domingo, 25 de julio de 2010

Taxi Driver

Director: Martin Scorsese
Año: 1976 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 10/10
Intérpretes: Robert De Niro, Jodie Foster, Albert Brooks, Cybill Shepherd, Harvey Keitel, Peter Boyle, Leonard Harris y Martin Scorsese

Cuando me preguntan por mi película favorita, irremediablemente se me vienen a la cabeza una en concreto que destaca sobre las demás; una cinta que aunque sé de sobra que no son de diez técnicamente hablando (aún siendo geniales), logra sin embargo hacer que me estremezca cada vez que la veo, me refiero a “Taxi Driver” dirigida por el genial Martin Scorsese. La cinta narra la historia de Travis Bickle (Robert De Niro), un solitario e introvertido veterano de Vietnam, padece insomio, lo que le permite conseguir un trabajo como taxista nocturno en Nueva York. Con el tiempo, llega a conocer todos los ambientes de la ciudad, desde las mansiones residenciales a los barrios más sórdidos. En una ocasión, se enamora de una muchacha llamada Betsy (Cybill Shepherd) que trabaja en la oficina de un candidato a la presidencia. A partir de ese día siempre detiene su coche en el lugar indicado con la esperanza de ver a su amada, al tiempo que en su cabeza va perfilando la idea de limpiar las calles de la escoria. Además en su vida aparecerá una joven prostituta (Jodie Foster) a quien querrá rescatarla de su proxeneta (Harvey Keitel).

En primer lugar cuando vean la película déjense llevar por esos planos de Nueva York tan bellos rodados desde el mismo coche y relájense con la gran banda sonora de Bernard Herrmann (además fue su último trabajo). “Todos los animales salen de noche. putas, macarras, maleantes, mariquitas, lesbianas, drogadictos, yonquis. enfermos, corruptos. Un día lloverá de verdad y limpiará toda esta escoria de las calles”. Palabras textuales de la voz en off de Travis Bickle, quien ya nos va perfilando su personalidad. En principio, para que una película funcione debe haber nudo, desarrollo y desenlace, o sea, que cada cierto tiempo ocurra algo que impacte al espectador, que le invite a quedarse en su butaca, siempre sin perder el hilo de la historia. Y esta película no sólo logra eso, sino que va mucho más allá, nos regala un guión sutilmente estructurado, con hallazgos a los 10 minutos, a la media hora, alrededor del minuto 50 y antes de llegar al final. Cada secuencia, escena o plano merece un punto y aparte. La cámara recurre al travelling lento y a movimientos de cámara que sólo un autor como Scorsese podría hacer. Él mismo aparece en el filme dos veces: la primera vez mirando sentado a Betsy y la segunda vez siendo un cliente de Binckle. Este papel debía haberlo hecho otro actor pero al final no pudo ser y decidió hacerlo él mismo.

“La soledad me ha seguido toda mi vida, a todas partes. En los bares, en los coches, en las aceras, las tiendas, por todas partes. No hay escapatoria. Soy el hombre solitario de Dios” “God’s Lonely Man”, es una obra de Thomas Wolfe) dice durante la película, el personaje de Binckle que va enloqueciendo, se va transformando en algo que da miedo. Días después de haber comprado una Mágnum 44, un 38 corto, una Colt del 25 automática y una Walther del 380, se encara al espejo, como si retara a alguien diciéndole: “You talking to me?... You talking to me?”(“¿Me dices a mí?..¿Me dices a mí?”). Desde esa escena, la gente suele imitar a De Niro gesticulando y diciendo eso mismo. Paul Schrader hizo el guión en un momento de su vida bastante crítico. Se había separado de su mujer y no tenía dónde vivir. Dormía en su coche o alguna vez en casa de su exnovia. No sabía qué hacer con su vida. Entonces se le ocurrió el personaje del taxista como una metáfora de la soledad del hombre. Eligió el nombre de Travis Bickle porque tiene un punto poético y duro a la vez. “Travis” viene del término inglés “viajar”, como un errante. Y “Bickle” viene de “bicker”, que significa “discutir”. Lo que hace Scorsese es presentar a un tipo aparentemente normal. Pero conforme avanza la película, vamos viendo que ese semblante serio y normal va dando paso a una persona inestable, y paranoica, cuya única vida consiste en su taxi. Ahí es realmente cuando vemos al Travis que Scorsese y Schrader querían mostrar. Un personaje que desvaría, loco, violento, casi surrealista.

En la cinta asistimos a la incapacidad para integrarse del atormentado protagonista y a sus perjuicios, circunstancias que le abocan a una vida estancada tras la guerra del Vietnam. Todo ello va alterando psicológicamente a Travis (de la desasosegante interpretación de de Niro ni hablo. Los actores, todos, parecen más que nunca personajes reales). Un hombre marcado por una vida tediosa, por la sociedad en la que le ha tocado vivir, una sociedad que le rechaza pero con la que comparte prejuicios y que tratará de “limpiar” pese a todo. Poco a poco la ira hará acto de presencia en él. El personaje acabará en un callejón sin salida. Podríamos asegurar, sin embargo, que el torbellino de violencia que desata Travis tiene un fin práctico acendrar de escoria la ciudad para resolver con ello un conflicto mayor y más profundo: el de la redención. El motivo principal que guía a Travis en su festín violento es sacar a Iris del mundo de la prostitución y. de paso, limpiar el mundo de ruines como Sport, el proxeneta de Iris interpretado por Harvey Keitel. La Redención será la que libere del Pecado a las personas para alcanzar el estado de Gracia, trinidad propia de la teología calvinista, en la que fuertemente educaron a Paul Schrader. El intento de rescatar a los esclavos del vicio, de la miseria moral y de la corrupción del alma no cabe duda de que es una laudable misión, por lo que parece evidente que lo erróneo en Travis es el método para alcanzar su fin.

