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lunes, 8 de marzo de 2010

Malena

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 2000 País: Italia Género: Drama/Erótico Puntaje: 08/10
Interpretes: Monica Bellucci, Giusseppe Sulfaro, Luciano Federico, Matilde Piana, Pietro Notarianni y Gaetano Aronica

Malena (Monica Bellucci) es la belleza más encantadora e irresistible de Castelcuto, un aburrido pueblo de la soleada costa siciliana. Es nueva en la población y estando su marido en la guerra, cada paseo que da por el pueblo se convierte en un espectáculo, acompañado por las lujuriosas miradas de los hombres de la localidad y de los resentidos cotilleos de sus envidiosas esposas. Un ejército de flacos adolescentes en bicicleta la sigue allí donde vaya, con la única intención de observar su exquisita y arquetípica belleza. Pero entre ellos se encuentra Renato (Giusseppe Sulfaro), un chico de 13 años con mucha imaginación que lleva su deseo a unos límites inesperados de obsesiva fantasía. Alimentado por sus sueños de romances de cine, Renato Amoroso se convierte en la secreta sombra de Malena, un espía de amor que no se pierde ni uno de sus sensuales movimientos. Los momentos más insignificantes de la vida de Malena, son percibidos por Renato con el elevado nivel erotismo típico de los adolescentes. Séptimo filme del italiano Giuseppe Tornatore, que toca temas como la desgarradora historia de una hermosa mujer, el descubrimiento de la sexualidad, la infidelidad, la pobreza, el primer amor y el problema de una sociedad conservadora.

La película es una muestra simple y directa de la sensualidad de una mujer extremadamente bella convertida en objeto sexual por el sector masculino del pueblo de Castelcuto. Las obsesiones y fantasías sexuales se convertirán en hechos cuando las necesidades de Malena la lleven a tener que tomar la decisión de aceptar propuestas indecentes para poder subsistir. La lujuria y el acoso están perfectamente retratados en este filme de Tornatore, como así también se ve desde la perspectiva de Malena, la sensación de ser considerada un objeto de deseo en medio de tanta pobreza, y en un contexto de crisis social. En ello veo un hermoso contraste entre la belleza y sensualismo de una simple pobladora y la caótica situación político social que atravesaba la Italia de Mussolini. Se observa que las intenciones del director son demostrar que la Segunda Guerra Mundial pasa a un segundo plano cuando los más bajos instintos de los masculinos del lugar eligen a Malena como objetivo sexual. No importa lo demás, ella es amada, deseada por jóvenes, adultos y hasta ancianos del lugar, además su presencia sobre dos ruedas nos sirve para descubrir bellos paisajes de la localidad costera siciliana y para ir contemplando reiteradamente a la hermosa Malena en sus atractivos andares por las calles de Castelcuto, mientras los hombres de la villa la admiran libidinosamente y las mujeres comentan con envidia y acrimonia su porte.

Pero Malena sabe jugar con el poder que tiene, y que a veces la desborda. Ante la notificación de la muerte de su marido en la guerra entonces decide manejar la situación en pos de mejorar su calidad de vida acuciada por las insuficiencias materiales que vienen de la mano de la situación caótica que acarrea la guerra. Y desde otro plano vemos una situación en particular que protagoniza Renato, el adolescente que va explorando la sexualidad, que irá creciendo y madurando con la obsesión y la fantasía de poder tener a Malena a su lado. Arbitrará los medios necesarios para interiorizarse de la vida de la mujer, hasta el límite de tener celos de todo aquel que intente acercarse a ella y trate de conquistarla. El joven siente la frustración de sentirse impotente al no tener la edad necesaria para convertir sus deseos en hechos y además cuando Malena comienza a tener relaciones con distintos personajes del pueblo por necesidad. Este amorío de joven, llevado hasta límites enfermizos, será uno de las columnas básicas en el desarrollo del discurso de Tornatore. Renato se convertirá en un espía que acecha a su amada y que trata de allanarle el camino para que las cosas le sean más fáciles, y lo que en un principio era obsesión erótica propia de la edad, a medida que pasa el tiempo y conociendo la vida de ella, irá madurando para verla ya con otros ojos. Como un amigo invisible, la ayudará para con los obstáculos que ella tenga que saltear.

"Malena", empezó a tomar forma en la mente de Giuseppe Tornatore poco después de que finalizara “Cinema Paradiso”, su oda al hecho de criarse con el cine, que le llevó a ganar el Premio de la Academia a la Mejor Película Extranjera. Encontró la evocativa historia de Malena y Renato en un relato corto escrito por el veterano guionista Luciano Vincenzoni, que ha escrito más de 100 filmes, incluyendo varios clásicos de Sergio Leone. Vincenzoni había fraguado la historia tipo fábula de Malena a partir de sus propios recuerdos de una mujer que alteró totalmente su pequeño pueblo italiano durante la Segunda Guerra Mundial, una mujer cuyos devastadores encantos y efectos nunca podría olvidar. Tornatore se vio atraído en seguida por los temas de "Malena", y pensó que su historia era inolvidable, especialmente vista a través de los ojos de un niño que, mientras la observa, llega a comprender el amor, los sueños y la responsabilidad, sufriendo su propia transformación. "Malena es un relato simple y esquemático, la historia de un doble crecimiento: un niño que se convierte en hombre, una chica que se convierte en mujer. Al final, es sobre el eterno conflicto entre el Bien y el Mal, el de luchar en medio de una sociedad muy caótica, como en esos tiempos.

