistas deben descubrir qué diablos hicieron la noche anterior, y deshacer sus pasos para encontrar a su amigo. Phillips evita así los tópicos del género y nos los reserva para sus tronchantes títulos de crédito, que son aquellos que desvelan definitivamente qué diablos hizo esta cuadrilla durante la despedida de soltero.

Durante "¿Qué Pasó Ayer?", y salvando las distancias, me vinieron a la cabeza diversos títulos, desde la memorable “Después de la Hora” de Scorsese hasta “Cuando Llega la Noche”, de John Landis, debido a que el filme se molesta en otorgar cierto protagonismo y personalidad al lugar donde se desarrolla el embrollo, Las Vegas, y a obligar al espectador a conocer una serie de personajes secundarios con tanta fuerza como los protagonistas (ese mafioso chino). Todo esto es mucho más importante en "¿Qué Pasó Ayer?" que la ilustración de la publicitada juerga, tratada aquí como un enorme paréntesis fuera de cuadro. Además es obligatorio encariñarse con sus personajes, cosa bastante fácil en este caso ya que éstos destilan química y su particular código de conducta está bien diferenciado en cada uno de ellos: es a partir de sus diferentes caracteres de donde se generan la mayoría de las situaciones de comedia. "¿Qué Pasó Ayer?", está muy por encima de lo que se podría esperar de ella. Contiene una realización hábil e inteligente que, a pesar de jugar con los tópicos de comedia de gamberradas, logra mantener el tono firme en todo momento y depara una película muy divertida que acaba reflexionando sobre la rebelión contra la madurez. Con esa premisa, la de intentar reconstruir las horas de una fiesta que se antojaba trepidante y que acaba siendo la crónica a golpe de flasback de un desfase extremo que tendrá duras consecuencias.

Previsible en cuanto a su premisa, la habilidad de Todd Phillips hace que la película camine con firmeza por cada escena, se recree en algunos gags verdaderamente hilarantes (inolvidable cameo de Mike Tyson) y mantenga la diversión sustentada en el manejo de la intriga. Plantea "¿Qué Pasó Ayer?" el juego de la reconstrucción de una noche de juerga para implicar aún más al espectador y que no se limite a esperar con ansias una nuevo momento descacharrante con el que reírse, sino que intente llenar el enorme vacío con el que sus protagonistas se encuentran en su memoria. Este planteamiento es convincente, incluso cuando el relato deja el flashback para continuar con su esperada resolución, y todo ello a pesar de jugar con los tópicos, de incluir los convencionalismos propios de una comedia de estas características. Intenta una especie de reflexión, inteligente y cómica, sobre la consciencia de la madurez alcanzada. Los cuatro personajes protagonistas (a excepción de uno de ellos, inclasificable en todos los sentidos) no son adolescentes o jovenzuelos cuya responsabilidad está eximida en una noche de locura en Las Vegas, sino cuatro treinteañeros, con trabajo y esposa o novia formales que recuerdan con nostalgia otros tiempos de fiesta desenfrenada. Ahora, tienen que hacer malabares para encontrarse sin sus respectivas ataduras, incluido el ahorro de dinero para pasar una despedida de soltero inolvidable.

Y no digamos la de resolver los entuertos para llegar a tiempo a la boda, en una conclusión previsible, pero que aún así brinda algún momento de rebeldía irreverente digno de mención. Otro de los aspectos más positivos del filme, y la base sobre la que sustenta su buen funcionamiento son sus actores protagonistas. A priori, y como el título en español mencionaba, parecen nombres no demasiado conocidos, sin relumbrón y sin embargo, su apuesta es firme, convincente y realizan un trabajo excelente. Cada uno se ajusta perfectamente a su estereotipo: el novio apuesto (Justin Bartha) que quiere sentar la cabeza con una bella novia de una familia bien; Bradley Cooper interpreta el profesor, esposo y padre que se muestra el amigo fiel y que capitanea la expedición, y Ed Helms que se mete en la piel del más responsable (en apariencia) con novia formal y exigente más allá de lo tolerable, que tiene que usar la mentira para poder participar. El cuarto es el gran descubrimiento del filme: el desconocido Zach Galifianakis que borda su papel como el hermano de la novia, un tipo extravagante, algo pirado, que funciona en otra dimensión bajo su particular visión, entre perversa, disparatada e inconsciente, pero que intenta integrase e involucrarse (a su modo) como uno más en el heterogéneo grupo de tres amigos.

