Año: 2004 País: Japón Género: Animación/Fantástico Puntaje: 8.5/10
Productora: Madhouse Capítulos: 13
Satoshi Kon era uno de los pocos directores de la actualidad que sorprendía con todas y cada una de sus obras. Su genialidad era representada mediante historias que mezclaban la realidad y la ficción en su particular mundo, donde las más originales historias llegaban en forma de película, o como en el caso que nos ocupa ahora, en serie de anime. Hablamos de una de las grandes obras de Kon, hablamos de “Paranoia Agent”, un anime que lejos de parecerse al puñado de animes calcados que hoy día se distribuyen (como siempre, no todos entran en el mismo saco), pretende transportarnos a unas circunstancias poco experimentadas en este campo. Con “Paranoia Agent”, Satoshi Kon toca lo absurdo y lo mágico, entremezclando una serie de aspectos que embarcan al espectador en una historia sin fin de la naturaleza humana. Porque esta serie como muchos pensarán, no es una historia policíaca de suspense, de eso ya tenemos bastante en TV, “Paranoia Agent” es una historia ambientada por las personas, y por su forma de comportarse en una situación determinada: la que se presenta en esta historia. Es decir, esta serie es, lejos de convertirse en una referencia, una obra muy compleja, que situada en el escenario estratégico de la historia, se desarrolla desde el capítulo 1 hasta el último.
Pero ¿de qué trata “Paranoia Agent”?. El protagonista de “Paranoia Agent” es un extraño chico que se dedica a golpear a la gente con un bate dorado. Visto de este modo, podríamos decir que se trata de una historia centrada en la persecución de este chico, y, si bien una parte de la historia está concentrada en esta vertiente, en la que los detectives Keiichi Ikari y Mitsuhiro Maniwa tomarán parte, investigando la situación de los agredidos y su evolución y testimonio, la trama no se limita a esto. Y es que ninguno de los agredidos recuerda nada de su agresor, salvo que es un chico con patines, gorra y como no, un bate, un bate dorado. Por si fuera poco, tras las agresiones, los afectados experimentan estados un tanto distintos a los que tenían antes de ser golpeados. Es por ello que nuestros detectives protagonistas poco pueden hacer, ante testimonios poco claros y un chico que aparece y desaparece de la nada, dejando a su paso víctimas totalmente desconcertadas al despertarse. En otro bando de la historia, tenemos a una de las agredidas, Sukiko Sagi, una diseñadora de personajes que creó a Maromi, un icono kawaii que cuenta con gran cantidad de merchandising, así como una versión animada en desarrollo. Sukiko siempre lleva consigo un Maromi de peluche, con el que habla continuamente, entre otras cosas, debido a su poca relación con la gente; digamos que es algo tímida.
Mientras la mascota de Sukiko ha cosechado un éxito sin precedentes en Japón, la agencia donde trabaja, quiere una nueva mascota para seguir cosechando ingresos. Sin embargo, Sukiko anda escasa de ideas y la invención de un nuevo personaje de éxito no es tan fácil como ella esperaba. Entre tanto, Sukiko es golpeada por el chico del bate un día que va de camino a casa. Es aquí cuando empieza la auténtica persecución de la historia, con la detención de sospechosos, gente que pretende aprovechar la situación de pánico originada por el chico del bate, personajes únicos y una resolución que no es tan simple como se da a entender en los primeros capítulos. Porque “Paranoia Agent” es mucho más que eso. Como ya hemos dicho, esta serie es una obra muy compleja, tanto como su autor. A lo largo de los capítulos seremos partícipes de vivencias totalmente diferentes las unas de las otras, con personajes únicos y situaciones muy particulares. Podríamos decir que “Paranoia Agent” centra cada uno de sus capítulos en una imagen: una persona o un grupo de personas que son de una manera o de otra, y que se ven sometidas y se someten a la historia y su transcurso, al mismo tiempo que soportan sus circunstancias de vida. De este modo, tenemos una serie de personajes secundarios que son sometidos por los principales: Sukiko, Maromi, los detectives Ikari y Maniwa, y el chico del bate, eje principal de la historia.