Mucho antes de que empezara la producción de "Malena", Giuseppe Tornatore sabía que Monica Bellucci sería su musa, la perfecta encarnación de la pasión y objetivo de las emociones y fantasías reprimidas de todo un pequeño pueblo italiano. La sensualidad escrita en el rostro de Bellucci y su porte orgulloso e independiente, inspiraron a Tornatore, así como sus propias experiencias personales al haberse criado ella misma siendo la belleza de un pueblo pequeño. Como chica pueblerina convertida en famosa modelo italiana, Bellucci ya sabía bien lo que significaba ser el objetivo de las hambrientas miradas de los hombres. De hecho, su mayor desafío era aprender a ser tan pasiva como la impotente Malena. "Soy una mujer moderna e independiente, por eso me es difícil aceptar la manera en que Malena es tratada." Dijo Bellucci alguna vez . "pero he acabado por entenderla y como debe aguantar estos abusos para poder sentir que pertenece a algún lugar." Concluye. Y lo cierto, es que Malena, no puede prescindir de su inherente erotismo a pesar de su comportamiento fiel a su c esposo. Este erotismo despierta el deseo general, un deseo que la conducirá a una vida establecida por los cauces señalados en los instintos sacudidos entre quien la rodea y que la condenarán sin remisión por una hipócrita e inflexible comunidad.

La perspectiva de Tornatore, que no carece de nostalgia y cariño por esa época, es muy crítica (aunque no explícita) con respecto de esa sociedad que padeció ese periodo infame de la historia italiana. Su construcción no intenta ser revisionista, ni tampoco quiere castigar ideológicamente, pero no desconoce la responsabilidad de cada ciudadano en Castelcuto por la infelicidad de Malena. Tornatore no quiere desenmascarar a nadie porque ese no es el objetivo del filme, no obstante, el recuerdo del primer amor tiene un telón de fondo en el que abundan las caricaturas, los mitos, los defectos, las deformidades y hasta los demonios que acompañaron a esa generación. A Tornatore no le interesa ser ni juez ni parte, su única lealtad es con Malena, que solo desea la felicidad. La conducta desproporcionada de ciertos personajes, como el de su padre, no hace otra cosa que añadirle una capa de afecto a esa aborrecible figura paterna que se construye en la adolescencia. "Malena" es el sencillo homenaje que Tornatore le rinde a su padre, cuyo filme abre con estas palabras: A pesar de su juventud, Sulfaro se vio arrastrado por el alma de "Malena". "Creo que es algo bello amar de lejos." Comentaba sobre la historia, "y es una cosa magnífica ser testigo del momento en que un chico se convierte en hombre." concluye, además podemos añadir la esplendida musicalización del maestro Ennio Morricone. Una cinta muy evocativa y nostálgica de esa época en el cual todos los hombres han pasado, vale la pena mirarla.

“Sensualidad y romanticismo en esta esplendida película”

lunes, 21 de diciembre de 2009

Están Todos Bien (Stanno Tutti Bene)

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1990 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Marcello Mastroianni, Michèle Morgan, Valeria Cavalli, Marino Cenna, Norma Martelli y Roberto Nobile

Tras el éxito de "Cinema Paradiso", Tornatore vuelve a hacer un emotivo melodrama contando en esta ocasión conel gran actor Marcello Mastroianni, obteniendo de nuevo buenas críticas y el Premio del Jurado en Cannes. La historia se centra en Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un funcionario rural ya jubilado, además viudo, que decide viajar por Italia visitando a sus cinco hijos, que están repartidos por diferentes ciudades. Pero en sus diferentes visitas comprueba que las vidas de sus hijos y sus respectivas familias “bajo una superficie de prosperidad” están marcadas por la tristeza y la insatisfacción, descubriendo una realidad diferente a como se la había imaginado.

Matteo Scuro tiene cinco hijos, pero no van nunca a visitarlo, de modo que decide él ir a verlos. Se dirige a Nápoles, donde se entera que su hijo Álvaro está de viaje. Después va a Roma donde le han dicho que su hijo Caiano tiene un brillante futuro político, allí descubre que solo es un modesto funcionario del partido. En Florencia vive su hija Tosca, una gran actriz que no es más que una modelo que posa en ropa interior. En Milán está Guglielmo, un brillante compositor que resulta ser un vulgar músico insatisfecho con su trabajo. Finalmente, en Turín se reúne con Norma, que él cree que ella forma parte de una importante compañía mientras que sólo es una telefonista que se encuentra en crisis matrimonial.

Giuseppe Tornatore ha realizado una melancólica película, llena de tristeza e ironía en la que muestra la indiferencia de la sociedad actual, hablándonos de la soledad de la tercera edad, y de las relaciones familiares. El éxito de esta película ha originado este año un remake estadounidense titulado “Everybody's Fine”, dirigido por Kirk Jones e interpretado por Robert De Niro que se mete en el papel de Marcello Mastroianni. Un punto fuerte de la película es el misterio que se esconde en la ausencia de Álvaro, que al final de la película se revelara y dará un vuelco total a los personajes de la película. Esta cinta, como se a dicho es una critica a la sociedad actual, cada vez más fría y egoísta, que deja a relaciones familiares en segundo plano, cuando esta debe primar sobre todas las cosas.

En “Están Todos Bien” abundan varias escenas emotivas y no son a la azar, tampoco son cursilerías, como es acostumbrado hacer en “grigolandia”, una muestra de ello es la parte del tren, donde a Don Matteo se le cae una foto familiar, sus compañeros de vagón todos desconocidos la miran y le preguntan, y él lleno de orgullo les cuenta casi hasta el hartazgo, de cada uno de ellos y les relata lo exitosos que son dispersos por toda Italia definiéndolos como un orgullo nacional, esa escena es simplemente genial, a lo largo del viaje, Don Scuro va percibiendo que no todo era como él pensaba, y Tornatore lo muestra con excelencia y magistralidad en conversaciones con sus hijos aún niños, una mestras de las añoranzas de Don Matteo, sobre el tiempo pasdo y el amor a sus hijos.

La parte del clímax de la cinta o mejor dicho el golpe bajo de la película es cuando Don Matteo organiza una cena en Roma: una gran mesa con 12 platos para doce bocas hambrientas, para sus hijos y nietos, pero solo acuden sus hijos Canio y Guglielmo, y le revelan la realidad sobre Álvaro, que se suponía que estaba de viaje, esto era mentira, Álvaro había estado depresivo los últimos tiempos, se adentró al mar con un barco y nunca pudieron encontrarlo. Don Matteo lo niega diciendo si no hay cuerpo no hay muerto, pero a pesar de esa apariencia, esa noche sintió que nada era lo que él creía con respecto al bienestar de sus amados hijos. Esta escena es la que le hace abrir los ojos a Don Matteo y acepta a sus hijos tal como son, con sus errores y virtudes, esa la moraleja de la película.

Uno de los puntos más restantes del filme, es el personaje de Don Matteo, que es interpretado por el siempre excelente y impecable Marcello Mastroianni, el desaparecido actor, nos da una muestra de loes verdaderamente actuar, construye un personaje melancólico y muy querendón con sus seres queridos, de quienes tiene un buen concepto, otra plus de esta película es la partitura musical del maestro Ennio Morricone, que como en su anterior trabajo con Tornatore, se apoya el sentimentalismo y el recuerdo, para recrear convincentemente la atmosfera melancólica y triste de la película, infravalorada película de Giuseppe Tornatore, que merece ser vista antes que su inminente remake. Aquí les dejo con una genial escena de esta película, que seguro le hara querer ver inmediatamente este filme.

“Melancólica, triste película que nos hará reflexionar sobre la verdadera importancia de la familia”

domingo, 10 de enero de 2010

Una Pura Formalidad

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1994 País: Italia Género: Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Gérard Depardieu, Roman Polanski, Sergio Rubina y Nicola di Pinto

Cuarto largometraje de Giuseppe Tornatore, un drama teatral, absorbente y de buenas interpretaciones. El famoso escritor Onoff (Gérard Depardieu) hace mucho tiempo que no publica ningún libro, solo andaba entre las sombras, sin ganas de hacerse visible. Una noche, la policía lo detiene. Onoff no recuerda qué le ha ocurrido y presenta un aspecto bastante desmejorado. El inspector de policía (Roman Polanski) intentará descifrar un misterio que podría abarcar los límites de un terrible crimen. Además, se da la circunstancia de que el inspector es lector habitual de la obra de Onoff. Película atípica y a contracorriente, no es nada extraña la presencia de Polanski en el proyecto, pues aparte de la presencia latente del mundo de Kafka, en la película hay una atmósfera y un universo inequívocamente polanskianos (valdría el símil de Welles y Carol Reed en "El tercer hombre"): ambigüedad, ambiente claustrofóbico, pocos personajes, importancia absoluta de la puesta en escena.

Giuseppe Tornatore da un giro de 180 grados a su filmografía (Cinema Paradiso, Están Todos Bien), caracterizada por el tratamiento nostálgico de sus temas, y se enfrasca en una historia con toque intelectual, que se quiere claustrofóbica y desgarradora. A este último fin ayuda una espléndida fotografía nocturna, que se permite algunos alardes de planos imposibles. Una película casi desconocida (olvidada tal vez) del director italiano, es la que nos ocupa en esta ocasión. Y lo hace porque quiero revindicar su calidad como “casi” obra maestra. Y digo “casi” porque entiendo que no se aprecie en su justa medida, ya que el texto está estructurado como obra de teatro, y la inamovilidad real, mezclada con un recurso dramático del flash-back inconcluso que trata de dar aire al espectador, no acaba de funcionar al no estar cerrado de manera clara en el desenlace. Pero por partes. Así pues, una gran película, que confirma a Tornatore como el maestro que es.

Ya los títulos de crédito sobre la primera secuencia en el que una cámara subjetiva se mueve con torpeza en un oscuro bosque, bajo los violines de Ennio Morricone que agrandan la sensación de descontrol, nos avisan e introducen en el tono y tensión de lo que vamos a ver. Entendemos que se trata de alguien desorientado en mitad de la lluvia en una carretera comarcal que es detenido por la policía. No es otro de Gerard Depardieu. Ya estamos en el escenario principal. Una ruinosa comisaría rural que sufre goteras y da sensación de claustrofobia al detenido y al espectador. Unos diálogos introductorios para crear expectativas sobre la aparición del inspector de policía. Ha llegado. No es otro que el inefable Roman Polanski. Tengo que decir en este punto que la película ha sido comparada con la obra de Kafka, imagino que en concreto con “El proceso”. Y tal vez hasta este punto sea de alguna forma cierto. En aquella el ciudadano Josef k es detenido y llevado a interrogar sin saber por qué.

Tal vez tengan cosas en común, pero en esta, desde el principio prácticamente Tornatore introduce unos flash-backs que surgen desde la cabeza del acusado en los que vemos que “algo” sucedió el día previo a la detención. Lo ciento es que a partir de la llegada del inspector, el espectador va recibiendo información dosificada que nos deja ver que ha habido un asesinato. Pero antes, de forma ambigua la necesaria identificación del detenido. Depardieu resulta ser un famoso escritor en horas bajas del que el inspector es fan incondicional. A partir del descubrimiento de la identidad, se produce un cambio de actitud en el personaje de Polanski. Imágenes simbólicas como la de la ratonera en el armario nos dejan entrever que la noche va a ser larga. El duelo entre los personajes tanto a nivel dramático como interpretativo está servido. Ya prácticamente no vamos a salir de la claustrofóbica comisaría sino como recurso para crear tensión y precipitar alguno de los giros. Vamos a asistir a los precisos diálogos que van diseccionando al detenido. Pero también de alguna forma al comisario. Así, el paso de los minutos van dando la explicación necesaria a la ambigua situación. Pero el fin no es importante en esta película. Es en el proceso de reconocimiento de la acción, donde está el meollo de la cuestión.

