domingo, 28 de febrero de 2010

¿Qué Pasó Ayer?

Director: Todd Phillips
Año: 2009 País: EE.UU. Género: Comedia Puntaje: 08/10
Interpretes: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, Heather Graham, Sasha Barrese y Mike Tyson

"¿Qué Pasó Ayer?" es la historia de una desenfrenada despedida de soltero en la que el futuro novio y sus tres amigos, dos días antes de la boda, se montan en una alocada juerga en Las Vegas. Doug (Justin Bartha) viaja a la ciudad del juego con sus mejores amigos Phil (Bradley Cooper) y Stu (Ed Helms), así como su futuro cuñado Alan (Zach Galifianakis). La juerga es de campeonato y como es de esperar, a la mañana siguiente tienen una resaca monumental. El problema es que, siendo incapaces de recordar nada de lo ocurrido durante la noche anterior, se encuentran con que el prometido ha desaparecido, topándose en su lugar con otras dos sorpresas en la suite del hotel: un tigre y un bebé. Las despedidas de soltero son uno de los temas habituales en comedias gamberras y excesivas que hacen humor de la "masculinidad". No hay más que recordar a Tom Hanks allá por los 80... Es difícil pensar en una de esas reuniones de amigotes con peores consecuencias que las de “Despedida de Soltero”, y quizás sea por eso que la película de Todd Philips no se centra tanto en las burradas que los protagonistas han hecho en la última juerga de soltero de uno de ellos, sino en saber cómo lograrán salir de un monumental lío y, sobre todo, en la estrategia narrativa en sí.

Todd Philips nos muestra la mañana después: una habitación de hotel destrozada, una muñeca inflable en la bañera, gallinas correteando a su aire, un tigre en el baño, un bebé de más y un diente de menos. ¿Qué es lo que ha pasado? El espectador sabe lo mismo que los protagonistas, que no recuerdan nada de nada y, para colmo, falta el novio. A partir de ahí, los tres que quedan emprenden una suerte de investigación para averiguar no sólo lo que ha ocurrido, sino alguna pista que les lleve a encontrar a Doug y poder llegar a tiempo para la boda. De esta falta de información, y de los sorprendentes descubrimientos que los tres amigos vayan haciendo sale la clave de la gracia de esta película, en la que el espectador está en vilo tratando de encontrar una justificación a lo que ha visto en esa habitación post-noche loca. Las confusiones y los acontecimientos inesperados marcarán la pauta de esta divertida comedia en la que, por extraño que parezca, hay escasez de elementos machistas y vulgares. Todo un logro. Porque el filme de Todd Philips aporta la novedad, y esto lo distingue de otras comedias, de que los protagonistas deben descubrir qué diablos hicieron la noche anterior, y deshacer sus pasos para encontrar a su amigo. Phillips evita así los tópicos del género y nos los reserva para sus tronchantes títulos de crédito, que son aquellos que desvelan definitivamente qué diablos hizo esta cuadrilla durante la despedida de soltero.

Durante "¿Qué Pasó Ayer?", y salvando las distancias, me vinieron a la cabeza diversos títulos, desde la memorable “Después de la Hora” de Scorsese hasta “Cuando Llega la Noche”, de John Landis, debido a que el filme se molesta en otorgar cierto protagonismo y personalidad al lugar donde se desarrolla el embrollo, Las Vegas, y a obligar al espectador a conocer una serie de personajes secundarios con tanta fuerza como los protagonistas (ese mafioso chino). Todo esto es mucho más importante en "¿Qué Pasó Ayer?" que la ilustración de la publicitada juerga, tratada aquí como un enorme paréntesis fuera de cuadro. Además es obligatorio encariñarse con sus personajes, cosa bastante fácil en este caso ya que éstos destilan química y su particular código de conducta está bien diferenciado en cada uno de ellos: es a partir de sus diferentes caracteres de donde se generan la mayoría de las situaciones de comedia. "¿Qué Pasó Ayer?", está muy por encima de lo que se podría esperar de ella. Contiene una realización hábil e inteligente que, a pesar de jugar con los tópicos de comedia de gamberradas, logra mantener el tono firme en todo momento y depara una película muy divertida que acaba reflexionando sobre la rebelión contra la madurez. Con esa premisa, la de intentar reconstruir las horas de una fiesta que se antojaba trepidante y que acaba siendo la crónica a golpe de flasback de un desfase extremo que tendrá duras consecuencias.

Previsible en cuanto a su premisa, la habilidad de Todd Phillips hace que la película camine con firmeza por cada escena, se recree en algunos gags verdaderamente hilarantes (inolvidable cameo de Mike Tyson) y mantenga la diversión sustentada en el manejo de la intriga. Plantea "¿Qué Pasó Ayer?" el juego de la reconstrucción de una noche de juerga para implicar aún más al espectador y que no se limite a esperar con ansias una nuevo momento descacharrante con el que reírse, sino que intente llenar el enorme vacío con el que sus protagonistas se encuentran en su memoria. Este planteamiento es convincente, incluso cuando el relato deja el flashback para continuar con su esperada resolución, y todo ello a pesar de jugar con los tópicos, de incluir los convencionalismos propios de una comedia de estas características. Intenta una especie de reflexión, inteligente y cómica, sobre la consciencia de la madurez alcanzada. Los cuatro personajes protagonistas (a excepción de uno de ellos, inclasificable en todos los sentidos) no son adolescentes o jovenzuelos cuya responsabilidad está eximida en una noche de locura en Las Vegas, sino cuatro treinteañeros, con trabajo y esposa o novia formales que recuerdan con nostalgia otros tiempos de fiesta desenfrenada. Ahora, tienen que hacer malabares para encontrarse sin sus respectivas ataduras, incluido el ahorro de dinero para pasar una despedida de soltero inolvidable.

Y no digamos la de resolver los entuertos para llegar a tiempo a la boda, en una conclusión previsible, pero que aún así brinda algún momento de rebeldía irreverente digno de mención. Otro de los aspectos más positivos del filme, y la base sobre la que sustenta su buen funcionamiento son sus actores protagonistas. A priori, y como el título en español mencionaba, parecen nombres no demasiado conocidos, sin relumbrón y sin embargo, su apuesta es firme, convincente y realizan un trabajo excelente. Cada uno se ajusta perfectamente a su estereotipo: el novio apuesto (Justin Bartha) que quiere sentar la cabeza con una bella novia de una familia bien; Bradley Cooper interpreta el profesor, esposo y padre que se muestra el amigo fiel y que capitanea la expedición, y Ed Helms que se mete en la piel del más responsable (en apariencia) con novia formal y exigente más allá de lo tolerable, que tiene que usar la mentira para poder participar. El cuarto es el gran descubrimiento del filme: el desconocido Zach Galifianakis que borda su papel como el hermano de la novia, un tipo extravagante, algo pirado, que funciona en otra dimensión bajo su particular visión, entre perversa, disparatada e inconsciente, pero que intenta integrase e involucrarse (a su modo) como uno más en el heterogéneo grupo de tres amigos.

La química entre los actores funciona perfectamente, convirtiendo a "¿Qué Pasó Ayer?" en la más exitosa del año pasado, y eso que la aparición de la exuberante Heather Graham (la estrella con más cartel del reparto) que se mostraba como un reclamo más, se queda en un mero papel secundario casi insustancial. estas entonces no sólo están basados en el exabrupto, la exhibición de atributos femeninos, al contrario, el filme se muestra discreto en este aspecto y más bien se concentra en ver actuar y reaccionar a su trío principal, por supuesto muy bien interpretado. En definitiva es una película de juergas nocturnas, líos sexuales y amigotes que dignifica el género de aquí a unos cuantos años vista, y se puede ver sin desconectar la neurona. Su enorme éxito en los EEUU ni extraña ni duele en absoluto. Es agradable y divertida, que se abrirá un hueco por derecho en una cartelera muy pobre, y de esas que a nadie le importaría repasar dentro de un tiempo. Ojala hicieran más comedias así. Aquí el trailer que en España se llamo "Resacón en las Vegas".



