domingo, 7 de noviembre de 2010

Obsesión Mortal

Director: Clint Eastwood
Año: 1971 País: EE.UU. Género: Thriller Puntaje: 08/10
Interpretes: Clint Eastwood, Jessica Walter, Donna Mills, John Larch, Irene Hervey, James McEachin y Clarie Taylor

Dave Garner es un disjockey de una emisora de Carmel (localidad de California en la que vive el propio Eastwood), que todas las noches ameniza a sus oyentes con el mejor jazz posible. Entre ellos hay una mujer, Evelyn (Jessica Walter), que le llama puntualmente todas las noches para hacerle una petición, el mítico tema “Misty” de Erroll Garner. Un día esa mujer hace acto de presencia, y Garner, mujeriego como muchos, se acuesta con ella pensando que la cosa no pasará de ahí. Nada más lejos de la realidad. Evelyn se convertirá en una verdadera pesadilla para Dave, amenazándole a él y todo su mundo. El argumento de “Obsesión Mortal” parte de una historia escrita por Jo Heims, a quien Eastwood le compró su relato, ofreciéndole el escribir el guión ayudada por Dean Riesner, por aquel entonces muy cercano al actor y a Don Siegel, para quien escribió varias películas. “Obsesión Mortal” fue un hito en la carrera cinematográfica de Clint Eastwood. Fue la primera película en la que participó como protagonista y director. Don Siegel le convenció para que probase suerte y firmó su tarjeta de admisión en el gremio de directores. Siegel, que interpretaba el papel del camarero Murphy, estaba tan nervioso en su nueva función delante de la cámara como Eastwood lo estaba detrás de ella. El filme es un perfecto ejemplo de la economía de que Eastwood hace gala como realizador. La película fue filmada en 4 semanas y media, sin que hubiera que hacer una sola toma en ningún estudio.

“Obsesión Mortal” es un thriller de suspense, con varios elementos añadidos que lo apartan un poco del género, permaneciendo como toda una curiosidad en la carrera de Eastwood. En unos años en los que el salto a la dirección por parte de los actores no se prodigaba tanto como en nuestros días, el actor no sólo sorprendió con su ópera prima, llamando la atención sobre la crítica (de público fue un éxito más bien modesto), sino que además, logró mantener un status como director que muy pocos actores lograron conservar en su salto al otro lado de la cámara. A la “Universal” no le preocupó en absoluto que Eastwood quisiese dirigir y arriesgarse en cierta medida con su primer trabajo como director; al fin y al cabo, él protagonizaba la película y no temieron por sus resultados comerciales, lo único que les importa a las grandes productoras. Eastwood demostró una pericia narrativa que conecta directamente con la de su mentor, Don Siegel, con quien se permitió el lujo de bromear durante el rodaje (le hizo repetir una escena 11 veces, tras lo cual le dijo al operador que la siguiente sería la buena porque la cámara tendría película). Al mismo tiempo se aparta de su “maestro” (vamos a permitirnos esta licencia), arriesgándose sobre todo en el montaje. Sirva como ejemplo la secuencia en la que Garner pasea con su ex-novia, imágenes casi de postal, mientras los diálogos, mal sincronizados adrede, nos dan la información necesaria en esa secuencia.

También se permite algún segmento con abierto tono documental, como la visita al Festival de Jazz de Monterrey (donde podemos apreciar al público mirando a la cámara), y que Eastwood rodó por su gran afición al jazz. De hecho, su primera película como director tiene un sentido carácter jazzísitico, por el hecho de resultar una obra libre que, cual melodía de jazz, navega alrededor de un tema, alejándose y volviendo a él, para terminar con una gran explosión. Eastwood consigue la atención del espectador, que éste se identifique con los personajes, le aleja de ellos a su capricho, los vuelve a acercar, creando y liberando tensión de modo que el público está a su merced. Al final, la liberación expresada en un directo puñetazo puede hacer que rompamos en aplausos. Como actor, Eastwood siguió con la imagen que empezó a cambiar en “El Seductor”, personaje al que Dave Garner se parece un poco, sobre todo por su carácter de empedernido mujeriego. Logra apartarse de la imagen de pistolero o justiciero que teníamos de él, haciendo creíble y cercano un personaje que una vez más, es fotografiado muchas veces en la oscuridad de su estudio (Bruce Surtees vuelve a ser el operador de cámara, logrando instantes muy poderosos). Al igual que en el filme de Siegel, su personaje da con una mujer (en la otra película eran varias) a la que cree poder controlar, y ésta se rebela como alguien muy peligroso. Jessica Walter fue elegida por el propio Eastwood para realizar ese papel, logrando imponer su decisión a la productora, donde querían a una actriz más conocida.