A pesar de lo denostado que está el recurso del flash-back, el director lo utiliza de manera ejemplar y poco habitual. Mientras el protagonista cuenta los acontecimientos, en pantalla vemos que se contradicen con la realidad de las imágenes. La perspicacia del comisario deja entrever que conoce la verdad, y el interrogatorio no es más que un proceso para que el personaje la reconozca. Como si tuviera la necesidad de sacar al detenido de una amnesia consentida. En el desenlace absolutamente simbólico (igual que en la obra de Kafka) entendemos que el paso al “infierno” necesita el reconocimiento del pecado. Y Onoff-Depardieu tiene unos cuantos que asumir. Como decía al comienzo, el tratamiento demasiado simbolista y un final algo ambiguo hacen que la película no sea redonda.Pero uno de los puntos por los que quería comentar esta película va más lejos de la interpretación o la estructura del guión. “Pura formalidad” es una obra necesaria que se debería analizar en las escuelas de cine por lo maravilloso de la puesta en escena y la perfecta coordinación con la planificación. Y lo es porque a pesar de su aparatosidad, pasa desapercibida probablemente por lo certero de las interpretaciones y el libreto.

Los movimientos de cámara son constantes y fluidos. Las acciones de los personajes perfectamente naturales y delimitadas al tiempo. Los constantes travellings semicirculares, los planos contraplanos con y sin escorzo, los planos generales. La suma de todo ello da pie a un montaje perfecto, de manera que tanto el ritmo interno de la escena y el ritmo externo del montaje se complementan a la perfección. Todo ello aderezado con la banda sonora de Morricone, o el desarrollo temporal casi real en una noche, hacen de “Pura formalidad”, una obra necesaria, sino maestra del cine europeo contemporáneo. Una película que de vez en cuando hay que revisar para recordar que a veces no hace falta grandes medios, sino grandes ideas... y saber llevarlas a cabo.

“Un drama absorbente y de buenas interpretaciones”

viernes, 26 de marzo de 2010

La Desconocida

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 2006 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Kseniya Rappoport, Michele Placido, Claudia Gerini, Margherita Buy, Pierfrancesco Favino, Angela Molina y Clara Dossena

Irena (Ksenia Rappoport) es una joven ucraniana con un pasado lleno de violencia y humillaciones, se muda a una ciudad italiana donde consigue trabajo como empleada doméstica para una familia de orfebres: los Adacher. Irena se encariña con la familia, y sobre todo con la niña, Thea (Clara Dossena), la cual padece una enfermedad neurológica muy peculiar. Aunque Irena no es capaz de superar por completo los horrores de su vida, sigue adelante gracias al recuerdo de un amor atormentado, melancólico y perdido. Poco a poco va integrándose en la familia y ganando su confianza. Pero el pasado no ha terminado de ajustar las cuentas con ella y la familia poco a poco se interrogara ¿Quién es realmente Irena?. “La Desconocida” es un filme más que interesante. Esta cinta recibió el premio de David di Donatello cómo Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actríz (Ksenia Rappoport), Mejor Fotografía y Mejor Música (Ennio Morricone) en el 2007. También aspiró para los premios Oscar en el 2007 a Mejor Película Extranjera. Luego de cinco años de rodar “Malena”, Giuseppe Tornatore volvió tras las cámaras con esta bomba cinematográfica.

Giuseppe Tornatore se dio a conocer hace ya algunos años por su mítica “Cinema Paradiso", luego de esta laureada cinta llegarían “Están Todos Bien”, “El Hombre de las Estrellas”, “La Leyenda del Pianista en el Océano” y “Malena”, todas ellas con una atmosfera nostálgica y romántica. Si bien “La Desconocida” nada tiene que ver con sus anteriores producciones, el hecho de estar firmada por el maestro italiano ya es, a priori, toda una garantía de buen cine. Y la verdad es que no decepciona lo más mínimo, porque nada se puede reprochar a esta propuesta; una película en la que el director se mueve como pez en el agua por diversos géneros cinematográficos: drama que desemboca en suspense, con algún atisbo de cine social (sin moralina ni maniqueísmo de ningún tipo) y policial para volver de nuevo al suspense y ofrecernos escenas finales sobrecogedoras. Con una muy acertada narración que provoca misterio, emoción y hasta lágrimas, la película expone dentro de la trama ciertos conflictos entre las clases sociales: una clase alta insegura y que hace uso de su poder económico para obtener lo quiere, y una clase social baja envuelta en la prostitución, que roba y mata pero también puede crear fuertes lazos de amistad. El filme posee una fuerte inclinación por el “cine de arte”, con una fotografía muy bien cuidada y a veces virtuosa más allá de su funcionalidad, un montaje veloz y con varios flashbacks, que la hacen dinamica.

El director va descubriendo la historia de la protagonista en dos hilos narrativos diferenciados. Por un lado, su misterioso pasado, servido mediante justos y justificados flashbacks que permiten comprender la trama pero sin excesos en su uso; por otro, los verdaderos motivos de la estancia de Irena en la ciudad. Ambos no serán desvelados hasta casi el final del filme, garantizando el suspense y la atención del espectador. Así, lo que comienza con atisbos de drama se convierte en un thriller psicológico que va ganando nuestra curiosidad con el paso de los minutos. Porque en esta cinta nada es lo que parece y el director juega hábilmente con el espectador en secuencias que van adquiriendo sentido a medida que la película avanza a través de un guión magníficamente orquestado para llevarnos poco a poco a su terreno. Nada en ella sobra, todas las escenas contienen esa información trascendente ofrecida en pequeñas y magníficas dosis que obligan a no perderse ni un segundo. La carga dramática, medida a la perfección y muy contenida, mantiene la tensión y consigue atmósferas repletas de intriga, al tiempo que nos muestra escenas crudas y frías de violencia sexual explicita para denunciar el infierno que actualmente viven miles de mujeres como Irena, sumidas en la esclavitud sexual. Con “Una Pura Formalidad”, visceralmente protagonizada por Gerard Depardieu y Roman Polanski, un kafkiano thriller ya había demostrado el buen sentido que tenía para las historias oscuras. Porque “La Desconocida” es sin duda una historia oscura, retorcida y un poco despiadada, aunque el espectador tarde un poco para darse cuenta de ello.

