martes, 29 de septiembre de 2009

Abre Los Ojos

Director: Alejandro Amenábar
Año: 1997 País: España Género: Drama/Thriller Puntaje: 09/10
Interpretes: Eduardo Noriega, Penélope Cruz, Chete Lera, Fele Martínez, Najwa Nimri y Tristán Ulloa

Una fantástica película que juega con la realidad y los sueños, segundo largometraje del prometedor Alejandro Amenábar, la historia se centra en César (Eduardo Noriega) es un atractivo y apuesto joven que ha heredado una gran fortuna de sus padres. Vive en una lujosa casa de su propiedad en la que organiza lujosas fiestas. Una noche su amigo Pelayo (Fele Martínez) le presenta a su bella amiga Sofía (Penélope Cruz), pero su anterior amante, Nuria (Najwa Nimri), siente celos de ella. Al día siguiente intenta suicidarse junto a César en su coche. Cuando César se despierta en el hospital, su rostro se encuentra horriblemente desfigurado. Desde ese momento vivirá en una intensa pesadilla de la que querrá escapar.

Sobre la base casi de ciencia ficción de la criogenización (método aproximadamente científico que consiste en congelar a los seres humanos tras su muerte, para conservarlos poco menos que en formol hasta que se puedan resucitar y curar su mal), Amenábar imagina qué ocurriría si al susodicho cadáver exquisito le introdujeran el sueño de una vida aparente, y qué pasaría si ese sueño terminara siendo una pesadilla, una nueva versión de “Dorian Gray” en el que tenemos al guapo que quiere perpetuarse eternamente joven y bello, y el lugar del Diablo lo toma, muy apropiadamente, una anónima corporación empresarial sin rostro, más allá de los empleados que la representan, y hasta firman un contrato y todo... Aparte de esa visión sobre la inmortalidad y su precio, hay un thriller percutante, con la esquizofrenia del protagonista con las dos mujeres de su vida, una en sentido positivo y otra en negativo; hay, también, una reflexión sobre la belleza y cómo cambia la percepción del otro cuando esa hermosura desaparece. Pero, sobre todo, hay una elegancia visual, una limpidez icónica, una creatividad artística, que confirman el gusto.

La trama de la película mantiene una intriga que se mueve entre personajes confusos, aparentes desórdenes en el tiempo y/o la realidad, y una atmósfera inquietante. A pesar de la importancia del desenlace en este tipo de filmes (bien resuelto en este caso, a mi parecer), lo mejor que se desprende del conjunto de las escenas es esa atmósfera oscura, misteriosa, rica en matices, que alcanza momentos brillantes gracias al rico juego visual propiciado por el manejo de la luz y la cámara, y las sugerentes imágenes, capaces de transmitir multitud de emociones y pensamientos sin necesidad de grandes aspavientos (me quedo con la escena nocturna en la discoteca). Así, durante su visionado, pulularán por nuestra mente pensamientos y elucubraciones en torno a la importancia que da la sociedad actual a la imagen física y la estética, a la vez que nos hace preguntarnos cuánto de eso nos ha calado a nosotros mismos. También, sobre el precio que seríamos capaces de pagar por cambiar nuestra vida o, al contrario, por mantenerla como nos gusta.

Con este filme Alejandro Amenábar demostró al mundo su talento a la hora de escribir, musicalizar y dirigir un filme muy bien pergeñado desde la historia misma. Sin dudas alguna que esta película sirvió de base para muchas otras que posteriormente fueron muy populares, sobre todo por ser de ese tipo de películas donde una vuelta de tuerca cambia en 180º las vicisitudes y el contenido de lo que se está visionando. Cinta que durante el primer visionado seguramente generará confusión dada las intrincadas alternativas que va desarrollando, no obstante cuando se presentan todos los giros narrativos que dan sentido a las circunstancias, las piezas del rompecabezas encuentran la posición justa y a partir de allí es donde empezamos a valorar la originalidad y calidad narrativa de esta cinta que mezcla el drama, el romanticismo, la intriga y por qué no la ficción.

Sin dudas que el valor agregado de este filme viene de la mano del factor sorpresa, el cual es imprevisible y satisface dando sentido al relato una vez que el Amenábar lo expone ya en el final del filme, por ello recomiendo ir prestando atención y no desalentarse por la enmarañada narración que pareciera no tener ni pies ni cabeza, ya que el desenlace del filme le otorga la significatividad necesaria como para terminar encomiando la astucia y originalidad de este filme. Si bien el atractivo principal del filme es su factor sorpresa, el cual es ávidamente esperado para poder ir acomodando las ideas que del argumento van surgiendo, también la cinta es rica en conceptos. Así, la película abordará temáticas tales como la cultura de la belleza física, el rechazo hacia lo estéticamente desagradable, los celos, la obsesión y el anhelo del ser humano por la tan ansiada inmortalidad. Pareciera que poco tienen que ver estos tópicos, no obstante esta obra sabe combinar muy bien dichos conceptos para dejar como resultado una cinta intrigante y reflexiva en sus variantes.

El filme posee apenas discretas actuaciones, de las que puedo destacar la interpretación de Eduardo Noriega quien brinda un protagónico convincente (ojo, nada del otro mundo), bien secundado por Chete Lera como el psiquiatra que trata de traer luces y claridad ante tanto caos. Además debo decir que me ha gustado bastante (a parte del guión) la banda sonora con dejos de pesimismo y aflicción que envuelven las enredadas circunstancias que dan vida el filme. Si quisieran podrian comparlo con su remake estadounidense "Vanilla Sky", con Tom Cruise en el papel principal, seguro que se quedarian con la original. En fin, "Abre Los Ojos" es una cinta enmarañada y descohesionada, con saltos tempo-espaciales, donde la realidad se mezcla con lo onírico casi al límite de la paranoia. Situaciones bastantes complejas pero que son resueltas a la perfección gracias a una conclusión narrativa bien a la altura de las circunstancias.

