sábado, 31 de octubre de 2009

El Resplandor

Director: Stanley Kubrick
Año: 1980 País: EE.UU. Género: Terror Puntaje: 10/10
Interpretes: Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson y Philip Stone

Por día de Halloween quería comentar sobre una de las películas más terroríficas y fantásticas que se hayan filmado, me refiero a “El Resplandor” del maestro Stanley Kubrick, que cuenta la historia de un Jack Torrance (Jack Nicholson) un hombre que se traslada, junto a su mujer (Shelley Duvall) y a su hijo, al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento del mismo durante la temporada invernal, ya que el lugar permanece cerrado y aislado por la nieve. Su idea es escribir su novela al tiempo que cuida de las instalaciones durante esos largos y solitarios meses de invierno, pero desde su llegada al hotel, Jack comienza a padecer inquietantes trastornos de personalidad, al mismo tiempo que en el lugar comienzan a suceder diversos fenómenos paranormales.

Tras el fracaso comercial (ni mucho menos artístico) de “Barry Lindon”, Stanley Kubrick decidió hacer una película más comercial que le reportara beneficios en taquilla. El resultado fue "El resplandor" obra maestra del cine de terror y cita obligada para cualquier cinéfilo. Basada en una de los primeros best-sellers de Stephen King, éste adaptó su novela en un guión de más de tres horas de duración que Kubrick y sus colaboradores se ocuparon de perfeccionar, realizando cambios tanto en los personajes como en el desarrollo de la historia y suprimiendo escenas no necesarias para la comprensión de la trama. King no se mostró de acuerdo con los cambios y condenó el film, culpando al director de no saber lo que era una película de terror. Años después produciría una miniserie para televisión homónima bastante risible.

Para el papel principal, Kubrick eligió a Jack Nicholson, que con sus excesos interpretativos se convirtió en el perfecto Jack Torrance, subrayando el patetismo del personaje (un escritor alcohólico, sin trabajo, incapaz de escribir nada y al que todo le sale mal). Su mujer fue Shelley Duvall, actriz poco conocida, que realizó la mejor interpretación de su carrera y al terminar el rodaje tuvo que ingresar en una clínica psiquiátrica debido a la presión a la que estuvo sometida. En su apartado técnico, la película resulta perfecta, con una magnífica fotografía y efectos sonoros, Kubrick mezcla planos fijos (Nicholson hablando con su hijo en la cama), con innovadores movimientos de cámara, que con un nuevo sistema sigue a los personajes por los largos pasillos del hotel (El triciclo de Danny y la persecución del laberinto) y secuencias de suspense, que más que mostrar, sugieren y mantienen la tensión durante las casi dos horas.

“El resplador” destacado sobre todo por su estética de gran angular y el empacho de steadycam, la perturbadora música y la interpretación de Jack Nicholson en un festival de miradas de ido y gestos psicóticos. Más allá de ello se requeriría una penetración mayor en el conocimiento de personajes previos a la puesta en escena de la situación, y menor desorden en el proceso de enajenación y vínculo sobrenatural con el tópico recurrente de niño-ligazón con mundos paranormales. El film se abre con planos aéreos que significan la localización montañosa aislada (posteriormente serán reiterados para el mismo efecto). Tras una mínima presentación de circunstancias (más que de personajes) en tono enigmático, el film explota con suficiencia los lujosos escenarios del hotel a través de largos paseos en travellings, cuya serenidad momentánea es cortada con planos inquietantes de dos hermanas que enlazan con hechos trágicos pasados.

Kubrick articula su película como una macabra crónica de sucesos que se anticipan: así, nos muestra al pequeño corriendo con su cochecito por los pasillos, sólo el chirrido de las ruedas y los pedales, un ruido cotidiano sin embargo tan inquietante, hasta que finalmente, respondiendo a esa inquietud, el niño se encuentra, en un recodo de los pasillos, a las dos gemelas asesinadas que le invitan a jugar con ellas. Todas las escenas del protagonista, Jack Torrance, en el bar producen escalofríos a pesar de su sencillez y falta de morbosidad, o quizá precisamente por ello: basta verle entrar, sabiendo como sabemos que está en un hotel donde sólo viven en ese invierno él, su mujer y su hijo, y encontrarse con un barman de mirada hipnótica, la quintaesencia de los de su profesión, camareros y confesores a partes iguales, pero éste dotado de una extraña mirada fija, como si fuera un zombi circunstancialmente con apariencia natural. Mención aparte para la importancia del color en la película, donde el rojo aparece como el símbolo de la maldad y el blanco de la nieve final (sobre todo en el laberinto helado) como el de la protectora bondad.

“El resplandor” es un hito en de la filmografía de King: siendo deudora de su obra literaria, es más kubrickiana que kingiana, está más cerca de las preocupaciones filosóficas del cineasta que de las inquietudes del escritor, sin por ello despreciar estas últimas. Sin embargo, este divorcio cobra plena vigencia cuando King, ya en el segundo lustro de los noventa, anuncia su disconformidad con esta versión y produce y escribe el guión para una miniserie televisiva con esta misma historia. Así pues, asistimos a una gran paradoja: la mejor adaptación al cine del universo de King es, contradictoriamente, la que menos parece haberle satisfecho, Hasta hoy ninguna película ha llegado a hacernos sentir sensaciones de miedo semejantes a las de la niñez como esta, la obra del terror por antonomasia, El resplandor de Stanley Kubrick.

“Terroríficamente magistral, Kubrick en su mejor momento”

viernes, 30 de octubre de 2009

Ágora

Director: Alejandro Amenábar
Año: 2009 País: España Género: Histórico/Drama Puntaje: 08/10
Protagonista: Rachel Weisz, Max Minghella, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Michael Lonsdale y Rupert Evans

Esplendorosa película de Alejandro Amenábar que se centra en el siglo IV, cuando Egipto era una provincia del Imperio Romano. Su ciudad más emblemática, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de un mundo en crisis, confuso y violento. En el año 391, las revueltas callejeras alcanzaron una de sus instituciones más legendarias: la biblioteca. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hypatia (Rachel Weisz), filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo, sin percibir que su joven esclavo, Davo (Max Minghella), se debate entre el amor que le profesa en secreto y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso del Cristianismo.