Jessica Walter realiza una interpretación prodigiosa, convirtiéndose en el alma mater del filme (sobre todo porque a Eastwood le gusta renunciar a su lucimiento en beneficio de los demás actores), siendo temible e impredecible en cada plano en el que hace acto de presencia (la facilidad con la que Eastwood logra que la temamos aún cuando ríe, es de lo mejor de esta gran película). En un personaje muy, muy secundario, su amigo Don Siegel, dando vida al dueño del bar donde Garner para; una interpretación más anecdótica que otra cosa por lo que representa en la relación personal de los dos cineastas. Donna Mills da vida Tobie, la ex-novia de Dave que vuelve a entrar en su vida. Estawood la retrata muy bien en una secuencia muy comentada en su día, aquella en la que suena el tema de amor interpretado por Roberta Flack, “The First Time Ever I Saw Your Face”. La crítica de la época habló de la influencia de Otto Preminger (por más que reviso el filme no soy capaz de encontrarla) y sobre todo Alfred Hithcock. El maestro del suspense quedó maravillado con el trabajo de Eastwood, llegando a reunirse con él para un futuro proyecto (una película ambientada en un tren en el medio de Europa) que nunca vio la luz (Don Alfred estaba ya muy enfermo). La parte final de “Obsesión Mortal” es la que más bebe del autor de “Psicosis”, película con la que guarda algún que otro parecido (el asesinato del policía que va a la casa de Dave a investigar), sobre todo en la extraordinaria secuencia de Evelyn intentado matar a Dave mientras duerme.

La planificación en ese instante imprime una ambigüedad al momento (aportación de Eastwood para lograr apartarse del homenaje en sí, creando un propio estilo), en el que llegamos a dudar sobre si lo sucedido es real o no (una llamada de teléfono nos da la solución). En 1987, un impresentable de nombre Adrian Lyne (sin una sola película buena en su haber), plagió “Obsesión Mortal” de cabo a rabo, y con todo el morro del mundo. El resultado fue una de las cinco finalistas en los Oscar de aquel año, algo que nos dejó a muchos con la boca abierta. Glenn Close heredó el personaje de Walter, pero no llegó a ser ni la mitad de amenazadora que Evelyn, amante del jazz y de la poesía de Edgar Allan Poe (detalle éste más sórdido de lo que parece), y que permanece para siempre en nuestra memoria, erigiéndose como una de las psicópatas más terribles del cine. Aún viéndola flotar en las aguas del Pacífico (la verdadera Jessica Walter hizo la escena sin necesidad de usar doble), uno teme que vuelva a levantarse, mientras Eastwood se aleja con un travelling panorámico a la inversa de como empieza el filme, algo que se convertiría en marca de la casa, sobre todo en los thrillers. Tanto Eastwood como Siegel quedaron muy satisfechos de “Obsesión Mortal”, y enseguida volverían a trabajar juntos. Sería en la creación y dibujo de un personaje que haría historia: Harry Callahan.

No se ganó el cielo nuestro idolatrado Eastwood con su primera dirección. De todas maneras, los méritos de esta cinta son muchos y no se me va la mano al valorarla porque sea de su club de fans, es un thriller potente, hecho de manera muy correcta con un ritmo que se acelera hasta el final. El Clint típico habría acabado con la maníaca obsesiva en el primer cuarto de hora, no esperaría al final, pero claro, si fuera así no tendríamos película, de manera que la presentación de la psicópata y el interés por saber hasta dónde es capaz de llegar y lo que es capaz de hacer rellena de un contenido dignísimo la película. Opino que el resultado es correcto, sin más (y no es poco) Él tiene la mala suerte de encontrarse con ella, y ella demuestra cómo llevar hasta el extremo un delirio ante el que me ha hecho sentir incómodo en muchas escenas, y eso tiene mucho mérito. Absorbente, nebulosa, Clint saca a relucir todas sus cualidades que llevaba guardadas como director y se nota quien fue su maestro, supo crear una atmósfera abrumadora y una buena narración, en el reparto podemos ver al propio Siegel, incluso ya podíamos apreciar la admiración de Clint por el blues, en la escena que transmite "tranquilidad", para luego volver a la psicosis del personaje de Jessica Walter (Evelyn), la primera de él como director y una de sus mejores, todo un buen comienzo de una gran carrera.

"Inquietante debut de Clint Eastwood"

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