domingo, 12 de diciembre de 2010

Refugio para el Amor

Director: Bernardo Bertolucci
Año: 1989 País: Italia/Inglaterra Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Debra Winger, John Malkovich, Campbell Scott, Jill Bennett, Timothy Spall, Eric Vu-An, Amina Annabi, Sotigui Kouyate y Philippe Morier-Genoud

Corre el año de 1947. Port (John Malkovich) y Kit (Debra Winger) Moresby llegan en barco al norte de África. Tras diez años de matrimonio, para esta sofisticada pareja norteamericana resulta difícil la convivencia. Port, un músico que lleva un año sin trabajar, busca en el desierto una fuente de inspiración y nueva savia para un matrimonio que se muere, mientras Kit, cansada de viajar, espera que un milagro le devuelva a su marido. La pareja tiene un compañero de viaje, George Tunner (Campbell Scott), un joven rico y mundano, que vive fascinado por los Moresby especialmente por Kit. Port, que se define insistentemente como un viajero y no como un turista corriente, no está muy seguro de su destino, pero está decidido a dejar atrás el mundo moderno, por lo que finalmente ambos se adentran en el Sahara esperando encontrarse también a sí mismos. Basada en la famosa novela de Paul Bowles “The Sheltering Sky”, Estrenada en 1989 y titulada para Latinoamérica como “Refugio para el Amor”, la película fue catalogada como hermosa e intensa, con algunos momentos irregulares e inferior a la novela, además despertó el interés del público por la obra de Bowles y por los pormenores de una vida de película. A partir de entonces se reeditaron sus textos en medio mundo, y los problemas económicos dejaron de acuciarle. Siguió recibiendo visitas hasta casi el final de sus días, aunque cada vez más silencioso y ajeno a sus admiradores, como si se estuviera diluyendo en el desierto que le acogió en los primeros años cincuenta.

En “Refugio para el Amor”, de nuevo Bertolucci lanza esa mirada analítica a una cultura y sus costumbres a modo de Terrence Malick y su obra, construyendo de nuevo un elefantesco artefacto de antropología cultural y social como lo fueron las otras dos componentes de su trilogía (hasta el momento) sobre el mundo: “El Último Emperador” (1987) y “El Pequeño Buda” (1993). Pero esta es sin lugar a dudas la más romántica y humana de las tres, y tal vez de su prolífica carrera. Como dije anteriormente partiendo de una espléndida novela de Paul Bowles, que le permite usar con un juego de realidades y narradores omniscientes de manera realmente excepcional, el director italiano crea una apasionada historia de amor así como una odisea iniciática a lo largo de los más recónditos parajes del Sahara. Desde el primer fotograma se aprecia la labor de Bertolucci como un auténtico artesano, tanto desde el punto de vista estético como fílmico, al orquestar unos movimientos de cámara realmente únicos. Por otra parte, sería delito pasar por esta película sin alabar su fotografía, que introduce a ese personaje llamado desierto en la acción de forma que la atmósfera que crea realmente da sentido a su título, “Refugio para el Amor”, puesto por una maravillosa metáfora del personaje de John Malkovich. Cada imagen que vemos en la pantalla podría constituir por si misma una obra maestra.

Pero dejando a un lado las inevitables e indudables virtudes técnicas, “Refugio para el Amor” alcanza la complejidad a la que llega por la propia complejidad de los personajes escritos por pluma de Bowles, que dan una dimensión a la historia esencial. Los más trabajados, la pareja protagonista, en la película encarnados por un magnífico John Malkovich, muy lejos de su histrionismo habitual, que crea un ser equívoco y de múltiples caras, cuyo devenir se palpa en su pasional interpretación, elevándola a una de las mejores de su carrera. Pero la brújula de la película es sin lugar a dudas el personaje de Kit, que aquí aparece representado con una maestría única por esa espléndida actriz que fue y es Debra Winger, por desgracia perdida como tantas otras de su generación, pero que crea un interminable abanico de posibilidades para su maravilloso personaje, que empiezan por sus inolvidables ojos. Las dagas que lanza con cada frase, su complejo carácter y su mutación de viajera corriente a un nuevo ser es algo que no se ve todos los días. Su viaje se convierte en algo más que en una pérdida, en una alternativa, llegando momentos en los que ella y su vida perdería todo sentido si ya no se encontrase entre dunas.