La química entre los actores funciona perfectamente, convirtiendo a "¿Qué Pasó Ayer?" en la más exitosa del año pasado, y eso que la aparición de la exuberante Heather Graham (la estrella con más cartel del reparto) que se mostraba como un reclamo más, se queda en un mero papel secundario casi insustancial. estas entonces no sólo están basados en el exabrupto, la exhibición de atributos femeninos, al contrario, el filme se muestra discreto en este aspecto y más bien se concentra en ver actuar y reaccionar a su trío principal, por supuesto muy bien interpretado. En definitiva es una película de juergas nocturnas, líos sexuales y amigotes que dignifica el género de aquí a unos cuantos años vista, y se puede ver sin desconectar la neurona. Su enorme éxito en los EEUU ni extraña ni duele en absoluto. Es agradable y divertida, que se abrirá un hueco por derecho en una cartelera muy pobre, y de esas que a nadie le importaría repasar dentro de un tiempo. Ojala hicieran más comedias así. Aquí el trailer que en España se llamo "Resacón en las Vegas".



“Una buena comedia, excéntrica y refrescante”

martes, 9 de febrero de 2010

Super Cool

Director: Greg Mottola
Año: 2007 País: EE.UU. Género: Comedia Puntaje: 08/10
Interpretes: Jonah Hill, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse, Seth Rogen, Bill Hader, Emma Stone y Kevin Corrigan

En una de sus últimas noches como estudiantes del instituto, los amigos e inadaptados Evan (Michael Cera) y Seth (Jonah Hill) experimentarán una legendaria odisea durante una tarde en la que intentan comprar bebida para una fiesta en la que estarán las chicas de sus sueños. En su peripecia les acompañará el indescriptible Fogel “McLovin” (Christopher Mintz-Plasse), otro amigo inadaptado que acaba de comprarse un carnet falso que lo acredita como mayor de edad, con la ayuda de esto los tres amigos deciden comprar el alcohol. Esta película es una de la mejores comedias que nos ha dado el cine de esta última década, además marca el punto más alto de la llamada “Nueva Comedia Americana”, que tiene otros dignos representantes como “Virgen a los 40”, “Ligeramente Embarazada”, “¿Qué paso Ayer?, etc.

En los últimos tiempos hemos asistido al estreno en nuestros multicines de una serie de películas estadounidenses de fuerte raíz adolescente. Ya saben: sexo, porros, cerveza y majaderías. Muchos pensarán que se trata del mismo cine para retardados de toda la vida. Sin embargo, más allá del mal gusto, las películas de la denominada Nueva Comedia Americana (NCA), protagonizadas por una generación de cómicos surgidos en la televisión estadounidense la pasada década, no sólo son cada vez más hilarantes sino que están recibiendo una acogida crítica crecientemente seria y elogiosa. Este el caso de “Super Cool”, que a sido catalogada como la cumbre de las nuevas comedias adolescentes americanas, parece que será, merecidamente no una risa de temporada, sino una película de culto en el futuro. Si hay que ser más breve en el resumen de la película, “Super Cool” es, efectivamente, una “Polla”. Todos sus chistes verbales giran en torno a ella, la mayoría de sus gags físicos la tienen como centro, sus protagonistas viven para darle alimento y hasta me imagino cómo removían el café en el rodaje.