“Una buena comedia, excéntrica y refrescante”

viernes, 26 de febrero de 2010

Nuestro Primer Año en la Blogosfera

Este humilde blog cinéfilo cumple un año de vida, todo empezó como jugando queriendo expresar a los demás las mejores películas que había visto, pero a medida que fue pasando el tiempo iba profundizando más en cada filme que posteaba, así poco a poco el blog se hizo un pequeño espacio en el mundo de la “Comunidad Cinéfila” y eso me llena de alegría, el saber que el trabajo que hacemos nosotros tenga algún resultado, pero también quiero admitir que este blog me ayudo conocer otros sitios webs interesantes y maravillosos, además de conocer a otros (as) bloggers que se interesan por el séptimo arte.

El quien escribe empezó solo esta aventura virtual, hasta que a finales del año pasado, en septiembre para serles mas exacto conocí a una joven y hermosa “chiquilla” llamada Mabel, una cinéfila empedernida, la invite que escribiera en el blog, ella acepto, no se como lo hizo porque ni si quiera me conocía muy bien que digamos, así con esta maravillosa incorporación al blog, este tomo otra altura que me quedo pasmado, me siento muy orgulloso de ella, porque poco a poco se hizo un espacio en el blog y ahora es una de la piezas claves de este, sigan visitando el blog porque ella tiene más sorpresas para todos, como siempre seguirá deleitándonos con lo mejor del cine europeo y oriental.

Otra columna fundamental en este blog es la presencia de Adrián, uno de mis mejores, además tiene más experiencia que mi, ya que el a colaborado anteriormente en varios blogs cinéfilos, él se incorporo a EL PELÍFOMANO el diciembre del año pasado, desde entonces nos presenta los mejores filmes independientes. Es un gran colaborador y sus críticas son directas y acertadas. Actualmente puedo decir que no estoy solo en esta aventura, tengo el respaldo de estos dos grandes bloggers y esperemos que nos sigan apoyando, para así darles lo mejor de nosotros hacia ustedes.

Como habrán visto hemos cambiado de formato, espero que sea de su agrado y además esto lo hicimos para celebrar a lo grande nuestro primer aniversario, esto no queda hay no más, para esta nueva temporada le tenemos muchas sorpresas, una de ellas se titula GENIOS DEL CINE, en esta propuesta haremos videoreportajes a los más grandes cineastas de nuestra actualidad cinematográfica, pero tiempo al tiempo, mientras esta idea madura, Mabel nos dará a conocer la obra cinematográfica de grandes cineastas como Ang Lee y Michael Haneke, Adrián seguirá con Wes Anderson y su estudio a la Nueva Comedia Americana (NCA) y el quien escribe seguirá repasando la filmografía de Martin Scorsese, Clint Eastwood y Kubrick, más adelante le tengo sorpresas como Steven Spielberg y Francis Ford Coppola.

Gracias a todos nuestros seguidores, que son lo más importante en este blog y ¡Qué Viva el Cine!

jueves, 25 de febrero de 2010

El Hombre de Honkytonk

Director: Clint Eastwood
Año: 1982 País: EE.UU. Género: Drama/Musical Puntaje: 10/10
Interpretes: Clint Eastwood, Kyle Eastwood, John McIntire, Verna Bloom, Alexa Kenin y Matt Clark

Red Stovall (Clint Eastwood) es un cantante de country que se enfrenta a la falta de dinero y a su dependencia del alcohol cantando en bares polvorientos durante la Gran Depresión. Su única pasión es el sueño que le mantiene vivo: tocar con el legendario Grand Ole Opry. Así comienza un emotivo viaje junto a su sobrino (el debut cinematográfico de su hijo Kyle Eastwood) que le llevará de Oklahoma a una audición que le han concedido en Nashville. “El Hombre de Honkytonk” es un filme tan infravalorado como crucial en la carrera de Eastwood. Estoy seguro de que no existirian "Los Imperdonables" o "Golpes del Destino" si el bueno de Clint no hubiese rodado esta obra. Lo hizo en el año 1982, cuando todavía no se había ganado el favor de la crítica. Si la hubiese hecho en el 2004 hubiese ganado el Oscar. Incluso la película fracasó en taquilla, tanto, que Warner Bros obligó a Eastwood a rodar una nueva parte de las aventuras del exitoso Harry Callahan para compensar las perdidas. Sin embargo, el tiempo lo pone todo en su lugar, y gracias a este autocomplaciente filme, Eastwood encontró las verdaderas constantes de su cine, que hoy en día tanto se ensalzan, con premios y alabanzas.

“El Hombre de Honkytonk” cuenta, en forma de road movie, el viaje que emprenden tres personajes con muy diferentes objetivos, aunque con el fin común de alcanzar el "Grand Ole Opry", local de actuaciones musicales donde Red Stovall desea mostrar su música con su inseparable guitarra. El western, la música, el contraste entre el crepúsculo y lo iniciático, las relaciones humanas, la enfermedad. Todas características del cine de Eastwood y todas resumidas en “El Hombre de Honkytonk”. Aunque la cinta está ambientada en la Gran Depresión americana, poco se ve del sufrimiento de las familias (apenas en los primeros compases de la cinta, personificada en la familia de Eastwood) y mucho de la ilusión yankee. Eastwood echó mano de su hijo Kyle y lo hizo debutar en este filme, donde interpretaba a su sobrino Whit. A través de la relación que se crea entre ambos durante el recorrido por la profunda America, encontramos una deliciosa narración de fuertes personalidades, una incipiente, la otra decreciente, una ilusionada, la otra abandonada. En un momento de la película, el joven observa desde la puerta de un local la actuación de su tío, mientras puntea con las manos una guitarra imaginaria. En esos instantes, la cámara filma a Eastwood desde lejos, como dando a entender que el cantante de country que interpreta toma los rasgos de un personaje mítico a ojos del muchacho, de un ser que toma los caminos menos transitados y que tiene una visión del mundo que le permite transformar la realidad a su alrededor. Y eso es lo que sucederá con el chico en las dos siguientes interpretaciones, como si su tío lo acunara con su música mientras pierde la virginidad con una prostituta, o mientras se droga por primera vez en un garito de negros donde su tío interpreta un blues.

Un bonito y entrañable viaje en el cual Whit va abandonando la ingenuidad. En definitiva el encuentro con la madurez repentina. Esto contrasta con ese desesperanzado personaje que compone Clint, idoneo y cómodo en este, a posteriori, recurrente papel. Porque al fin y al cabo, Clint siempre ha sido maduro, y siempre ha dado lecciones a regañadientes ya sea durante la Gran Depresión, en el oeste, o sobre boxeo. Los personajes que interpreta Eastwood han vivido excesos y los excesos muchas veces se pagan con enfermedades. Y esa es otra constante en el cine del director americano, el transcurrir de la narración durante ese aumento de la enfermedad. Lo vemos en Red Stovall con su tuberculosis, y lo vimos por poner un solo ejemplo en "Deuda de Sangre", esta vez sufriendo del corazón. El film se convierte entonces en una reflexión sobre la trascendencia, y quizás sobre la diferencia entre lo creado y lo vivido, entre lo imaginado y lo supuesto, que emparienta la cinta con otros trabajos de su director, dotando a las imágenes de un tono otoñal, de una cierta sensación de decadencia, que transforma la película en una suerte de testamento emocional, como un primer intento de Eastwood de transitar los caminos más personales (y por ende, menos concurridos) de su filmografía.

Lo más valioso de esta cinta sea quizás esa ausencia de pretensiones (al menos, a primera vista) para una historia que se supone previsible y que narra el proceso de maduración de un chiquillo, que acompaña a su tío cantante de country en su camino a Nashville. Eso lo convierte quizás en una película hermosa, aunque no exista en sus imágenes ninguna intención de preciosismo vacío, y sí ciertas dosis de ironía para tratar sutilmente los temas de la América profunda, como la tierra, el éxito o el viaje al Oeste, que en manos de Eastwood intentan recuperar cierto aire fordiano, cierta necesidad de plasmar vivencias que vayan más allá de la reflexión y que aúnen sentimientos (como el compañero de viaje o la transmisión generacional) que en abstracto acabarían siendo estereotipos fácilmente identificables. El principio del filme parece entonces una declaración de intenciones, cuando en mitad de una tormenta de arena aparece el coche del protagonista, totalmente borracho, e irrumpe en la vida de su familia de campesinos; y seguidamente, cuando lo introducen en casa, su sobrino entra en el coche, se pone al volante, y empieza a imaginar el viaje que lo conducirá lejos, primero a Tennessee y luego, al concluir la historia, quizás a California, buscando la tierra prometida que su tío encontrará tras la muerte. “El Hombre de Honkytonk” recupera, por lo tanto, un clasicismo narrativo, presente en la novela en cual se basa, pero lo despoja de tensiones dramáticas que la llevarían al sentimentalismo, y lo hace bajo los auspicios genéricos de una road movie, lo que convierte la historia no tanto en una enseñanza vital como en la búsqueda de un destino concreto: el que un artista marca como propio.