La diferencia inicial de esta película con la mayoría de las de su género, es que no se nos presenta como un thriller, de manera que la primera sorpresa viene por cuenta de los giros que empieza a dar el filme hacia situaciones más amenazantes, misteriosas y sorprendentes. Porque al principio Irena, parece una mujer humilde y vulnerable, otra extranjera buscando sólo ganarse la vida honradamente. Aunque su sigilo y su interés por una familia en particular, además de unos rápidos recuerdos al pasado, empiezan a alertar sobre la verdadera naturaleza de la historia. Como dejando migajas por el camino, Tornatore va llevando al espectador por ese sendero lleno de curvas en el que no se puede ver con mucha anticipación lo que viene y donde cada migaja, cada nueva información suministrada a su tiempo e inteligentemente, es un elemento más para contribuir a la intriga y expectativa del público. El principal recurso para esto son esos flashbacks que inicialmente sólo se presentan como cortos choques para la retina, pero que a medida que avanza la historia se van haciendo más amplios y, a su debido tiempo, le van contando al espectador sobre el dramático pasado de Irina siendo explotada como prostituta, más otras impensables vejaciones.

En relación con ese hábil suministro de información, que va en función, como en todo thriller, de la intriga y el suspenso, lo más interesante y mejor logrado del filme es la transformación del personaje. Pero no se trata de un cambio como el que ocurre en casi todas las películas, el que se opera por las cosas que le pasan en la historia al personaje, sino que se transforma es por ese ocultamiento y progresivo descubrimiento que hace el relato del pasado y las intenciones de Irena. De manera que estamos ante un producto aparentemente convencional, por ser de género, pero por tratarse de un director que conoce muy bien las emociones humanas, no se queda sólo en el crimen, el suspenso y la intriga propios del género, sino que pone en primer plano lo que le pasa y siente el personaje. Y es que, normalmente, el cine de género depende de sus personajes estereotipados, y aunque aquí el antagonista lo es totalmente, la protagonista está llena de matices y humanidad, su drama personal tiene tanta fuerza como las secuencias de acción y suspenso. Y siendo consecuente con esto, Tornatore es capaz de terminar su historia en uno de esos picos emotivos y ternuristas que lo caracterizan, haciendo de ésta una película definitivamente diferente, original y llena de fuerza dramática y narrativa.

“La Desconocida” es un filme sólido que se sustenta en un guión lúcido y magníficamente elaborado, desplegado con una fuerza poco usual que logra crear una atmósfera digna del mejor thriller europeo. Cuenta con muy buenas actuaciones, entre las que destacan, además de la protagonista (Ksenia Rappoport), la actuación de la niña (Clara Dossena), o la de Michele Plácido, que consigue poner los pelos de punta, e incluso Angela Molina en un papel secundario. La factura se completa con la excelente banda sonora a cargo del maestro Ennio Morricone; banda sonora a la altura de otras compuestas por él como “Cinema Paradiso” o “La leyenda del Pianista en el Océano”, aunque para este caso ha sabido imprimirle ese necesario toque más oscuro. Confieso que la vi con cierto escepticismo ya que es inevitable comparar después de una obra maestra como “Cinema Paradiso” haga tra igual; pero he de decir que, aún siendo una trama difícil de seguir y que requiere mucha atención, no sólo me llamo la atención, sino me impacto no puedo más que recomendarla porque se trata de una película excelente.

“Tornatore hace gala de su cine, teniéndonos en vilo con una trama de suspense emocional”

miércoles, 17 de febrero de 2010

La Leyenda del Pianista en el Océano

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1998 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Tim Roth, Pruitt Taylor Vince, Mélanie Thierry, Bill Nunn, Peter Vaughan, Niall O'Brien y Gabriele Lavia

La entrada del siglo XX genera grandes expectativas e ilusiones, y emigraciones masivas a Estados Unidos a bordo de los elegantes trasatlánticos. Danny, el maquinista de uno de esos barcos “El Virginia”, se encuentra a un niño abandonado sobre un piano y decide adoptarlo, bautizándolo como Mil Novecientos. El barco se convierte en su fortaleza y su hogar, y los pasajeros en sus ventanas al mundo. Tras la muerte de Danny, Mil Novecientos se ocupa de las bodegas hasta que casualmente, alguien de la tripulación descubre su innato talento con el piano. A través de la música, este inusual personaje muestra al mundo lo que siente dentro de su reducido mundo, que no se atreve a abandonar. Basada en la novela “Novecento” (No confundirse con la película de Bernardo Bertolucci). Esta cinta es una bella adaptación literaria, con decorados magníficos y estupendo reparto, fotografía y música a cargo del gran Ennio Morricone, que más se puede pedir.

Giuseppe Tornatore es consciente desde hace algunos años de la gran relevancia de “Cinema Paradiso”, la película que en 1988 le lanzó a la fama y al Oscar. Sabe que esta película agravó en Hollywood el "complejo europeo" y fue entendida como un antídoto al cine esquemático y deshumanizado de Estados Unidos. Habiendo visto de qué forma su pequeña película daba pie a los grandes monumentos cinematográficos más recientes, hijos perfectos del cruce Europa-Hollywood (“El Paciente Inglés”, “El cartero”, “La Vida es Bella”, etc.), se preparó para asumir dignamente su papel con una película en la que lo pequeño y lo magnífico se dieran la mano, en la que lo íntimo y lo espectacular se hicieran compatibles. De esta intención surgió “La Leyenda del Pianista en el Océano”, la relación entre un hombre pequeño (Tim Roth, símbolo del hombre kafkiano moderno) y la magnitud del océano, entre el valor cotidiano de una vida sin alcance y lo extraordinario del momento de cambio de siglo en el que se sitúa la película.

