Año: 1999 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Forest Whitaker, John Tormey, Cliff Gorman, Henry Silva, Isaach de Bankolé, Tricia Vessey, Victor Argo y Gene Ruffini
Un hombre misterioso, criador de palomas mensajeras y lector seguidor del Hagakure (obra literaria inspirada en los códigos de los samuráis, que exigía lealtad y honor hasta la muerte para sus partidarios) es un efectivo asesino a las órdenes de una “familia” de Mafia ítalo-americana. Él responde a las escrituras del antiguo libro japonés como manual de acción ético, asimismo rinde honor al hombre que salvó su vida en una ocasión, quien lo utiliza como sicario experto. Ghost Dog (espléndido Forest Whitaker), como se hace llamar, al ser traicionado por la “familia” a quienes sirvió no decide vengarse sino defenderse atacando, siguiendo las bases aprendidas del código: pensar siempre en la muerte, considerarse muerto; ver el mundo como un sueño; identificarse para andar sin poses, así como plantear fijamente objetivos sin temor; aligerar los problemas y agravar lo superfluo; adecuarse a las circunstancias; extraer lo mejor de épocas pretéritas para hacerlas fructíferas en el presente; etc. Todo un festival de mensajes metafóricos apelantes a la conducta de un guerrero honorable.
La película argumenta el arraigo de la conciencia, el conocimiento introspectivo puro, exento de ambigüedades e inconcordancias. Ghost Dog en su condición de asesino a gusto reafirma su condición en diferentes pasajes sin una mínima expresión timorata. Él sabe, gracias al Hagakure, que para tentar novedades, dimensiones distintas y desconocidas debe empezar por la concreción de la identidad, desdeñando la mudanza de plazas como búsqueda reveladora de motivaciones. Este es un enunciado permanente en el cine jarmuschiano, dicho con más ímpetu en sus primeros trabajos, como en “Vacaciones Permanentes” cuando Allie busca transportarse para encontrar arraigo y conocimiento de sí mismo en algún lugar específico, o en “Extraños en el Paraiso” cuando la búsqueda del paraíso por parte del trío protagónico (Willie, Eddie, Eva) es infructuosa. También, se muestra la desilusión de lo repetitivo y soso en “Bajo el Peso de la Ley” y “Mistery Train”, en cuanto a “Una Noche en la Tierra” y “Dead Man” la paradoja del “movimiento estático” y el trastorno vivencial. Todo esto emitido bajo la premisa e inquietud universal del cineasta: el conocerse a sí mismo bajo cualquier circunstancia, siempre en los suburbios y ambientes olvidados; contexto preferido y adecuado para la narración de sus glosas.
"Ghost Dog: El Camino del Samurai" es la del tiempo más distraído de los siete filmes ficcionales antes hechos por Jim Jarmusch, es la más fácil de consumir por las masas por su argumento fijamente determinado a la intriga y a la progresión emotiva. Existe un objetivo expectante que atrapa al espectador común afín a los policiales y películas de acción, que es bien hilvanado con las ya características conversaciones fluidas a la vez de desconcertantes que marcan el sello del autor. Las diversas citas del Hagakure puestas como carteles indican la acción a devenirse, nos prepara para el movimiento a realizarse por parte del asesino. Ghost Dog cree conocerse por las bases dadas por el libro japonés, en aquel encuentra identidad y posición, pesquisa permanente de los personajes jarmuschianos, lo cual trae al ruedo en el cine de Jarmusch una nueva forma de tratar su premisa básica. Ya no en buscar conocimiento y plenitud en la búsqueda de lugares, sino a raíz del individuo disperso de dudas y ambigüedades para así palmar la perspectiva del hombre logrado firme a su fe y convicción. Es un alegato a la credulidad de las ideologías o a cualquier otra forma manifestadora de conductas como recursos valederos si es que se anhela ese fin.