“El Hombre de Honkytonk” es, como pudiera serlo "Bird", una película eminentemente musical. Eastwood, amante del jazz y del blues, canta esta vez country, acompañado de su guitarra o su piano. La película muestra en todo momento a la música como la esperanza, como una amante fiel, como la única capaz de acompañar a Red Stovall sin preguntarle por su salud o sus correrías. La única en poder expresar mas de un solo sentimiento en Stovall. Memorable es el momento en que Red graba "Honkytonk Man" casi moribundo, casi sin voz. Memorable utilización de la música dentro del cine. La carrera como director de Clint Eastwood es muy extensa, y aunque decía Jean Renoir que un director de cine está siempre haciendo la misma película, eso no significa que Eastwood caiga siempre en la reiteración, sino todo lo contrario, busca formas nuevas de adentrarse en aquello que le conmueve y en intentar con ello conmover al espectador. El hecho de que lo consiga o no es harina de otro costal, aunque en pocas ocasiones como en “El Hombre de Honkytonk” el Eastwood como director busca identificarse directamente con los sentimientos del espectador, forzarle a ver una historia de perdedores bajo el paradigma clásico de los filmes de aprendizaje o buscar un ritmo pausado (casi sin clímax) como forma de evitar una falsa ilusión de trascendencia.

Entre carretera, música y relación tio-sobrino, el Eastwood director, aun tiene tiempo para garantizar algunos suaves momentos cómicos y dar protagonismo a peculiares personajes secundarios, como, el deudor de Stovall, esa insoportable chica (Alexa Kenin) que se entromete en el viaje o el abuelo, tercer viajero en cuestión, con una única ilusión, la de alcanzar Tennesse para poder morir tranquilo. Este personaje esta interpretado por John McIntire, mítico actor de películas como "Tierras Lejanas" o "Dos Cabalgan Juntos", en lo que es un nuevo guiño de Eastwood a uno de sus géneros preferidos, el western. Las miradas de Clint y Kyle Eastwood y de McIntire, son impagables, como impagable es esta película, que como digo, es la semilla de la más que gratificante carrera en la dirección de Eastwood. Una cinta emotiva, para poner en su debido sitio, en el sitio que se merece, ya que en su estreno, nadie supo apreciarla como un gran clásico instantáneo.

“Una de las películas más personales de Eastwood"

martes, 23 de febrero de 2010

El Viaje de Chihiro

Director: Hayao Miyazaki
Año: 2001 País: Japón Género: Animación Puntaje: 10/10
Productora: Studio Ghibli / Tokuma Shoten / Dentsu / Walt Disney Pictures

Chihiro es una niña de 10 años que viaja en coche con sus padres. Se detienen delante de un túnel, y al atravesarlo llegan a un mundo donde pasan cosas extrañas. En este universo no hay lugar para los humanos, sólo existen dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se encontrará sola y asustada. Cuando una se halla ante una de esas películas excepcionales que sólo se dan en contadas ocasiones, como un obsequio supremo caído del cielo y ésta es, indudablemente, una de ellas, se encuentra con que las palabras se le quedan cortas, o se han usado tan indiscriminadamente con anterioridad, que se ha devaluado su pleno significado y ahora resultan inservibles para trasladar al lenguaje escrito la extraordinaria impresión que me ha causado este prodigioso filme. El veterano maestro japonés Hayao Miyazaki, que tiene a sus espaldas trabajos tan ilustres como "La Princesa Mononoke", "Porco Rosso", "Nausicaä del Valle del Viento" o "Mi Vecino Totoro", se ha superado a sí mismo llevando hasta límites inimaginables su visión inquieta, su gran pericia en el oficio y su inagotable capacidad inventiva. Ha puesto todo su corazón en ello y nos lo ha robado a nosotros, sin derecho ni solicitud por nuestra parte de devolución.

Y es que "El Viaje de Chihiro" es una deslumbrante epopeya en la que una acostumbrarse. Sus padres, transformados en cerdos por invadir un recinto exclusivo de dioses y espíritus, no la podrán ayudar a superar un reto que desborda cualquier irrealidad que alguna vez ella haya podido dibujar en su imaginación. Como si fuera un hermano gemelo de la protagonista, el espectador va introduciéndose poco a poco en la peculiar casa de baños que forzosamente se convertirá en el nuevo hogar de la pequeña. Ante nuestros ojos y ante los de ella irán desfilando una serie de estrafalarios personajes que provocarán un sinfín de situaciones; el llanto, la amistad, el amor, la comedia, todos ellos elementos que se suceden a través de hermosas estampas que, sin prisas, se cobijan bajo una trama de una compleja sencillez. Semejante oxímoron se explica porque, a pesar de la densidad de algunas de las propuestas planteadas (las historias de fantasmas o la importancia de lo espiritual en nuestras vidas no son temas que abunden en el cine actual), la naturalidad es la característica que mejor describiría el desarrollo de un argumento como el de "El Viaje de Chihiro".

Sin necesidad de demasiadas explicaciones, uno enseguida comprende el sentido (o mejor dicho, los sentidos) que Hayao Miyazaki ha querido darle a su obra. El sentimiento de desprotección que ahoga a Chihiro al sabérselas sin el cálido amparo de sus padres, pronto se disipa cuando la pequeña Sen va ganándose el respeto y el cariño de los seres que pueblan la casa de baños. La tolerancia, cualidad que ya desprendía el anterior trabajo del director, "La Princesa Mononoke", se descubre con fuerza según avanza la cinta. El afán materialista de los trabajadores de Yubaba, que se vuelven codiciosos cuando ven un poco de oro, se derrumba ante lo verdaderamente importante: el amor, un afecto que, por ejemplo, será el que en verdad logre apaciguar la ansiedad del dios Sin Cara. Y la amistad, representada primordialmente en el personaje de Haku, único habitante del lugar dispuesto a socorrer a Chihiro en su nostalgia, encontrará una inesperada correspondencia cuando la niña ponga todo su empeño en salvar la vida de aquél que supo comprenderla desde un principio. Es difícil, pues, describir las bondades de una película tan peculiar como ésta. Puede que para algunos no tenga ni pies ni cabeza, y puede que otros simplemente la alaben porque ha ganado un importante premio en un reconocido festival (seguro que los mismos que despreciaron a "La Princesa Mononoke" ahora se rinden ante las virtudes de "El Viaje de Chihiro"). Sin embargo, les aseguro que aquellos que en verdad deseen ser cautivados por la belleza de una purificada utopía o por un afectivo cuento repleto de las más variadas emociones, saldrán fascinados del cine tras ver esta película.

El poder de fascinación que se transmite durante la proyección por su exotismo, por su contraste con lo que es el cine de animación que vemos habitualmente, por su capacidad de dejarnos boquiabiertos a cada cambio de escenario, pero no por un conocimiento profundo de lo que estamos presenciando. Y así, resulta impensable vaticinar para el público un éxito como el conseguido en su país. Por su extensión de dos horas, por obviar explicaciones absolutamente necesarias para el público occidental, la película tiene un aura críptica, un hechizo embriagador que la convierte en un potencial clásico del cine de culto, en una fantasía insólita y seductora, en una producción brillante y llena del mejor talento de Miyazaki. Un viaje psicotrópico al precio de una entrada de cine y sin efectos secundarios que se convierte, con potentísima personalidad, en una muy recomendable opción cinematográfica. La complejidad temática de esta historia se basa en el excelente desarrollo del horror fantástico del que goza la película de Miyazaki, pero la desbordante imaginación de este gurú de la animación japonesa recorre pasajes oníricos que van desde la alucinación paradisíaca y deslumbrante a las más retorcidas situaciones dignas de la pesadilla kafkiana, por buscar una aproximación cercana. La diversidad de escenarios llenos de matices y referencias religiosas, la cantidad de personajes imaginarios con personalidad propia, el desarrollo de toda una forma de vida y una mitología de marcados rasgos orientales.

