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sábado, 28 de noviembre de 2009

El Sexto Sentido

Director: M. Night Shyamalan
Año: 1999 País: EE.UU. Género: Drama/Terror Puntaje: 10/10
Interpretes: Bruce Willis, Toni Collette, Haley Joel Osment, Olivia Williams y Trevor Morgan

Segunda película del director estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan que irrumpió en el panorama cinematográfico mundial con una fuerza que no se recordaba desde hacía décadas, un novedoso e impactante filme que dejo a todos boquiabiertos. La historia ce centra en el Dr. Malcom Crowe (Bruce Willis), que es un conocido psicólogo infantil de Philadelphia, él esta obsesionado con el doloroso recuerdo de un joven paciente desequilibrado al que fue incapaz de ayudar. Mientras tanto Cole Sear (Haley Joel Osment) es un aterrorizado y confuso niño de 8 años que necesita tratamiento, y Crowe ve la oportunidad de redimirse haciendo todo lo posible por ayudarle. Sin embargo, el psicólogo infantil no está preparado para conocer la terrible verdad acerca del don sobrenatural de su paciente: recibe visitas no deseadas de espíritus atormentados.

Tras rodar una comedia dramática, Shyamalan se unió a los productores habituales de Spielberg, director con el que siente una gran afinidad, para filmar una historia de fantasmas que le abriría las puertas del Olimpo de Hollywood. Así filmo esta película que fue uno de los mayores taquillazos de su momento y en ella se pueden encontrar ya la mayor parte de convencionalismos que darían una fuerte impronta personal a su cine: el realismo, el suspense, la introducción gradual del elemento sobrenatural, la inquietante atmósfera, las tensiones narrativas y, cómo no, el consabido final sorpresa. La cinta, además de estar repleta de multitud de pequeños detalles que la engrandecen, como ese primer plano de la huella de Cole en la mesa, o esa magnífica escena en que Malcolm dice poder adivinar lo que piensa Cole, resulta tremendamente efectiva y funcional. Puro cine de suspense con escenas de gran calado terrorífico.

Esta película es una excelente muestra de lo que tiene que ser una película de suspense, escrita y dirigida por M. Night Shyamalan (quien también aparece brevemente en una escena), autor que manifiesta con este título un distinguido tacto en el proceder narrativo y en el dibujo de personajes, trasladando al espectador su absorbente relato sin prisas pero sin pausas, eliminando cualquier tipo de informacion inútil para el desenlace de su obra y delineando con precisión un camino culminado con uno de los giros más sorprendentes y efectivos de la historia del cine. Otro punto a favor de Shyamalan es su gran dirección de actores, consiguiendo la mejor interpretación de Bruce Willis hasta la fecha, confirmando las virtudes de esa fenomenal actriz que es Toni Collette y logrando excepcional trabajo por parte del niño Haley Joel Osment, auténtica revelación del film en su parte interpretativa.

Sin embargo el toque Shyamalan es único, dotando a cada una de sus películas de una atmósfera única, por varios motivos. Lo primero como dije es su dirección de actores, exprimiendo al máximo los intérpretes a su servicio; pongo como ejemplo a Bruce Willis, que tras colaborar en dos ocasiones con él, ha contenido su forma de actuar. Aunque claro, esto es debido a que sus historias no usan el terror sólo como atmósfera, sino también como trasfondo: todas sus películas son dramas en los que un personaje se supera, alcanzando la verdad tras ciertos avatares. Y por supuesto, trajo la moda de los finales sorpresa, que gusta y repele por igual, pero que es indudable que en sus manos se transforma en una epifanía para el espectador, pues la visión de la trama, generada durante casi toda la película, se revela bajo una nueva luz; la sensación resultante es muy satisfactoria. Uno de los factores que ayuda a la película es la música. James Newton Howard consigue crear una atmósfera musical tenebrosa en muchas ocasiones, siendo de especial incidencia en los momentos o diálogos de mayor tensión.

