martes, 2 de marzo de 2010

El Pianista

Director: Roman Polanski
Año: 2002 País: Inglaterra/Francia Género: Drama Puntaje: 10/10
Interpretes: Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman, Ed Stoppard, Emilia Fox y Frank Finlay

Wladyslaw Szpilman (Adrien Brody) es uno de los pianistas polacos más conocidos, pero cuando estalla la segunda guerra mundial, como tantos otros judíos, Szpilman y su familia son desalojados de su apartamento y apiñados junto a miles de personas en un ghetto de Varsovia, donde el pianista se ganara la vida como puede tocando en los bares en que los que se reúne con colaboradores y traficantes del mercado negro. Esta película, enormemente aclamada y galardonada, dirigida por Roman Polanski, quien vivió en su propia carne la represión nazi, y basada en el libro de Szpilman, es un vivo y gratificante relato de la vida en el ghetto. La fuerza del tema y de las emociones que genera, junto con la bonita y amplia gama de variados personajes secundarios convierte a "El Pianista" en una historia optimista y llena de esperanza a pesar de todo el horror. Tras una larga andadura por América y un palmarés envidiable, en esta ocasión el director de "Repulsión" y "Chinatown" ha querido mirar hacia su patria para cumplir un viejo sueño: filmar el difícil período del ghetto judío de Varsovia y evocar así su propia niñez, en medio del horror y del dolor. Polanski nos ofrece una película sincera y muy sentida, histórica y personal, emparentada con películas como "La lista de Schindler" por un lado y con "El piano" de Champion por otro, que pone una nota de humanidad a la masacre del siglo pasado más veces llevada al cine.

¿Cómo retratar el horror cuando éste es al mismo tiempo tan incomprensible como humano? Desde dentro, responde Polanski con este filme. Pocas veces se ha mostrado tan bien el holocausto judío como aquí, donde podemos seguir paso a paso cómo se fueron desmadrando las cosas, cómo de las pequeñas prohibiciones y de los primeros ataques a los derechos de un grupo de personas se pasó a aislarlos, encerrarlos, atacarlos y finalmente exterminarlos. Algunas de las escenas violentas mostradas en el filme se encuentran entre las más brutales filmadas nunca sobre este tema, trasmitiendo a la perfección la fría locura que acompañó a este momento. Todo está aquí visto desde los ojos de un artista, un pianista que no da crédito (como el espectador) a lo que sucede a su alrededor, que no es capaz de asimilar el horror, que trata de esquivarlo, aunque finalmente caiga, primero irremediablemente en sus fauces, para después ser salvado por un ángel del tipo más inesperado. El filme posee una capacidad para dar una visión global sobre esos hechos y ofrecer muchas ramificaciones de la trama sin apenas dispersarse en su hilo conductor, aunque resultando evidente la potencia y pegada que gana cuando se convierte en un proceso íntimo y aislado dentro de los ojos del brillante actor Adrien Brody (del que ya habíamos podido ver grandes interpretaciones escondidas en películas de cineastas como Spike Lee, Terrence Malick o Ken Loach), obligado a sobrevivir como un Robinson en medio del Apocalipsis.

Es posible que "El Pianista" sea una de las mejores películas que se han hecho sobre el Holocaustro Judío, y quizás porque no necesita trasladar su cámara a los campos de concentración, ni a las cámaras de gas. Mucho antes de llegar a tal grado de deshumanización, la historia del terror nazi y de todos aquellos que no hicieron nada por impedirlo, ya incurre en la más indigna de las abyecciones. En este filme, Polanski es capaz de permitirse el lujo de ser aceradamente distante, de no adentrarse en exceso en la sentimentalidad de los personajes, y en prácticamente prescindir de todos menos del protagonista. La carga emocional está basada en una historia espeluznante y absurda, ayudada por una planificación de la imagen gloriosa, en la que no sólo el color juega un papel fundamental, sino que la escenografía contribuye en todo momento a remarcar esa ambiente de degradación moral que obligatoriamente ha de sentir el espectador al ver esta película. Y con ser esta cinta un testimonio impresionante, se equivocan aquellos que creen que su afán no es más que el de relator. Durante toda la película, el guión de Ronald Harwood (un guionista que a veces ha estado desacertado, pero desde luego no en esta ocasión), pone en boca de varios personajes frases de reproche por cómo los judíos han respondido siempre con la política de brazos cruzados ante los diferentes exterminios que han sufrido durante la historia, e incide en la necesidad de reaccionar de una vez por todas, dejarse de tanta mansedumbre, y responder efectivamente a todos aquellos empeñados en borrarlos del mapa.

