domingo, 27 de marzo de 2011

La Fuente de la Vida

Director: Darren Aronofsky
Año:
2006 País: EE.UU. Género: Drama/Ciencia Ficción Puntaje: 09/10
Interpretes:
Hugh Jackman, Rachel Weisz, Ellen Burstyn, Sean Patrick Thomas, Donna Murphy y Mark Margolis

“La Fuente de la Vida” es una historia de ciencia-ficción que aborda la odisea de un hombre (Hugh Jackman) y su lucha a través del tiempo para salvar a su amada mujer (Rachel Weisz). Desde la España del siglo XVI hasta el profundo espacio del futuro siglo XXVI, el héroe de este filme intentará encontrar el árbol de la vida, la entidad legendaria que otorga la vida eterna a aquellos que beben su savia, para intentar salvar la vida de su esposa enferma de cáncer. Como una pintura o una escultura, "La Fuente de la Vida" no busca contar una historia convencional, sino sugerir ideas y emociones que deben ser interpretadas por el espectador. Quizás esas ideas no sean particularmente novedosas o relevantes, pero al menos hay que apreciar la increíble dirección de Aronofsky y su diestro manejo de la técnica cinematográfica, por medio de la cual logra una historia coherente que no necesariamente entendemos en un plano intelectual, pero sí en uno emotivo. En otras palabras: ¿estamos viendo a los mismos personajes a lo largo de 1000 años? Tengo mis teorías, pero prefiero callármelas, porque no hacen falta explicaciones lógicas para apreciarla. Quizás todo sea una metáfora del proceso de aceptar la muerte de un ser querido; quizás sea una saga de ciencia ficción que culmina en una lejana estrella; quizás sea simplemente una fábula que nos muestra que la inmortalidad no es vivir para siempre, sino integrarse al proceso natural de renovación que aplica a todos los seres vivos.

Creo que Darren Aronofsky corre el riesgo de ser víctima de su propio éxito. La excelente recepción crítica de sus películas previas "PI” (1998) y "Réquiem por un Sueño" (2000) estableció un estándar de intensidad narrativa y fervor dramático que su nueva propuesta (romántica, además de todo) no logra alcanzar. De cualquier forma, creo que "La Fuente de la Vida" es una clara muestra del talento de Aronofsky como director, aunque sus dotes como guionista se hayan quedado cortas. O tal vez hay que achacar la culpa a los miopes estudios hollywoodenses que hace años cancelaron la producción de la cinta, cuando era un enorme proyecto que iban a estelarizar Brad Pitt y Cate Blanchett. Quizás un presupuesto más elevado y una producción más pulida hubieran logrado el épico espectáculo visual que respaldara el drama de los protagonistas. Supongo que nunca lo sabremos. Hay bastantes motivos por los cuales “La Fuente de la Vida” ha provocado y provocará reacciones de todo tipo (y aquí se incluye también la indiferencia, claro). Dejando a un lado “juegos” visuales más o menos discutibles, básicamente, el centro de la “polémica”, ineludible, radica en el tratamiento que da la película a la muerte, al fin de la vida. Aronofsky dijo que los productores habían calificado su guión como de “poema sobre la muerte”. Efectivamente, ésa sería una buena definición de parte de las intenciones del filme, muy diferente a todo lo que vemos actualmente, y desde hace años, lo cual, al menos para un servidor, resultó una grandiosa noticia. Como señalaba el propio director ante los medios, la historia de la película, al centrarse en la muerte, toma referencias de muchos sitios, especialmente, de las diferentes religiones, al haberse preocupado tanto por esa circunstancia vital.

He aquí el otro gran elemento de controversia en “La Fuente de la Vida”. Y es que tocar temas religiosos, o al menos acercarse a ellos, conlleva, desgraciadamente, el levantamiento instantáneo del mismo grupo de fanáticos de siempre. Como es algo que está ahí y no se puede evitar, por ahora, lo mejor es hacer oídos sordos en este aspecto. Los protagonistas de “La Fuente de la Vida” son Hugh Jackman, que probablemente realiza aquí su mejor trabajo hasta el momento, y Rachel Weisz que aparece especialmente encantadora. Pero Jackman es realmente quien carga con todo el peso del filme, interpretando a un personaje que es tres a la vez, en diferentes épocas o mundos o realidades, y que hacen todo lo posible por encontrar esa fuente de la vida que salve a Weisz, en sus diferentes aspectos (o realidades); especialmente llamativa e impactante resulta la parte de Jackman como soldado colonizador, enfrentándose a los nativos americanos. Aronofsky dijo que el actor estaba muy implicado en el proyecto y se le nota. Jackman está inmejorable, a un nivel similar al que nos ofreció en la fascinante “El Gran Truco” (2006). Especialmente inspirado en la parte final de la película, Jackman compone un personaje que son tres en realidad y a cuál más interesante, logrando un gran trabajo. Weisz participa menos activamente, aunque su presencia no deja de latir en todo el filme, al ser el motor que mueve a los personajes de Jackman, y su trabajo es más que notable. Weisz, como he dicho, está radiante en la película, lo cual debe tener alguna relación con que, desde el rodaje, es la pareja de Aronofsky.