“Una película en donde se entremezcla la realidad y la ficción”

sábado, 26 de septiembre de 2009

La Vida Es Bella

Director: Roberto Benigni
Año: 1998 País: Italia Género: Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Giorgio Cantarini, Marisa Paredes, Giustino Durano y Horst Buchholz

Debo confesarles que es una de las más tiernas y dramáticas que he visto, la historia se traslada en Italia, unos años antes de que comience la Segunda Guerra Mundial, en donde un hombre llamado Guido (Roberto Benigni) llega a un pequeño pueblo de la Toscana con la intención de abrir una librería. Allí conocerá a Dora (Nicoletta Braschi), la prometida del fascista Ferruccio, con la que conseguirá casarse y tener un hijo. Con la llegada de la guerra los tres serán internados en un campo de concentración donde Guido hará lo imposible para hacer creer a su hijo que la terrible situación que están padeciendo es tan sólo un juego.

"La vida es bella", posiblemente sea el más hermoso canto a la vida y al optimismo, que haya hecho la industria del cine jamás. Roberto Benigni logra crear una película, donde los momentos de comedia y de drama, se suceden con una gran inteligencia y sobre todo, con una maestría fuera de toda duda. La historia es desenfadada, tierna, pero al mismo tiempo posee una gran profundidad y desde una óptica positiva, el italiano recrea lo que significó el holocausto nazi. Todo ello, impregnado con su peculiar estilo y su manera tan personal, de entender el cine y los aspectos de la vida. Hay algunas películas que además de ser buenas, te aportan algo nuevo o te dan un punto de vista distinto de las cosas. Esta es una de ellas. Te hace reflexionar. Si bien sabíamos que la vida es mejor o peor dependiendo de cómo afrontemos las situaciones, y de cómo encajemos los golpes, aquí se muestra de una manera convincente y a la vez imaginativa. Y eso es precisamente lo más destacable que ofrece. La imaginación. De todos modos hay que reconocer que un personaje como el protagonista resulta inimaginable en la vida real. Pero para eso está el cine, ¿no?

La manera en que la fantasía y la magia impregnan la vida cotidiana, primero en un pueblo de la Toscana, y después en un campo de concentración nazi; la manera en que un hombre dotado de una desbordante imaginación consigue llenar su vida y la de sus seres amados de pura felicidad, amor, esperanza; la asombrosa manera en que logra proteger a su familia de la terrible amenaza que se cierne sobre ellos. Esta es una película que nos habla de que la esperanza y la imaginación son el camino para remontar todas las desdichas. Nos anima a no perder la sonrisa, a apurar la vida al máximo, a AMAR sin restricciones, a recurrir a la magia de un gesto o un detalle que sirva para hacer feliz a alguien. Es un canto a la superación, a la capacidad de resistir el miedo con la mejor cara para dar fuerzas y esperanzas a nuestros seres amados cuando están en peligro. Y también una oda a la paz, haciéndonos ver, con su tierna ingenuidad, el absurdo de las guerras y de los odios y de las ideologías que atentan contra la integridad humana. Se nos muestra que los milagros se pueden hacer realidad si tenemos la fe suficiente, si el amor es lo bastante fuerte.

En el país del tío Sam muchos la criticaron porque era una comedia ambientada en la brutalidad de la II Guerra Mundial y concretamente en los campos de concentración, pero no se dieron cuenta de que en realidad Benigni nos cuenta dos historias distintas pero con unos mismos personajes. La primera se situa años antes de la guerra y es simplemente una comedia romántica donde vemos como Guido hace mil peripecias para conquistar el corazón de su princesa. La segunda parte de la fábula es donde entra el juego la crueldad de la guerra, y ahora en lugar de reir lloramos, lloramos no por ver hasta que punto llega la maldad de los nazis, lloramos por ver hasta que punto llega el amor de un padre por su hijo, nos emocionamos cuando Guido hace sus mil peripecias pero ahora por proteger a Josué. Así, sin escenas violentas, Benigni nos adentra en su cuento con la ayuda de la magnífica edición de Nicola Piovani y con una fotografía que crea perfectamente la atmósfera de miedo e ilusión que se convierte en el fondo de ésta bellísima historia de amor.

Hay escenas geniales, planos enternecedores, momentos en los que aparecerán sonrisas y otros, donde incluso se escapará alguna lágrima. Además, la banda sonora es magnífica y las interpretaciones de los actores, increíbles. En definitiva, todo es maravilloso en "La vida es bella" y se trata de una película, que con el paso del tiempo adquirirá el carácter de clásico y que no dejará indiferente a nadie. Así que pocas veces, tantos premios fueron tan merecidos en una obra, donde por encima de todo reina el amor y eso, cuando se está rodeado de tanta barbarie, tiene sin duda mucho mérito. Esta es sin lugar a dudas la obra maestra particular del irregular Roberto Benigni. En aquel año 1998, todo el mundo quedó estremecido ante ésta tierna historia, esta bella fábula contemporánea que nos hizo sonreír y soltar lágrimas a partes iguales.

Hermosísima historia "chaplinesca" que conquistó el corazón de medio mundo. La ternura, la sonrisa y la tragedia se entremezclan, como hacía muchos años que no se había visto en una película imprescindible de los noventa. El mayor éxito internacional del cine italiano desde la época dorada de Fellini, nmultipremida, formidables críticas y una excelente taquilla son algunos de los datos de esta fábula sobre el escapismo de la imaginación en los tiempos del horror nazi. Si todavía no la ha disfrutado véala cuanto antes: reirá y llorará como todos.

