sábado, 20 de marzo de 2010

Oliver Twist

Director: Roman Polanski
Año: 2005 País: Inglaterra Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Ben Kingsley, Barney Clark, Jamie Foreman, Harry Eden, Leanne Rowe, Edward Hardwicke y Mark Strong

Oliver Twist, así como el resto de los chicos del orfanato, se están muriendo de hambre, y deciden jugarse quién de ellos pedirá más comida. Oliver es el elegido. En la cena de esa noche, después de su ración normal, Oliver se dirige al director del orfanato y le pide más comida. Tachado de ser problemático por el Sr. Bumble, el bedel y por el director, Oliver es ofrecido como aprendiz a cualquiera que lo quiera contratar. Tras ser condenado a limpiar chimeneas, Oliver se convierte en aprendiz del enterrador Sowerberry. Pero Oliver se pelea con uno de los chicos del enterrador, y decide escapar e irse a Londres. En las afueras de la ciudad, cansado y hambriento, Oliver conoce a Artful Dodger, quien le ofrece un lugar donde hospedarse en Londres. Lleno de inocencia, Oliver se ve inmerso en el mundo del hampa de Londres e, ignorando sus tareas reales, se encuentra en medio de una banda de chicos carteristas dirigida por el malvado Fagin. Decimoséptimo largo de Polanski, el director vuelca en el filme su experiencia de infancia, marcada por la pérdida de la madre, la reclusión del padre en Mathausen y su huida del gueto de Cracovia. Construye una historia dura y crítica, en la que la presencia del mal golpea la inocencia del niño. Sin sentimentalismos, opta por un relato frío e irónico, similar al de Dickens. El mal, obstinado y persistente, no conoce redención: sus salidas son la locura o la muerte. La presencia reiterada de la muerte evidencia que ésta es el mejor aliado del mal, al que alimenta y engrandece.

Cuando un director gana un Oscar obtiene también un privilegio temporal: la posibilidad de sacar adelante un proyecto que, si no fuera por dicho galardón, escasas serían las productoras que se atreverían a apostar por él. Gracias al éxito artístico y económico de "El Pianista", Roman Polanski ha podido permitirse el capricho de realizar una nueva adaptación de "Oliver Twist", una de las obras más conocidas del genial Charles Dickens. Semejante decisión se me antoja aventurada, porque, a fin de cuentas, ¿no han sido incontables las ocasiones en las que este reputado texto literario se ha transformado en imágenes, bien hubieran sido éstas rodadas para la pequeña pantalla o bien para ser proyectadas en una sala de cine? “Oliver Twist” es la novela de Charles Dickens que ha sido más veces editada también muchas veces llevada a la gran pantalla, quedan para el recuerdo la excelente adaptación de David Lean y la menos afortunada de Carol Reed y, si esto se puede aseverar, la más incontestable de su extensa obra. Sin embargo, siempre ha ido acompañada de cierta polémica al ser acusada, en muchas ocasiones, de ser una obra de carácter antisemita. Él, que en sus novelas acostumbraba a denunciar los abusos y la miseria social de su tiempo, tuvo que defenderse e, incluso, enmendarse en trabajos posteriores de tales acusaciones. De hecho, “Oliver Twist” es una obra prohibida aún en diferentes instituciones de los Estados Unidos debido, precisamente, a esa supuesta condición antisemita que para algunos desprende su lectura.

Pues bien, el director de “El Bebé de Rosemary” (1968) cumple su propósito desde el rigor, sin intención alguna de desvirtuar el libro que tiene en las manos, llevándose el texto a su terreno pero sin ponerse por encima de él o robarle ápice de su autenticidad. Polanski nos cuenta la historia de Oliver con el mismo respeto y la misma pausa con la que debió pasar las páginas del libro al leerlo por primera vez (y debería haber condensado más el contenido de algunas de ellas). Con el guión de Ronald Harwood también firmante del texto de su anterior “El Pianista” (2002) como base, el cineasta narra las adversidades del niño de forma lineal, se detiene en el detalle y, sobre todo, se esfuerza por mostrar todas las caras del protagonista. Con el respaldo de la excelente creación de Barney Clark, un actor inglés de 12 años sin apenas experiencia previa (una película independiente y una teleserie), Polanski cincela con esmero al niño y convierte cada uno de sus gestos en la mayor expresión de un sentimiento. Véase, por ejemplo, el rostro del crío cuando le ofende la injusticia, le ciega la ira o le mata el hambre. Esta vez, el rigor es la opción del cineasta. Y es respetable. Pero, en su decisión de ser escrupuloso y cuidadoso, tendría que haber calibrado un par de cosas. La primera, la duración de ciertas secuencias, demasiado dilatadas para lo que tienen que contar; algo que provoca que el relato avance con ritmo cansino en determinados pasajes. La segunda, la excesiva lisura de algunas secuencias, excesivamente académicas y sin ribetes.

No obstante, el director equilibra esas flaquezas ocasionales con varios logros. Y el principal es su decisión de no suavizar los fragmentos más duros del clásico de Dickens. Consciente de que no tiene ningún sentido diluir la crudeza de un libro en el que se habla de las cosas más feas miseria, hambre, maltrato, delincuencia, corrupción-, el cineasta da a la película un acertado barniz de oscuridad. Tan sólo rompen esa ausencia de luz algunas imágenes aisladas (como el rayado amanecer) que corresponden a los puntos de fuga del relato, a esos instantes aislados en los que aflora la belleza relacionada con la inocencia del protagonista. El resto son tinieblas. Polanski no se anda con rodeos al visualizar las desgracias que viven Oliver y algunos de los niños que se cruzan en su camino, entre ellos la bella Nancy (una espléndida Leanne Rowe, también de currículum reducido). Ojo, esto no quiere decir que el director haya cargado las tintas al recrear la tragedia de los personajes: "Oliver Twist" puede llegar a ser muy fosca y cruda, casi asfixiante, pero jamás resulta escabrosa. Polanski no busca la tenebrosidad en el escándalo. La encuentra en las reacciones en seco, los gestos cortantes para lo que cuenta con el apoyo de un grupo de actores capaces de esquivar la caricatura a la hora de afrontar personajes basados en el exceso y la atmósfera ensombrecida. La clave de esto último está en parte en un extraordinario diseño de producción, lejos del cartón piedra y extrañamente verista, y en la fotografía del polaco Pawel Edelman, también operador de cámara de “El Pianista”, quien confiere al filme el aire de opresión y aflicción que requiere.

Otro de los puntos fuertes del filme de Polanski es que esa oscuridad no fulmina ni las cosas bellas de la historia la inocencia, la idea de camaradería, el espíritu de ayuda ni el humor que se cuela en sus fragmentos más picarescos. El diálogo matizado y las escenas de doble cara (como las ambientadas en casa del viejo Fagin), hermosas pese a tener una trastero trágico, permiten al director capturar todas las caras de una historia en la que pasan tantas cosas terribles como mágicas. Finalmente, cabe mencionar al reparto, sobre todo a un estupendo Ben Kingsley, quien casi consigue estar al nivel de Alec Guin-ness dando vida a Fagin. Da gusto verle en un papel a la altura de sus cualidades interpretativas tras observar cómo de vez en cuando malgasta su talento en productos de dudosa calidad ("El Sonido del Trueno", "Sospechoso Cero", "Thunderbirds"). Los actores secundarios están muy bien elegidos, siendo sus rostros y ademanes muy propios de cualquier producción de época. Polanski realiza una adaptación que se podría tildar de convencional, pero no por ello desacertada. Si algunos detalles de la obra desaparecen aquí, no se puede decir, sin embargo, que el espíritu de Dickens embriaga la pantalla, en una ambientación espectacularmente acertada del gótico Londres de la época. Visualmente poderosísima, la elección de actores es igualmente magnífica, con un Barney Clark que salva el papel de Oliver sin concesiones. En el caso de Hagin y su banda se puede ver la doble cara de los personajes, lugar donde se aleja de otras adaptaciones: aquí ni los malos son tan malos, su inequívoca maldad tiene un motivo y un trasfondo más positivo. Polanski acarrea los males del libro de Dickens (su mensaje demasiado obvio, tal vez, fruto de una historia para niños) pero también las indudables virtudes que han hecho de este una obra universal.

Una narración magnífica que mejora a cada instante; una oscuridad estupendamente aprovechada por un creador de ambientes como es este director; un Fagin tan ambiguo y entrañable; una música tan adecuada como sólo Portman podría componer; una historia tan profunda como sólo Dickens podría escribir. Eso es esta película para mí. ¿Que tiene fallos? Yo sólo veo el de unos primeros minutos demasiado pausados y fríos. Algunas comparaciones "odiosas" que me apetece hacer entre Polanski, otros directores y la novela original: Este Fagin ofrece una dualidad nueva que reúne los rasgos malvados de siempre y una faceta más enternecedora que tiene su culmen en la escena del calabozo / La Nancy de Polanski es la que más me ha conmovido de todas las adaptaciones cinematográficas que he visto. Su encariñamiento con Oliver es el que más fácilmente me creo / Su narración es muy fluida y absorbente, aunque de un magnetismo progresivo cuyo nivel comienza más bajo que el de Lean, por ejemplo. Quizás sea eso lo que hizo que mucha gente se desentendiera al principio y no supiera apreciar posteriormente lo bueno que ofrece / Polanski se olvida de Monks, el hermanastro de Oliver. Tal y como está adaptado todo, otorgando tantísimo protagonismo a Fagin y superándose las dos horas de metraje, la verdad es que la presencia de Monks sólo podría haber perjudicado. Me parece mejor esto que una fugaz y confusa aparición, como sucede en muchas de las otras películas. Una esplendida adaptación.

"Espléndida y conmovedora adaptación, toca el corazón y la conciencia”

5 comentarios:

  1. Muchos le han criticado a Roman Polanski el haber hecho una película de corte convencional, alejándose de sus temas e inquietudes habituales. Lo que deberían aclarar, es que pese a esto último, Polanski ha hecho una película más que digna. Es probable que no se recuerde tanto como otras de su director, pero poco se le pude reprochar.
    La historia es la de siempre, aunque aquí yo la encuentro más luminosa, y esto no me parece un defecto. La dirección es clásica y muy cuidada. La ambientación, música y fotografía son de una elegancia extrema. Y los actores, especialmente los adultos, cumplen de forma impecable.
    En definitiva es una buena película. Que a Polanski haya quien le quiera exigir más es otra historia.

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  2. Lo primero que hay que decir es que Roman Polanski plasma fielmente la obra de Dickens en la gran pantalla. Retrata a la perfección la sociedad de la época, centrándose en la situación de los niños huérfanos, que eran esclavizados, y de los pobres. Las actuaciones están bien aunque tampoco tienen nada de especial. A partir de aquí, hay que decir que, para los que hayan leído el cuento de Dickens o conozcan bien esta historia, la película es en muchos tramos aburrida, ya que no aporta nada nuevo de los personajes o de la trama principal.

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  3. Una excelente versión de Oliver Twist, aunque mucho más edulcorada de lo que yo esperaba. Kingley está fantástico: me costó mucho indentificarlo. Acostumbrada a verlo interpretando papeles sobrios, secos y dramáticos, esa gran caracterización y el maquillaje me tuvieron pendiente del personaje de Fagin (Kingsley) mucho más que de la película. No es lo mejor de Polanski, y quizá esperaba todavía más amargura y maldad (pese a no ahorrar nada en los detalles indignantes hacia el maltrato hacia los niños). De cualquier modo, sigue siendo una película muy por encima de la media.

    Andrés Estalvi

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  4. Gracias por los comentarios, como dice la mayoria es una fiel adapatación de la novela, pero en ella podemos notar la clara influencia de Polanski, el tono oscuro que desprende la cinta es un clara señal, aunque que no es una obra mayor del director, vale la pena verla.

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