Tras “Mar adentro”, Amenábar apuntaba alto con una superproducción europea de conflictos históricos y romances frustrados. “Ágora” es un film difícil pero extraordinariamente logrado, noble y conmovedor, aunque deja entrever los defectos habituales de su director. Cada film suyo es recibido en olor de multitudes por unos para desesperación de otros, y viceversa. La religión también se presenta como elemento de ruptura entre todas las clases sociales, mientras que Hypatia enseña a sus alumnos que todos somos iguales, que todos tenemos más elementos en común que en contra, la religión supone la ruptura de las fraternidades más robustas tanto en la clase dirigente como en los esclavos. es una revisión histórica de la vida de la astrónoma y matemática egipcia Hypatia y el trágico destino paralelo de la ciudad que la vio florecer, Alejandría. La historia se desarrolla en dos tiempos, mostrando el ascenso imparable del Cristianismo en detrimento de una Roma ya cristianizada y moribunda, y un Egipto ilustrado que no ve venir lo que le cae encima.

Detrás de la parte histórica se encuentran una historia de amor no correspondida, de sensaciones que van más allá de las creencias y de decisiones tomadas con el cerebro y no con el corazón. Hypatia se muestra como la más luchadora, fiel a su razón y a sus estudios hasta el final, aunque conoce perfectamente cual será su final en un mundo ambicioso por el poder y no por el conocimiento. Hypatia arrodilla hasta al hombre más poderoso, es amada en secreto por aquellos quienes la persiguen y aún así se muestra tierna pero al mismo tiempo sabe que su labor es la de enseñar y dejar constancia de sus logros culturales, algo que sin duda consigue a base de sacrificio. Es una película espectacular, una exhibición de medios y talentos que logra recrear una época con tanta inmensidad como realismo. En este sentido, es una lección de los grandes artesanos del cine diseñadores de producción, vestuario, escenarios, dignos herederos de los que hicieron posible las superproducciones del Hollywood más grande, a una industria actual en la que el abuso de los efectos generados por ordenador ha logrado que dejemos de creer en lo que vemos… Que dejemos de soñar.

En el film de Amenábar se encuentran elementos de drama y de cine histórico-político. También es un director que nos hace pensar, que nos pregunta y nos deja patente que somos más pasivos de lo que creemos. Al final la película de Tesis, en aquel último plano en el hospital, nos muestra como nos atrae lo escatológico; en Mar Adentro nos plantea interrogantes sobre qué hacer en aquellos momentos más trágicos, y en Ágora podemos sentirnos personalizados en Davo o en Orestes (Oscar Isaac), dos enamorados de Hypatia a los que los acontecimientos les llevan por otro camino y cuyas decisiones les alejan irremediablemente de su musa y admirada mujer. En cualquier caso hay que insistir en que la última obra de Alejandro Amenábar es un espectáculo notable que despierta un interés inteligente por los temas con los que flirtea. El que este (aun) joven director no haya logrado la excelencia de alguna de sus obras anteriores no desmerece las cualidades de esta su última película, valiente, bien documentada, con una muy bella partitura y un decentísimo reparto que dignifica aun más el resultado final.

"Ágora" no es sólo la historia de Hypatia, sino de toda la ciudad de Alejandría durante los turbulentos años que siguieron a la implantación de la religión cristiana por parte del emperador Teodosio, la decadencia de la ciencia y la libertad de expresión frente al fundamentalismo que imponen los cristianos. Aunque, si bien es cierto que los cristianos son, en cierto sentido, los “malos” de la película, también se muestra que ayudan a los pobres y a los necesitados, cosa que no hacían los avanzados y cultos romanos. Luego tenemos la espectacular ambientación histórica de la ciudad: cada detalle de cómo vivían tres culturas, cristiana, romana y judía, los templos romanos mezclados con los edificios egipcios, todo está bien montado. Una cosa que me sorprendió del rigor histórico es que las estatuas y los bustos aparecen, en su mayoría, policromados (que era como estaban en la antigüedad. Para alguien que estudia arte y es fanática de la Historia, eso es casi un regalo a la vista). Además, el pésimo estado que muestra la biblioteca después de su toma y posterior conversión en iglesia es verdadero: las imágenes paganas fueron borradas y sustituidas, los escritos quemados, en fin, lo que hace la intolerancia.

Con este post pongo punto final al ciclo de estudio de la filomografía Amenábar (Uno de los realizadores que más me gusta). "Ágora" en esencia es la historia de una mujer en tiempos de hombres. Nació, se crió y educó en Alejandría y que sobre todo sobresalió en ella. Una verdadera líder en su tiempo, y una representación de valentia de la mujer. En resumen la quinta película del director español no es una maravilla ni un clasicazo, pero sí una buena película digna de ver. Cierto es que Amenábar podía haberlo hecho mucho mejor, de eso no ha duda, pero puedo asegurar que tiene más virtudes que defectos, es un film finalmente conmovedor.

"Poderoso sentido visual, diálogos excelentes, personajes diseñados con complejidad y tensiones latentes"

lunes, 26 de octubre de 2009

El Hombre Elefante

Director: David Lynch
Año: 1980 País: EE.UU./Inglaterra Género: Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Anthony Hopkins, John Hurt, Anne Bancroft, John Gielgud, Wendy Hiller y Freddie Jones

Maravillosa película del incomprendido y genial David Lynch que basándose en hecho real nos cuenta la historia que se centra en el Londres Victoriano, en donde John Merrick (John Hurt) vive un drama debido a las malformaciones que padece, rechazado por la sociedad vive en un estado inhumano bajo la custodia de su “cuidador”, que lo presenta en el mundo círquense como “El Hombre Elefante”, pero en su ayuda acudirá el doctor Frederick Treves (Anthony Hopkins), quien quera llevarlo a un hospital para su bienestar. Según la causa de las malformaciones de Merrick se debió a que su madre tuvo un accidente con un elefante en África, cuando esta estaba embarazada.

Sensacional película llena de emotividad y efusión afectiva. David Lynch (en su segundo largometraje tras "Cabeza Borradora") utiliza aquí su trazo más sensible para dibujar con mano maestra la triste vida de John Merrick, dramatizando el caso real hasta extremos harto dolorosos, dolor que van padeciendo con el personaje principal los propios espectadores (hasta tal punto está conseguido el sentido de la compasión y desconsuelo que desprende la extraordinaria caracterización de John Hurt). El ambiente decimonónico está maravillosamente conseguido por parte de una fotografía en blanco y negro repleta de claroscuros obra de Freddie Francis, un veteranísimo operador y director de cine que había trabajado con asiduidad para los legendarios estudios Hammer.

La agria e irreal atmósfera lograda por Lynch y Francis crea un afligido y sombrío cuento victoriano que destapa con gran habilidad su mensaje de tolerancia y respeto con escenas y planos sobrecogedoramente efectivos: el Dr. Treves llorando hieráticamente cuando contempla por primera vez al "hombre elefante" mientras la cámara se acerca sutilmente a su rostro y de fondo se escuchan las voces hostiles que rodean al mal llamado monstruo; la secuencia en casa de la familia Treves; momento en que el médico le presenta a su esposa y ésta escucha mientras toman el te a John Merrick hablar sobre su difunta madre sin aguantar el llanto que interrumpe su mansa voz en una escena que muere en un suave fundido; y, sobre todo, la estremecedora secuencia ocurrida en la estación de tren, cuando Merrick es acorralado por una muchedumbre violenta y desesperado grita "No soy un animal.......soy un ser humano........soy un hombre.." al mismo tiempo que sus palabras van perdiendo fortaleza.

David Lynch nos plantea una interesante reflexión sobre la belleza. En personas “normales” el aspecto físico se convierte generalmente en una primera capa que a veces dificulta el conocimiento auténtico del otro. Se interpone. Aquí, cuando la deformidad es llevada al extremo, ya no hay interposición. Uno habla directamente al alma de J. Merrick y a su vez es respondido directamente por ella. El yo, despojado de todo aquello que es pasajero y tantas veces superficial (una mueca, un gesto, un rostro terso y joven), queda al desnudo frente al interlocutor. Surge así un curioso cruce entre el espantoso rostro de Merrick y su mundo interior tan frágil y rico frente a los infames seres de alma negra y rostro mundano, aparentemente normal, que rodean al personaje. Y el espectador no queda indiferente. Se elige ser víctima en lugar de verdugo.

El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo. Un cálido hogar y amigos eran dos de las cosas básicas que necesitaba un ser humano distinto en apariencia, quizá feo...pero idéntico y bello en su interior...y eso es lo único que verdaderamente importa.

Magistral tacto narrativo y magistrales actuaciones de Anthony Hopkins y John Hurt, contando además de una bella banda sonora que fluye excelentemente a lo largo del metraje. La película obtuvo ocho nominaciones al Oscar sin ganar ninguno (de manera injusta Freddie Francis no estuvo ni tan siquiera optando a la estatuilla). "El Hombre Elefante" es todo un clásico, un trabajo brillante y magistral, además de ser un bello homenaje al que debe ser el valor primordial de todo ser humano: la dignidad.

"Generosa, clásica, bellísima película"

sábado, 24 de octubre de 2009

Chungking Express

Director: Wong Kar-Wai
Año: 1994 País: China Género: Drama/Romántico Puntaje: 09/10
Interpretes: Brigitte Lin, Chin Hsia, Takeshi Kaneshiro, Tony Leung y Faye Wong

Una notable cinta del director chino Wong Kar-Wai, que hace gala de su maestría al contarnos dos historias de amor independientes que se desarrollan en el popular barrio turístico de Tsimhatsui, en Hong Kong. La primera describe el fugaz encuentro entre un joven policía (Takeshi Kaneshiro) en plena crisis amorosa y una misteriosa mujer fatal traficante de drogas (Brigitte Lin). La segunda se centra en el singular romance entre un solitario y sencillo agente de policía (Tony Leung) y la joven camarera del pobre bar donde aquél suele comer (Faye Wong). Con esta película Kar-Wai se dio a conocer a nivel mundial y además fue encumbrada por la prestigiosa revista “Cahiers du Cinéma” y por Quentin Tarantino. Una maravilla más de este genio Wong Kar-Wai. Brillantemente pop y sutilmente naïf (sin empalagar), Kar-Wai se mueve dentro de la comedia romántica sin renunciar a su determinismo romántico, y de esa confrontación sale esta estupenda película.

La gran herramienta y estrategia del director para adentrarnos en las historias son los efectos de la fotografía y la redundancia sonora. Wong Kar Wai maneja de manera genial la ambientación visual y auditiva para llevarnos al interior de sus personajes. Historias de tipo intimista, no pasa mucho fuera, pero la intensidad de lo que pasa al interior de los personajes es potente (y para el espectador si logra entrar en su mundo y su realidad). Personajes comunes y corrientes que viven con total intensidad las trivialidades de la vida; como si esa preocupación insignificante fuera lo único relevante, como si ese amor o desamor fuera lo más importante, como si las cosas de la vida cotidiana fueran lo más importante (situación que uno vive a diario pero que raras veces se representa en el cine). Es poesía y filosofía cinematográfica, tanto en torno al tiempo como al amor o la soledad. Las escenas donde el fondo o el primer plano van a diferentes velocidades que los actores, logra mostrar esa plasticidad del tiempo de fluir según el momento. Los personajes se abstraen en el momento mientras el mundo pasa.

Kar-Wai ya en esta película da muestras de su romanticismo incurable; la ropa que se orea en la ventana intenta enjugarse las lágrimas vertidas por el abandono, al igual que la ropa, el apartamento también llora y Tony Leung tiene que consolarles; los zumos de piña tienen una fecha de caducidad demasiado corta, más largo es el recuerdo; La mejor terapia es correr, así el cuerpo se secará para que no se pueda derramar una sola lágrima ( Kar-wai no presenta nunca la tristeza como un pozo negro desolador, sino como una exótica especia que adereza la personalidad de los personajes de sus películas). Pero la película es una comedia romántica. El género queda bien definido (al menos para mí), y yo animo a verla tanto a los amantes de él, en los cuáles me incluyo. Los objetos adquieren por tanto un valor simbólico muy importante, y son abundantes, hecho reconocido por los personajes, como el caso del apartamento que llora, la canción repetida, el peluche intercambiado, las latas de piña, etc. Más que simples símbolos, en la segunda historia los objetos se convierten en rasgos de la personalidad inseparables de sus dueños, terminan construyendo y definiendo a los individuos, aunque sean mutables, frágiles, perecederos -como las latas de piña-, o simplemente construcciones sociales, como el cumpleaños del policía de la primera historia. En la segunda historia, el personaje de Faye Wong introduce las rupturas en el mundo del policía por medio del cambio de sus posesiones, de la invasión de su apartamento más que la invasión de su ser, a través del diálogo, como suele ocurrir.