Quizás el factor clave de “Paranoia Agent” sea la dificultad que tienen los personajes, dentro de la historia, de conseguir escapar de su empatía personal: Sukiko intentando crear un nuevo personaje, Maromi en su afán de hacerse de la "conciencia" de Sukiko, Yuichi Taira en su intento de salvar su reputación en el colegio... Estos y otros personajes son sometidos a un alto grado de lo que podríamos llamar terror psicológico. Aunque sin involucrar demasiado al espectador y generando tan sólo expectación, hace que los personajes se enfrenten a sus problemas: un cúmulo de ansiedades que se verán suscitadas por el chico del bate. Es así como nos adentramos en una historia sin desperdicio alguno, con un mensaje que nos tocará a nosotros descifrar en ese transcurso de la serie. Satoshi Kon no fue un director cualquiera, por su mano han pasado obras tan geniales, todas ellas han sido consideradas obras de éxito, pues, al igual que “Paranoia Agent”, cada una de ellas esconde una historia distinta a los tópicos actuales, historias con las que disfrutar de verdad y alejarnos por unos instantes de la vida real, creyendo en lo mágico y a la vez espeluznante de sus historias, algo con lo que podríamos alejarnos de nuestra aburrida vida diaria y decir que nos gustaría vivir en un mundo así. Para los que los reinos de princesas están pasados de moda, los mundos de Kon son una buena referencia.
Una excelente canción, muy al estilo "Enigma", abre cada capítulo con la que es una de las presentaciones más inquietantes que haya visto: el desfile de personajes carcajeándose en lugares horribles como un vertedero, una calle en plena riada, o una zona de guerra. En cada uno de los episodios se nos presentan personajes torturados por sus problemas, a los que tan sólo les une el ataque del misterioso chico del bate, que normalmente les causa un efecto de lo más inesperado. Gran calidad de animación, en especial los fondos, y personajes de línea casi clara, para ofrecer unas imágenes tristes y a veces bastante lúgubres, imprescindibles para narrar unas historias que rayan la locura y lo surreal. La principal influencia de la serie la encontramos en el cine del también genial David Lynch, en lo que se refiere a ciertos recursos estilísticos y sonoros, y sobre todo, en su temática, al tratar el desequilibrio mental conocido como “fuga psicogénica” (leitmotiv del filme “Carretera Perdida”, del mencionado director), y la figura del doppelgänger (personaje con dos vidas opuestas), tratada en “Twin Peaks” y “Mulholland Drive”, ambas también de David Lynch. La película es un tanto burda en las licencias artísticas que se toma para desarrollar la trama ya que resulta un tanto increíble que partiendo de un desorden psicológico particular se desarrolle semejante hecatombe.
Satoshi Kon nos lleva a un mundo de alucinaciones, dobles personalidades, esquizofrenias en las que hay que dejarse llevar. No es la primera vez que este genio de la animación japonesa nos introduce en su mundo particular, ya los hizo poco antes con "Perfect Blue" y con "Millennium Actress", pero es con esta serie cuando termina de dar en el clavo. Pero si en algo destaca este fenomenal anime es en la corrosiva crítica que proyecta hacia la sociedad japonesa. Japón, con su pulcra, atrayente y sofisticada imagen encierra tras de sí algunos desvíos que son fruto de una sociedad cada vez más automatizada y con unos valores más etéreos. Ejemplo de ello son los casos que nos muestra la serie: distintos tipos de perversión sexual, tendencias suicidas, consumismo desbordante, odio clasista, esquizofrenia juvenil o exacerbada presión laboral. El chico del bate parece ser la mesura, la metáfora del orden que subyace en el caos. A priori, él iguala a todo el mundo; a cada medida de gracia corresponde otra de desgracia. O por lo menos eso parece. Porque la realidad es que el chico de los patines dorados actúa de evasión y como vehículo para huir de los fantasmas internos de cada uno. Un mal muy profundo, que a pesar de centrarse esta vez en Japón, nos afecta a todos. Del todo recomendable por ser muy adictiva, hay que avisar que no es ni de casualidad una serie para consumo infantil, ya que entre los personajes hay desde borrachos violentos, hasta profesoras con doble personalidad que de noche se prostituyen. Avisados quedan.
"La esquizofrenia hecha realidad"
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