"Bella y conmovedora"

jueves, 24 de septiembre de 2009

Con Ánimo de Amar

Director: Wong Kar-Wai
Año: 2000 País: China Género: Romántico/Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Tony Leung, Maggie Cheung, Rebecca Pan, Liu Chum y Siu Ping-Lam

Sigo repasando la filmografía de Wong Kar-Wai, esta vez le toca “Con Ánimo de Amar”, que para mi es la mejor cinta del director chino, la trama se centra en Sr. Chow (Tony Leung). El redactor jefe de un diario local, él y su mujer se mudan a un inmueble habitado principalmente por la comunidad de Shanghai. Chow conoce a Li-zhen (Maggie Cheung), una joven que acaba de instalarse también en el edificio junto con su esposo. Ella es secretaria en una firma de exportación y su marido es representante de una empresa japonesa para la que continuamente está en viaje de negocios. Como su propia mujer se encuentra también a menudo fuera, Chow pasa cada vez más tiempo en compañía de Li-zhen. Quedan a menudo con sus caseros para jugar al mahjong o hablar de las últimas noticias. Chow y Li-zhen se hacen buenos amigos. Un día, deberán enfrentarse a los hechos: sus respectivos cónyuges están teniendo una relación amorosa.

“Con Ánimo de Amar” supone una revisión estética y narrativa del melodrama clásico de tantas resonancias en las cinematografías vanguardistas, con el cine de la incomunicación de Antonioni como referente de cabecera. Ahondando en esta influencia, Wong presenta unas relaciones personales teatralizadas por sus personajes, temerosos de caer en el mismo pecado en que han caído sus respectivos y pérfidos cónyuges. Pretenden jugar a prohibirse la posibilidad de enamorarse porque quieren diferenciarse a toda costa de aquello que ellos mismos han sufrido, de aquello que los ha hecho como son. En realidad, enamorarse les supone, por culpa de una férrea y aleatoria santificación de unas determinadas convicciones sociales, lo contrario de lo que "debe ser" el amor en cualquier sociedad desarrollada, enamorarse les conduce inexorablemente hacia la desaprobación social, hacia la separación. Kar-wai confía en que el poder de sugestión que tienen sus imágenes ilumine la imaginación del espectador para que éste reconstruya la película a su gusto y sepa montar el film que más se ajuste a su mentalidad. El director chino si encuentra un espectador activo, propone una película fascinante.

Wong Kar-wai, director de “Ángeles Caídos”, cambia de registro visual, abandona su estética habitual de cámara al hombro y se alinea con el montaje vivo basado en planos fijos en el que casi siempre predomina la verticalidad, ofreciendo una estilización que casa perfectamente con una dirección artística y vestuario tan puntillosos como lo habrían sido bajo las batutas maestras de estetas como Ophüls o Sternberg. Kar-wai aprovecha la figura de su protagonista, juega con la fragmentación metódica del tiempo por medio de un recurso tan rara vez empleado como es ese vestuario. El director privilegia la estética sobre una trama que voluntariamente nunca queda resuelta. Wong Kar-wai acuerda el trato de sus personajes con maquillajes premeditadamente falsos y exagerados, con peinados fuera de época en su propia época, con luces deliberadamente embellecedoras e imposibles, con un encuadre siempre desde el ángulo preciso y perfecto para destacar la belleza y el poder de la actuación de Maggie Cheung, uno de los grandes valores de la interpretación contemporánea, con las cámaras lentas y una música que se reitera para señalar el estado de ánimo de unos personajes prendidos por los sentimientos que inspira el título original.

La historia, que ni así podríamos llamarla, es de una sencillez abrumadora, y con sencillez se nos narra, pero eso sí, con una sensualidad barroca increíble. “con Ánimo de Amar” se vivencia y siente de forma integral, con todos los sentidos. Se nos muestran un par de tobillos, y nos llega un mundo entero; se nos presentan dos personas en una habitación, y ese universo tiene la complejidad que no alcanzan filmografías enteras. La fijación de desenvolver a los personajes siempre en el encierro es despiadada, en cargadas habitaciones, en asfixiantes pasillos, en insidiosos planos, todo, hasta la lluvia, se alía para maltratar la estable paz de espíritu de los protagonistas. Porque no sabemos a ciencia cierta que es lo que hay tan fuerte como para contrarrestar la imperiosa inclinación de la pareja, como para levantar tan sólido muro entre ambos, que en el momento de mayor acercamiento, íntimo y cómplice, la distancia es sideral. Y tampoco tiene Wong Kar-Wai piedad de mí, que con desespero intento desentrañar el mundo interno de los protagonistas, lo ignoto en el corazón de los personajes, el secreto confiado a las ruinas, porque estas son un reflejo de mi mismo, de la historia que me acaban de insinuar. Algunas relaciones se diluyen como el humo que a veces inunda la pantalla, otras perviven y maduran como las ruinas honradas con nuestros secretos. El más mínimo detalle y elemento de esta película se dedica a dotar de vida y alma a los personajes, y cualquier gesto, mirada, insinuación, inflama los sentimientos, los suyos y los nuestros, estremeciendo todo.

