domingo, 6 de marzo de 2011

El Origen

Director: Christopher Nolan
Año: 2010 País: EE.UU. Género: Ciencia Ficción/Thriller Puntaje: 09/10
Interpretes: Leonardo DiCaprio, Ken Watanabe, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Ellen Page, Tom Hardy, Cillian Murphy, Tom Berenger, Michael Caine, Dileep Rao, Lukas Haas y Pete Postlethwaite

Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es el mejor del mundo en el arte de la extracción de los secretos del subconsciente justo en el momento en que la mente de la víctima es más vulnerable: durante el sueño. El extraño don de Cobb le ha convertido en un hombre muy codiciado en el mundo del espionaje corporativo, pero también le ha condenado a ser un fugitivo internacional costándole todo lo que alguna vez ha querido. Ahora tiene una oportunidad de redimirse y volver a tener la vida normal que anhela, pero para ello él y su equipo tendrá que realizar lo contrario a lo que realizan habitualmente “La Incepción”, que consiste en implantar una idea en el subconsciente en lugar de sustraerla. Sin embargo su plan se complica cuando un peligroso enemigo parece predecir cada uno de sus movimientos. Un enemigo que sólo Cobb podía ver venir. El cine entendido como una ventana a otro mundo, tiene su máxima expresión en una película que te traslada a una fantasía de una forma tan poderosa que no quieres que acabe, es una experiencia tan apabullante que no notas el paso del tiempo, sólo quieres disfrutar el momento, cada momento. Es como vivir un sueño. El cine como un sueño compartid “El Origen” es eso. Es tan espectacular, asombrosa, trepidante, inteligente, romántica (la primera de este director tan centrada en el amor), que sus dos horas y media de duración llegan a resultar cortas. No podemos decir tal cosa de muchas películas, cada vez menos.

La inspiración espontánea no se puede falsificar. Esa es una de las premisas de “El Origen”, una película ambiciosa desde donde se la quiera observar. Por más que el guión en el que trabajó Christopher Nolan durante diez años esté lleno de recovecos y laberintos para hablar supuestamente y en un primer plano de los sueños, son tantos los artilugios, las vueltas de la trama, los temas que aborda la culpa, el amor y el avasallador despliegue visual, que la proyección de “El Origen” puede resultar tan placentera. El éxito obtenido con “Batman: El Caballero de la Noche” (2008) le franqueó al director londinense el acceso a realizar lo que quiera. Warner le dio 200 millones de dólares y Nolan optó por una trama que se asemeja mucho más a “Memento” (2000), la obra que lo catapultó como un cineasta original, que al superhéroe. Si en “Memento” su personaje Leonard vivía la historia su historia de atrás para adelante, del presente hacia el pasado porque no tenía memoria reciente, en un recuerdo dentro de un recuerdo, aquí Nolan hace que Cobb y su gente vivan un sueño dentro de un sueño… dentro de otro sueño. En esta cinta Nolan despliega su más afilado bisturí narrador, puesto que solapa varias realidades, diferentes planos narrativos que nos sumergen en un juego laberíntico tan estimulante como entretenido, aunque en absoluto esenciales para comprender y desarrollar el argumento y sus distintas tramas secundarias. Todo encaja. Es un juego que durante la introducción nos sugestiona y nos invita a participar, durante el desarrollo nos atrapa y en su conclusión nos convierte en parte del mismo.

Un guión sólido, aunque se permite ciertas licencias, maneja el tiempo con acierto, especialmente para generar el suspense en forma de bomba de relojería y convierte a su protagonista en la absoluta pieza clave de los sucesos. Consigue incluir ese subconsciente de Cobb con el relato que nos pone en liza a un equipo de expertos en busca de su objetivo. Un objetivo que es un triple mortal, un intrincado viaje al fondo de la mente en tres etapas a cual más emocionante (una vez más gracias al uso del tiempo) y que nos aleja del cuarto plano, esa realidad que casi pierde importancia, pero que resulta vital para poner los pies en la tierra y tratar de entender el entramado. Es el final de un laberinto argumental repleto de acción vibrante, de juegos, de artificios pero también de emoción y espectáculo de principio a fin. En cuanto “El Origen” empezó a ser considerada como un espectáculo extraordinario, surgieron detractores, que prefirieron adoptar una pose antes que dejarse arrastrar por el torbellino de emociones que se les propone. Con “El Origen”, Nolan sigue adentrándose en los temas que le interesan, a lo grande, con un presupuesto que le permite trasladar a la pantalla todas sus ideas, por muy retorcidas y gigantescas que resulten. Es tal su ambición que incluso se pierde, en su intento por lograr el más difícil todavía (la parte final es de una complejidad impresionante, que puede asombrar tanto como desesperar) le sobran explicaciones y subrayados a su mastodóntica odisea, pero son pequeños defectos disculpables ante la fuerza apabullante de este sueño hecho película en el que hay de todo acción, ciencia-ficción, filosofía, amor. Mi recomendación: dejarse llevar, lanzarse al vacío y… ¿despertar?

