martes, 29 de noviembre de 2011

Sword of the Stranger

Director: Masahiro Ando
Año: 2007 País: Japón Género: Animación Puntaje: 08/10
Productora: Estudio Bones



Japón medieval en pleno reinado de la dinastía Sengoku, un samurái llamado Nanashi, que significa "sin nombre", salva a un niño llamado Kotarou y a su perro Tobimaru en un templo abandonado, Kotarou no tiene familia y es perseguido por una misteriosa organización militar de China, por lo que el niño contrata a Nanashi como guardaespaldas, el samurái ha abandonado su nombre junto a su pasado, ha "sellado" su espada debido a un suceso pasado que lo atormenta en forma de pesadillas. El encargado de perseguir a Kotarou es un hombre llamado Rarou, que pertenece a la organización de origen chino y que esta bajo las ordenes de un anciano llamado Byakuran, aunque, a diferencia de sus compañeros, Rarou no posee un concepto de "Rey", solo busca luchar contra el más fuerte. Una de las aportaciones más notables de la épica japonesa al cine contemporáneo es probablemente la figura del samurái, popularizado en occidente a través de el manga y el anime, el samurái descasta por representar un feroz individualismo frente a las estrictas normas sociales que regían las acciones del guerrero, una estampa que casi podríamos calificar de romántica. Algo de esa nostalgia hay en el primer largometraje del animador Masahiro Ando y el Estudio Bones, creador de la popular serie “Fullmetal Alchemist” (2003), “Sword of the Stranger” es una dicotomía a la modernidad y a la tradición, que parece haberse trasladado también al apartado técnico, sin obviar que los estudios japoneses son únicos a la hora de mezclar animación tradicional con CGI. En este sentido, la productora animada que la produce ofrece en su primera película autónoma una realización notable.



La primera toma de contacto es engañosa. Apenas la de una de tantas películas ambientadas en el Japón feudal consistentes en dos talentos destinados inequívocamente a enfrentarse en una épica batalla final, en la que median multitud de peleas de mayor o menor cuantía o importancia que suceden hasta la finalización de su metraje. Sin embargo, lenta pero inexorablemente, “Sword of the Stranger” avanza poco después hacia unos extremos que van mucho más allá de la simple lid entre dos portentos de la esgrima. La cinta es toda una reivindicación de la superioridad militar y combativa del Imperio del Sol Naciente en mitad del consabido y tradicional duelo mantenido entre China y Japón por la hegemonía de Asia, que mantenían dos planteamientos tan diferentes como contrapuestos en aquella era: la primera con numerosos avances científicos y una diplomacia de cuya importancia han quedado pocos lugares a la duda y la segunda anclada en un agobiante feudalismo y un férreo cerco a las influencias extranjeras que sólo se levantará en plena era Meiji, durante la segunda mitad del siglo XIX. En cuanto lo personajes podemos aclarar que Kotarou es un niño que debe aprender a valerse por si mismo de un momento a otro. Al momento de conocer a Nanashi, hace todo lo posible por demostrar que es una persona totalmente autosuficiente. A medida que avanza el metraje, el espectador se entera de la historia del pequeño y ve como este evoluciona bajo el cuidado de Nanashi. El samurái por su parte, también evoluciona durante el transcurso de la película; en un principio se muestra como un hombre más bien egoísta cuyo pasado no está demasiado claro. En el último tramo de la cinta se explica el porqué del errático comportamiento de Nanashi, al mismo tiempo que se ven los frutos de su relación de amistad con Kotarou. Ambos son personajes con carencias a nivel emocional, por lo que el lazo que los une se asemeja al existente entre un padre y un hijo.