Lo que de verdad me ha interesado es el estudio que de las relaciones humanas ha realizado el director, enfrentándose así a múltiples cuestiones que nos rodean en nuestra vida cotidiana. Y todo ello envuelto, claro está, con un inquietante aunque tópico trasfondo del más allá. Observar los padecimientos de los protagonistas es sufrir con ellos, sentir sus aflicciones como propias, comprender aquello que los tortura como si nos estuviera pasando a nosotros. Es, en definitiva, una película que emociona. Por ejemplo, el tema de la diferencia de un ser humano frente a la masa social que lo rechaza es muy interesante, a pesar de que el mensaje final es el de siempre: la aceptación sólo se produce cuando el que es distinto actúa como aquéllos que lo excluyen. Volviendo al tema de los sustos, comentar que hay muy buenas escenas, de esas que, aunque no ponen los pelos de punta, al menos sí sirven para inquietar, para desasosegar al que las ve (como cuando aparece la niña que vomita).

Esta fabulación sobre la muerte y la vida, la dualidad existente de la realidad, el destino de nuestra existencia, la incomunicación familiar y la inadaptación social permanecerá como un claro ejemplo de la primacía del intelecto sobre los efectos especiales y las películas del mismo género sustentadas en orgías hemoglobinitas con vísceras varias de acompañamiento. Un sentido drama romántico y un suspense tan perfectamente urdido, que sólo tras reflexionar sobre el mismo nos percatamos de su eficacia y cada revisión sorprende por su rigor y sigue fascinando por la resolución de cada situación. Si no ha disfrutado todavía de "El sexto sentido", tiene Ud. toda mi envidia. Pero, sobre todo... ¡que no se la cuenten!

"Apasionante filme cuyas mayores bondades residen en su acercamiento al miedo sin alejarse de la realidad”

miércoles, 19 de agosto de 2009

El Protegido

Director: M. Night Shyamalan
Año: 2000 País: EE.UU Género: Intriga Puntaje: 10/10
Interpretes: Bruce Willis, Samuel L. Jackson, Robin Wright Penn y Spencer Treat Clark

Enigmático filme, El impacto se produjo a las 15:15 horas. El primer vagón quedó partido en dos y salió volando en direcciones opuestas. El segundo resultó aplastado y arrastrado durante más de un kilómetro. Se encontraron restos en un perímetro de kilómetro y medio. Seis miembros de la tripulación iban en el vagón de mercancías. Ciento dieciocho personas y siete tripulantes viajaban en el tren de pasajeros. Sólo se ha hallado un superviviente: David Dunn (Bruce Willis). Elijah Price (Samuel L. Jackson), un misterioso desconocido tiene una explicación, bastante extraña, que justifica por qué David ha salido sin un solo rasguño del accidente... Una explicación que bien podría cambiar para siempre la vida de David y de su familia.

Después del inesperado éxito de "El Sexto Sentido" (inesperado no porque no lo mereciera, sino porque nadie lo esperaba), el joven director M. Night Shyamalan volvió con una especie de drama con un guión que sería gracioso y ligero si no estuviera tan firmemente anclado por las emociones y humanidad de sus personajes. La cinta trata de la curiosa y evolutiva relación que se da entre dos personas muy distintas, pero unidas por curiosas circunstancias. Una de ellas es Elijah Price, quien padece de una exótica condición genética que lo hace extremadamente propenso a las fracturas; el otro es David Dunn, un humilde guardia de seguridad que podría o no ser inmune a enfermedades y daño físico.

El director de origen hindú nos presenta en esta película personajes creíbles, que tienen unas vidas en las que sufren y ríen, como cualquier mortal, tanto mejor. “El Protegido” es un particular homenaje al cómic que se sirve de dos personajes principales y opuestos, el fuerte y el débil, La idea podría dar de sí pero el caso es que el director y guionista no parece interesado en ella y se dedica a dar palos de ciego durante una hora de metraje para dejar claro al espectador que sí, que efectivamente Bruce Willis es un tipo especial que nunca ha estado enfermo y que ha sobrevivido a esos accidentes porque realmente tiene un don especial. Es el protegido. Pero esto es algo que todos sabemos o que, al menos, ya suponemos desde el inicio del filme.

Como fondo de esta relación, está la situación familiar de Dunn; su matrimonio no está en buenas condiciones, y la presión que ejercerá la nueva situación en la que se encuentra podría acabar con los esfuerzos que él y su esposa hacen por mantenerse juntos. Puede que a muchos les exaspere la lentitud con la que transcurre la película, pero no deberíamos por ello olvidar las excelencias de un producto bien pensado en el que, no como en “El Sexto Sentido”, todas las piezas encajan a la perfección. Su media hora final es magnífica, y los minutos en los cuales conocemos la revelación de la película, portentosos, puesto que uno, aún habiéndolo intuido, sonríe pensando: «es verdad, es lógico» (dentro, eso sí, de tan imaginaria propuesta). Qué bonito homenaje, pues, a tan elogiable mundo de la literatura hecha dibujos.