Bien es cierto que el filme con el que guarda más similitudes es "Mi vecino Totoro", tanto en su argumento (de hecho esta cinta parece el reverso futuro y desencantado de aquélla), como en su forma de abordar el proceso de conocimiento, madurez y adquisición de valores entre los jóvenes (sector en el que hoy en día cualquier valor heredado anda más de capa caída que nunca). Como insiste en señalar el propio Miyazaki, él hace películas para niños que, no por casualidad, se convierten en la mejor lección y la más hermosa válvula de escape hacia los terrenos puros e ingobernables de la fantasía para el público adulto. Además debo destacar la hermosa y dulce banda sonora de Joe Hi-saishi es en parte responsable de la sensación de recogimiento que nos invade al visionar "El Viaje de Chihiro". Fiel a su estilo (su música evoca a otras de sus composiciones pasadas), el autor japonés subraya con brillantez algunos de los mejores momentos del filme (la presentación de Chihiro y sus padres, la llegada a la casa de baños, los primeros trabajos que ha de realizar la niña). Es una partitura que, aunque en puntuales ocasiones sobrepasa a las imágenes, durante la mayor parte del metraje las acompaña con perfección, tal y como se puede comprobar en el precioso poema visual que contemplamos cuando Sen y sus nuevos amigos cogen el tren que los llevará hasta el hogar de Zeniba, la hermana gemela de Yubaba. La melancolía de este pasaje apenas puede ser descrita con palabras, es algo que hay que ver y escuchar.

Sería absurdo descubrir aquí las maravillas de Hayao Miyazaki, pues "El viaje de Chihiro" no es más que la consolidación de una obra cinematográfica extraordinariamente sólida y de gran valor humanístico, como pocas veces se ha dado en la historia del cine. De hecho, para buscar referentes a su altura moral, con una mirada limpia capaz de cautivar a todas las audiencias, habría que citar a artistas como Charles Chaplin o Yasujiro Ozu, sin olvidar la épica y la lírica de Kenji Mizoguchi y de Jean Renoir, que se rastrea con facilidad también en el cine de este autor: palabras mayores. Pero no sería justo entrar en comparaciones, pues si en algo destaca Miyazaki es por su envidiable rigor artístico, personalidad y sentido del compromiso con el medio en el que trabaja y con su audiencia. En definitiva, viajar con Chihiro significa perderse en los frondosos bosques de magia que Miyazaki mece con su cálido aliento, nadar en las límpidas aguas que se mueven al compás de las olas que animan los artistas de Ghibli o volar en libertad junto a las notas de un piano con las que Hisaishi cubre los cielos de una tierra de ensoñación. Es una extraña experiencia que nos recuerda cuán importante es la imaginación humana para saciar nuestras inquietudes más quiméricas, aquellas que desgraciadamente muchos han dejado atrás, allá en su lejana infancia.

"Belleza, poder, misterio y por encima de todo, corazón"

Aviso Parroquial: Función medianoche de "Alicia en el País de las Maravillas"

Este año la página En Cinta anuncia a toda la comunidad cinéfila el primer gran evento del año. Se trata de una de las películas que más expectativa genera para este 2010, de la mano de un director único, de sensibilidad bizarra y basada en un clásico de la literatura universal: Alicia en el País de las Maravillas, del siempre visionario Tim Burton. Luego de largas coordinaciones con UVK Multicines y Disney, estan preparando un evento especial para la primera función de la película en Lima, una función a medianoche para todos los fanáticos.

El evento se realizaría en el UVK Larcomar, el día miércoles 3 de marzo a partir de las 8pm, empezando la película a las 11:59pm. Estamos preparando algunos sorteos, premios y sorpresas, así que esperamos que estén presentes. Para la presentación de la película UVK nos ha concedido dos salas:

SALA 5: Versión 3D, copia subtitulada. (OJO: Los asientos serán numerados, plano AQUÍ). Precio: 28 soles.
SALA 9: Versión 2D, copia doblada. Precio: 20 soles.

La venta de entradas empezará este sábado 13 de febrero y estarán cambiando sus puntos de venta día a día. Pero pueden ir reservando sus entradas mandando un mail a eventos@encinta.net con su nombre, un documento que los identifique (o de un padre o apoderado) y la cantidad de entradas que desean reservar, especificando la sala que desean. Por si acaso, no reservaran asientos, sólo entradas: los asientos (en el caso de la Sala 5) se escogerán en el momento que se haga el pago. Cuando manden su mail, les llegará durante el día un mail de confirmación en el que se les especificará los lugares de venta en los que estaran durante la semana desde el sábado. Las reservas sólo durarán hasta el día viernes 19 de febrero. Luego de esa fecha, las reservas que no hayan sido pagadas procederán a ser vendidas. Los organizadores esperan su asistencia y que el evento que planean sea de su agrado.

domingo, 21 de febrero de 2010

Donde Viven los Monstruos

Director: Spike Jonze
Año: 2009 País: EE.UU. Género: Fantasía/Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Max Records, Catherine Keener, Pepita Emmerichs, Mark Ruffalo, Max Pfeifer y Madeleine Greaves

La película, basada en el cuento de Maurice Sendak, cuenta la historia de Max (Max Records), un niño travieso y sensible que se siente incomprendido en casa y se escapa a un lugar fantasioso. Max aterriza en una isla donde se encuentra con misteriosas criaturas extrañas cuyas emociones son tan salvajes e imprevisibles como sus acciones. Hay un monstruo que se siente solo “Carol”, otro monstruo cariñoso y amable “KW”, otro malvado y que le gusta hacer de rabiar a los demás “Judith”, todos ellos representaciones de los miedos y las conductas más naturales de todos lo seres humanos, y no sólo de los niños. De ahí que la película no sea para nada una producción infantil ya que a pocos niños puede gustarle, incluso diría que les podría dar miedo. Spike Jonze ha vuelto a sorprendernos. Después de dos extrañas y estupendas películas del calibre de “¿Quieres ser John Malkovich?” y “El Ladrón de Orquídeas”, historias cocinadas en la mente genial y desquiciada de un guionista llamado Charlie Kauffman, que esta vez no firma el guión.

Cine e infancia siempre han ido bien cogidos de la mano. Utilizamos el término película familiar como eufemismo para arrastrar a los más pequeños de la casa a ver una historia que les transporte a algún lugar lejano o les haga soñar. Eso sí, pocas películas han intentado tratar la dulce etapa de la niñez de manera realista y, al mismo tiempo, con un gran alarde de imaginación. Precisamente con lo nuevo del inclasificable Spike Jonze, "Donde Viven los Monstruos", nos topamos con un ejemplo tan perfecto como particular de esta situación. Perfecto, porque sabe representar como nadie lo que pasa por la mente de cualquier niño con sobredosis de imaginación. Y particular porque el film no está destinado, en ningún momento, a los más pequeños de la casa. No está destinado a ellos por una simple razón: es una película tremendamente realista con los sentimientos humanos. Es, de alguna manera, un retrato monstruosamente cercano de la imaginación, una historia cruda de miedos reales, decepciones, alegrías. Todo un conjunto de emociones que pasan por la mente del protagonista. Jonze utiliza su brillante dirección para plasmar los monstruos (o cosas salvajes) que pululan por la isla mental de su protagonista.