La TV es emisora de absurdos y banalidades de lo más prescindibles. Divertimento retrógrada de los "malos" (los mafiosos) e inocentes (la hija del jefe). Así lo hace ver Jim en las esporádicas apariciones de una TV, que sólo muestra dibujos animados bizarros y ridículos. Una cucharada de sátira y punto de vista radical siempre enunciado en sus producciones, como también la utilización del recurso irónico. En esta entrega, el personaje haitiano que funge como heladero, y que sólo habla francés, se entiende a la perfección con el sicario, que sólo habla inglés. Los omitidos u olvidados se expresan bajo el mismo código no verbal, entendiéndose sus mensajes e inquietudes sin haberlo expresado. Ghost Dog y el heladero hablan de lo mismo sin percatarse de ello. El hip-hop es lo que suena como banda sonora de la película, ya sea por sonidos off dados por el montaje, porque Ghost dog la programe para su disfrute, o porque en los ambientes libres como parques o calles sus transeúntes la interpreten con pura improvisación. El hip-hop suena no con mayor pretensión que de brindarle sonido negro al filme, sonido de los marginados, de los excluidos en una sociedad racista renuente a la autocrítica. "Ghost Dog: El Camino del Samurai” es una película de los suburbios, sobre los suburbios y dedicado a los suburbios, o mejor dicho sobre los apartados… los que pocos toman en cuenta.
Jarmusch a estas instancias ha descuidado la importancia de la fotografía, que tanto había empleado en la denotación de sus acabados. Ahora es movediza, desinteresada del cromatismo y tonalidad, y convencional en la composición. Algunas variantes había señalado en “Dead Man”, en relación a la composición (encuadre y movilidad) y duración de sus tomas; pero en éste, su octavo filme, difiere de la intencionalidad que le daba a sus encuadres cerrados con cámara fija. En “Ghost Dog: El Camino del Samurai” da preponderancia a la intencionalidad argumentativa brindada por el eje central del relato, el asesino Ghost Dog, que a la poder codificador de la fotografía. Sin embargo, esto no afecta sobremanera en la impresión final de esta entrega. Personalmente, la más entretenida de su filmografía. Ghost Dog, liquida a sus amenazantes como consecuencia intrínseca de la guerra, asimismo en el desenlace es muerto por Louie, persona a quien honró en vida el sicario, que cobra venganza por la aniquilación casi total de su “familia”. Ghost Dog muere complacido por su vida fiel a su régimen, pero Pearline, una niña con quien entabló amistad, recibe el legado del samurai pistolero. Ghost Dog muere, sí, pero el Hagakure sigue vociferando sus lecciones para una vida de honor y lealtad; de reconocimiento, enraizamiento y direccionalidad para enrumbar.
Mención especial para Forest Whitaker, el actor de color más minusvalorado por Hollywood. Ya interpretó magistralmente a Charlie Parker diez años antes en “Bird” y aún así, siguieron ofreciéndole papeles pequeños en filmes mediocres. A mí modo de ver, es el mejor actor de color por delante de vacas sagradas como Denzel Whasington o Morgan Freeman. Una vista panorámica desde la perspectiva de un pájaro en vuelo inicia la más confluyente obra de este notable autor (independiente) estadounidense. En "Ghost Dog: El Camino del Samurai" se dan cita diversos elementos de diversas culturas, contextos y épocas que no guardan estricta relación. Mafiosos sesentones que suben las escaleras armados y jadeando por el esfuerzo, un vendedor de helados que solo habla francés, un asesino a sueldo de color y samurai, un tipo que construye un barco en el jardín de su casa, los mismos impactos de bala sobre el cuerpo, al igual que en “Dead Man”, una atmósfera inquietantemente tranquila y una representación de la Mafia mucho más acorde con la realidad que la que Hollywood suele encargar a Scorsesse. Todo ello entrelazado con pulso firme, fina ironía y un modo de ver la vida completamente desfasado y ambientado nuevamente en los suburbios, condición predilecta de Jarmusch, donde el furtivismo y la supervivencia urbana se acentúan.
"Una película seria y digna"
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