Se aleja Polanski del estilo de Hollywood buscando la máxima objetividad en la historia, y así mostrar la dura realidad por la que su pueblo tuvo que pasar. Por eso, aparte de los recuerdos de Szpilman y de los de su propia infancia en Cracovia, consultó a historiadores y supervivientes del ghetto, y todo el equipo se imbuyó del espíritu que quería dar a la película viendo documentales de dicho período. El resultado es un filme clásico, que recupera aires europeos para mostrar la verdad de esos difíciles momentos. Lo hace sin caer en maniqueísmos ni sectarismos, mostrando un país “en el que había polacos buenos y malos, judíos perversos y justos, e incluso alemanes con corazón, entre los despiadados”. Es, pues, un homenaje a su pueblo, una mirada nostálgica y llena de humanidad, y un deseo de ir más allá de los avatares políticos para penetrar en unas vidas singulares, llenas de deseos de vivir en medio de un paisaje urbano en ruinas. Por eso, la película se aprovecha de una estética fría que mantiene al espectador distante, sin que sufra, en una posición más próxima a la reflexión serena que a la lágrima o a la cólera. Las notas de Chopin abren y cierran la película. En medio, los bombardeos y el salvajismo de las ejecuciones arbitrarias nos traen la ruindad de unos y la angustia de otros. Se alternan escenas llenas de dureza como la del anciano inválido que es lanzado por la ventana delante de sus familiares, con otras que rebosan emotividad; hay momentos llenos de lirismo donde aún queda un lugar para el amor, y otros en que la muerte se nos presenta sin tapujos. Especial fuerza dramática tiene la escena en que Szpilman sale del ghetto para entrar en un patio cubierto por cuerpos amontonados escena que recuerda a "Lo Que el Viento se Llevó", o cuando sale del piso en que se ha refugiado y se encuentra solo en una calle con todos los edificios en ruinas mientras que la cámara hace un travelling ascendente para coger perspectiva, metáfora de cómo la música se eleva entre la ruindad moral para aportar un poco de humanidad.

Si Polanski entrega en la primera mitad una cinta de narración clásica y calculada, casi documental, sin el más mínimo rastro de calor humano, una auténtica jauría nazi y judía (pues, como también sucedía en el magnífico cómic "Maus", hermano bastardo de este filme, las luchas internas entre los judíos y la dispersión y sorpresa que les impidió rebelarse, también se muestran como un hecho importante de ese momento histórico), que camina por terrenos de extrema frialdad, con un ritmo a veces un poco desigual, aunque siempre dentro de una puesta en escena de alta precisión; es realmente en su segunda mitad cuando el filme se salta sus limitaciones, que amenazaban con dejar un sabor a demasiado poco en el espectador, para zambullirse en los complejos terrenos de la metáfora humana y de las apariciones casi milagrosas, en medio de un ambiente de duermevela en el que navegamos con su protagonista, donde la poesía y la belleza pueden surgir en cualquier rincón y en donde la riqueza narrativa que posee Polanski necesita ser demostrada, se despliega en toda su magnificencia (véase toda la estancia del pianista en el apartamento y la utilización de los sonidos en off y de las imágenes robadas del exterior, siempre filmadas escrupulosamente desde el punto de vista de Brody). Esta desigualdad existente entre las dos partes es uno de los elementos que juegan a favor del filme a la altura de las más grandes obras de la década pasada, aunque sin duda no evita que sea una cinta que nadie con un mínimo de sensibilidad y de incontenible hambruna cinéfila debería perderse (ver al maestro en acción es un privilegio que nos ofrece en los últimos años con cuenta gotas).

Cada miembro del magnífico reparto, la dirección de fotografía, la música que interpreta el pianista y la original del filme, así como todo el departamento de arte son dignos de mención y acaban por consolidar esa búsqueda de la obra de arte total emprendida aquí por Roman Polanski. La incomprensión que ha sufrido el filme por parte de algunos críticos especializados desde su presentación en el Festival de Cannes 2002 (donde recordemos se alzó con la Palma de Oro), es una injusticia que el tiempo se encargará de colocar en su lugar. Lo más extraño lo encontramos en el hecho de que se le reprochara allí a Polanski el alejarse de su estilo surrealista y de su humor complejo, cuando esto es indudablemente una licencia artística completamente válida para abordar este tema y tampoco es la primera vez que este cineasta la lleva a cabo (de hecho el tono del filme recuerda, salvando las distancias, a otros trabajos como "Frenético"). Así que, una película imprescindible. Recomendada para todos aquellos que no logran entender qué es un Holocausto y qué no es un Holocausto, y para todos aquellos que aún no han entendido por qué los judíos no van a permanecer inmóviles, esperando a que alguien haga algo, a que alguien les socorra (cosa que nunca pasa), mientras haya quien jura "echarlos al mar", nunca más.

“Un cinta histórica y conmovedora, de estremecedora sinceridad y hermosura"

6 comentarios:

  1. La crítica que hicieron es impecable. Muy adecuada la selección de fotogramas y cómo intercalaron éstos con el texto. En este film conocí a Adrien Brody y creo haber visto casi todas sus películas, es un actor que me encanta.

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  2. Genial Mabe una vez más nos deleitas con tu profundo amor por el cine y por la dedicacion que le pones al escribir una reseña, soy un gran seguidor de tus escritos.

    fernandocuevast@hotmail.com

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  3. Gracias por tus palabras "Sédecine", la edición de este blog lo debemos gracias al editor que es Henry. Fernando me alegra mucho que te guste mis críticas. Saludos a ambos y esperensen que se vienen más cosas.

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  4. Podes creer que aun no he visto este peliculon? Mañana mismo me la alquilo, voy a tener en cuenta todo lo que decis en tu analisis. saludos y nos estamos leyendo

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  5. Así es Lara es un películon, en mi opinión la mejor película de polanski, te recomiendo que la veas a mi me impacto.

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  6. yo creo en el cine, yo creo en polansky yo creo por el pianista.

    att Daniel Suarez

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