Ellos también tienen miedo, también están inseguros, también dudan... son la ayuda que necesita Max (el niño actor, que lleva todo el peso de la película) para afrontar lo que se le viene encima. En ese sentido, el guión funciona a altos niveles. Las conversaciones banales e infantiles entre el niño y los monstruos son, en ocasiones, de una profundidad filosófica y, porque no, psicológica envidiable. Atención al momento en el que hablan de la muerte del sol o el sentimiento anárquico de Claire, claro referente a la personalidad hiperactiva del niño protagonista. Por otra parte, la dirección no solo acompaña el guión, sino que lo lleva más allá del cuento profundo. Spike Jonze firma uno de sus mejores trabajos de planificación, dirección y técnica. Los monstruos están ahí en todo momento, la representación de la salvajez es alucinante y la música, aunque sobre explotada por momentos, acompaña las imágenes con envidiable perfección. Es una cinta rara como nos tiene acostumbrado Jonze, el filme tiene un equilibrio perfectamente inestable entre lo racional y lo onírico, entre la mirada del adulto y las reacciones primarias, espontáneas y caprichosas de la mente infantil, lo que llena la pantalla de gozosos momentos.

Adaptar el clásico de Sendak en forma de largometraje de imagen real no es, pues, el juego más fácil que podían inventar Spike Jonze y su coguionista Dave Eggers para prolongar su nostalgia de la inmadurez. Y la película es el extrañísimo, estimulante y arriesgado resultado de una serie de decisiones que, sin duda, no serán del gusto de todos, porque “Donde Viven los Monstruos” se atreve a fundar un territorio inédito para demostrar, entre otras cosas, que otro cine infantil es posible. Por supuesto, el debate acerca de si esto es, realmente, cine para niños ya está abierto, y la única certidumbre es que, por lo menos, el espectador se encuentra ante una lectura extremadamente inteligente y personal de una obra que habla de algo tan delicado como la infancia erigida en zona de aislamiento y la imaginación transformada en jungla con corazón de las tinieblas en su justo centro. Jonze propone una estética desnuda, de cámara en mano oscilando entre lo rabioso y lo contemplativo, y captura el universo imaginario de su protagonista con la melancólica luz de las primeras horas del alba o de la insinuación del crepúsculo. El prólogo doméstico es soberbio (en especial, la escena del flirteo de la madre), pero la película conquista su excepcionalidad al abordar lo fantástico sin recurrir a ningún lugar común.

Los monstruos creados por Jonze junto a la Henson son un fiel reflejo de las criaturas dibujadas por Sendak en su libro, y es de agradecer en una época de cómoda animación digital ese aspecto retro que nos lleva irremediablemente a la gloriosa etapa de la Henson en el cine en los años 80 con películas como “El Cristal Encantado” o “Laberinto”. Pero aparte de su estética, Jonze realiza un increíble trabajo con la personalidad de estos seres, que pueden pasar de ser divertidos y afectuosos con sus juegos salvajes a causar autentico pavor y terror, ya que no son más que monstruos dispuestos a comerse a Max o unos a otros si es necesario o simplemente si les apetece. “Carol” es el eje central de este grupo de monstruos, un claro espejo de lo que es Max, un niño que se niega a crecer y abandonar su inocencia y apacibilidad, y que no duda en cogerse unas buenas rabietas como método para reclamar atención y perseverar sus estatus. El tan cuestionado por el estudio Max Records hace a mi parecer un trabajo excepcional entre tanta criatura, un niño que puede resultar insoportable por momentos e vulnerable al momento siguiente, con un toque de pícaro que parece tener respuesta para todo y al rato convertirse en un niño atemorizado por esos monstruos que parece lo van a destrozar en cuando se de la vuelta.

Spike Jonze asume el reto de hacer un producto infantil con el mismo rigor y riesgo que si fuera una película adulta de carácter indie. El norteamericano utiliza todos sus recursos para poder expresar las travesuras del chico y los juegos de los monstruos, como dije anteriormente hace una magistral uso de las preciosas y saltarinas canciones de Karen O, y consigue que Max Records esté increíblemente bien en su papel de niño travieso y algo salvaje. Posiblemente pensaban que esto podría gustar a los niños, pero no creo que lo hayan conseguido. Quizá, entre otras cosas, porque “Donde Viven los Monstruos”, a diferencia del cuento en el que se inspira, es un relato para aquellos que ya pasaron la niñez y la adolescencia. Es una cinta sobre el drama de hacerse mayores y dejar esa arcadia perdida que es la infancia. En definitiva, la nueva película de Jonze es un filme que, aunque vendido como cine para los más pequeños, interpela a aquel enano que lucha por vivir en nuestro interior cuando nos hacemos mayores. Eso sí, siempre que sea indie y cinéfilo. Como me gusta.

"Una bella y auto-indulgente fábula que todo el mundo va a adorar”

viernes, 19 de febrero de 2010

¿Quién Llama a mi Puerta?

Director: Martin Scorsese
Año: 1967 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 07/10
Interpretes: Harvey Keitel, Zina Bethune, Ann Collette, Lennard Kuras, Michael Scala y Harry Northup

Cuenta la historia de J.R. (encarnado por el entonces debutante Harvey Keitel), un joven ítaloamericano, que junto a sus amigos deambulan por “La Pequeña Italia”. Paralelamente vamos conociendo como el protagonista va estableciendo una relación con una chica (Zina Bethune), de origen distinto, que vive independiente y posee una distinta moral. Él se siente muy atraído por ella, pero rehúye al sexo, al que sólo concibe dentro de un posible matrimonio, hasta que ella le cuenta que fue violada lo que echa al traste su concepción de ella. Entonces J.R. se echa a la depresión y al abandono. En líneas básicas esta es la línea argumental final, pero no fue así concebida en un principio, ya que el guión tuvo bastantes peripecias. Fantástico debut de Martin Scorsese, precedente claro de gran parte de la filmografía del director. Estilísticamente inspirada en la “nouvelle vague”, con una radiante fotografía en blanco y negro.

¿Quién Llama a mi Puerta? es el primer largometraje que hizo Martin Scorsese. Ya había realizado tres cortos, dos de ellos de gran factura y uno de ellos pues nada del otro mundo. El que no es nada del otro mundo es “What´s a Nice Girls Like you Doing in a Place Like This” (1963), que es la historia de un hombre que se obsesiona con un cuadro y termina metido en él. Después hizo “It´s Not Just You, Murray” (1964), en el que ya vemos a un Scorsese que experimenta y busca un estilo propio. Primer obra donde explora temas personales como son la vida en “La Pequeña Italia”, la significación del catolicismo y esa obsesión de algunos con los bienes materiales, por los que harían lo que fuese. En el año 1967 vendría una obra maestra, el cortometraje pacifista “The Big Shave”, en el que vemos a un hombre que entra a un baño blanco inmaculado, desnudo pero con una toalla blanca en la cintura y comienza a afeitarse. Una vez que termina sigue afeitándose y afeitándose hasta que se corta la cara, pero esto no lo detiene y sigue y sigue hasta que termina cortándose el cuello. Visualmente es tan poderosa y su trama es tan impactante en su sencillez que de verdad la considero una de sus mejores trabajos.

La película, a pesar de no ser una obra mayor, sí que tiene elementos técnicos muy destacables como son un manejo virtuoso de la cámara, el uso de imágenes congeladas, un montaje innovador que roza lo experimental, además de una sobresaliente puesta en escena. Todo ello teniendo en cuenta el escaso presupuesto que impidió rodar más escenas en exteriores. La escena más sobresaliente, quizás la más cuidada y que evidencia un notable dominio en la dirección es en la que el protagonista J.R. conoce a la chica (a secas, no tiene nombre alguno en el guión) en la estación del ferry que cruza a Staten Island. Allí se establece un primer contacto, contado con especial cuidado, con unos diálogos magistralmente rodados, en un espacio reducido (ambos sentados en un banco) pero que está resuelto con una enorme variedad de planos y ángulos que acompañan la conversación. También podemos destacar la de una fiesta que hay en cada de uno de los amigos donde todos los hombres se encuentran tomando, fumando y echando broma. Un largo paneo de derecha a izquierda que se repite en distintos lugares de la casa, siempre con el mismo paneo es algo impresionante. Otra ocasión es la escena final en la Iglesia, donde vemos las imágenes de lo santos con una música de rock and roll que inmediatamente nos hace sentir incómodos. Los eternos temas de Scorsese ya están aquí presentes: la culpa, la redención, el hombre que quiere ser bueno pero no sabe cómo hacerlo, los amigos y el barrio que ha marcado a cada uno de tal manera que no pueden separarlo de sus vidas diarias.