La actuación de Maggie Cheung (una diosa oriental en el cenit de su interpretación) es formidable, la cadencia de sus movimientos acentuados por las insistentes cámaras lentas y el cambio constante de vestidos (hasta 19 distintos) absorbe nuestra ferviente mirada, por otro lado Tony Leung no se queda atrás (mejor actor en Cannes 2000 por este filme) ambos se complementan a la perfección y entregan memorables momentos de pura sensualidad. Un punto aparte es la música (aquí se revela también otro de los puntos altos del director afincado en Honk Kong) el tema recurrente (Yumeji’s theme) que pertenece a Shigeru Umebayashi, el tema marca los encuentros de Chow y Chan que parecen danzar por escaleras y pasillos buscando encontrarse y tocarse sin lograrlo plenamente. Así mismo son significativas las canciones de Nat “King” Cole (Aquellos ojos verdes, Quizás, quizás, quizás) que como las volutas de humo de los infinitos cigarros de Chow, van y vienen entrelazándose con la historia, las letras de las canciones parecen decir aquello que los protagonistas no pueden expresar.

En conclusión Wong Kar-Wai nos acaricia el alma con esta bella, dolorosa e intimista historia de dos seres que se lamen mutuamente sus lacerantes heridas amorosas. "Con Animo de Amar" parte de un contenido argumental mínimo que en lugar de resultar contraproducente evidencia la gesta que constituye construir un auténtico poema con tan primarios mimbres. Todo o casi todo en esta película raya la perfección. Fotograma y música se funden regalándonos secuencias absolutamente memorables. Atención también al turbador y envolvente erotismo de Maggie Cheung y a la honda y melancólica mirada de Tony Leung. Sublimes. Especialmente indicada para todo espíritu sensible y para todo aquel que no tenga el corazón de piedra. Sencillamente la historia de amor más bella que he visto en la pantalla grande.

“Maravillosa, la historia de amor más triste del mundo"

martes, 22 de septiembre de 2009

Río Místico

Director: Clint Eastwood
Año: 2003 País: EE.UU Género: Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Laurence Fishburne, Marcia Gay Harden y Laura Linney

En este blog hemos analizado varias películas de Eastwood, pero nos faltaba una de sus películas más oscuras, “Río Místico”. Cuando Jimmy Markum (Sean Penn), Dave Boyle (Tim Robbins) y Sean Devine (Kevin Bacon) eran unos niños que crecían juntos en un peligroso distrito de Boston, los tres pasaban los días jugando al béisbol en la calle. No sucedía nada importante en su barrio. Hasta que Dave se vio obligado a tomar un rumbo que cambiaría las vidas de todos ellos para siempre. Veinticinco años más tarde, los tres se vuelven a encontrar por otro acontecimiento de gran trascendencia, el asesinato de Katie Markum, la hija de 19 años de Jimmy. A Sean, que se ha hecho policía, le asignan desenredar este crimen aparentemente sin sentido y junto a su compañero (Laurence Fishburne) también deberán estar atentos a las acciones que realice Jimmy, que busca justicia por sus propias manos.

Aunque a primera vista "Río Místico" podría parecer un drama criminal que trata de resolver un homicidio, en realidad se trata de un estudio de personalidades, que emplea los procedimientos policíacos como marco para retratar los vaivenes emocionales de los protagonistas. Cada uno de ellos carga con diversas presiones, preocupaciones y culpas, y la investigación funciona como catalizador para llevar las cosas a un explosivo punto, en el que la amistad tendrá que dejar paso a la lealtad familiar y al supuesto brazo de la ley. La película se centra en las emociones de los personajes. Tal vez algunos de ellos parecen superficiales o irrelevantes (como el policía interpretado por Laurence Fishburne) pero aunque no influyan mucho en la trama, sirven para dar mayor textura y profundidad a la historia.

Esta excelente película ofrece, como pocas veces en el cine de los últimos tiempos, una historia en la que el thriller y el drama su funden asombrosamente ante un espectador que queda atrapado tanto por la evolución de los personajes como por la intriga del relato. Escasas son las ocasiones en las que un thriller americano se acompaña de una compleja tragedia que escarba profundo en traumas, justicias y sentidos de la vida. "Río Místico" es, entre otras muchas cosas, una película que nos habla principalmente de la pérdida de la inocencia y de la imposibilidad de evitar al destino, de cómo un hecho violento acaecido veinte años atrás marca indeleblemente las vidas de tres personajes y de aquellos que les rodean hasta tal punto que pese al tiempo transcurrido y el deseo por parte de todos ellos de continuar con sus vidas, la fatalidad alcanza de nuevo con su larga mano las vidas de todos y, como en una tragedia griega contemporánea, vuelve a unir sus destinos en una cruel historia de violencia y sufrimiento.

Lo destacado de este film es su ritmo, sus actuaciones y sobre todo la magnífica dirección por parte del veterano Clint Eastwood, pero además la historia, aunque a veces pareciera muy común la verdad no lo es, el conflicto que se crea en los personajes principales le da fuerza y emotividad a la trama, aunque el ritmo que utiliza Eastwood en la mayoría de sus cintas pareciera lento aquí lo ayuda a crear la tensión y atrapa la atención del espectador gracias al desenvolvimiento. Eastwood, quien ya ha mostrado su capacidad como director en filmes como “Los Imperdonables” y “Un Mundo Perfecto”, nos demuestra que su criticado estilo, lento y apacible, puede tornarse doloroso y angustiante en una trama donde los silencios generan mucha más expectación que la música misma y donde las actuaciones se transforman en verdaderas sensaciones de personas vivas. El trabajo de Eastwood como director no sólo se aprecia en la excelente composición de la cinta, además de que también funge como el compositor de la partitura musical la cual es magnifica. Sólo queda confirmar que, en conjunto, Eastwood y su insuperable reparto dan una lección de cine oscuro, sórdido, apasionante.