Bertolucci tiene una mirada diferente hacia la obra de Bowles, es por ello que la crítica no respaldo mucho a esta filme del consagrado director Italiano, la cinta es muy paisajística y inconmensurable ilustrativa del Marruecos profundo. Sus personajes están atrapados por las efusiones irresistibles de una naturaleza tan atractiva en substancia, como hostil en el medio. John Malkovich representa la intuición carnal, su pareja parece relegada a desconocidas vivencias anteriores, él vivirá los furtivos y arriesgados encuentros sexuales que le ofrece la prostitución de aquel mundo árabe de primeros años del siglo XX. En una escena hay un inesperado ataque nocturno contra Malkovich tras un encuentro sexual con su esposa. En ella se ve los genitales de Malkovich en primer plano, testimonio del deseo absoluto. Y una esposa que juega con su propio equilibro sexual. Insisto en que llegar a entender a Bowles es un auténtico reto. Es mejor, como hace Bertolucci, cerrar un tanto los ojos a sus fantasmas, y recrearse en ese universo grandioso: un flamante “bing-bang” de culturas: la americana (intelectual y fría), y la árabe (primitiva, humilde y más auténtica) El deslumbrante “road-movie” de los protagonistas es un audaz ejercicio. Desde el “Lawrence de Arabia” (1962) de David Lean, jamás la paisajística anaranjada del desierto había sido fotografiada con tanta magnificencia.

Un punto a favor de la cinta es que tras la muerte de su marido (una de las mejores escenas del filme) a Kit se le cierra la ventana de la noche, se autoinmolará, humillándose sexualmente, como un testimonio tardío de ese amor al que incomprensiblemente renunció. Todo es ambiguo. Pero los tú a tú entre los personajes son grandiosos y líricos. Las mentiras y los deseos que recorren el filme te atrapan sin remedio. Conmocionados por las estúpidas actitudes, no vemos ningún paraíso en el que todo pueda ser felicidad. A mí esta cinta de Bertolucci me sigue pareciendo un filme inclasificablemente magnífico. Maestro y duro, brillante y glorioso. ¡Será tan eterno como esa ciudad de la remota África en la que Malkovich, arropado por los tradicionales atuendos, acentuadores del horror que se avecina, nota con una convicción contagiosa los primeros síntomas de la enfermedad que lo llevará a la más tremebunda de las muertes. Noches agónicas azotadas por la arena, los gritos de Malkovich, las frustraciones de la Winger, su busca desesperada del remedio, se dosifican tan sabiamente, que acabamos por dar las gracias, pese al horror del momento, a Bertolucci por el calor que rezuman sus grandísimos intérpretes. Y, ya ves tú, yo me vuelvo algo masoquista, pues quiero saborearla sin prisas, y quisiera que no acabara.

Dicen que a Paul Bowles no le gustó el resultado del filme. Él mismo aparece en la película, de lo que deduzco que asistió a gran parte del rodaje. Y sin embargo no le gustó. Hay que tener en cuenta que el libro era en gran parte autobiográfico y puede ser bastante procedente que no te guste cómo interpretan tu vida otras personas. Independientemente de la opinión de Bowles, no se puede negar que esta película, a pesar de profundos errores (por lo menos uno), es una magnífica muestra de vacío y exploración personal mezclada con una fotografía que llega a ser espectacular en ciertos momentos, y una banda sonora que casa tanto con las escenas, con las imágenes y con las interpretaciones que hace que la experiencia sea, en algunos momentos, incomparable. Para mi entender, el filme muestra un amalgama de nuestros propios paraísos perdidos, en este caso en medio de ninguna parte, o sea, desierto y más desierto, calor agobiante o frío espeluznante, alegría desmedida y dolor profundo. Cambiar o morir. O abandonarte a tu suerte. La exposición, narrada con todo lujo de detalles como nos tiene acostumbrados Bertolucci, pudiera parecer aburrida, en definitiva es una forma fantástica de olvidarte de tu propio yo, mientras dura el filme, y reencontrarte contigo mismo después de verla.

“Una maravillosa visión de la muerte del amor”

4 comentarios:

  1. Para el que le gustan las películas que hacen pensar,extraida de un muy buen libro, los trabajos actorales de Debra Winger y J.Malkovich estupendos. Que se puede agregar de un genial director como B.Berolucci.
    Para recomendar.

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  2. Recién termino de verla me gustó mucho, la fotografía, la actuación de winger y malkovich excepcionalrs, pistas recomendar es cierto.

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  3. Excelente tu comentario.
    Muchas gracias.

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  4. Esta mirada o análisis de esta magnífica película define tan claramente lo que siento cada vez que decido volver a verla. Su título real "El cielo protector"

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