Con una inusitada, nostálgica y represora simbología religiosa y como un descarado homenaje al mundo del cine (y del western en particular) y de la radio... la introducción de la música como potenciador de relieve (influencia clave en las generaciones venideras), Scorsese debuta detrás de las cámaras con la ilusión vital del becario en busca de autosatisfacción y condescendencia y con el ánimo de aquel que se sabe tiene un diferente distinto al del resto de los mortales...Como una expresión minimalista, aún lejos en las formas de sus majestuosas, sobrecargadas y barrocas producciones posteriores, Scorsese, director y guionista de esta cinta, nos introduce en su particular universo de desorientación, violencia y desesperanza, con una ambientación y actuaciones que por momentos recuerdan el neorrealismo italiano, así como un ligero regusto a sabor Kubrickiano en alguna de sus escenas... La primera escena rinde homenaje al estilo clásico mientras inyecta un aire de renovación mediante dos pilares del realizador: el montaje y la música, fuerza impalpable que empuja la nueva oleada juvenil como principal valla de ruptura con la generación previa. Un momento familiar, de una mujer preparando la comida, que resume la ascendencia italiana, los símbolos católicos y el anacronismo de un blanco y negro muy granulado que, de una forma un tanto esnob, enarbola sus intenciones independientes.

Todo ello con el transfondo de su querida Nueva York, fotografiada en el citado blanco y negro de la cámara de Michael Wadleigh y con el debut también en los escenarios de dos actores con suerte dispar posterior a esta obra; el reputadísimo y requeridísimo Harvey Keitel, actor fetiche en los comienzos de Scorsese y quien desde entonces el ritmo de su filmografía aumenta cada año con una media de casi dos películas...La otra protagonista, la actriz Zina Bethune, se quedó en su papel de chica sin nombre, pues esta cinta no es una película donde se describa la profundidad psicológica de unos caracteres, sino más bien la proyección de algunas de las inquietudes de juventud del cineasta itlalo-americano... Las cosas cambian a cada momento, lo decía Bob Dylan y , “¿Quién Llama a mi Puerta?” Es el primer paso de una evolución evidente, llamada a la continuidad temática y temporal. Ya se perciben tics formales, la mencionada anteriormente tendencia a la referencia cinéfila y/o musical, y un arrojo narcisista con excelentes resultados de estilo, aunque a veces no casen con la crítica y el público.

Por otro lado, de Scorsese me encantan cuando suenan canciones enteras ilustrando una escena, generalmente son temas que poco tienen que ver con las imágenes, como por ejemplo el tema de los Searchers en la escena de la violación (un tema ligero en una escena trágica), o temas Doo Wop (The Genies) mostrando la desolación de J.R. mientras deambula por la calle. Con el tiempo esto se convirtió en habitual en Scorsese, tambien podemos escuchar el gran tema “The End” (The Doors). La selección musical, es fantástica y ya digo, encaja como la seda en la historia: Cuenta la leyenda que las escenas subiditas de tono Scorsese las metió a propósito y con primeros planos para encontrar rápidamente un distribuidor para la cinta...A Scorsese le debemos muchas horas de entretenimiento y deleite, y sin duda su comienzo es una película que seguro te sorprenderá por su potencia y rabiosa actualidad...Aquí les dejo un trailer de la película, que es muy sugestiva, pero este era el Scorsese de antes.

“Grandioso debut de un grande: Martin Scorsese”

miércoles, 17 de febrero de 2010

La Leyenda del Pianista en el Océano

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1998 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Tim Roth, Pruitt Taylor Vince, Mélanie Thierry, Bill Nunn, Peter Vaughan, Niall O'Brien y Gabriele Lavia

La entrada del siglo XX genera grandes expectativas e ilusiones, y emigraciones masivas a Estados Unidos a bordo de los elegantes trasatlánticos. Danny, el maquinista de uno de esos barcos “El Virginia”, se encuentra a un niño abandonado sobre un piano y decide adoptarlo, bautizándolo como Mil Novecientos. El barco se convierte en su fortaleza y su hogar, y los pasajeros en sus ventanas al mundo. Tras la muerte de Danny, Mil Novecientos se ocupa de las bodegas hasta que casualmente, alguien de la tripulación descubre su innato talento con el piano. A través de la música, este inusual personaje muestra al mundo lo que siente dentro de su reducido mundo, que no se atreve a abandonar. Basada en la novela “Novecento” (No confundirse con la película de Bernardo Bertolucci). Esta cinta es una bella adaptación literaria, con decorados magníficos y estupendo reparto, fotografía y música a cargo del gran Ennio Morricone, que más se puede pedir.

Giuseppe Tornatore es consciente desde hace algunos años de la gran relevancia de “Cinema Paradiso”, la película que en 1988 le lanzó a la fama y al Oscar. Sabe que esta película agravó en Hollywood el "complejo europeo" y fue entendida como un antídoto al cine esquemático y deshumanizado de Estados Unidos. Habiendo visto de qué forma su pequeña película daba pie a los grandes monumentos cinematográficos más recientes, hijos perfectos del cruce Europa-Hollywood (“El Paciente Inglés”, “El cartero”, “La Vida es Bella”, etc.), se preparó para asumir dignamente su papel con una película en la que lo pequeño y lo magnífico se dieran la mano, en la que lo íntimo y lo espectacular se hicieran compatibles. De esta intención surgió “La Leyenda del Pianista en el Océano”, la relación entre un hombre pequeño (Tim Roth, símbolo del hombre kafkiano moderno) y la magnitud del océano, entre el valor cotidiano de una vida sin alcance y lo extraordinario del momento de cambio de siglo en el que se sitúa la película.

“La Leyenda del Pianista en el Océano” se beneficia del diseño de producción del cine norteamericano, sello principal del cine de los últimos años, de su puesta en escena y de su ritmo, pero, en oposición, el Tornatore europeo se detiene en lo particular y anecdótico, en el momento suspendido por la contemplación de los personajes. Y es en este sentido en el que la partitura de Morricone se adhiere a la película creando un tiempo alargado y plano, un tiempo interior, del que sólo se despierta cuando el piano pide protagonismo, siempre bajo la forma de ragtime. Tornatore representa una pequeña historia de relaciones entre personas solitarias, con el gran fondo de la Historia de principios del siglo XX. La imagen del arte, de la música, como aquello que sirve a la vida o que se sirve de ella, describe muy bien las contradicciones de la época; el individuo frente a la masa; el valor de la revolución industrial frente a la opresión de los obreros; la ópera y la música jazz; etc.

Tornatore ha definido su película como una "fábula universal construida en torno a una metáfora muy moderna sobre la condición humana". Y, fiel a este carácter de alegoría, plantea su musical apuesta con un romanticismo desbordante, matizado a veces con algún toque surrealista, al estilo de los empleados por Fellini. Entre estos parámetros estéticos se mueven en todo momento las excelentes interpretaciones, sobre todo de Tim Roth, la esmerada ambientación, la espléndida fotografía de Lajos Koltai, colaborador habitual del cineasta húngaro Istvan Szabó y la impresionante partitura de Ennio Morricone, una de sus mejores composiciones, injustamente excluida de los Oscars 1999 tras haber ganado el Globo de Oro a la mejor banda sonora dramática. Esa radical opción romántica de Tornatore quizá resulte empalagosa para ciertos paladares; pero propicia numerosas escenas de gran intensidad dramática e inusitado lirismo. Así, la escueta trama de amor, sencillamente magistral, resueltas siempre con elegancia formal, profundidad antropológica y un sentido casi operístico de la clásica tragedia en torno a la supuesta soledad del artista. Sin duda, resulta incómodo el fatalismo del desenlace, que podría entenderse como una cierta justificación estética del suicidio.

"¿Por qué no bajas a ver el mundo con tus propios ojos? insta a Mil Novecientos su amigo Max. El mundo está ahí; todo te espera al final de esos escalones". El propio Mil Novecientos intuye poéticamente que, desde tierra, quizá se oiga la voz del océano que grita "¡Tú!", como "un gran grito que te dice que la vida es inmensa, y cuando lo oyes sabes lo que debes hacer. Podría estar aquí eternamente, en el barco, pero el océano nunca me diría nada". Sin embargo, en su enfermizo ensimismamiento, no acaba de comprender plenamente esos puntos externos de fuga. Para él, "la gente de tierra pierde el tiempo preguntándose el porqué. Cuando es invierno, esperando que llegue el verano. Nunca te cansas de viajar en busca de un lugar donde esperar. A mí no me parece una buena apuesta". Por eso, ese magistral instante eterno, en que Mil Novecientos se debate en la escalerilla que une su barco con el resto del mundo, adquiere una dramática hondura antropológica, pues refleja el dilema universal entre inmanencia y trascendencia que atenaza a todo hombre.