El pesimismo que invade toda la película es tal que resulta inevitable no hacer una lectura de "Río Místico" como certera imagen de una sociedad que, como hacen los personajes de la película, esconde y entierra sus pecados donde nadie pueda verlos, con las terribles consecuencias que ello conlleva. Una sociedad carcomida por la violencia que sin duda ha ayudado a construirla, una violencia que no agota sus efectos en los hechos puntuales que suceden en su momento sino que ex-tiende sus ramificaciones a lo largo del espacio y el tiempo, atrapando por igual en su espesa e inevitable telaraña tanto a los que ejercen esa violencia como a los que son víctimas de ella. Esa metáfora cobra toda su fuerza en la secuencia final de la película, ambientada con certera precisión en las celebraciones del cuatro de julio, que conmemora los orígenes de la nación y que reúne a todos los protagonistas de la película en una contundente y escalofriante consecuencia que va desde el silencio cómplice que oculta que siempre quedan cosas pendientes de resolver y sacar a la luz, al aislamiento y soledad de uno de los personajes contrapuesto a la reafirmación del apoyo familiar como manera de encubrir los hechos y evitar que el cáncer salga a la luz y, sobre todo, el rostro de un niño tan perdido en medio de esas celebraciones y con un futuro tan incierto como el que se abría ante esos tres personajes veinte años atrás.

El buen desempeño que logran los actores son realmente aprobables Sean Penn, Kevin Bacon y Tim Robbins, por si esto fuera poco los actores de reparto también brillan con sus actuaciones, tal es el caso de Marcia Gay Harden y de Laura Linney. No hay que olvidar que por este filme Sean Penn y Tim Robbins también fueron ganadores del oscar a mejor actor y actor de reparto respectivamente, sus actuaciones son soberbias en ambos casos. En conclusión es una de las mejores producciones de esta década, que verdaderamente provocará la reflexión, la desesperación y ansiedad en los espectadores, mostrándonos que no todo es como aparenta y que aun quedan directores y actores que pueden hacer una película tan digna e inteligente como esta.

"Tan inquietante que hipnotiza"

domingo, 20 de septiembre de 2009

Tesis

Director: Alejandro Amenábar
Año: 1996 País: España Género: Thriller Puntaje: 10/10
Interpretes: Ana Torrent, Fele Martínez, Eduardo Noriega, Nieves Herranz y Rosa Campillo

Genial opera prima del español Alejandro Amenábar, la película cuenta la historia de Ángela (Ana Torren), una estudiante de Imagen que esta preparando una tesis sobre la violencia audiovisual. Como complemento a su trabajo, su director de tesis se compromete a buscar en la videoteca de la facultad material para ella, pero al día siguiente aparece asesinado en la filmoteca. Ángela conoce a Chema (Fele Martínez), un compañero experto en cine gore y pornográfico, y a Bosco, un extraño chico, amigo íntimo de una joven asesinada en una “snuff movie” (grabaciones de asesinatos reales).

La primera película de uno de los directores más audaces y precoces del cine español. El director y productor José Luis Cuerda, confió en Alejandro Amenábar e hizo posible uno de los últimos fenómenos del renovado cine español. Es un thriller apasionante, en el que la perversión y el suspense cautivan al espectador mediante una atmósfera agobiante. Una película que sitúa una trama policíaca en un ambiente juvenil. Fue un film que sorprendió bastante en su momento, pero que con el paso del tiempo ha perdido algo de gancho. Rodada con un escasísimo presupuesto, Amenábar logra crear una magnífica película de suspense con referencias a Hitchcock y en algunas escenas a algunos de los clásicos de terror.

Amenábar juega con nuestro morbo de manera sutil, sugiriendo el horror pero no mostrándolo directamente; un recurso magistral, demostrando mucha profundidad psicológica y una gran capacidad para agitar nuestros más hondos temores, sin que apenas presenciemos escenas verdaderamente desagradables. Generalmente las películas de terror no me suelen gustar, pero este género de puro terror psicológico nos llega y nos toca por ahí dentro emociones que no nos agrada sacar a la luz.

El final es uno de los más inquietantes que jamás he visto en una película. Y todo sin que aparezcan imágenes truculentas. Se utilizan sobre todo recursos auditivos, se busca agudizar otros sentidos, y creo que el resultado es mucho más escalofriante que si se hubieran mostrado directamente las escenas fuertes. El mensaje es contundente, nos quedamos con una sensación de incomodidad y puede que con la conciencia no demasiado tranquila.

La intriga está organizada sobre las contradicciones que el relato va desvelando entre la apariencia y la realidad. Pistas falsas, cambio de orientación en las sospechas. El argumento le puede al tema. Hay que averiguar quién es el villano. El personaje de Ana Torrent muestra la obsesión por la mirada en el universo audiovisual contemporáneo. El personaje de Fele Martínez es un apunte sobre la fascinación juvenil por la violencia como espectáculo de masas. La reflexión final es que el espectador del film vea confrontado con su actitud hacia la exhibición impúdica del dolor como espectáculo social.

El ritmo de la película es de un thriller muy bien conseguido: el trío de protagonistas no puede ser mejor con el guapo seductor, el amante de la violencia ajena, y la bella y misteriosa muchacha que quiere estudiar lo que en verdad le tiene loca: la atracción y el rechazo por la violencia, incluida o sobre todo, la que a lo mejor, quizás, tal vez, le gustaría padecer...completamente imperdible.

“Intrigante cinta que crea tensión y atención al espectador”

miércoles, 16 de septiembre de 2009

New York, New York

Director: Martin Scorsese
Año: 1977 País: EE.UU Género: Drama/Musical Puntaje: 08/10
Interpretes: Robert De Niro, Liza Minnelli, Lionel Stander, Barry Primus y Georgie Auld

Nostálgico filme del gran Martin Scorsese, la historia se centra en la ciudad del titulo de la cinta, New York, en donde Jimmy (Robert De Niro) un impetuoso y persuasivo saxofonista quiere pertenecer a una gran banda. Francine (Liza Minnelli) es una tímida cantante de bar que sueña con llegar a ser famosa. Cuando se conocen, surge una atracción inmediata, y cuando él toca y ella canta, consiguen hacer temblar hasta los rascacielos de la gran ciudad. Es el comienzo de una tormentosa relación que pondrá a prueba su capacidad para encontrar el equilibrio entre su pasión por el jazz y el amor que los une.

