domingo, 3 de octubre de 2010

La Luna

Director: Bernardo Bertolucci
Año: 1979 País: Italia Género: Drama/Erótico Puntaje: 08/10
Interpretes: Jill Clayburgh, Matthew Barry, Fred Gwynne, Veronica Lazar, Renato Salvatori, Tomas Milian y Roberto Benigni

El argumento de “La Luna” gira en torno a la relación de Caterina, una madre cantante de opera y Joe su hijo, un adolescente desobediente, tras la muerte del padrastro del chico se mudan de Nueva York a la capital italiana, hay el joven comienza a andar por la senda peligrosa de la droga. Esto le sirve como excusa al director italiano para narrar el particular e incestuoso vinculo entre madre he hijo. Ella, al descubrir la “afición” de su vástago, se vuelca en este hasta extremos realmente sorprendentes, y el joven, un tanto desequilibrado y violento, a la par que enamorado de su progenitora, responde al amor materno de forma desigual. Como es habitual en la filmografía de este director, las escenas de amor y sexo se encuentran entre los mayores logros de esta cinta. Además añadiría unas estupendas secuencias de la Juventus italiana en las calles de roma, el desarrollo de los dos personajes protagonistas, y la interpretación en particular del hijo. A esto añado un curioso cameo del aún desconocido Roberto Benigni, y algunas secuencias de la película, especialmente la introductoria, que no dejan de resultar inquietantes, además del giro final del guión, que sin ser muy sorprendente, resuelve en buena medida el quizá excesivo metraje de la película.

No podemos hablar de “La Luna” como una película de incesto nada más, como se ha dado en afirmar. Simplemente el autor somete a sus personajes, dotados de una personalidad y experiencias singulares y propias, a una relación de amor y admiración mutua titánicas en la que la única constante es la tensión, trascendiendo de este modo su relación como madre e hijo. En sus más de dos horas de duración, Bertolucci sabe mantener constantemente el interés del espectador, mediante una trama que se va descubriendo a si misma como un viaje al corazón, de donde surge su razón de ser, a través de bellos paisajes formados por la música, la pasión y el dolor de sus protagonistas, sin perder en ningún momento la fuerza visual que le caracteriza. Probablemente, desde “El Hombre del Brazo de Oro”, la adicción a la heroína no fue tratada con tanta crudeza como en “La Luna”. Contemplar como su pueril protagonista inyecta en su brazo la adictiva droga opiácea es una de las experiencias cinematográficas más crudas que esta su servidora a contemplado, pero la película de Bertolucci es algo más que un tratamiento polémico y provocador de la drogadicción, la cinta es ante todo una amalgama de sentimientos y situaciones extremas que incluso hoy en día escandalizarían a más de algún “bienpensante”.

Soledad, incomunicación, pasión felliniana por la ópera, enamoramiento edípico e incesto se dan cita en el largometraje, añadiéndose así a la búsqueda hedonista del placer a través de las drogas, para narrar la tortuosa relación materno-filial de Joe y Caterina, pero tras en cambio de vida que iniciarán en Roma, provocará que toda una serie de emociones reprimidas se desaten salvajemente. Tras la epopeya historicista y obrerista de “Novecento”, Bertolucci retoma los fueros polemistas que tanta fama le granjearon a partir del estreno de “El Último Tango en París”, y aborda de manera desprejuiciada diferentes tabúes sempiternos, hasta el punto de sorprendernos en más de una ocasión. Con Bertolucci me pasa algo curioso y es que; admiro muchísimo esa capacidad que tiene de llevar la intensidad del teatro a la pantalla (algo que muchos intentan y pocos consiguen); admiro cómo ama, retrata, tolera y comprende a sus personajes; admiro cómo construye las relaciones y cómo las muestra de manera humana y natural pero a la vez irreal... pero cuando he terminado una película suya, me doy cuenta de que no me ha interesado la historia en sí. No me ha interesado lo que ocurre en la película de principio a fin, sino indagar en esos sentimientos propios de cada personaje, eso es lo que consigue magistralmente en esta cinta.

31 años después de su estreno, creo que no ha perdido actualidad porque hay problemas, tragedias y relaciones que ya son clásicos de la humanidad, como se encarga de contarnos Bernardo Bertolucci a través de sus momentos operísticos. En este caso la vida de una diva, como no podía ser de otra manera, contamina y condiciona todo cuanto la rodea; y su hijo no iba a ser la excepción. La dura realidad hace que toque suelo, la baja de la luna y la obliga a buscar soluciones terrenales para el muchacho. Que, a su vez, habrá de aceptar también, que al no vivir en El Olimpo, ni él es un caprichoso ser inmortal, ni su madre es una diosa irresistible. Soy muy Bertolucciana y aunque creo que es una buena película no la puntúo más por algunas consideraciones, mías por supuesto: Esta un posco recargada, el director ha querido abarcar demasiado. Suele pasar cuando se quiere introducir la cultura clásica y hacer un paralelismo. Se ve demasiado, y esto honra al director, la influencia de los grandes del cine italiano (Rossellini, Passolini y Fellini). “La Luna” es así. En mi opinión el guión no aporta mucho, y las escenas de drogas, incesto, homosexualidad y violencia se incluyen mayormente para permitir la recreación del director. Es una película tremendamente bella e intrascendental. Supuestamente aborda el tema de la diva alejada de la realidad que no puede intimar con su hijo y los problemas que eso conlleva.

Eso si hay varias escenas que podrían escandalizar a cualquiera, como cuando Joe experimenta el homosexualismo y especialmente la escena cunado la madre se masturba con su primogénito, pero no hay que llevarse por el morbo, sino por una mirada más humana, viendo a estos seres desolados y hundidos en su mundo gris. Volver a ser un bebé es lo que según Freud denomina complejo de Edipo. En esta película mitológica, no tanto por su título sino por su argumento, a Edipo no le hace falta matar a su padre, el muere solo y ¿que más puedo decir? sino que se haga de tripas corazón y que se vea esta película y comprobar si aun estamos enganchados a ese deseo idílico y latente de conquistar lo materno. A mí me parece es una gran provocación a nuestros complejos y vergüenzas más enterradas en nuestro cerebro y deseos menos reconocibles por nuestra habitual conciencia. Un desafío para la personalidad. La cinta tiene una gran final, mostrando una belleza descomunal. Haciendo que los sentimientos llenen por completo el cuerpo de uno mismo. Sí quieren ver la cinta, pero sabes ingles aquí les paso este interesante link, servidos.

"Cinta de bajas pasiones, bien retratados"

1 comentario:

  1. Soledad, incomunicación, pasión felliniana por la ópera, enamoramiento edípico e incesto. vaya cóctel!! Sí, es un poco escandalizadora

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