El tiempo también es mutable en “Chungking Express” (y es una de las preocupaciones principales de Wong Kar-Wai), y puede ser manipulado. Pasado, presente, futuro, y un presente alterno, se entremezclan en las dos historias, y entre las dos también, destruyendo el concepto del tiempo como lineal. En la era de la rapidez, se descubre que la paciencia y la lentitud no han muerto, sino que coexisten con ella, sobreviven en diferentes instancias, y diferentes lugares. Lo hermoso de este filme es que descubre esos momentos que permanecen en la memoria, los hace tangibles a través de los objetos, centro de atención del director. Comida, música, ropa: destruyen lo linear y crean nuevas dimensiones de la percepción del mundo que gritan que el ser humano sigue siendo hermoso, sigue siendo humano, debajo de todas las luces de neón y la bulla del ambiente. Si hay algo que tiene este director hongkones, es la capacidad que tiene para dejar sus filmes impregnadas en nuestra memoria, es la magia que tiene de hacerte llegar historias, es su gran capacidad que lo dota de cargarlo de una hermosa banda sonora.

En éste film Kar-Wai nos da un filme cargado de una gran dualidad (en parte por las dos historias que se cuentan, aunque va muchas más allá), pero también, lo es de desamor (ese estado es el fetiche de este director, un director con un millón de dudas, al igual que nosotros), de desesperanza (irónico resulta cuando oímos “California Dreamin”, presten atención a esas escenas), y de objetos de deseo, resulta increíble la manera en como el director tiene la sutileza para ser cuidadoso y preciso con los movimientos de la cámara, estas a su vez, forman parte vital de lo que estamos viendo, y copian a la perfección el pasar del tiempo. Esta película es muy buena tanto como su “Con Animo de Amar”, ese determinismo del desamor (siempre bajo mirada masculina) se lleva casi como marca de clase, de perfume siempre adherido a la piel de Tony Leung (brillante una vez más, y demostrando en esta película también que es, a día de hoy, el mejor galán del panorama cinematográfico mundial). Por tanto, el “amor imposible” es glamour cuando lo cuenta Wong Kar-Wai; y la figura del perdedor, es triste pero muy carismática.

Por último, comentar que en esta película se vive el Hong kong más occidental que he visto en el cine. Kar-Wai condimenta también esta película con música de “Cramberries” y “Mamas and the Papas”. Sus personajes pueden vivir en Madrid, Londres o New York. Y esta comedia romántica sería el sueño de cualquier veinteañera de estas ciudades. Así, por las motivaciones de los personajes y la estructura de la narración, “Chungking Express” podría ser europea o independiente americana; simplemente imperdible.

"Una película llena de explosiones de emociones"

martes, 20 de octubre de 2009

Sector 9

Director: Neill Blomkamp
Año: 2009 País: Sudáfrica Género: Ciencia Ficción Puntaje: 09/10
Interpretes: Sharlto Copley, Jason Cope, David James, Vanessa Haywood y Mandla Gaduka

Una de las más originales películas de ciencia ficción que he visto, tras la llegada de una enorme nave espacial extraterrestre a Johannesburgo (Sudáfrica), los alienígenas recién llegados a la Tierra son obligados a vivir en condiciones penosas como "refugiados", en una especie de campo de concentración construido en las afueras la ciudad llamado “Sector 9”. El control de los alienígenas se ha cedido a la MNU, una compañía privada que no está interesada en el bienestar de los visitantes, en su lugar quieren hacer funcionar sus armas. Hasta el día de hoy no han tenido éxito, ya que se necesita ADN extraterrestre para activarlas. La tensión entre humanos y alienígenas alcanza cotas elevadas cuando un agente de la MNU, Wikus van der Merwe (Sharlto Copley) contrae un virus que comienza a alterar su ADN. De inmediato Wikus se transforma en el hombre más buscado del planeta, así como el más valioso, él es la llave para desvelar los secretos de la tecnología de los extraterrestres.

El hecho de que esté realizada como si por momentos se estuviese viendo un documental es un acierto del director, el novato Neill Blomkamp, quien ha sabido contar una historia de alienígenas con una perspectiva hiperrealista que lleva el típico conflicto entre las diferentes civilizaciones del espacio a un contexto tan terrícola como la xenofobia. Blomkamp contó con el respaldo del genial Peter Jackson, quien produjo esta película con vocación de clásico del cine. La película empieza con cámara en mano, siguiendo el trabajo del empleado del gobierno dentro del ghetto extraterrestre, mientras se van intercalando opiniones de supuestos expertos que se encargan de poner al día al espectador de como se encuentra todo el tema de los alienígenas. A pesar de estar rondando continuamente, por delante de la pantalla, un puñado de bichejos extraterrestres, la película intenta resultar, en sus inicios, lo más realista y veraz posible y lo logra.

A partir de que “Sector 9” avanza va tomando elementos vistos en otros filmes (que tienen raíces muchas veces en hechos reales) pero que en conjunto conforman un producto único y sólido. Alusiones a producciones sobre genocidios o tráfico de armas en África, historias sobre sustancias infecciosas, metamorfosis como en “La Mosca”, y una secuencia final de acción suburbana con toques apocalípticos. Todo ello aderezado con armamento creados por unos alienígenas bastante repugnantes “Sector 9” es toda una experiencia que no defrauda en el guión. Los efectos especiales están muy bien realizados, igual que la construcción de los alienígenas y de sus armas. La fotografía es buena, ya que da fuerza y dinamismo a la película.