“La Leyenda del Pianista en el Océano” se beneficia del diseño de producción del cine norteamericano, sello principal del cine de los últimos años, de su puesta en escena y de su ritmo, pero, en oposición, el Tornatore europeo se detiene en lo particular y anecdótico, en el momento suspendido por la contemplación de los personajes. Y es en este sentido en el que la partitura de Morricone se adhiere a la película creando un tiempo alargado y plano, un tiempo interior, del que sólo se despierta cuando el piano pide protagonismo, siempre bajo la forma de ragtime. Tornatore representa una pequeña historia de relaciones entre personas solitarias, con el gran fondo de la Historia de principios del siglo XX. La imagen del arte, de la música, como aquello que sirve a la vida o que se sirve de ella, describe muy bien las contradicciones de la época; el individuo frente a la masa; el valor de la revolución industrial frente a la opresión de los obreros; la ópera y la música jazz; etc.

Tornatore ha definido su película como una "fábula universal construida en torno a una metáfora muy moderna sobre la condición humana". Y, fiel a este carácter de alegoría, plantea su musical apuesta con un romanticismo desbordante, matizado a veces con algún toque surrealista, al estilo de los empleados por Fellini. Entre estos parámetros estéticos se mueven en todo momento las excelentes interpretaciones, sobre todo de Tim Roth, la esmerada ambientación, la espléndida fotografía de Lajos Koltai, colaborador habitual del cineasta húngaro Istvan Szabó y la impresionante partitura de Ennio Morricone, una de sus mejores composiciones, injustamente excluida de los Oscars 1999 tras haber ganado el Globo de Oro a la mejor banda sonora dramática. Esa radical opción romántica de Tornatore quizá resulte empalagosa para ciertos paladares; pero propicia numerosas escenas de gran intensidad dramática e inusitado lirismo. Así, la escueta trama de amor, sencillamente magistral, resueltas siempre con elegancia formal, profundidad antropológica y un sentido casi operístico de la clásica tragedia en torno a la supuesta soledad del artista. Sin duda, resulta incómodo el fatalismo del desenlace, que podría entenderse como una cierta justificación estética del suicidio.

"¿Por qué no bajas a ver el mundo con tus propios ojos? insta a Mil Novecientos su amigo Max. El mundo está ahí; todo te espera al final de esos escalones". El propio Mil Novecientos intuye poéticamente que, desde tierra, quizá se oiga la voz del océano que grita "¡Tú!", como "un gran grito que te dice que la vida es inmensa, y cuando lo oyes sabes lo que debes hacer. Podría estar aquí eternamente, en el barco, pero el océano nunca me diría nada". Sin embargo, en su enfermizo ensimismamiento, no acaba de comprender plenamente esos puntos externos de fuga. Para él, "la gente de tierra pierde el tiempo preguntándose el porqué. Cuando es invierno, esperando que llegue el verano. Nunca te cansas de viajar en busca de un lugar donde esperar. A mí no me parece una buena apuesta". Por eso, ese magistral instante eterno, en que Mil Novecientos se debate en la escalerilla que une su barco con el resto del mundo, adquiere una dramática hondura antropológica, pues refleja el dilema universal entre inmanencia y trascendencia que atenaza a todo hombre.

Finalmente, al protagonista le falta valor, y prefiere quedarse en el controlado y pequeño universo de su piano: "La teclas empiezan y acaban, 88, no son infinitas. Pero tú eres infinito, y en esas teclas la música que haces puede ser infinita". Es la vieja tentación del arte como insuficiente sucedáneo de la vida: "El teclado de esa ciudad es infinito, no es para mí. Viendo toda aquella gran ciudad no se veía el final. El problema no fue lo que vi, sino lo que no vi; no vi donde terminaba, no vi el final del mundo". Es el ancestral miedo a salir de uno mismo para darse valientemente a los demás: "En ese barco, había deseos, pero no más de los que cabían entre proa y popa, no más de los que cabían en un piano que no era infinito. La Tierra es un barco demasiado grande, una mujer demasiado hermosa, una música que no sé tocar". Es, en fin, el paradójico, cobarde y pobre escapismo hacia el interior de uno mismo, al que se entrega todo aquel que no se atreve a embarcar de verdad en la aventura de la vida. En definitiva, por fuera y por dentro la película se mantiene siempre a gran altura, y confirma también respecto a la propia carrera fílmica de Tornatore la verdad de esas palabras con las que el narrador da comienzo a su relato: "No estás acabado mientras tengas una buena historia y alguien a quien contársela".

"Una melancólica y nostálgica cinta"

jueves, 28 de enero de 2010

El Hombre de las Estrellas

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1995 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Sergio Castellito, Tiziana Lodato, Franco Scaldati, Leopoldo Trieste y Nicola Di Pinto

En un pueblo de Sicilia, en los años cincuenta, el pícaro Joe Morelli (Sergio Castellito), cargado con su obsoleta cámara Ascania, promete que es capaz de hacer realidad los sueños de cualquier ciudadano que aspire a ser una estrella de cine. Así, Morelli llega a dicho lugar con el pretexto de descubrir nuevas caras para el cine. Los ingenuos lugareños le pagan la módica suma de 1.500 liras para convertir sus sueños en realidad. Todos forman una larga cola para abrir sus almas a la cámara de Joe, luchando por ese atisbo de esperanza que les situaría entre los agraciados, entre las estrellas de cine. “El Hombre de las Estrellas” o “Fabricante de Estrellas” (titulo que llevo en Latinoamérica) supone la constatación de Tornatore, como un gran director, luego de la extraordinaria “Una Pura Formalidad”, el director Italiano vuele a sus raíces “Sicilia”, para contarnos una gran historia.

