miércoles, 9 de marzo de 2011

Memories

Directores: Katsuhiro Otomo, Koji Morimoto y Tensai Okamura
Año: 1995 País: Japón Género: Animación Puntaje: 08/10
Productora: Shochiku / Bandai Visual

“Memories” es una cinta animada constituida por tres historias situadas en épocas diferentes. La primera denominada Rosa Magnética (dirigida por Koji Morimoto) está basada en un manga de Katsuhiro Otomo, en el que dos astronautas, siguiendo una señal de auxilio, son arrastrados a un mundo fantástico creado por los recuerdos de una mujer. La segunda es Bomba Fétida (dirigida por Tensai Okamura) se centra en la historia de un joven químico que se transforma por accidente en un arma biológica imparable que se encamina directamente a Tokyo. El tercer y ultimo capitulo es Carne de Cañón (dirigida por Katsuhiro Otomo, creador de la legendaria cinta “Akira”) describe un día en la vida de una ciudad cuya única razón de ser es lanzar cañonazos a un enemigo desconocido. Con “Yo, Robot”, la novela de Isaac Asimov (no la película protagonizada por Will Smith) descubrí lo bien que le sentaba a la ciencia ficción la estructura de historias cortas. El autor puede desarrollar plenamente conceptos muy dispares gracias a la falta de conexiones, puede practicar repartos corales tan efímeros como la importancia de cada individuo en el mundo (no se puede ser protagonista del mundo) y trabajarse así tipologías de personajes, ambientaciones, géneros y subgéneros narrativos diversos en poco espacio.“Memories” es un filme formado por capítulos, basado en mangas de Otomo; además este se reservaría el sillón del director para el último segmento.

Como suele ocurrir con los filmes de animación en capítulos, estos suelen resultar más en ejercicios de estilo que en narraciones concretas, además de que el nivel de las historias no suele ser parejo, pero esta cinta es la excepción, aquí no sucede lo mismo; la intención de Otomo es mostrarnos mundos y épocas diferentes, para ello usa un solo nexo argumental, es el que los relatos se desarrollan en los terrenos del género fantástico, y esto la hace original y fascinante. El primer capítulo, Rosa Magnética, es misterioso y romántico, además cuenta con un prodigio de escenografía y efectos visuales. En este episodio colaboró el posteriormente famoso director Satoshi Kon, que se encargo de la deslumbrante dirección artística y del guión del episodio, basado a su vez en una historia de Otomo. Leí que este episodio tenía reminiscencias del Kubrick, por su particular estética, y puede que sea así, sin embargo yo encontré un cierto parentesco, temático más que visual, con "Solaris" (1972) de Tarkovski, en ese extraño y encantador entorno donde no se sabe exactamente donde empieza la realidad o donde terminan los sueños o los recuerdos. El conjunto es barroco y quizás incluso romántico y decadente, al estilo de un Visconti, con ópera incluida en la apoteósica banda sonora. Hay quién dice que es el más brillante de los tres capítulos, aunque yo considero que cada uno tiene su particular encanto.

El segundo episodio, Bomba Fétida, es el más vivaz, si se puede usar este adjetivo. Está lleno de mala leche y de humor negro, pero todo de modo simpático y divertido. La música de este episodio contribuye a darle su particular ritmo ágil. Aquí definitivamente hay un tono de parodia al género; pero en vez de monstruos tenemos al torpe empleado de un laboratorio de avanzada, que ingiere unas píldoras experimentales (confundiéndolas con pastillas para la gripe) y empieza a despedir un gas letal a través de la transpiración de su cuerpo. Como en todas las cintas de monstruos, se repiten las escenas obligadas del género: las evacuaciones, las movilizaciones militares, los centros de mando donde se ve el avance de la amenaza. El pobre personaje principal, Tanaka, recibe la orden de abandonar el laboratorio sin que los jefes se den cuenta de que él es la verdadera arma biológica. Todo lo que sigue es lo habitual del género llevado al extremo: Tanaka va por la carretera con su frágil bicicleta mientras que miles de aviones, helicópteros, barcos y tanques están esperándolo para bombardearlo a la vuelta de la esquina. Ciertamente también es una parodia de Otomo hacia su propia criatura “Akira”, ya que que Tanaka incrementa su poder de manera geométrica con cada una de las emociones fuertes (sin que él se de cuenta), y deja una estela enorme de gas que llega a niveles catastróficos (al final puede infectar a naves y vehículos a cientos de metros de distancia). El final es algo obvio, pero es emocionante. No hay demasiado misterio en todo el asunto.

Donde sí hay misterio es en el último segmento, Carne de Cañon. Aquí el capítulo se toma el trabajo de pintar un universo alternativo fascinante... pero no termina por contar una historia en el sentido tradicional, con inicio y fin. Sólo se trata de una viñeta sobre este mundo tan particular, que parece un delirio de la era industrial, como si la primera guerra mundial no hubiera terminado y pasaran muchísimos años en conflicto (y con escaso avance de la tecnología). Es definitivamente una fantasía “steampunk”, donde cada edificio tiene montadas torretas en los techos, las viviendas están hechas de acero y cañerías, y se viven en una cultura de la guerra. El padre del niño protagonista trabaja todos los días como cargador de uno de los inmensos cañones ofensivos, al estilo de los cañones de la primera guerra, y la madre es obrera en una fábrica de municiones. Incluso los uniformes parecen salidos de la milicia prusiana alemana de 1914. Mientras que la dirección de Otomo es excelente, realiza un paneo único y constante que se mueve por todo este mundo mostrando hasta el más mínimo detalle, el relato no tiene conclusión alguna. Los cañones bombardean a una "ciudad móvil" enemiga, pero nunca se explican las causas de la guerra o la duración del conflicto. Es un escenario fascinante que daba pie para tener su propio filme.

Más allá de la magistral puesta en escena, de ese inmenso plano-secuencia que nos muestra como es un día en la vida de estos personajes, más allá incluso de esa maravillosa animación, nos encontramos ante una verdadera reflexión sobre la naturaleza del ser humano, profunda y conmovedora. Pone los pelos de punta, sobre todo porque entre todo ese aparente sinsentido, una parte de nuestro interior se siente identificada y reconoce diversas taras de nuestra viciada sociedad en ella. Esa conversación entre el padre y el hijo sobre a quién disparan y por qué razón no puede dejar indiferente a nadie. La más corta de las tres historias, pero de lejos, la más brillante y cautivadora. La cantidad de información y sentimientos que logra transmitir va más allá de lo que pudiera imaginarse para un mero corto de animación de apenas 15 minutos. En definitiva “Memories” sirve como un paseo virtual por los universos fantásticos que Otomo crea, pero no tiene mucho más que eso. Técnicamente es impecable, los relatos entretienen, y consigue crear buenas atmósferas. Pero la consistencia de las historias no es demasiada, y sólo sirven como excusas para sumergirnos en mundos de fascinante imaginería visual. Imperdible.



“Tres buenas historias, en tres épocas diferentes”

No hay comentarios:

Publicar un comentario