El punto central de “Sector 9” es la alegoría sobre la discriminación. Aquí aparecen de la nada unos dos millones de alienígenas en estado físico deplorable que, para colmo, deciden aterrizar en un país tercermundista como Sudáfrica. Como nadie sabe qué hacer, terminan ubicándolos en guetos que son más parecidos a un campo de concentración que a otra cosa. A duras penas los humanos se dan a entender con los extraterrestres, a los que alimentan lanzándoles latas de comida para gatos desde el aire. Las corporaciones se hacen cargo, pero no por humanidad sino con el fin de explotar la tecnología alienígena en provecho propio. Uno de los puntos más fascinantes de “Sector 9” es la construcción del universo en donde coexisten humanos y extraterrestres, que es completamente realista. Este es un mundo viviente y creíble, con rutinas y conductas establecidas. No hay invasores del espacio, sino una nave gigante cargada con clase obrera alienígena muerta de hambre. Todas las repercusiones del arribo, la convivencia con esa raza desconocida, el temor a los visitantes están narrados de manera creíble. Y del mismo modo ocurre con la rutina diaria. No hay mucha diferencia entre las incursiones de la policía al “Sector 9” con redadas similares a villas miseria y favelas brutalidad policial, miedo constante que termina en casos de gatillo fácil, incomprensión de los marginados.

Pero semejante historia no podría terminar de enganchar si el personaje de Sharlto Copley no resultara simpático. Es tan ingenuo y aplicado en su juego burocrático, que termina siendo un inútil agradable. No es un tipo eficiente, ni uno con mucho carácter, pero a lo largo de toda la historia termina por evolucionar (en más de un sentido), y al final de la proyección es un verdadero héroe. Uno se ríe de sus ingenuidades, sufre con sus padecimientos y termina por festejar sus actos heroicos (más fruto de la desesperación que otra cosa). Lo que comienza como alegoría termina convirtiéndose en algo épico; y cuando llega la acción, el director Blomkamp la dirige de manera impecable. Todas esas escenas están impregnadas del factor "guau!"; simplemente lo dejan a uno con la boca abierta.

Es más que evidente que en la película se respira una gran crítica social. Nos cuenta, por si no lo sabíamos ya (o se nos hubiera olvidado) que los humanos somos especialmente crueles con todo aquello que nos resulta nuevo o, simplemente, diferente. Lo apartamos, lo confinamos y, a poder ser, nos olvidamos de ello. Quizás por eso, el director, tiene esa extraña manía de salpicar la cámara de sangre (fuera falso documental o no) para hacernos reflexionar de la violencia en que vive nuestro mundo actual.

“Una película inteligente, reflexiva y emocionante”

sábado, 17 de octubre de 2009

Mar Adentro

Director: Alejandro Amenábar
Año: 2004 País: España Género: Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, Mabel Rivera, Clara Segura y Celso Bugallo

Hermosa y conmovedora película de Alejandro Amenábar, basado en hechos reales cuenta la historia de Ramón Sampedro (Javier Bardem) un hombre que lleva casi treinta años postrado en una cama al cuidado de su familia. Su única ventana al mundo es la de su habitación, junto al mar por el que tanto viajó y donde sufrió el accidente que interrumpió su juventud. Desde entonces, su único deseo es terminar con su vida dignamente. La llegada de dos mujeres alterará su mundo: Julia (Belén Rueda), la abogada que quiere apoyar su lucha y Rosa (Lola Dueñas), una vecina del pueblo que intentará convencerle de que vivir merece la pena. La luminosa personalidad de Ramón termina por cautivar a ambas, que tendrán que cuestionar como nunca antes los principios que rigen sus vidas. Él sabe que sólo la persona que de verdad le ame será la que le ayude a realizar ese último viaje.

Hablar de Mar Adentro es hablar de Ramón Sampedro en primer lugar, y de la actuación que nos regala Javier Bardem, un Bardem demacrado y transformado para caracterizar e interpretar perfectamente al protagonista de una de las historias con más polémica del país en torno a un tema estrella de debate televisivo: la eutanasia. Amenábar, y esto hay que dejarlo bien claro, se desmarca de una visión polémica, tendenciosa o generadora de debate en torno a la eutanasia y se centra en Sampedro, en la historia que subyace bajo los titulares sensacionalistas entre Economía y Deportes. Esto no es cine social, esto es cine de sentimientos puro y duro, desgarrador y que consigue llegar muy adentro para arrancarte lágrimas, sonrisas y sensibilidad. Además no hay trucos, no hay un desarrollo de menos a más para que nos desahoguemos con las últimas escenas, cual película pastelosa americana. Aquí la sensibilidad arranca en cada escena, en cada mirada, en cada frase.

De lo primero que uno se percata, es de la inmensa delicadez con que se mueven los habituales elementos de una película, es un trabajo artesanal, en donde se miden al milímetro los ingredientes de un melodrama contundente. Amenábar domina perfectamente el ritmo y conduce al espectador por donde el quiere. El film te mantiene al borde del lloro mientras deja que sueltes una sonrisa a base de pequeñas complicidades del guión; hasta que inevitablemente explotas donde tu sensibilidad no pueda más; personalmente la furgoneta y la cara de Manuela fueron mi debilidad. El éxito es fruto de un puzzle magistralmente elaborada de gente que sabe tocar muy bien el material con el que trabaja. "Mar Adentro" es una historia donde la muerte está en cada poro de la cinta pero extrañamente te da ganas de vivir parece una contradicción pero Amenábar es capaz de hacerlo posible; y todo sustentado con unas interpretaciones antológicas.

Técnicamente la película es perfecta, aunque todo esto sea secundario. La música es sublime y la manera de irla mezclando con las imágenes perfectas: el viaje volando de Sampedro te pega a la butaca e impresiona, merece la pena una entrada de cine sólo por ella. La fotografía y la dirección adecuadas y muy profesionales, En cuanto a las actuaciones, es tema aparte. En sus tres primeras películas Amenábar no se había destacado por una dirección de actores especialmente audaz, su principal reconocimiento se refería a su faceta como escritor y escenógrafo. Alejandro Amenábar un hombre que es pura sensibilidad y puro talento con su cuarta película ha querido demostrarnos que no solo sabe crear suspense sino que sabe crea poesía; no solo hace cine de terror sino cine con mayúsculas. ”Mar adentro” es un ejercicio de virtuosismo narrativo, un ejemplo de como desde una base estática desarrollar una puesta en escena tan dinámica, un paradigma de como deben ser dirigidos los actores.