El mayor acierto de Nolan es que su planteamiento le permite jugar a lo que quiera, y no defrauda a la hora de aprovechar el punto de partida, no se relaja en ninguna escena, siempre busca asombrar. Y vaya si lo consigue, hay situaciones realmente fascinantes (como esa escena en que prácticamente la ciudad de Paris se dobla), visualmente, emocionalmente e intelectualmente esta compacta. Pero Nolan sigue sin ser un gran realizador cuando explota la acción, es su gran defecto (el de no aprovechar los personajes femeninos lo supera esta vez), pero consigue maquillarlo, como ya lograra en “Batman: El Caballero de la Noche”, gracias a la espectacularidad de algunos de los momentos aislados que surgen durante el desarrollo de esas secuencias (el uso de la cámara lenta es ejemplar), que siempre van aumentando en intensidad, para culminar en el instante justo. Apoyado por la eficaz partitura de Hans Zimmer, Nolan no da respiro en “El Origen”, incluso en situaciones tranquilas, de diálogos, hay tanta sustancia que es imposible relajarse y desconectarce. El viaje al mundo de los sueños tiene un enorme atractivo, pero Nolan viste el tono fantástico de thriller y es donde más brillante resulta el largometraje. Aunque quizás por su condición de blockbuster incluya brillantes efectos visuales, que bien pensado aportan bien poco al argumento, aunque consigue dotarlo de un poder hipnótico certero (buen ejemplo de ello es el momento Kubrick, todo un guiño y homenaje admirado) para acompañar al viaje de niveles oníricos del protagonista y su equipo.

Aunque "El Origen" requiere de la completa atención del espectador, en realidad todo el cine requiere de ello, éste jamás llega a perderse gracias a la inteligencia de su máximo artífice, nuestro particular arquitecto, Christopher Nolan, que nos va dando información todo el tiempo hábilmente mezclada en un rompecabezas, magistralmente montado por Lee Smith, que juguetea con realidad y sueño manteniendo siempre el norte. Si los personajes tienen su propia brújula, llamada tótem, para saber si están en un sueño o no, el espectador también posee un punto de referencia que le hace diferenciar entre los distintos niveles por los que se mueve la película. Una de las grandes armas de “El Origen” es sin duda su estelar reparto. Y no son sólo nombres, son actores, intérpretes de garra y carisma, perfectas piezas para el juego que Nolan desea plantear al público. Leonardo DiCaprio se luce con un personaje con el que se siente cómodo, que se parece a algunos de los que ha creado en los últimos años, tiene esa intensidad y ese dramatismo que tanto le gusta expresar. A su alrededor, un plantel de secundarios de auténtico lujo (Ken Watanabe, Ellen Page, Michael Caine, Tom Berenger, Pete Postlethwaite) en el que brillan con especial intensidad Joseph Gordon-Levitt (protagoniza la asombrosa pelea en el edificio que se vuelca), Tom Hardy (dando vida a un estupendo personaje que podría tener su propia película), Cillian Murphy (al que curiosamente Nolan vuelve a encapuchar, como en las dos entregas de Batman) y Marion Cotillard (una “femme fatale” en toda regla, irresistible y peligrosísima).

Dos horas y media de cine arrebatador, fascinante, que a través de una historia de fantasía nos envuelve hasta llegar a un plano final cortado inteligentemente por Nolan para despertarnos de su sueño. Pero al igual que Cobb, ya no nos importa si lo que hemos visto es un sueño o no, en nuestro caso lo que importa es el viaje transcurrido, y éste ha sido apasionante. "El Origen" es un regreso al tema que Nolan ha desarrollado a lo largo de toda su carrera: la búsqueda de uno mismo, la necesidad de encontrarse, de una forma u otra, en este mundo que se ha puesto ante nuestros ojos. Uno que no hemos elegido pero que es el que nos ha tocado vivir. Desde sus obras originales (“Following” y “Memento”) hasta su reinvención del Hombre Murciélago con la fantástica “Batman Inicia” y la magistral “Batman: El Caballero de la Noche”, haciendo una parada en la gélida “Insomnia”, siempre sin olvidarnos de “El Gran Truco”, Nolan ha explorado este tema que le apasiona. "El Origen" da un paso más allá. Es un salto sin red hacia la exploración del ser humano en su forma más pura, es un thriller futurista en el que no falta de nada, cuyo único exceso es su propia ambición. Sueños, realidades; todo da igual. Es un truco. Es magia. Es una ilusión, algo que nunca hemos visto: una nueva sensación, la experiencia más superlativa que ha dado el cine comercial en sabe Dios cuanto tiempo. ¿Cómo es posible que alguien haya llegado a entender esta forma de hacer cine, sin tratar como estúpidos a los espectadores que acuden a las salas en masa, esperando simple entretenimiento? No tengo tal respuesta. Nolan es un mago y yo, como espectador, no quiero conocer sus secretos: sólo seguir disfrutando de su magia.



"Apasionante, una de las obras mayores del cine fantástico contemporáneo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario