miércoles, 11 de agosto de 2010

La Dolce Vita

Director: Federico Fellini
Año: 1960 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Marcello Mastroianni, Anita Ekberg, Anouk Aimée, Yvonne Furneaux, Alain Cuny, Nadia Gray y Annibale Ninchi

Seguimos con el estudio filmográfico de Federico Fellini, esta vez voy hablar de la clásica “La Dolce Vita”. Marcello Rubini (Marcello Mastroianni) es un paparazzi, en busca de celebridades, que se mueve con insatisfacción entre las fiestas nocturnas que celebra la burguesía de la época. Un día es informado de que Sylvia (Anita Ekberg), una célebre diva del mundo del cine, llega a Roma. Marcello decide que ésta es su oportunidad de conseguir una gran noticia, y perseguirá a esta bella dama por las fiestas nocturnas de la ciudad. A pesar de la fama de la escena de la fontana “La Dolce Vita” no trata del amor entre el periodista que interpreta Mastroianni y Anita Ekberg, es sólo la parte de las dos columnas de la cinta. En realidad es la evolución y decadencia del Marcello Rubini, un periodista multiusos acostumbrado a la riqueza y la belleza efímera que rodea su mundo y que poco a poco le conduce hacia su autodestrucción. Un soñador que renuncia a su ambición de ser un escritor de éxito cegado por los excesos melancólicos de la “dolce vita” italiana donde tendrá que enfrentarse a sus principios morales.

Un total de siete historias que acontecen en la capital italiana totalmente independientes con un solo punto en común, su inicio en Via Veneto, una de las calles más famosas y glamorosas de Roma, que ilustrarán los valores y actitudes del antihéroe: la famosa local necesitada de admiración en sus momentos más bajos, la estrella internacional centro de todas las miradas, la aparición milagrosa de la virgen que genera un circo mediático de dimensiones catastróficas, un reencuentro con un viejo amigo en una cena muy reveladora, la visita de su padre, una fiesta en un castillo que inicia el viaje a la decadencia más absoluta y tras un fatídico acontecimiento, finalmente el hombre en el que Marcello decide convertirse. Anita y sus caprichos desaparecen tras media hora de metraje (“La Dolce Vita” dura dos horas y cuarenta minutos). Una estructura brillantemente orquestada y perfectamente filmada. Sin duda de excepcional belleza es la relación de Marcello con Steiner. Una de esas conversaciones que pasarán a los anales del cine con un final que conseguirá emocionar a cualquiera.

La cuestión sobre si es o no una obra sobrevalorada dependerá de los gustos de cada uno. Lo que en realidad no tiene duda es que este filme representa toda una época en Italia en que media Europa adinerada la usaba como válvula de escape de sus problemas. El glamour y la decadencia de todo un sector de la sociedad que encontró un paraíso en vías de desarrollo (una Roma en construcción que era aún así una de las grandes ciudades europeas) para poder campar a sus anchas en fiestas continuas y sin obligaciones, donde los paparazzi eran los periodistas más solicitados, la liberación sexual llegaba a cotas insospechadas (siempre dentro del machismo italiano que aún permanece) y cualquier noticia podía ser comprada, vendida o subastada. Todas las escenas viajan a la vida romana, sus fiestas, costumbres y vida nocturna y a veces muestra un poco más de lo que debería, eso valió a Fellini una fama de trasgresor y a la película un río de tinta sobre sus excesos. Ha habido dos grandes mitos en el cine europeo que sobrevivirán a todos los tiempos: Alain Delon y Marcello Mastroianni. “La Dolce Vita” ayudó a crear y mantener el mito de latino gigoló muy merecidamente. Hasta que punto el papel de la película y la vida real se entrecruzaron es sólo un misterio más de la película de Fellini.