Lo que me lleva a los actores. Al igual que en "El Sexto Sentido", el guión y el lenguaje visual son puntos muy fuertes, pero no tendrían mucho valor si los actores no supieran prestar humanidad a los personajes. Afortunadamente Bruce Willis y Samuel L. Jackson forma un dúo perfecto, llenando de detalle actuaciones que pueden parecer simples. La falta de gritos, melodrama desvergonzado y "duelos de actuación", tan comunes en las cintas dramáticas, sirve para enfatizar las emociones y pensamientos de los personajes. Donde otros actores se hubieran "volado la barda" tratando de expresar sentimiento, Willis y Jackson dejan que los diálogos fluyan sin prisa y sin inútiles exageraciones. Así mismo vemos una esmerada actuación de siempre bella Robin Wright Penn.

Finalmente, el factor que une todos estos elementos y los cristaliza en una narrativa casi perfecta es la dirección de Shyamalan. La mayor parte de los directores en Hollywood son meros capataces; gente que tiene buen instinto de organización y que logra la casi imposible tarea de coordinar al personal frente y detrás de las cámaras para lograr un producto coherente. Shyamalan pertenece al pequeño porcentaje de directores con visión real, cuyas decisiones sobre los modos de contar una historia no son las más fáciles ni las más convencionales, pero sí las más apropiadas para sentar el tono de la cinta y enriquecerla con todos esos detalles que son testimonio de genialidad. El drama humano y la fantasía rara vez se han combinado con tan buen resultado.

"Una sacada de tuerca al cine de superheroes"

miércoles, 22 de junio de 2011

Deuda de Sangre

Director: Clint Eastwood
Año: 2002 País: EE.UU. Género: Thriller/Policial Puntaje: 07/10
Interpretes: Clint Eastwood, Jeff Daniels, Anjelica Huston, Wanda De Jesus, Tina Lifford y Paul Rodriguez



Terry McCaleb (Clint Eastwood) es un veterano investigador del FBI, implacable en su búsqueda de justicia y que no tiene rival en su éxito para seguir la pista a los asesinos y atraparlos. Pero cuando empieza acercar a su último adversario, un psicópata apodado “el asesino del código”, McCaleb cae fulminado por un infarto y se ve forzado a una jubilación anticipada. Dos años más tarde, una hermosa desconocida (Wanda de Jesús) revela un secreto que obliga a McCaleb a reconsiderar su recuperación: su vida fue salvada por la muerte de otra persona, la víctima de un asesinato que sigue sin ser resuelto. En contra de los consejos de su cardióloga (Anjelica Huston) y con la ayuda de un vecino entusiasta (Jeff Daniels), McCaleb se juega literalmente la vida para seguir la pista de un asesino que le ha obligado a tomar este caso a nivel personal. Con una filmografía más prestigiosa que longeva, Clint Eastwood es de esos cineastas que ya está por encima del bien y del mal. Disponiendo de la financiación de su propia productora (Malpaso), parcial en el peor de los casos, Eastwood hace ya casi lo que le viene en gana, y lo que le ha apetecido ahora es un policiaco modesto, de género, pero desarrollado como pocos realizadores actuales pueden permitirse el lujo de hacer. Y es que Eastwood junto con Woody Allen son los dos únicos cineastas en activo con una amplia filmografía a sus espaldas y que estando ya en una madurez más que cercana a la vejez siguen ofreciendo un caudal de títulos inédito en cantidad y en calidad en todo el panorama cinematográfico actual.


Con "Deuda de Sangre" Eastwood regresa a uno de sus géneros favoritos, el cine de policías, y uno de los pocos en los que aún parece estar interesado explorar. De hecho la filmografía de este maestro, nunca suficientemente valorada por la crítica, está marcada por su adhesión a tres géneros principalmente (el policiaco, el western y el drama romántico) y a un capricho (el cine musical orientado hacia el jazz), este filme supone una nueva acometida a un esquema más comercial y de fórmula probada, que Eastwood ha abordado en multitud de ocasiones en sus años de carrera. De hecho, como suele suceder en sus películas policiacas, el papel que interpreta el propio Eastwood no es más que una continuación y una evolución (en edad, carácter y época histórica en la que vive) de un personaje arquetipo que le sienta bien, pero en el que, pese a lo que piensan muchos de sus detractores, no se acomoda este actor-director, sino que partiendo de unas premisas aceptadas y clásicas del género, lo hace evolucionar hacia una vejez sentida y extremamente física (los constantes chequeos médicos o el ataque al corazón que sufre el personaje en plena persecución son buenos ejemplos), que va acompañada también de una calma en su actitud antisistema, que lo aleja del modelo de sus anteriores cintas, manteniéndolo, eso sí, al margen de la ley como un viejo rebelde. Aunque “Deuda de Sangre” pueda ser considerada como una película "de psicópata", nada tiene que ver con productos rutinarios (y sobrevalorados) como “El Silencio de los Inocentes” (1991) o “Zodiac” (2007), y en su retrato del asesino en serie no se aprecia nunca esa especie de fascinación que sienten algunos (entre los que no me cuento) por la figura del “psycho-killer”, propia, fundamentalmente, de la sociedad estadounidense.



Dentro del clasicismo y de las rutinas que emanan tanto del guión como de algunas de las composiciones o relaciones de los personajes, Eastwood logra armar un trabajo preciso, entretenido y muy bien filmado (la puesta en escena de la cinta desde sus títulos de crédito demuestra una vez más por qué este cineasta es ya un clásico viviente), con los suficientes toques novedosos y de evolución en un género que ya le es propio, como para volver a ofrecernos lo mismo pero distinto y hacernos disfrutar a todos los fans de las películas bien contadas, que bajo una primera capa de entretenida intrascendencia, guardan matices y detalles de un calculado discurso. Este opus de Clint Eastwood está más cerca de la saga “Harry, El Sucio” (1971) que de esas otras películas, esencialmente personales, que este nativo de California supo redondear. El argumento y casi en la misma medida el guión de “Deuda de Sangre” no despega de ese montón de filmes que colman los estantes bajo el rubro "Acción" (o "Thriller") en los videoclubes. La realización ya despega un poco. Eastwood siempre tuvo "garra" para la narración visual (puesta en escena, ritmo), y eso no sólo beneficia en general al filme, sino que atenúa la irritación que están llamados a suscitar sus costados más rutinarios. La película también nos depara al propio Clint, una vez más, como protagonista. Y eso no es poco. Además el asesino se nos muestra como un tipo vulgar, un tipo lamentable y desprovisto de cualquier encanto, y sus motivaciones son acogidas por Eastwood con total escepticismo, si bien nunca cayendo en la caricatura. Por otro lado, el director se muestra absolutamente honesto en el desarrollo de la trama, preserva la verosimilitud y renuncia a las sorpresas facilitando que, como espectadores, descubramos la identidad del criminal antes que el propio protagonista.


Situada a medio camino entre sus trabajos menos conseguidos (que no malos) de la pasada década, como eran "Jinetes del Espacio" (2000) o "Crimen Verdadero" (1999), ésta superior en conjunto a este filme, sin lograr alcanzar la brillantez en este género de que dio muestras en "Poder Absoluto" (1997), por culpa sobre todo de la poco convincente historia de amor y de la elección del actor encargado de dar vida al villano de la función, "Deuda de Sangre" es tanto una nueva cita a agradecer por los seguidores de este director (una amplia minoría), como un buen trabajo, entretenido y quizás algo anclado en los tópicos, para el resto de la audiencia. Creo que la falla básica de esta película radica en el guión, escrito por el usualmente exitoso Brian Helgeland, quien fue guionista de la magistral “Los Ángeles al Desnudo” (1997). “Deuda de Sangre” está basada en una novela, y desde luego sufre de todo lo que sufren similares adaptaciones; los personajes que en la página cobran vida a lo largo de muchos capítulos, aquí deben realizar su parte en minutos; de igual forma hay ciertos saltos de lógica en la trama, que llegan aparentemente de la nada. No los quiero revelar, porque la cinta contiene buenas sorpresas, pero son tan apresuradas y carentes de fundamento que en ocasiones resultan ridículas. A pesar de eso tengo opiniones encontradas sobre esta cinta; por un lado la trama es interesante, impredecible (al menos hasta el último tercio, cuando es excesivamente fácil adivinar el desenlace) y siempre es un placer ver a Eastwood actuando. Su trabajo es honesto y entretenido.