El papel de Bardem es simplemente impecable y lo bueno del filme es que lo secundan unos actores fantásticos: Belen Rueda está que se sale, cabe citar el beso que le da a Sampedro en la playa verlos en esa situación me puso los pelos de punta; Lola Dueñas hace de un papel pequeño todo un mundo; y después está toda esa familia tan bien reconstruida, sobre todo cabe destacar desde mi punto de vista a Mabel Rivera, Manuela, sencilla sencillez que arrebata cada plano en el que está. Celso Bugallo también lo hace muy bien, al igual que Tamar Rivas, y ese padre Joan Dalmau, que no dice nada pero cuando habla rompe los esquemas. No hay que olvidarse de Clara Segura. Sin duda una de la mejores películas del director español, quien salió de los thrillers para sumergirse en un drama, con este cambio le servio para obtener el oscar a mejor filme extranjero, toda una hazaña para el cine ibérico.

Todo brilla de una manera plasmante en este film desde la dirección magistral de Alejandro Amenábar, los estupendos rubros técnicos y el prodigioso guión, el film es conmovedor hasta en el más mínimo detalle y nos hace chocar con nuestras emociones más profundas y nos obliga al debate, con el tema de la eutanasia. Pero el film no crea debate alguno en su argumento, solo se limita a contar la vida de Ramón y su muerte tan ansiada. Simplemente imperdible.

"Magnífica, vital, llena de conmoción y de una refrescante idea de vivir"

miércoles, 14 de octubre de 2009

Buenos Muchachos

Director: Martin Scorsese
Año: 1990 País: EE.UU. Género: Gangster Puntaje: 10/10
Interpretes: Robert De Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Samuel L. Jackson, Paul Sorvino y Debi Mazar

Magnifica película de Martin Scorsese, Henry Hill (Ray Liotta), hijo de padre irlandés y madre siciliana, es testigo de la vida de poder, honor y respeto que llevan los gangsters que habitan en su barrio, en una zona de Brooklyn donde son mayoría los emigrantes, y que está bajo la protección del patriarca de la família Pauline, Henry, a sus trece años de edad, desistirá de seguir yendo a clase, y fascinado por tal vida mafiosa, entrará a formar parte de la organización, comenzando por ser un mero chico de los recados para ir ascendiendo de posición a medida que fortalece la confianza que en él depositan los integrantes del hampa local, como el irlandés Jimmy Conway (Robert De Niro) o el italoamericano Tommy de Vito (Joe Pesci), adentrándose cada vez en negocios más turbios.

El arco de la película describe el ascenso de Henry y su posterior caída, hasta con un poco de añoranza. En los viejos tiempos de la mafia, en los que los golpes eran limpios, se traficaba con tabaco y nadie salía herido, todos los personajes viven contentos y felices. Pero a medida que llegan los años sesenta, las drogas empiezan a entrar en el mercado, y corrompen hasta el mundo del crimen. Ahí comienza el descenso de todos los personajes; cada uno de ellos se entregará al pecado que más le convenga, pero todos terminarán pagando sus malas obras, y pasando a un purgatorio del que saldrán con más o menos gloria, como nos cuentan los créditos finales, estilo "Menganito ahora está haciendo punto en casa de su abuela y Fulanito ahora es bombero torero, si lo encuentra quizá pueda contratarlo".

Al contrario que en otras muchas películas de gangsters, el protagonista de la película de Scorsese no es un capo ni un jefe, sino un subordinado, alguien que vivió de cerca la forma en que trabaja la mafia. Asesinato, corrupción, mentiras, actividades delictivas de todo tipo que esconden muchas sumas de dinero pero que también pueden llevarte a la tumba. A cualquiera le cegaría la cantidad de dinero que se gana trabajando para esos tipos duros, y por ello cuesta dejar ese mundo. Pero luego está la otra cara de la moneda en que descubres que no existen los amigos, solo los socios. La lealtad, la amistad, el honor se van por el retrete cuando hay dinero de por medio. Es un mundo terrorífico del que muy pocos logran salir con vida.

Martin Scorsese consiguió ofrecer al mundo la película definitiva sobre la mafia. Son muchos los que han querido imitar el trabajo del cineasta en esta película sin llegar a su talento. Y es que “Buenos Muchachos” es toda una experiencia, es introducirse en la vida de Henry Hill a lo largo de tres décadas en apenas dos horas y cuarto intensas. La violencia se muestra sin un atisbo de poética ni lirismo, sino crudamente, de forma realista. La sangre baña la vida de los protagonistas. Uno de los toques maestros de la película es introducir humor negro en escenas con altas dosis de violencia. Por ejemplo cuando están desenterrando un cadáver Tommy y Jimmy no dejan de hacer bromas sobre todo lo que están encontrando bajo tierra, o el momento en que llevan un cadáver en el maletero y necesitan una pala, no hacen otra cosa mejor que pararse en casa de la madre de Tommy para adquirirla y de paso comer algo antes de seguir con el trabajo. La violencia para estos hombres no es sino su trabajo, viven para ello igual que un camarero sirve copas, solo que nuestros protagonistas ganan cinco veces más.

No hace falta recalcar lo gran director que es Scorsese, pero es que en este film se superó a si mismo dejando claro quién era el maestro del moderno cine criminal. Solo un genio sabría narrar los hechos que se nos cuentan de la forma que él hace, colocando la cámara en el sitio idóneo y otorgando el ritmo adecuado. Secuencias para enmarcar, de esas que dan gusto ver de vez en cuando. Pues por ejemplo el memorable plano secuencia que describe la entrada de Henry y Karen en el Copacabana. No solo funciona como una grandiosa secuencia visual sino para describirnos lo que ha sido la vida de Henry hasta ese momento, empezó desde abajo (por la puerta de atrás) para acabar en lo más alto (en primera fila del local). Otra secuencia impactante es el momento en que Tommy se burla de Spider para pedirle que baile, acabándo por volarle un pie de un disparo. El montaje realizado por Thelma Schoonmaker es impecable y ha creado escuela. Bien es cierto que si se estudia detenidamente la cinta podrán descubrirse serios fallos de continuidad, pero no importa. Lo que se nos cuenta tiene tanto interés y fuerza que no hace falta que el brazo que está subido en un momento en este plano de repente aparezca bajado en el siguiente. Algo que me parece altamente interesante es la estructura de la cinta.