Cierto es que tras “The Rocky Horror Picture Show” y “Blade Runner “sólo “La Dolce Vita” merece el título de “eterna descatalogada”, si le unimos que por la terrible duración no es precisamente fácil y que por su temática fue bastante censurada en su momento por el liberalismo sexual y la imagen “alegre” de la clase media italiana que la hizo impopular en Italia desde su estreno sólo el paso del tiempo y la acogida internacional han salvado “La Dolce Vita” del olvido, o por lo que he podido ver del olvido iconográfico, no cabe decir que gran parte de la obra cinematográfica de Federico Fellini es una fantasiosa amalgama de recuerdos, imágenes o pensamientos que el propio autor ha vivido o trazado desde su genial óptica humanista y poética. En esta ocasión su original capacidad de imaginería se une a una vítrea carga sarcástica contra gran parte de la sociedad romana de la época, siendo su esencial punto de mira la comunidad aristócrata y la gente del espectáculo contemplada bajo la cínica mirada de un vividor periodista del corazón representado con la habitual magnificencia interpretativa de Marcello Mastroianni.

Fellini estructura la película de forma episódica atrapando con ingenio al espectador en este artificioso y bacanal viaje por la noche de la capital italiana acompañando a Marcello Rubini en sus contactos cuasi irreales con un mundo noctámbulo repleto de superficiales y vacuos juegos festivos que fenecidos por la aurora caen despojados de sus lujosos disfraces y desguarnecidos sin su agridulce carpa circense. Establece con ironía un retrato de diversos aspectos sociales como la religión, el hedonismo, la familia, el sexo, la juventud, el amor o el dinero desde una perspectiva crítica embebida de un humor satírico y perverso filmado con su habitual gusto por las escenas exuberantemente bulliciosas, empapadas de iconografías simbólicas en un conjunto de hondo pesimismo existencial. Nos retrata la decadencia, perversión y frivolidad de una sofisticada pero corrompida aristocracia, la banalidad del star system y, desde luego, los parásitos que les rodean, esos periodistas y paparazzi que les hacen el juego o mendigan fotografías e historias sensacionalistas con las que alimentarse.

También nos habla de religión y la iglesia en uno de los episodios más flojitos en mi opinión (ahí da la sensación de que se desvía y de que empieza a querer abarcar demasiado). En definitiva, retrato de una anestesia existencial, intelectual y moral en la que el protagonista también caerá incapaz de vencer su propia crisis superado por la duda de si tiene talento para desarrollar una actividad creativa como escritor, o conformarse con la más agradecida labor periodística que realiza. Indefinición que se refleja también en su vida de pareja: por un lado es un conquistador empedernido pero por otro es incapaz de abandonar una relación estable que él mismo califica de “maternal”. "La Dolce Vita", al igual que "8 y Medio" nos muestra un retablo de vacíos. El vacío existencial y profesional de Guido Anselmi en “8 y Medio” se transforma aquí en el vacío de una sociedad adinerada que trata de sobrevivir con farsas y fantasmas a su propio declive. Fellini podrá gustar o no. Pero Fellini es Fellini. No hay otro como él. Lo aceptamos como es o lo dejamos. Y yo lo acepto.

“Un nostálgico recorrido por Roma”

3 comentarios:

  1. Mastroianni haciendo de Mastroianni: un proletario de corbata y gafas ahumadas de gesto hastiado, andares letargosos, miranda triste, tendencia al zanganeo canallesco y con un escaso aprecio por sí mismo. Maravillosamente entrañable. El único defecto de esta película, su excesivo metraje. Ello impide que le adjudique un 9.

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  2. Fellini es Dios, y esta pelicula la maxima representacion de su grandeza. Casi 3 horas de puro arte, cine del que ya no se hace.

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  3. Un aburrimiento de película junto al Gatopardo de Visconti. La primera hora y media se aguanta porque tienes que aguantar a pocos elementos de esa sociedad aburguesada, pero el resto es un monumento a la mísera nada o a la repetición constante del mismo mensaje. Prefiero millones de veces Amarcord, eso si es una película mágica.

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