jueves, 23 de julio de 2009

Carretera Perdida

Director: David Lynch
Año: 1997 País: EE.UU Género: Thriller/Intriga Puntaje: 08/10
Interpretes: Bill Pullman, Patricia Arquette, Balthazar Getty y Robert Blake

Fred Madison (Bill Pullman), un saxofonista, se encuentra envuelto en un extraño misterio al descubrir que su esposa Renee (Patricia Arquette) ha sido asesinada en su propia casa. La secuencia de su homicidio ha sido captada por una cámara cuyas imágenes son reproducidas en el magnetoscopio de Fred. Al verlas, el saxofonista entiende que podría ser el criminal. A partir de entonces, entra en un mundo paralelo, al albur del juego propuesto por un sádico gángsters llamado Dick Laurent.

El juego de deconstruir la realidad en elementos simples para volver a reconstruirla en un mundo igualmente complejo pero sin relación con el anterior parece ser el entretenimiento favorito de David Lynch. En “Carretera Perdida” esto se vuelve un juego interminable e incluso desesperante. Es por ello que no es una apuesta segura entrar a descifrar la estrategia detrás de los movimientos del David Lynch, es un director que concede muy poco a quien se enfrenta a sus películas, ya que te hace dar vueltas alrededor de un vacío, donde todo la trama está atada a un momento crucial del cual te da pocas o ninguna pista.

Los toques de humor negro y los personajes extravagantes constantes en la filmografía del director también se dan cita aquí, como en la hilarante secuencia en la que el mafioso es adelantado por otro automóvil a toda velocidad. Antes de ser adelantado, ese coche se "pega" demasiado al suyo por detrás, lo que enfurece al personaje de Loggia y decide perseguirlo, hasta que consigue empujarlo fuera de la carretera y hacerlo parar. Inmediatamente, el mafioso se baja del coche, se acerca al tipo que lo adelantó y empieza a golpearlo brutalmente, realmente fascinante.

Esta discutible filme se tambalearía si considerásemos que la historia no está contada con una estructura lineal, una opción más que posible en el universo "lynchiano". En cualquier caso, más allá de la explicación o no de lo que realmente ocurre, a esta película no hay que valorarla por lo que nos cuenta, sino por cómo nos lo cuenta. Lynch aplica en la primera parte de la película (hasta que se produce la detención) mucha calma, mucha lentitud, y mucho silencio (tan sólo roto cuando vemos una brutal escena en la que Pullman toca el saxo frenéticamente, como insinuando que ha caído en la locura).

Mientras que en la segunda parte se produce el desenfreno, la caída a los infiernos de la locura más extrema y los extraños sonidos cacofónicos. Desde luego, la música (obra del extraordinario Angelo Badalamenti) y la imagen forman un perfecto conjunto capaz de dejar perplejo a cualquiera. Lynch dirige un film cuyo objetivo primordial es producir sensaciones perturbadoras en el espectador a través del contraste entre la calma y la sugestión con la locura de la violencia, el sexo y el crimen más desatado, acompañado por una música estridente que logra incrustarse en los oídos.

David Lynch una vez nos deleita con una perturbadora y onírica película, a través de un guión circular y una historia deformada, como si hubiese sido pasada por el laberinto de los espejos de un espectáculo ambulante, de un circo de los horrores. Señoras y señores, pasen y vean. El espectáculo está garantizado...Aquí el trailer.

"Otro fascinante cuento de Lynch; enigmática, claustrofóbica y circular”

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