Está claro que en “El Hombre de las Estrellas” renacen ciertos temas, cIimas y escenarios de “Cinema Paradiso”, el producto que se alzó con el Oscar al mejor film extranjero de 1990, pero también se nota que su director, el italiano Giuseppe Tornatore, empieza a superar la receta que lo consagró. El lugar vuelve a ser Sicilia, son tiempos de posguerra, más precisamente el año '53, cuando aparecían por la zona los primeros aparatos de TV y el protagonista, una vez más, es un profesional ligado de manera tangencial al cine. A diferencia de aquel proyectorista que servía como excusa para una avalancha de citas cinéfilas en “Cinema Paradiso”, el cazador de talentos que compone Sergio Castellitto (el incansable fornicador de “La Carne”, de Marco Ferreri) se dedica a recorrer provincias a bordo de una camioneta tapizada con afiches de actores célebres de la época. Allí carga una cámara de 35 mm, un micrófono y unos cuantos kilos en equipos de iluminación, con los que monta su pequeño estudio en cada plaza, tras anunciar con un megáfono que tomará pruebas de cámara a los que quieran ganar fama y dinero con el cine. A cambio, claro está, de pagar "para cubrir los costos de revelado".

El negocio de Morelli florece al compás de la fascinación de los campesinos, convencidos de que en cuestión de días llegará la prometida carta de la productora Universalia, con asiento en Roma, convocándolos para el estrellato. Las vanas ilusiones de posguerra, el auge del neorrealismo, que utilizaba actores no profesionales como los convocados por Joe, y el aura celestial que todavía revestía al cine estadounidense al mundo de ese cine, superior al terrenal y habitado por las divinidades glamorosas del “star system” forman parte de un contexto que consolida la tarea de Morelli ante los ojos del espectador. Los rostros de sus pobres clientes, a los que hace recitar un par de Iíneas de “Lo Que el Viento se Llevó”, nutren una galería de primeros planos deslumbrados (a veces coronados por el llanto, por la confesión quejosa o por el ataque de nervios, en arrebatos propiciados por la cámara) que acaban conformando una suerte de retrato colectivo de los postergados de Sicilia, la otra cara de la isla que no tiene tanta fama como los mafiosos.

Hay bolsones de obviedad, resabios, como ese plano general en el que todos los pueblerinos, absolutamente todos, se pasean por las calles repasando el bocadillo que Clark Gable le decía a Vivien Leigh, o esa escena en la que unos bandidos le perdonan el pellejo a Joe y hasta terminan pagándole para que los filme, como si la cámara, más que deslumbrar, idiotizara. El perfil de Joe Morelli, en cambio, goza de una ambigüedad que sostiene el rumbo con firmeza durante buena parte del relato: ¿tendrá rollo su cámara? ¿hasta dónde engaña al mundo este hombre, que parece conmoverse más que nadie ante las virtudes fotogénicas de los desdichados que se le cruzan (y que las tienen, como que llenan cómodamente la pantalla de Tornatore)? Morelli, en todo caso, pasa tanto rato engañando a los paisanos como al público, y aun autoengañándose. En el éxtasis del embaucador ante sus víctimas podrá rastrearse, luego, la semilla de su transformación. Porque a Joe le cuesta sustraerse al bien que, aunque no busca, ejerce fugazmente sobre los campesinos, quienes encuentran en las pruebas de cámara el alivio de una confesión. Alivio que él no podrá permitirse mientras persista con la trampa.

Siempre se agradece la incursión de una que otra película en el complejo mundo del metacine, ya sea desde el atribulado subconsciente del director (8 1/2 de Fellini), del guionista (el ladrón de orquídeas) o incluso del sonidista (“Historia de Lisboa”, de Won Wenders). En este caso, la ilusión cinematográfica (ya trabajada en “Cinema Paradiso”) se centra en una cruel historia de mentiras e ignorancia: un hombre recorre los pueblos más pobres de Sicilia ofreciendo a sus habitantes la posibilidad de convertirse en estrellas de Hollywood mediante un rudimentario casting. Más allá de la censura moral de lucrar a costa del candor de personas pobres, lo que rezuma este filme es la ilusión cinematográfica, ese contraste entre la fantasía del celuloide y la cruda realidad (algo similar, aunque en otra dimensión, a lo que sucede en "Bailando en la Oscuridad", de Lars Von Trier). Es un filme muy a la italiana, donde no falta el humor, el sexo, el drama, la historia de amor, la tragedia.

Pero lo destacable de la película, es la musa, que viene hacer la redención de avispado estafador, y lo favorable es que venga de la mano de una hermosa adolescente (Tiziana Lodato) acaso no haya sido la mejor idea, sobre todo si se considera que Tornatore la utiliza para igualar al público con cierto viejo verde que se excita contemplándola desnuda. Cierto es que la escena del manicomio pesa por melodramática, y que la última secuencia de montaje vuelve a descender a la obviedad, con los fallidos aspirantes a “stars” sobreimpresos con el rostro atribulado de Morelli (cuando las voces en off de ellos ya sobraban para comentar la angustia de él), pero “El Hombre de las Estrellas” tiene suficientes aciertos como para celebrar que Tornatore haya empezado a despegar de las chapucerías con que conquistó el aplauso de los cenáculos hollywoodenses.

“Un homenaje al séptimo arte”

sábado, 5 de diciembre de 2009

Cinema Paradiso

Director: Giuseppe Tornatore
Año: 1988 País: Italia Género: Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Philippe Noiret, Jacques Perrin, Salvatore Cascio, Agnese Nano, Brigitte Fosey y Marco Leonardi

“Cinema Paradiso” es una historia de amor por el cine. La película narra la historia de Totò (Salvatore Cascio, Marco Leonardi y Jacques Perrin) un niño de un pequeño pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es disfrutar de las películas del Cine Paradiso. Encantado por las oscilantes imágenes, él deseaba con todas sus fuerzas que el cine fuese en realidad magia. Un día, Alfredo (Philippe Noiret), el operador de cine, accede a enseñar al pequeño los misterios que se ocultan en una película. Todos los niños de la pequeña villa van creciendo, sin perder nunca su amor por el cine, pero llega el momento en el que Totò debe dejar el pueblo y comenzar a buscar sus sueños. Y así ocurre durante treinta años hasta que un día un mensaje le comunica que debe volver a casa.