Aparte de las dos estrellas, en el filme vemos a gente como Ellen Burstyn (que estuvo impresionante en “Réquiem por un Sueño”), Sean Patrick Thomas o Donna Murphy, pero sus personajes apenas tienen relevancia, centrándose toda la historia en la pareja protagonista y sobre todo, como he dicho, en los papeles de Jackman. No es “La Fuente de la Vida” una película fácil de ver ni de resumir, porque se aleja de casi cualquier componenda comercial o de entretenimiento. Tampoco, en el fondo (y me temo que a pesar de los intentos de su director), es una película para reflexionar, porque sospecho que en este terreno contiene bastante menos de lo que podría parecer. Pero sí que es una película para dejarse llevar por ella, por su poderoso aparato visual que funde en una misma paleta apagada, y con un pie en el misterio, una recreación de una estancia de la Alhambra, un laboratorio de investigación oscuro como un templo que guarde los misterios, por la belleza de Rachel Weisz y la obstinada determinación de Hugh Jackman, por la inquietud de sus creaciones visuales (atención a la escena junto al Árbol, en Guatemala), de esta fábula sobre cómo el amor se ve enfrentado a la muerte. Ante ello, ¿importa de verdad que por momentos Jackman nos recuerde a un buda barato de todo a cien, o que la necesidad de dar un sentido último a la obra destruya la magia de instantes como el del templo maya? Ahí ya entra la decisión última del espectador; creo que, como se puede leer hasta aquí, para quien esto firma, no; lo que no quiere decir que ojalá el bueno de Darren no hubiera hecho mejor en ahorrárnoslo y buscar otra solución. Pero ahí queda la valentía, la belleza, los aciertos y los errores de una propuesta atípica.

En la cinta la vida eterna queda desligada del tiempo, huye de su significado y florece dentro de una nebulosa moribunda. La muerte es un acto de creación, y el sentido mismo de la vida no reside en el tiempo que pasamos viviendo, sino en el tiempo que realmente destinamos a ser felices y no buscando esa felicidad. Por eso esta cinta de Aronofsky no nos habla de ser inmortales, pero para corroborar su sentido opuesto o diferenciado de esa utopía, de esa ciencia-ficción. ''La Fuente de la Vida'' no es opulenta ni pretenciosa como así nos lo querían hacer ver, pues es todo lo pretenciosa que pudiera ser una historia de amor entre un hombre y una mujer. No obstante, tampoco se trata de una historia cualquiera, sino aquella que muestra la verdadera esencia de lo que significa el amor, que nos enfrenta directamente al problema de la escasez del tiempo con el que contamos y de nuestro error existencial al no saber qué hacer con él. Las imágenes de esta obra maestra son tan poderosas, (en su concepción tanto como en su abstracción, en su plano estético y filosófico, o como simple canto a la vida) que volvemos a estar delante de un ser con vida propia que hace suyo el milagro del cine: transmitir a otro nivel por encima del lenguaje, clavarse como un dardo en el hipotálamo y extenderse como un dulce veneno a través del alma. Un alma que vive en una urna de cristal líquido viajando a cientos de miles de kilómetros por hora surcando el universo hacia "Xibalba", donde el árbol de la vida volverá a renacer, o donde por fin comprenderemos que ''juntos para siempre'' no es sólo una abstracción brotada de la boca de un corazón enamorado, pues su significado trasciende la esencia mortal de la carne, trasciende el alimento de la madera de la vida, el vello erizado al contacto de unos labios amantes, las pisadas sobre el barro que circunda la presencia arbórea de una vida marchitándose ante un corazón en pena; la conquista de la Nueva España en busca de una utopía que no está más allá que dentro de nosotros mismos.

“La Fuente de la Vida” es cine en estado puro, su potencia visual es tan deslumbrante y abrumadora que se resiste a cualquier tipo de análisis racional. Aronofsky ha trascendido las fronteras del cine y se ha adentrado en terrenos más propios de la poesía y el arte del subconsciente. Y, sin embargo, lo poderoso de la imaginería de Aronofsky nos retiene más que nos aleja, nos fascina y, sobre todo, levanta sus mejores momentos en la historia de amor contemporánea de los sobresalientes Hugh Jackman y Rachel Weisz, en el hipnotizante acierto visual de esa esfera celestial sumergida en el seno de una nebulosa con el Árbol y un Jackman futurista en su interior, en la soberbia banda sonora de un Clint Mansell que firma su mejor partitura para Aronofsky, superior incluso a su ya excelente trabajo en "Réquiem por un Sueño", en una construcción musical que no duda en utilizar la repetición de planos y secuencias parecidas para crear un orden en su interior, una cadencia que acaba impregnando aunque, en algún momento, algo de ruido visual o conceptual interfiera en nuestra recepción de la obra. En resumen, “La Fuente de la Vida” es una extraordinaria aventura fantástica alrededor de la vida y la muerte, ofreciendo algunos de los momentos más inspirados que se han visto en los últimos años en una pantalla de cine. Una pequeña maravilla que, desgraciadamente, no ha podido ser todo lo que Aronofsky quería contar. Quizá haya que hacerse con el cómic. Personalmente, situaría a esta cinta al mismo nivel que la famosa “Réquiem por un Sueño”’. Y mucho cuidado, público, no se trata de una obra fácil, no es nada comercial, y requiere que el espectador se entregue por completo. Tenerlo en cuenta.



“Un hermoso poema a la muerte”

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