Otros defectos, aunque menores, son menos fácilmente compensables, como la falta de entidad de los personajes, particularmente la de Paul Rodríguez como un impertinente policía que a la vez funciona de "comic relief", pero su participación en "Deuda de Sangre" es francamente irritante. Incluso una actriz tan buena como Anjelica Huston queda mal con un papel plano y demasiado corto, Jeff Daniels como Buddy, el vecino de Eastwood, es meramente funcional, y su personaje se siente forzado, aparentemente existiendo sólo para que el ex policía le explique el desarrollo de la investigación, para que el público también esté enterado. “Deuda de Sangre”, en efecto, no llama mucho la atención, pero es que Eastwood no busca lucirse en ningún momento, sino servir a la historia con honradez y calma, sin renunciar a una visión propia y moderna, algo que hace que su película sea mucho más lograda, menos llamativa, pero más incisiva, a la cual, quizás, cabría intentar valorar de modo análogo que a las películas americanas de Fritz Lang: filmes que parecen uno más del montón, pero que, en cuanto nos fijamos bien, revelan su grandeza al instante. En fin, supongo que no faltarán voces que acusen a Eastwood de repetirse o de querer seguir haciéndose el duro (nada más lejos de la realidad), y que no conciban que esta película pueda suponer, en cuanto a progresión e incluso regeneración del género policíaco, una experiencia emparentada con las emprendidas recientemente por cineastas como M. Night Shyamalan (respecto al fantastique), Terrence Malick (respecto al cine bélico) o James Gray (respecto al cine de gangsters/mafiosos). Es una pena que, salvo excepciones dispuestas a aplicar el bisturí y no dejarse llevar por las impresiones superficiales.



Todos sabemos que “Deuda de Sangre”, como cinta no marcará un hito ni en cuanto a taquilla ni en prestigio en la carrera de Eastwood, es una película cuyo argumento y sobre todo textura no pueden ser más convencional, pero cuyo fondo denota esa acumulación inteligente de experiencia que llamamos sabiduría y que hace que su portador no necesite ya esa forma de llamar la atención que llamamos ingenio. Más allá de todo esto (incluida la identidad del asesino, que se adivina antes de lo deseable), “Deuda de Sangre” es la enésima película de un cineasta importante y multifacético. No tanto por las diversas ramas que fatigó y en las que se especializó (dirección, producción e interpretación, principalmente) como por su doble condición de autor de obras maestras del cine contemporáneo, allí estará, por siempre y para siempre “Los Imperdonables” (1992), y como animador de muchas de las más célebres “macho movies “, ¡que así las llaman cuanto menos en un sitio yanqui! En este sentido, dos descubrimientos desprendió “Deuda de Sangre” para mí: que el autor de 72 años sigue en estupenda, admirable forma física y en aparente pleno dominio de sus facultades intelectuales; esto nos indicaba que era posible que vuelva a deleitarnos con una nueva obra maestra donde actuara y dirigiera a la vez y así lo hizo, seis años después estrenaría la imponente “Gran Torino” (2008). Y es que el ex “macho man” no se resigna a dejar de serlo: se muestra por delante y por detrás, en cueros, conquistando y disparando como siempre. El primer descubrimiento ha sido de lo más reconfortante. El segundo tiene que ver con eso que llaman "autocomplacencia", y podríamos dejársela pasar. ¿O no?



“Interesante obra menor de Eastwood”

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Y Llegamos al Post 100 !


Nunca pensé cuando cree el blog llegar al post 100, pero creo que se hizo realidad, gracias a todos nuestro lectores por seguirnos y seguir navegando junto a nosotros en el séptimo arte, este humilde blog no hubiera prosperado por la incorporación de Mabel, una chica con mucho talento y muy apasionada al cine.


Mabel y yo tenemos muchas sorpresas para ustedes en esta nueva etapa que viene, pues repasaremos las filmografías de grandes directores como Hayao Miyazaki, Roman Polanski, Giuseppe Tornatore, Michael Haneke, Ang Lee y M. Night Shyamalan, además estamos preparado un gran proyecto como es la creación de la Revista CINE TOTAL, que se enteraran más de ella a su debido momento.


También vamos actualizar nuestros posts antiguos, pero de una manera más profunda. Solo queda decirles a todos muchas gracias por leernos y ya saben recomiéndennos, ya que sin ustedes no somos nada, hasta luego y buena suerte.