Conmovedora y profunda película de Giuseppe Tornatore, una de las más destacadas de la carrera del director italiano, todo el filme se centra en la relación de amistad que se establece entre Totò, un niño huérfano en un pequeño pueblo de Sicilia en la Italia de la posguerra, y Alfredo, el proyeccionista del cine del pueblo; el cine Paraíso. A través de esta historia, el director aborda las diferentes etapas de la vida de Totò desde su infancia hasta su madurez, en la que ya convertido en un director de cine reconocido, una mala noticia que le hara retroceder en el tiempo. El relato de esta relación lleva a abordar la naturaleza de algunos elementos constitutivos de la existencia humana como la amistad, el amor, la identidad, el paso del tiempo, la memoria o la muerte. La mayor parte de la historia se narra por tanto en retrospectiva, a modo de flash-back en el que Totò rememora los principales episodios de su amistad con Alfredo.

La película es igualmente un homenaje al cine y sus estrellas. Varias escenas que muestran a los habitantes de Giancaldo asistiendo a las proyecciones resultan simplemente memorables, mostrando no sólo la experiencia de ver películas en los habitantes de la Sicilia rural en los años cincuenta, sino el impacto que el cine, sus historias y sus estrellas tuvo en la sociedad y sus costumbres. La película esta repleta de referencias a grandes películas, desde "La diligencia" (1939) a "El jeque Blanco" (1953), y figuras de la historia del cine como Charles Chaplin, Buster Keaton, Clark Gable, Henry Fonda, John Wayne, Jimmy Stewart, Brigitte Bardot o Marilyn Monroe, por citar algunos de los que aparecen mencionados o retratados en la película.

En el tratamiento de los principales temas de la historia (El regreso de Salvatore a Giancaldo; la amistad entre Toto y Alfredo; el amor del joven Salvatore hacia Elena; o la pasión de los habitantes del pueblo por el cine), los personajes y sus relaciones aparecen de manera natural y sincera, y el espectador se identifica con ellos desde el primer momento. ¿Cómo olvidar la mítica escena en que el maduro y consagrado Totò asiste, en un patio de butacas vacío, a la proyección de todos los besos eliminados del metraje por la censura, que Alfredo (Noiret) ha guardado cuidadosamente y montado para él, a modo de regalo póstumo? Después de tantas y tantas películas que nos muestran el lado más frívolo y “real” de la industria del cine, ¡los románticos tenemos derecho a una película como esta, aunque algunos la acusen de cursi! Destaca igualmente la música de Ennio Moricone que recrea de manera excelente la atmósfera de emotividad y nostalgia de la historia. Finalmente cabe señalar que Cinema Paradiso recibió merecidamente múltiples premios y reconocimientos, entre ellos el Óscar y el Globo de oro a la mejor película extranjera.

Respecto a las interpretaciones, cabe destacar a Philippe Noiret, excelente actor, que en su papel de Alfredo consigue con su aspecto cálido y su carácter próximo transmitir una sencillez y serenidad esenciales para la historia. Evoca la figura no solo paterna para el Totò niño, sino también de guía y mentor para el joven Totò, y de conciencia y memoria para el Totò adulto. En su función de personaje de motor y referente en la transformación de la identidad de otra persona, el papel de Totò es interpretado por tres actores diferentes correspondientes a la infancia (Salvatore Cascio), juventud (Marco Leonardi), y madurez (Jacques Perrin) del personaje. Las tres interpretaciones cumplen su cometido y permiten hacer verosímil la continuidad en la historia, aunque, como suele ser el caso, es especialmente emotiva la interpretación de Salvatore Cascio como Toto niño y que evoca otros personajes infantiles de películas del neorrealismo italiano como el papel de Bruno (Enzo Staiola) en la película de Vitorio de Sica, "Ladrón de Bicicletas" (1948), o el de Edmund (Edmund Köhler) en "Germania Año Cero" (1947) de Roberto Rossellini.

"Cinema Paradiso" cuenta además entre sus mejores logros con uno de los finales mas enternecedores de la historia del cine, un epílogo antológico para un cinéfilo empedernido como el que les escribe, un momento invaluable para cerrar esta hermosa y monumental película. En definitiva, una conmovedora historia sobre la naturaleza de la existencia humana en sus diferentes etapas desde la infancia y la adolescencia hasta la madurez, y una reflexión sobre algunos de sus elementos constitutivos como la amistad, el amor, la identidad, el paso del tiempo, la memoria o la muerte. Todo esto con el cine como principio y final, y con varias décadas de la historia de Italia como trasfondo. Una película inolvidable que, como toda obra maestra, difícilmente dejará indiferente al espectador.

"Una cinta de romance, nostalgía y de amor al cine"

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Y Llegamos al Post 100 !


Nunca pensé cuando cree el blog llegar al post 100, pero creo que se hizo realidad, gracias a todos nuestro lectores por seguirnos y seguir navegando junto a nosotros en el séptimo arte, este humilde blog no hubiera prosperado por la incorporación de Mabel, una chica con mucho talento y muy apasionada al cine.


Mabel y yo tenemos muchas sorpresas para ustedes en esta nueva etapa que viene, pues repasaremos las filmografías de grandes directores como Hayao Miyazaki, Roman Polanski, Giuseppe Tornatore, Michael Haneke, Ang Lee y M. Night Shyamalan, además estamos preparado un gran proyecto como es la creación de la Revista CINE TOTAL, que se enteraran más de ella a su debido momento.


También vamos actualizar nuestros posts antiguos, pero de una manera más profunda. Solo queda decirles a todos muchas gracias por leernos y ya saben recomiéndennos, ya que sin ustedes no somos nada, hasta luego y buena suerte.