La elección musical funciona como elemento narrativo, para remarcar las distintas épocas que se reflejan y ayudar a las distintas secuencias. La fotografía de Michael Ballhaus resalta los colores, en especial me gusta como utiliza el color rojo en señal de violencia, avisando de que algo va a ocurrir. El guión escrito por Scorsese y Pileggi muestra unos personajes pintorescos y tridimensionales. Se usa a Henry como narrador mediante su voz en off, la cual ayuda a la imagen y no se subordina a ella. “Buenos Muchachos” posee un repartazo. Ray Liotta demostró su talento dando vida a Henry Hill, el protagonista que nos lleva de la mano por ese mundo delictivo. Liotta sabe ofrecer tanto una imagen desenfrenada cuando está en la plenitud del personaje como una angustia absoluta en los momentos de tensión. Joe Pesci es Tommy, el violento compañero de Henry en trabajos. A pesar de encabezar el cartel, el gran Robert De Niro no es protagonista, sino secundario dando vida a Jimmy Conway. Claro, la presencia de De Niro es tan grande que cada vez que sale eclipsa a cualquiera, y demuestra tener una complicidad especial con Pesci en todo momento. El tiempo ha dictado sentencia y hoy día “Buenos Muchachos” es reconocida como una de las mejores películas de la Historia, y una de las mejores de las realizadas en los 90.

“Impactante, vertiginosa y vibrante. Todo un triunfo del cine negro”

lunes, 12 de octubre de 2009

Felices Juntos (Happy Together)

Director: Wong Kar-Wai
Año: 1997 País: China Género: Drama/Romántico Puntaje: 09/10
Interpretes: Tony Leung, Leslie Cheung y Chang Chen

La película más minimalista de Wong Kar-Wai, en ella podemos ver su lado europeo e independiente del director chino, cuenta la relación homosexual entre Lai Yiu-Kai (Tony Leung) y Ho Po-Wing (Leslie Cheung), que viven una apasionado romance. Esta pareja viaja desde Hong Kong a Argentina, pero la llegada al nuevo país parece transformar las cosas y Ho de repente abandona a Lai. Éste comienza a trabajar en una bolera, con el único afán de reunir el dinero suficiente para volver a su país. Un día Ho reaparece, pero las cosas ya no son iguales.

“Felices Juntos” lleva el nombre de una popular canción de una banda llamada The Turtles aunque el título es muy diferente a lo que muestra la película si se puede notar ciertas similitud en con la letra de la canción, la película es una historia de amor como ninguna otra, un drama muy triste lleno de decepciones, es una película que nos muestra las relaciones tormentosas no solo sobre dos hombres sino sobre cualquier otra relación "normal" una film que nos muestra lo difícil que es mantener una relación, la película esta magistralmente dirigida con una hermosa fotografía donde se nos muestra la belleza de Buenos Aires, Argentina. El director logra exprimir a los dos actores para que se pueda sentir de verdad todo lo que le están pasando. La mayoría de la música del film esta basado en canciones en español, algunas boleros y una canción colombiana muy conocida: la gota fría y es que ninguna de esas canciones son alegres, son melodías tristes que encajan perfectamente en la situación de los personajes.

Wong Kar-wai en una entrevista para The New York Times dijo: “Todas mis películas no son historias. Pienso que son más acerca de los personajes. El argumento no es fuerte”. “Felices Juntos” es amor, desarraigo, soledad, oscuridad… pero sobre todo es el “ni contigo, ni sin ti”, es una mera descripción, es el dibujo de unos personajes que se aman de diferente forma en una determinada situación. Hacer de este planteamiento una obra de arte es una tarea que solo el director chino Wong Kar-Wai podría hacer. Para muchos “Con Animo de Amar” es el mejor film del director, pero “Felices Juntos” es la verdadera semilla creativa de Kar-Wai en el cine, ya que la mayoría de los recursos cinematográficos vistos en “In the mood for love” o en “2046”, fueron creados anteriormente en esta película. Donde la cámara se sitúa como un espía, como un narrador tímido, que no desea molestar a sus actores; bajo una fotografía prodigiosa, llena de texturas, sombras, medios tonos, que meten al espectador de lleno en la escena y le confieren una magia, una atmósfera cargada, llena de desesperanza, desasosiego y hastío.

La historia se presenta como referencia del amor de pareja en general. Las diferencias, discusiones, arrebatos y desamores, que inundan la vida de convivencia, pretenden mostrar una experiencia amorosa amarga, de sentimientos intensos y grandes frustraciones, de valor universal. Es, también, una historia de soledades y desarraigo y, a la vez, una historia de amor gay, que se muestra con naturalidad. El amor humano puede ser fuente de felicidad por un espacio de tiempo limitado y reducido o prolongado. El amor no garantiza la felicidad para siempre. No hay felicidad sin amor, comprensión, tolerancia y habilidades de convivencia. La estética del filme, de aire expresionista, ofrece imágenes distorsionadas, espacios irreales, escenarios opresivos y rincones malolientes, en los que se mueven dos personajes infelices.

Argentina: las antípodas de nuestros personajes, Buenos Aires: ciudad fría y nocturna que espera el calor que solo los enamorados pueden darle, y el Tango: que dibuja en el suelo la lucha, el amor imposible entre nuestros protagonistas, dos hombres envenenados de su propio amor. Dos hombres perdidos, la sensación de desorientación y desarraigo es manifiesta durante toda la película. Los susurros, la música y la voz en off llena gran parte del script de esta película, pero no es el típico film oriental lento, como lo puede ser su predecesora “Con animo de Amor” o como lo es “2046”. Si eres capaz de mirarla sin prejuicios te darás cuenta de su ritmo y del juego con el material fílmico con diferentes velocidades en la narración según lo que nos cuentan, creando un montaje fracturado lleno de saltos, que pasan del estatismo al “frenetismo” e infinidad de recreaciones entre distancias y ángulos imposibles configurando estos juegos como una forma de narración, comunicando sentimientos.