Obra magna del cine de todos los tiempos, producida por Irwin Winkler y dirigida por Martin Scorsese, en la que rinde homenaje a los musicales clásicos de los años 40 y 50 ("Cantando bajo la lluvia", "Melodías de Broadway 1955", "Cita en San Luís", etc.), al hilo de una historia que narra las peripecias de las bandas de música de la época, la difícil historia de amor entre los protagonistas y el triunfo de ambos tras la ruptura. También constituye un homenaje a su ciudad natal, que dibuja con cariño y pasión. Es, además, un homenaje a la música, a los músicos y a las bandas de música que, con fatigas, transportaron a lo largo y ancho de EE.UU motivos de baile y alegría en los años que para ellas fueron los de mayor esplendor.

Destaca el marcado contraste que se da entre el realismo, la sobriedad y la sinceridad casi documental de la historia central y la espectacularidad del vestuario, la fastuosidad de los decorados (interiores y de exterior), la brillantez de la iluminación y la magnificencia de la coreografía, que trasmiten una sensación de pretendida ampulosidad y artificiosidad. La banda sonora contiene una veintena de composiciones clásicas de jazz, cuya audición constituye un magnífico recorrido por la historia del jazz y del "swing" (jazz para bailar) de la primera década de la Postguerra. Además incluye cuatro temas originales, de John Kander (música) y Fred Ebb (letra), entre los que destacan "Happy Ending" y "New York, New York". Ésta última alcanzó un gran éxito y se popularizó en dos versiones (Minelli y Sinatra).

La fotografía y la cámara aportan un elemento importantísimo de brillantez y belleza plástica. El juego de multiplicar algunas imágenes, para trasmitir sentimientos, con la ayuda de espejos se repite en varias ocasiones, pero con finalidades diferentes a las de "La dama de Shangai" en la que se utiliza al servicio del suspense. En la escena del camerino de Francine, la cámara se sitúa en el lugar del espejo en el que ella pasa de mirarse a mirar con espectación. La cámara reproduce la imagen del ojo derecho de ella buscando la llegada de Jimmy hacia el fondo de la estancia.

Las escenas del capítulo titulado "Happy Endings", suprimido de la versión inicial, constituye una delicia visual y musical, que finaliza de modo magistral al transformarse un gran brillante de fantasía en el foco de luz de la pila que Francine utiliza como acomodadora de la sala en la que se proyecta su interpretación. Algunas imágenes se utilizan para comunicar al espectador determinados hechos: la visión de la rueda de un autocar que gira velozmente y una breve visión de las líneas discontinuas de la calzada bastan para indicar que la banda realiza muchos viajes, a notable velocidad, para actuar en muchas localidades.

Ver esta película, es tomar una clase de actuación gratuita a cargo de la Minnelli. Es maravilloso su trabajo y como muestra los 16 "No", también cabe destacar el fenomenal trabajo que cumple el siempre genial Robert De Niro, el final es simplemente maravilloso, Además, podemos constatar que el director también se interesa por temas, tratamientos y estilos que otros desprecian. La película constituye en si un gozo para los sentidos, un estímulo para la mente, un bálsamo para el corazón y una fuente de emoción estética para el espíritu.

“Un homenaje al cine musical, con un aroma de genialidad”

martes, 15 de septiembre de 2009

Ángeles Caídos

Director: Wong Kar-Wai
Año: 1995 País: China Género: Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Leon Lai, Michelle Reis, Takeshi Kaneshiro, Charlie Yeung, Karen Mok y Fai-hung Chan

Ahora hablare de mi película predilecta, me refiero a Ángeles Caídos (Fallen Angels) del gran director chino Wong Kar-Wai, la película nos narra la historia de Wong Chi-Ming (Leon Lai), un asesino a sueldo que cansado de su trabajo se plantea dejarlo. La encargada de buscarle los encargos, es una prostituta (Michelle Reis) que vive apasionadamente enamorado de él, aunque nunca se haya conocido en persona. Wong Chi-Ming conocerá a una mujer (Karen Mok), con la que comenzará una relación. Ésta, con el tiempo, coincidirá con (Reis) y les preparará una cita en la que él le confesará sus deseos de retirarse. La prostituta sintiéndose rechazada, le preparará un último trabajo. Intercalándose con esta historia nos encontramos con un joven mudo (Takeshi Kaneshiro) que viviendo con su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia física. Sus días transcurren entre los dispares trabajos nocturnos y servir de consuelo a una joven engañada por su novio.

Dos líneas narrativas son las que conforman la película: por un lado, un asesino a sueldo cansado de su trabajo y que decide retirarse, por otro, un peculiar ex convicto que ha quedado mudo por comer piñas expiradas (obsesión de uno de los personajes de “Chungking Express”, interpretado por el mismo actor) de niño y que ahora huye de la policía mientras opta por una curiosa forma de trabajo nocturno, abre tiendas ajenas por la noche y obliga a los eventuales clientes a comprarle. El asesino tiene además el complemento de su socia, quien opera todo el aspecto logístico y organizativo de la sociedad. Ella (Michelle Reis, sin nombre y de oscura sensualidad), se ha ido secretamente enamorando de este socio al que nunca ve en persona y del cual se va apropiando objetos. El exconvicto, no sabe todavía que busca el amor, hasta que lo encuentra y lo pierde sin haberlo tenido jamás. Ambas líneas, como en todo film de Wong, están destinadas a cruzarse, a conocerse.