En relación a la época exacta en la que se desarrollan los hechos, estamos en plena era Sengoku (1467 hasta 1568), un periodo histórico caracterizado por las tensas relaciones entre ambas potencias merced a los estragos de los wako (piratas japoneses) en las costas dominadas por los Ming, que llevaron a éstos a prohibir hasta en dos ocasiones el comercio con sus tradicionales enemigos nipones. Ante esta situación, no cabe sino decir que de la primera a la última muerte que podemos contemplar está claramente destinada a ilustrar la hegemonía de los guerreros nipones frente a sus adversarios Ming que inicialmente miran con desprecio el territorio que invaden, aunque finalmente no les queda sino reconocer el valor y el coraje de los samuráis y sus peculiares costumbres y formas de concebir el combate. Este enfrentamiento puede apreciarse incluso en las armas, entre las cuales cabe destacar la katana permanentemente enfundada de Nanashi. Todas esas pinceladas no sirven, sin embargo, para explicar ciertos detalles que, si bien podrían constituir ciertas licencias narrativas, no dejan de ser chocantes. En cuanto a los villanos de turno, todos están motivados por sus ambiciones personales; algunos desean eliminar el dominio Ming en la zona, otros la vida eterna, o algunos como Rarou, el villano principal de la cinta, solo desean encontrar un rival a su altura. La verdad es que no se da mucha información con respecto a los habilidosos soldados Ming, ni como Rarou terminó trabajando para el Emperador Chino. Lo que si llama la atención es que tanto Rarou como Nanashi son extranjeros. Esto se suma al cuidado que puso el director al momento de diferenciar la cultura china de la japonesa (de hecho el filme está hablado en japonés y chino mandarín). Estos detalles probablemente responden al deseo del director de construir una historia que rompiera las barreras del lenguaje, y que fuera atractiva tanto local como internacionalmente. Al mismo tiempo, el director prefiere entregar una mirada imparcial del conflicto entre ambas naciones, retratando a los chinos como hombres obsesionados con la ciencia y la espiritualidad al servicio de sus gobernantes, y a los señores feudales japoneses como hombres ambiciosos cuyo único interés es el dinero y el poder.



Reflexiones históricas al margen, nos encontramos sin duda ante toda una demostración de buen hacer por parte del Estudio Bones; diseños planos y sobrios pero contundentes y llamativos fondos llenos de acetatos en sus colores; planos efectistas y luchas rápidas y emocionantes. El apartado técnico es sobresaliente y en todo momento consigue envolver al espectador en un ambiente bélico muy pocas veces visto en unos años en los que las curvas de Haruhi Suzumiya y que decir de la banda sonora que la acompaña, que generalmente esta constituida por melodías que van acorde a cada escena del filme. Su animación es soberbia, movimientos cuidados y fluidos sin exagerar, siempre apuntando a la mayor expresividad de los personajes, cada personaje deja al descubierto de forma concreta su propia personalidad en su aspecto visual. Sabemos cual es el tipo duro, cual es el personaje desinteresado, se puede decir que se nota algo cliché en algunos personajes, pero no se dejen engañar, mas de una vuelta de tuerca siempre encontraremos algo más detrás de la visual de los personajes, un ejemplo claro, Nanashi, nuestro protagonista, como dije anteriormente los fondos son soberbios, magníficamente detallados y cuidados ayudan a una composición equilibrada de las escenas, sin sobresalir sobre los personajes, pero aun así si se les presta atención uno queda absorto por tremendo detalle y cuidado. En conjunto, la obra es toda una experiencia visual, podemos ver el sello del estudio de animación por todos lados en este aspecto, ya que el estudio a demostrado ser muy cuidadoso en los aspectos gráficos de sus obras, ya sea dando atmósferas originales y cuidadas, así como momentos de animación únicos desde tremenda acción hasta momentos típicos, y todo esto esta multiplicado por demasía en esta producción. En cuanto a su desarrollo, el guión sigue un desarrollo perfecto y equilibrado. Los personajes están perfectamente presentados, su personalidad es desde un principio atractiva y evolucionan de forma creíble en cuanto a su relación, sin que en ningún momento se levante esa constante aura de misterio que envuelve por ejemplo la historia de Nanashi o el origen incierto de Kotarou.