Finalmente, al protagonista le falta valor, y prefiere quedarse en el controlado y pequeño universo de su piano: "La teclas empiezan y acaban, 88, no son infinitas. Pero tú eres infinito, y en esas teclas la música que haces puede ser infinita". Es la vieja tentación del arte como insuficiente sucedáneo de la vida: "El teclado de esa ciudad es infinito, no es para mí. Viendo toda aquella gran ciudad no se veía el final. El problema no fue lo que vi, sino lo que no vi; no vi donde terminaba, no vi el final del mundo". Es el ancestral miedo a salir de uno mismo para darse valientemente a los demás: "En ese barco, había deseos, pero no más de los que cabían entre proa y popa, no más de los que cabían en un piano que no era infinito. La Tierra es un barco demasiado grande, una mujer demasiado hermosa, una música que no sé tocar". Es, en fin, el paradójico, cobarde y pobre escapismo hacia el interior de uno mismo, al que se entrega todo aquel que no se atreve a embarcar de verdad en la aventura de la vida. En definitiva, por fuera y por dentro la película se mantiene siempre a gran altura, y confirma también respecto a la propia carrera fílmica de Tornatore la verdad de esas palabras con las que el narrador da comienzo a su relato: "No estás acabado mientras tengas una buena historia y alguien a quien contársela".

"Una melancólica y nostálgica cinta"

lunes, 15 de febrero de 2010

Los Excéntricos Tenenbaum

Director: Wes Anderson
Año: 2001 País: EE.UU. Género: Comedia Puntaje: 07/10
Interpretes: Gene Hackman, Danny Glover, Anjelica Huston, Bill Murray, Owen Wilson, Gwyneth Paltrow, Ben Stiller y Luke Wilson

Continuo repasando la filmografía del genial y procaz Wes Anderson, en esta ocasión voy hablar de “Los Excéntricos Tenenbaum”. La trama narra un pasaje en la vida de una extraña familia, cuyo bizarro comportamiento contrasta con la supuesta genialidad de sus miembros: una ex estrella del tenis, un genio financiero y una prestigiada dramaturga fueron fuertemente influidos por sus padres; Royal (Gene Hackman), el voluble y deshonesto padre los ignoró y humilló a cada paso, pero le deben también la férrea voluntad con la que los dotó. Y Ethel (Anjelica Houston), su sufrida e intelectual madre los condujo a sacar el máximo provecho de su intelecto. El resultado es que años después de que sus padres se divorciaron y de que se fragmentó la familia, Chas (Ben Stiller), Margot (Gwyneth Paltrow) y Richie (Luke Wilson) vuelven a casa, cada uno arrastrando sus problemas emocionales, cuando se enteran de que Royal, su padre, está muriendo y quiere "arreglar las cosas" con sus hijos. El problema es que los hijos tal vez no están tan dispuestos a olvidar tan fácilmente el pasado, lo que obliga a Royal a tomar medidas más drásticas para recuperar el amor de su prole.

¿Quiénes son los Tenenbaums"? ¿Es una comedia amarga? ¿Un ensayo sociológico? ¿Una broma inteligente? ¿Un estudio de trabajo social en clave surrealista? Es todo eso y mucho más, y lo único seguro es que la película del autor de "Academia Rushmore" es una de las propuestas más inclasificables y originales, aunque no perfecta, con las que nos podamos topar hoy en día. Mezcla del mundo de Salinger y de los Monty Python aderezada con elementos del Capra de "Vive Como Quieras" y de los flecos que la sociedad yanqui aún guarda del verano del amor, "Los Excéntricos Tenenbaums" tiene la rara cualidad de ser amada u odiada, sin términos medios. Para mí resulta un brillante ejercicio tragicómico sobre la soledad, la angustia del éxito, la libertad personal y el miedo al compromiso, pero también es una excusa para hacerse el loco, tirar por la calle del medio y no tomarse nada en serio. Wes Anderson, director que se ganó a la crítica con su anterior cinta, pero fracasó clamorosamente en la taquilla, nos presenta con estilo y agilidad las incongruencias de una familia, los Tenenbaums, en la que cada uno de sus miembros supone un verdadero universo de comportamientos anómalos y experiencias surrealistas. Las relaciones entre tan extraña fauna darán lugar a las situaciones más divertidas, pero planteadas con imaginación e inteligencia, a ratos incluso con genialidad.

El detonante de la acción se da cuando el descerebrado cabeza de familia, después de más de quince años de abandono familiar, decide recuperar el calor filial y marital fingiendo un cáncer de estómago. A lo largo de seis semanas indagará en las personalidades de cada uno de sus vástagos, intentará reconquistar a su mujer y será el mayor cómplice e instigador para sus dos gamberros nietos. El planteamiento es brillante, y durante más de una hora funciona como un reloj. Sin embargo, la farsa comienza a perder su gran dinámica y virtuosismo cómico cuando Royal es descubierto, y la película tratará de mantenerse con situaciones algo forzadas y un desenlace convencional. Pese a todo, el retrato de personajes está tan bien logrado, sus responsables consiguen imprimir tal personalidad en cada papel que la película mantiene su dignidad hasta el último minuto del metraje. Contiene el poder de corrosión de los hermanos Farrelly, pero con muchísima más elegancia narrativa e incluso visual. Porque la estética cutre, cochambrosa que luce toda la película es de antología, acompañada además de una colorista y setentera banda sonora, y el montaje del filme es fundamental en el muy convincente resultado final.

Llena de personajes de cristal, frágiles, al borde de la ruptura física y emocional a cada momento, "Los Excéntricos Tenenbaums" narra las vicisitudes de una extraordinaria familia neoyorkina que vive en un limbo espacio-temporal. Sólo la figura del padre, actúa como último agarre al mundo tal y como normalmente lo concebimos. La llegada, tras años de ausencia de este padre, convulsionará los cimientos de una familia a la que llamar peculiar sería insultarla. Wes Anderson y Owen Wilson firman un guión clásico en su estructura, con su prólogo (casi lo mejor de toda la película), su desarrollo y su correspondiente epílogo, pero todo él poblado de personajes extravagantes, tristes, ansiosos y amenazados por la figura libertaria de un padre que parece ser el único que hace caso a sus instintos. Royal Tenenbaum, el patriarca, da la sensación de ser el único personaje vivo y en movimiento de la trama donde sus hijos, programados para el éxito pero desconocedores de la vida, siguen viviendo como niños dotados de un recio autocontrol. Un elemento sustancial para el éxito de la película lo constituye la estética dadaísta del film, cuidada hasta el máximo detalle. Una ambientación retro-pop, hippie-estalinista abigarrada y decadente hace que sean los propios objetos y ambientes los que narren las vivencias de los personajes (siempre vestidos igual en todas las escenas) más que sus gestos, apenas esbozados.

Pero la verdadera vida de esta película es la reunión extraordinaria de unos intérpretes de lujo, que mantienen en perfecta armonía la línea que separa lo cómico y lo histriónico, y que tienen como gran padre de familia a ese colosal, flexible, activo e infatigable actor que es Gene Hackman. En un registro tan poco acostumbrado en él como es la comedia, se mueve como pez en el agua, cuando requiere juventud, socarronería y picaresca. Su composición de Royal Tenenbaum es uno de los mejores trabajos de su carrera y debería haber sido, cuanto menos, candidato al Oscar. No quedan eclipsados por su inmenso talento, lo que ya quiere decir mucho, Angelica Huston, siempre entre la fuerza de un carácter y la delicadeza de la sofisticación; Gwyneth Paltrow, en un papel apático y en las antípodas de la cursilería que más ha frecuentado; Ben Stiller, en "su" papel; Danny Glover, entrañable y patético; Owen Wilson, eterno hortera; y Bill Murray, que sigue abonado a los kilos de maquillaje. Ellos son los Tenenbaums, la familia más estrafalaria, bizarra y diversa del cine actual. Un zoológico exótico y encantador que, con su decrepitud y su dejadez, nos ha traído esta comedia.