Combatir la corrupción con la violencia otra forma de corrupción, y de las más detestables es crear un círculo vicioso sin salida. Este proceder viene determinado tanto por el pasado como por la situación de marginación social en la que se encuentra en la actualidad. ¿Podemos entonces acusar a Travis de ser lo que es?; ¿no es Travis el producto de una sociedad despiadada e inhumanamente injusta? La respuesta quizá absuelve a la pobre alma perdida que es Travis Bickle. Según Scorsese la línea que separa la locura de la razón es tan simple y delgada como la simple interpretación y desarrollo de un acontecimiento concreto. Al menos junto con Paul Schrader, es una constante que se deduce a juzgar por su exposición. Y la verdad es que “Taxi Driver”, no sólo es una película diferente, sino una referencia del género que otorga un punto de vista nuevo al concepto que se puede tener de un psicópata. Porque no olvidemos que Travis Bickle es un psicópata, un individuo solitario, totalmente desconectado del mundo real y que se mueve o actúa sin criterio alguno, movido por los impulsos que afectan a su ansiedad por lograr una vida normal, en lo que entiende es un mundo contaminado y dominado por la corrupción. De tal manera podemos ver a un ser humano desde muchos ángulos diferentes, porque Travis no se limita a mostrar una faceta concreta sino que reacciona ante su entorno que termina por establecer su actitud en un momento dado. Es en ese punto donde la película es genial, la ambigüedad popular y la noche vista a través de los ojos de Travis mientras conduce el Taxi, así como los pasajeros que recoge, hace que nos replanteemos quién está más loco si el mundo o el pobre e inadaptado Travis.

Recuerdo como si fuera hoy mismo, el impacto que me causó la primera vez que la vi y como me encanto ese camaleón llamado Robert De Niro. Luego, después de haberla revisado un buen número de veces, uno va descubriendo esa cantidad incalculable de detalles que la hacen imperecedera. Para mi es la mejor obra de Scorsese y de la historia. La forma en que está rodada me sigue pareciendo un prodigio. La primera aparición del taxi entre el humo de los alcantarillados es ya todo un alarde de maestría, las atmósferas malsanas y enfermizas de los tugurios que recorre el personaje, y los planos con que Scorsese nos narra la destrucción de la ciudad desde el interior del auto. “Taxi Driver” viene a ser mi película preferida, y es que son tantas veces las que me he visto en la vacía mirada de Travis, o en su cansada voz, que más que una película se convierte en algo personal. Aún así, y gracias a lo que sea; dentro de esta agobiante jaula de asfalto, tengo mis pequeños oasis personales; mi propia redención la encuentro en el cine, en los libros, en la música; en algunos amigos fieles...Es gracias a todo eso, que ahora escribo desde un punto de vista más "lejano" unos sentimientos que bien podía haber escrito en cualquier papel hace unos pocos de años; entonces, no tenía nada de lo que ahora me hace sentir, y fue entonces cuando “Taxi Driver” me ayudó a tragarme esa bilis con menos dificultad. Por eso mismo, hoy más que una crítica le hago un pequeño homenaje. Disfruten de esta joya del cine; pues tiene desde buenas actuaciones hasta un guión espléndido. Los que aún puedan sentir, la entenderán.

“Mi película favorita”

3 comentarios:

  1. Este increible film protagonizado por Robert de Niro, supone un hito en la historia del cine. Nos encontramos ante una de esas películas que destruyen las barreras de lo preestablecido reivindicando un nuevo modo de hacer cine. Desde que este film vio la luz no se ha vuelto a inventar nada nuevo.

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  2. Tengo tantas cosas que decir de esta película... A ver como la describo:
    Genialidad desbordante de Scorsese + Genialidad de un guión increiblemente sorprendente + Genialidad de Robert De Niro (posiblemente una de las mejores interpretaciones de la historia). Lo mezclas todo con buenas interpretaciones de todo el reparto y con una historia profunda y compleja. ¿Que te sale? Una grandísima obra maestra digna del museo de las grandes entre las grandes. Y no quiero profundizar en nada, sólo hay que verla y que cada uno interprete lo que quiera.
    1976... and the oscar goes to... ROCKY!!!!... enserio?????

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  3. Para mí se trata de una obra menor del extraordinario director de "Uno de los nuestros", "Casino" o "La última tentación de Cristo". La acción es casi plana hasta los minutos finales, que cuentan con un final sorprendente (lo mejor de la película junto a la banda sonora, la belleza de Cybill Shepherd y el carisma que ya destilaba un joven de Niro). No me parece digna de la categoría de obra maestra a la que la ha encumbrado la crítica (quizá impactó en el momento de su estreno, pero actuamente a mí por lo menos me deja frío).

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