Los combates en “Sword of the Stranger” son simplemente espectaculares, cuidados hasta el extremo en materia de realismo y detalles. Aquí no vas a ver escenas típicas de anime de tipos superfuertes o con extraños poderes, y un festival de espectacularidad en cuanto a lo extremo de las peleas…bueno, vas a ver un festival de espectacularidad en cuanto a lo extremo de las peleas, pero de una forma demasiado excelente. Las peleas están coordinadas de tal forma que se deja entrever una coreografía posiblemente realizable por personas, no exagera en cuanto a potencia o habilidad, sino que se tiene muy en cuenta el limite que puede tener un humano, por otro lado los detalles en cuanto a técnica de combate están pulidos al limite, golpes, poses, avances, bloqueos, todo esta embebido por un cuidado de lo realista que es muy fuerte. Se nota el estudio detallado sobre movimientos y artes marciales para lograr coreografías perfectas a la hora del combate, sorprender al espectador por lo espectacular de las mimas, y no buscar la exageración para lograr una buena impresión. No puedo, sin embargo, obviar una evidencia como es la de la extrema crudeza de muchas de sus escenas. En este último caso, las mutilaciones y la generosidad a la hora de mostrar sus estragos en las carnes serán constantes. En cierto modo confieso que alguna de sus escenas se vuelve particularmente desagradable debido a la constante presencia de sangre y miembros amputados que inundan el paisaje. A ello hay que añadirle las escenas de torturas que, si bien no son demasiadas, no hacen sino agravar esta circunstancia de cara a las mentes más sensibles. En otras palabras, estamos ante una película destinada exclusivamente a un público adulto es difícil que a estas alturas una cinta de este tipo presente una propuesta por completo original. “Sword of the Stranger” está fuertemente influencia por el cine de samuráis de Akira Kurosawa, aunque si presenta un ritmo narrativo y una estructura más propia del cine hollywoodense. La historia se desarrolla de manera bastante lineal, evitando caer en complicaciones innecesarias, lo que ayuda a que la cinta no se vuelva en ningún momento tediosa.



El director se preocupa de mantener ocultas las razones por las cuales los Ming están persiguiendo a Kotarou, siendo este el misterio principal que presenta el filme. Más allá de esto, “Sword of the Stranger” no presenta grandes sorpresas, lo que no influye mayormente en el resultado final de la cinta. Terminado de ver esta obra, un filme poco conocido, pero del que no desmerece nada si lo comparo con los grandes clásicos del anime, aunque es en su tramo final donde todas esas emociones fluyen y se conjugan para ofrecer uno de los finales más espectaculares y violentos del cine en los últimos años. La sangre estalla y cubre de golpe, todas las escenas de peleas, en una espiral de violencia que se acrecienta a cada minuto del filme, una violencia cruel, indigna e inmoral, las escenas donde la muerte se hace la dueña, son grotescas (muchas de ellas) y sin ningún pudor ni censura. Es un filme que combina sabiamente el cine de samuráis, el cine de aventuras, el de acción y con un elemento fantástico. Peso a esto último, conviene recordar que vivimos en una época en la que todo se resuelve con una protagonista sensual, unos temas pegadizos para los openings y los endings y una avalancha de merchandising en forma de posters, videojuegos, figuritas, etc. En medio de tanta mediocridad, siempre es bueno que de vez en cuando salga un producto que mantiene una cierta dignidad argumentativa…algo que todavía permita afirmar que en Japón se hace anime y no meras extensiones animadas de campañas publicitarias. En definitiva es unna película entretenida, emocionante y cautivadora que, pese a ciertos detalles de dudoso gusto, no cabe sino aplaudir como una de las mejores películas de los últimos años en la animación japonesa. Con su opera prima Masahiro Ando deja patente un profundo amor no solo por el dibujo animado, sino también por un género cinematográfico más referenciado que practicado en los tiempos que corren. Al igual que le ha sucedido a muchos westerns modernos, su cinta que va a medio camino entre la visceralidad y el homenaje no termina de encontrar su lugar, pero la espectacularidad técnica y los recursos artísticos de que se vale dan como resultado un notable anime.



"Una buena animación, argumento y desenlace"

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