Las Cataratas de Iguazú, China, la familia y el amor del amado son las metas de los protagonistas, aunque no siempre alcanzables, se convierten en el motivo que da sentido a su lucha diaria, a su vida. Tony Leung Chiu Wai y Leslie Chaung hacen un gran equipo en escena sus personajes son de los más trabajados que he visto ya que es una pareja que no pueden vivir ni juntas ni separadas, en toda la película no muestran ningún sentimiento de alegría ya que lo único que se vive en el film es el desamor y las desilusiones. “Felices Juntos” es la crónica de la relación de dos personas con un ritmo lento la película logra atrapar y encantar ya sea por la banda sonora o por la belleza de la dirección la cual logra mostrar un ambiente de soledad y tristeza. Una obra maestra que lleva 12 años de haber sido concebida y que se quedara grabada en la mente de muchas personas por mucho tiempo. Una de ellas soy yo.

"Espléndida, apasionante historia de amor”

sábado, 10 de octubre de 2009

Los Puentes de Madison

Director: Clint Eastwood
Año: 1995 País: EE.UU. Género: Drama/Romántico Puntaje: 09/10
Interpretes: Clint Eastwood, Meryl Streep, Annie Corley, Jim Haynie y Victor Slezak

Gran melodrama de Eastwood, silenciosa pero llena de pasión, la historia se enfoca en una simple ama de casa llamada Francesca (Meryl Streep) que abandonó sus sueños por cuidar de su marido y criar a sus hijos en una pequeña granja del perdido condado de Madison. La llegada de un fotógrafo del National Geographic (Clint Eastwood), en un fin de semana que su familia está fuera, le abrirá los ojos y el corazón a un mundo enterrado en años de rutina, y le hará aflorar sentimientos escondidos que entrarán en conflicto con la persona que ha sido hasta ese momento.

De la mano del genio Clint Eastwood podemos constatar una vez más, que no es necesario un cuerpo atlético, una sonrisa de fresa y una hilarante juventud que haga que la pasión desborde la pantalla. Solo hace falta fijarse en la magistral interpretación de sus protagonistas para ver cómo el aplomo, la lealtad, la responsabilidad, el futuro incierto y la lucha en la que te pone la vida cuando quizá algo tarde se cumple tu sueño; no son incompatibles con la carne de gallina que te sube por la espalda cuando la mano de quien amas roza levemente tu mejilla; ni tampoco con los nervios que te llevan a comprarte un vestido para la primera cena juntos , ni con la sonrisa que cual quinceañera se te escapa al mirarle de soslayo.

Esta película alcanza pronto cotas de sutileza difícilmente igualables. El enamoramiento de estos dos seres más allá de los ardores hormonales de la adolescencia se nos da calladamente, paso a paso, como algo natural y a la vez tan difícil en una mujer cuya vida sigue una senda marcada desde hace años, una senda que no podrá, finalmente, dejar de andar con el marido al que quiere, aunque no tenga el más mínimo atisbo de pasión; a los hijos que adora, aunque sólo sea para ellos la madre que un día abandonarán para emanciparse; tiene una vida gris, pero se le plantea la posibilidad de un breve tiempo de fulgor, de brillo deslumbrante. Es maravillosa de principio a fin, es estremecedora. El amor traspasa la pantalla lentamente, en silencio, sin palabras,de manera sutil como una fina lluvia que te va mojando poco a poco y sin darte cuenta acabas calado hasta los huesos. Llegas al final metido en la piel de Francesca o de Robert llorando a mares y con un nudo en la garganta.

Una de las habilidades del argumento es el diálogo. No resulta empalagoso, creo que en ningún momento se dice “Te quiero” o “Te amo”, es un amor que se demuestra abierto y a veces compresivo. Eastwood y Streep son en el fondo dos personas solitarias, él es un fotógrafo que viaja por todo el mundo sin echar raíces en ningún sitio y ella es una decepcionada y algo amargada ama de casa que soñó que su vida podría haber sido mejor, pero que vive en una rutina en la cual se siente desolada y triste. Su encuentro es casual, poco a poco van formalizando su relación en cuatro días intensos, el erotismo de ella va fluyendo y él se va percatando, no quiere hacerle daño, pero el amor es algo demasiado profundo para no exteriorizarlo y los dos sólo desean que esos cuatro días duren para siempre. La singularidad de esta película es que una vez, que la ves, te quedad sin palabras para describirla. Es tal el halo de buena historia, grandísimos actores y sencillez, que alabarlo resulta difícil porque todo esto te embarga. Claro que, para un espectador que no esté habituado a estas películas, puede resultarle algo repelente, pero seguro que dentro de su corazón renacen viejas emociones que permanecían guardadas.

Sensible y honesta historia de amor en un filme impecable en su primera parte: el desarrollo del incipiente vínculo espiritual que brotará entre los dos protagonistas es de antología. Luego transcurren pasajes más tópicos, aunque comprensibles, y la narración pierde algo de fuelle, pero las consecuencias últimas de todo lo narrado tienen una apoteósica resolución en el último tramo, derroche de humanidad y sentimientos y la imagen que mejor expresa el núcleo del conflicto y del amor: ése Clint Eastwood bajo la lluvia, desgarbado, vulnerable y firme, el cual ofrece su última mirada y su última sonrisa de comprensión y esperanza, y la cruz colgando del retrovisor que señala la última oportunidad de Francesca, cuyas lágrimas parecen querer competir con la lluvia. Eso es sensibilidad y lirismo sin vanas pretensiones que ahoguen el transcurso honesto de la historia.

Aquí también hay papás, mamás, hijos, hermanos y valores patrios. Al final, la familia se ve reforzada y cohesionada, pero bajo un baño de espiritualidad, de dura encrucijada entre alternativas, de goce por la vida, por los seres cercanos y por los que en la lejanía nos dan la verdadera vida. Eso, en éste caso, no es conservador ni panfletario ni simplista, es de una humanidad real y de una bellísima artesanía cinematográfica.

“Melodrama silenciosa pero de gran pasión”