El lector habitual sabrá que por esta página normalmente los chistes de este calado suelen pasar con más pena que gloria. Pero sorprendentemente, “Super Cool” realmente consigue hacer reír con el tema de los “huevos”. En más de un sentido, la sensación que se tiene al terminar de ver esta película es muy parecida a la que muchos tuvimos con “Persiguiendo a Amy”, o con el monólogo inicial de “Reservorio de Perros”; no voy a decir yo que con la mierda se pueda hacer arte, pero con ella hay quien puede hacer más divertida una batalla de tortas. Así Seth Rogen y Evan Goldberg, guionistas de la que nos ocupa, son capaces de principalmente a través de la imparable verborrea de Seth salvar una comedia adolescente de tres al cuarto mezclando sin tapujos alusiones a los Beatles y “Ciudadano Kane” con imágenes mentales de prepucios y fornicaciones. Por poner un ejemplo, el intento de compra de alcohol por parte de Fogell o el trauma infantil de Seth. De todas maneras, son tantos los momentos delirantes del filme y las frases antológicas que sería estúpido nombrarlos todos en esta crítica.

La cinta está planteada a su manera como “La Odisea” de Homero (sí, no es en absoluto lo idiota que puede parecer a simple vista). En este caso nuestros intrépidos héroes deben recorrer media ciudad con su cargamento etílico para acabar lanzándose a los brazos de sus posibles amadas. En el camino, los personajes encontrarán incontables y variopintas ocasiones/personajes/situaciones en las que desplegar su desternillante humor gamberro. Un humor que recuerda al de los inicios de Kevin Smith: tremendamente soez pero a la vez dotado de una agilidad e ingenio en los diálogos que raramente se ven en este tipo de películas. No creo que sea desacertado decir que “Super Cool” debe ser vista como el fiel reflejo de una generación. Bill Gates (que sabe de lo que habla) ya advirtió hace tiempo que tratáramos bien a los “rarillos” de nuestra clase, porque es muy probable que algún día acabemos trabajando para ellos. No se equivocó. Actualmente estamos viviendo el apogeo de la enésima generación “friki”. Por eso no es de extrañar que la película esté cosechando tantos buenos resultados en las taquillas de todo el mundo.

“Super Cool” se vale mucho también de la buena combinación de sus tres protagonistas. Indudablemente tienen mucha vis cómica, y están a la perfección dentro de sus personajes. Comenzando por Seth (Jonah Hill), un chaval con una verborrea incontrolable y genial, y pasando por Evan (Michael Cera), un tímido muchacho que aporta el romanticismo al filme, pero quizá haya que mencionar a Christopher Mintz-Plasse por encima de los demás, aunque sólo sea porque su McLovin (el que haya visto la película lo entenderá) probablemente pase a la posteridad de segunda B, pero posteridad al fin y al cabo, que ocupan otras creaciones como el “Bad Motherfucker” de “Pulp fiction” o Kayser Soze. Aunque la contrapartida de la buena química entre sus protagonistas es que en cuanto no hay al menos dos de ellos en pantalla, “Super Cool” pierde bastante, especialmente un buen trozo de cinta que está ocupado por una pareja de policías (uno de ellos interpretado por el propio Seth Rogen) y que al no mentar en ningún momento sus partes pudendas ni las de otra persona hace que baje un poco el ritmo de la película.

La combinación es infalible: estilo, toneladas de humor fresco y un amplio abanico de protagonistas carismáticos y muy bien caracterizados en los que es fácil verse retratado. El filme que podría confundirse con la típica comedia de adolescentes para descerebrados, ojo “Para”, es sin embargo, un magnífico trabajo bien escrito, (los diálogos parecen escritos por un Tarantino de quince años), bien dirigido y mejor interpretado, con momentos memorables y una química entre los protagonistas impagable. Un par de perdedores que viven una noche gloriosa antes de dar un doloroso paso en sus vidas. El lenguaje es grueso, los chistes, bestias, pero funcionan, funcionan, funcionan, y el resultado final es innegable: dos horas de risas y diversión. El único pero, un final poco creíble y demasiado suave que impide la redondez total del producto. Pero igual no hay que perdérsela.

"Compulsivamente divertida y absurda comedia estudiantil"