Filme noir con toques bizarros, gran videoclip, película de gangsters versión Wong kar Wai, los rótulos resultan insuficientes y querer encasillar la película en algún lugar no conduce a nada productivo. En “Ángeles Caídos”, de todos modos, la realización termina imponiéndose a la historia. Los personajes tienen numerosas escenas y momentos de los que se suelen llamar “memorables”, pero terminan funcionando como sumatoria de partes y no como un todo. La fotografía de Chris Doyle y el montaje de William Chang (quien también está a cargo del diseño de producción y del vestuario) son de tal virtuosismo y potencia que la trama pasa en varios momentos a un débil segundo plano.

Si uno recogiera cada plano de esta película, probablemente podría cada uno ser una obra en sí mismo. La velocidad de los cuadros por segundo, sin embargo, los convierte en obras efímeras, que se esfuman a gran velocidad para ser reemplazados por el siguiente. La imposibilidad de asir nada, la realidad que atropella a sus participantes, con un nivel de agresividad que “Chungking Express” no tenía, es lo que termina conformándose en el eje de “Ángeles Caídos”.

Los personajes rara vez dialogan. La película está plagada de monólogos interiores que casi nunca se exteriorizan. El asesino termina, narrativamente, corriéndose hacia el fondo, para ser opacado por las figuras de la Agente y de Wong Chi-Ming. La primera es el paradigma del deseo, desde la forma de vestirse, de caminar, de mirar, pero se tiene completamente negado el contacto físico con los demás. Todo es calculado, frío, la única manera de permanecer a salvo. Por eso, en vez de tener sexo con el hombre que quiere, se masturba, vestida, en soledad. En esos instantes, la cámara de Doyle comienza con un plano entero donde puede verse a la Agente tendida en la cama del Asesino, en uno de sus momentos de ausencia, lógicamente -, y luego va bajando hasta que el cuerpo queda oculto tras sus piernas. Esas piernas, vestidas para atraer la mirada hacia ellas, pero no para ser tocadas; estética, no sustancia. Tras suyo, el deseo de un fantasma, sólo parcialmente satisfecho a partir de los fragmentos.

Al mismo tiempo, las convenciones de género se ven subvertidas, cuando no tratadas casi con desprecio. Cuando el Asesino lleva a cabo sus encargos, la acción es trabajada como en las clásicas películas del género de gangsters hongkonés, pero no hay disfrute alguno en la escena. Se realiza con precisión y termina, nada más. Así también el personaje de Baby, como la rubia estúpida y chillona, mezcla de teen popstar japonesa y pseudo-Marilyn americana (dos de las influencias culturales importantes de Hong Kong). Rubia, bonita, tonta y dispuesta al sexo con tal de no estar sola. Es un maniquí parlante, las escenas en que ella está presente saturan aun más y la cámara parece enloquecer… sin embargo, el último plano de ella se detiene y la muestra sola ante un pasillo oscuro. “Ángeles Caídos” es el punto de inflexión para la dupla Wong / Doyle en cuanto a perfección y virtuosismo estilístico. Es el film manierista de Wong, en el cual sus propios personajes quedan disueltos ante la maravilla audiovisual, no obstante lo cual es como un gran viaje ácido y extremo por la visión del realizador sobre su Hong Kong.

“Un drama experimental y apasionado”

lunes, 14 de septiembre de 2009

Tres Colores: Rojo

Director: Krzysztof Kieslowski
Año: 1994 País: Polonia Género: Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Irène Jacob, Jean-Louis Trintignant, Jean Pierre Lorit, Fréderick Feder y Samuel Le Bihan

Bueno este es mi primer post en El Pelífomano, me toca hablar de “Tres Colores: Rojo”, la ultima entrega de la fabulosa trilogía de Krzysztof Kieslowski, la historia se centra Valentina, una joven estudiante que se gana la vida como modelo, en una noche conduciendo su auto atropella con su choche a una perra que espera cachorros. La búsqueda de su dueño le conduce a un juez jubilado con una extraña obsesión: espiar a los vecinos. Entre ellos se creará una relación especial.

Kieslowski cierra su espectacular "trilogía de los colores" de forma perfecta; además de ser la más conseguida de las tres (para mi vaya ver que piensa Henry), el gran director polaco captura personajes y situaciones de sus dos anteriores filmes y los incorpora en esta última película sin perder ésta su autonomía, dando un sentido más completo e interesante a la trilogía. En ella el experimentado director hace una búsqueda de las oportunidades perdidas y de las vidas rotas o truncas de sus personajes.

“Tres Colores: Rojo” juega con una temporalidad superpuesta que confunde y admira al público. Lo que quiero decir es que superpone la vida de una persona mayor sobre la de una persona joven y esto nos lleva a creer que lo que estamos viendo no es más que la representación en flashback de una vida ya pasada y que por tanto, el final de esta representación será la tragedia que vivieron los protagonistas en el pasado. Pero el director nos recuerda que estamos ante una película realista y nos pone el corazón en un puño para descubrirnos como cerdos tragando margaritas, rebozados en nuestra propia... ignorancia.

Kieslowski juega con el amor y el destino para narrar su filme, pero otro aspecto fundamental muy ligado a esto es la ignorancia. Ya lo comentábamos en el párrafo anterior, la ignorancia puede ser la mejor de las sabidurías. Pongamos un ejemplo claro ¿Serías más feliz sabiendo que tu pareja te ha puesto los cuernos o ignorándolo por el resto de tu relación? El que se atreva a contestar esto rápido tal vez no ha entendido la pregunta. Y además juega con preceptos morales que ponen en duda el ser y el deber ser. Si fueras juez y estuviera en tu mano el condenar a alguien que te ha dañado aunque sepas que en el delito por el que le juzgas es inocente ¿Qué harías? ¿Y como repercutirá esto sobre la realidad?