Aunque la crítica internacional parece adorar a Wes Anderson a pesar de su pobre desempeño en la taquilla (¡sorpresa!). Desde luego sus películas son muy graciosas e impecablemente actuadas, pero no puedo ignorar un cierto aire pedante que hace que la aparente sofisticación de su comedia quede como una mera afectación y no como el honesto resultado de la vivacidad del argumento. Aún así, y sobre todo por el brillante elenco, puedo recomendar "Los Excéntricos Tenenbaums" como una buena comedia adulta, muy disfrutable y muy agradecida para hacernos olvidar por un momento la racha de comedias juveniles, vacías y con excesivo énfasis en la escatología, que amenaza en convertirse más adelante como una película de culto. Y desde luego, es obligatorio la visión de este filme para quien quiera disfrutar de la genialidad de Gene Hackman, quien no muy seguido hace comedia, pero que cuando la hace es siempre digna de admirar.

"Como su título dice, una excéntrica comedia"

sábado, 13 de febrero de 2010

Una Historia Sencilla

Director: David Lynch
Año: 1999 País: EE.UU. Género: Drama/Road Movie Puntaje: 10/10
Interpretes: Richard Farnsworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill y John Farley

Alvin Straight (Richard Farnsworth) tiene 73 años, es viudo, vive en Iowa con su hija discapacitada Rose (Sissy Spacek), padece un enfisema, tiene problemas de visión y de cadera y acaba de sufrir un brusco desfallecimiento. El médico le recrimina su mala alimentación y lo poco que cuida su salud. Cuando aún está convaleciente y necesita dos muletas para cualquier desplazamiento, recibe una llamada que alerta del grave estado de salud de Lyle (Harry Dean Stanton), su hermano mayor, con quien no se habla desde hace diez años. Al conocer la noticia, Alvin decide emprender un viaje en solitario hasta Wisconsin, donde vive Lyle, con el único medio de transporte que tiene a su alcance: un cortacésped. En la sencillez está la perfección. El turbio David Lynch sorprendió a todos con una película magistral que arrebata por su asombrosa y tierna simplicidad. El viaje en su pequeño tractor del conmovedor Farnsworth es un canto a la vida y un recital de clasicismo cinematográfico que alumbra, casi sin querer, una de las mejores películas de las últimas décadas.

En 1999 Lynch dirigió un pequeño proyecto, no escrito por él, sino por su compañera Mary Sweeny; se trataba de contar la peripecia real de un anciano de más de ochenta años, que durante varios meses, recorrió en su cortacésped, la distancia que le separaba de su hermano, con quien hacía años que no se hablaba, para verle, tras un infarto sufrido por éste. Ese viaje, se constituyó para mí en una experiencia mágica como espectador, en la última obra maestra que he visto en una sala de cine, y en la confirmación de que David Lynch era un creador de la talla de un Hitchcock, Ford o Wilder. Recuerdo que la primera vez que vi el filme, las lágrimas finales de Harry Dean Stanton, cuando por fin comprende lo que su hermano ha hecho por el, al final de la película, se confundieron con las mías. La emoción que Lynch es capaz de transmitir como nunca había hecho hasta ahora en este filme, solo pudo entonces y puede hoy, ser comparada con el placer de contemplar una noche estrellada con el hermano amado. Transmitir ese simple sentimiento, fue lo que convirtió a Lynch, en uno de los más grandes.

Lynch, demostró con “Una Historia Sencilla” que era un gran director de cine, más que eso, que era un gran autor, porque fue capaz de hacer lo que solamente hacen los grandes, tomar un material ajeno, desarrollado en un universo extraño a él, y llevarle a su terreno, dotándole de las obsesiones comunes en toda su obra, y de elementos reconocibles de su peculiar estilo, eso sí, respetando la base original. Es decir, seguir siendo Lynch, pero en una película como, en este caso, de John Ford. Si es cierto que Ford, tomó el Far West como lugar común de sus historias, no es menos cierto que trascendió ese espacio y ese tiempo concretos con temas universales, y que cuando salió de esa "reserva" donde desarrollaba sus filmes, siguió conservando la misma riqueza y rangos distintivos de su cine (ya fuese Irlanda, la guerra o el drama social). Lynch sigue sus pasos, en su evolución y confirmación como autor, y en el rodaje de este viaje que es además un viaje eminentemente fordiano.

Los personajes de Ford cabalgaban, emprendían un determinado viaje, y ese viaje no sólo era físico, sino además espiritual, el viaje exterior era además un viaje interior en el que los viajeros se transformaban por lo que iban encontrando, recordando o sintiendo, en cada parada del camino. Alvin Straight, el protagonista de esta filme que ingles se titula “The Straight Story” ("straight" no se correspondería sólo con el apellido del protagonista, sino que además daría el significado al título del filme de "una historia directa, auténtica", directa al corazón en este caso), en su viaje, su último viaje, va interaccionando con todos los personajes que va encontrando, aportándoles algo y desenredando gracias a ellos una compleja madeja de recuerdos personales. Resulta curioso, ver como la América profunda que Lynch retrata, es prima hermana de las Américas de “Terciopelo Azul” y de “Twin Peaks”, con personajes que podrían haber salido de cada una de estas películas: La mujer que compulsivamente atropella un ciervo cada día, los gemelos que reparan el cortacésped e incluso el propio hermano de Straight (que maravillosa aparición de Harry Dean Stanton)... En la América profunda de Lynch, un lugar propio, personal e intransferible, la gente se toma unas cervezas una tarde de domingo, viendo como se incendia la casa del vecino o toma el sol mientras devoran decenas de pastelitos rosas repletos de delicioso colesterol.

Straight, siente que debe hacer algo por la persona que compartió noches y noches enteras de sueños durante su infancia, y simplemente se pone en marcha. Durante los kilómetros que le separan, irá recordando como fue esa relación, la tragedia de su hija, (interpretada por una maravillosa Sissy Spacek), o el horror de las trincheras de una guerra enterrada en alcohol. Al ser una road-movie, el filme se estructura en episodios: el de la joven que aprende de Alvin el valor de la familia y decide volver al hogar del que ha escapado, el de la mujer de los ciervos, la carrera ciclista, la familia que le acoge cuando se encuentra en dificultades y su anciano vecino, el cura, el barman... cada capítulo le sirve a Lynch para ilustrar las reflexiones de este viejo marcado por el dolor, que Richard Farnsworth en la que fue su última interpretación, da vida de forma sobrenatural, a través de sus ojos..., de cada uno de los surcos de su cara..., de sus silencios... Y esas reflexiones, sobre lo que supone saberse viejo y pensar en lo que nunca mas vas a tener, sobre un mundo alocado en prisas permanentes, sobre la culpa y sobre el perdón van pegándose a la piel del espectador, estremeciéndolo por su veracidad y sencillez al mismo tiempo.

“Una Historia Sencilla” es en definitiva un inmenso travelling, un travelling de acompañamiento a 10 Km. por hora, plagado de emociones, crepuscular, reflexivo, muy similar al que abría “Terciopelo Azul”, que recorre el paisaje amado de Lynch, su fauna favorita, y que igualmente transcurre por los caminos y surcos del rostro de Richard Farnsworth, al son de las notas lentamente desgranadas por la partitura de un Badalamenti en estado de gracia. En su estreno, la película fue aplaudida por la cinefilia, pero ignorada por el gran público y los premios. Muchos seguidores de Lynch, ciegos, no le perdonaron su ruptura con el estilo de “Carretera Perdida”, y no supieron ver la fidelidad en el fondo del viejo maestro a sí mismo. Otros prefirieron premiar en Cannes a una película ya olvidada, en lugar de a esta. Los años han pasado y la película de Lynch sigue siendo una obra casi redonda, para disfrutar despacio y pensar. Una verdadera obra maestra. Aquí el trailer de España, en donde se titulo "Una Historia Verdadera".

"Una obra maestra absoluta. Una película íntegramente hermosa"