Dejémonos ya de preguntas, ya hemos tenido suficientes por hoy. La técnica de este filme pasa bastante inadvertida aunque la fotografía es de una calidad enorme, jugando con el rojo y la sensualidad femenina para conformar una imagen que representa y se quedará grabada para siempre en tu retina. Como la parte inicial con cierto toque de originalidad podemos ver como se rueda una conversación telefónica de forma distinta a la habitual, pasando por el cable telefónico por diversas superficies. Además el binomio actoral Jacob- Trintignant funciona con soltura una vez introducidos espectador y película en la misma palestra. Ambos simbolizan confusión y destino con una elegancia inusitada.

Por último y por fin, terminamos la saga con algunos puntos comunes:

*Las películas no tienen una unión argumental sólida lo que te permite ver uno de los filmes sin ver los otros aunque es algo no recomendado.
*Se unen en algunos puntos como puede ser la escena de la anciana y la botella, el juzgado (en el caso de Azul y Blanco) o en el final de Rojo, final que por cierto nos da la clave de la cronología lógica de la saga.
*Las tres utilizan en sus encuadres los colores por los que llevan el título. Azul es la que mejor hace uso de este recurso, siendo menos vistoso en blanco y apabullante rozando el ridículo en algunas ocasiones en Rojo
*Los colores de la trilogía conforman los de la bandera francesa. La única conclusión a la que he podido llegar de este hecho, aparte de que como recurso poético es una gran idea, es que las tres historias se desarrollan en Francia y Francia resulta ser un elemento importante para el desarrollo de las mismas, sobretodo en el caso de Blanco.

Una trilogía fundamental que nos hace meditar tanto sobre la belleza como sobre la razón.

“Una película que habla sobre las oportunidades perdidas”

sábado, 12 de septiembre de 2009

Tres Colores: Blanco

Director: Krzysztof Kieslowski
Año: 1994 País: Polonia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Zbigniew Zamachowski, Julie Delpy, Janusz Gajos, Jerzy Sthur y Grzegor Warchol

Segunda parte de la trilogía de los colores de Krzysztof Kieslowski, en ella cuenta la historia de Karol (Zbigniew Zamachowski) un joven que ama profundamente a su amada, la bella francesa Dominique (Julie Delpy), pero el problema de impotencia sexual que sufre provoca el divorcio. Una serie de penurias se sucederán en la vida de Karol, que se verá obligado a volver a su Polonia natal y a intentar ganarse la vida como pueda.

Kieslowsky decide en esta segunda entrega, hacer lo contrario a lo que creo para la primera, es decir, primar el desarrollo narrativo y la trama argumental por encima de la técnica cinematográfica o representación de los actores y aún así nos regala varias escenas prodigiosas y un reparto que cumple de sobra y del que sobresale una actuación secundaria, la de Julie Delpy. El argumento esta vez sí avanza sin problemas aunque se recree visualmente. Nos ofrece como un hombre puede pasar de una situación de felicidad a una de pobreza absoluta para volver a la opulencia material y terminar en un estado de confusión. Todo ello en un instante y en el que juegan, a partes iguales, factores decisivos y contrapuestos, como la suerte y la voluntad personal.

Coquetea con el misterio y la culpabilidad al no afirmar porque Karol, que está con una mujer que le ama y es preciosa, no puede acostarse con ella por motivos desconocidos. Esto lleva a una victoria en Francia, sobre un extranjero que no domina el idioma, que le expulsa a la pobreza y consecuentemente fuera del país. Pero el director se toma la revancha, demostrando que no por ser un país rico y de forma supuesta, intelectualmente superior, te libra de los recovecos judiciales y de los prejuicios de un país diferente. Esto crea una unidad de pensamiento que no diferencia a unos países de otros en sus aspectos más íntimos.

Podría resumirse el filme en dos escenas prodigios tanto argumental como visualmente. Por empezar por una, la escena de sexo con el posterior desenlace, es suma de todos los presupuestos del filme y muestra de porque unas actuaciones están por encima de otras, que se encontraran desaparecidas durante gran parte de la película. Aquí Julie Delpy, muestra un cambio radical de actitud, un sentimiento de amor que pasa por la confusión y termina siendo de compresión en una escena que invita a la sonrisa con lágrimas.

Y estas lágrimas nos llevan al final, en la mejor escena del largo. Un primer plano de un rostro que expresa una sonrisa y unas lágrimas que cada vez van haciéndose mayores; contrapuestas con un montaje exquisito, de un rostro general que comprende hasta cierto punto la situación y descubre los verdaderos sentimientos que le han llevado hasta allí. Un final abierto y reflexivo que da el broche de oro a un filme que por momentos no parece tan genial como su predecesora, pero que sigue manteniendo en alto la trilogía de Kieslowski. No olvidar que el final de Azul es bastante más estúpido que este, aunque corresponde a la perfección con la tónica y el mensaje de la película.

No existe en ambos filmes, por terminar con una curiosidad, una relación argumental evidente, es decir, puedes ver una sin haber visto la otra (cosa que no recomiendo pero que puede hacerse), aunque si es cierto que las películas se unen en la escena de los juzgados, donde se reúnen los protagonistas de uno y otro filme y en la escena de la anciana y la botella, que puede situarnos cronológicamente en desarrollo de las tres historias. Cabe por descontado volver a decir, que el blanco en esta ocasión es el que impregna toda la película, aunque no resulta tan significativo como en Azul ni tan grotesco como en Rojo.

“Una película de amor y venganza”