miércoles, 4 de agosto de 2010

Cazador Blanco, Corazón Negro

Director: Clint Eastwood
Año: 1990 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Clint Eastwood, Jeff Fahey, George Dzundza, Alum Armstrong, Marisa Berenson, Timothy Spall y Charlotte Cornwell

Piel gruesa, coriácea, enorme y árida probóscide y marfil de dos metros. Seis toneladas de bicho, seis toneladas de músculo adherido a un barril de costillas y entrañas; un abdomen como cuatro sacos de dormir cosidos con piel; un corazón con ojos de buey en lugar de válvulas, de cadencia de latido pausada, señorial; enormes fuelles intercostales capaces de resoplar un tornado. Con una licencia se podía conseguir que ese enorme mamífero, ese pedazo de vida pura y salvaje que llena con litros de espuma sanguinolenta el vacío, cayera de costado, se desplomara, mientras la tierra se retuerce en un quejido de infrasonidos. John Huston siempre rodó así, matando elefantes. No es accidental que él adaptara “Moby Dick” al cine, pero sí es una fascinante casualidad. Se fue al Congo para buscar la casualidad que le permitiera apurar la vida que le había sido concedida. Y, una vez allí, la eventualidad de su afición al whisky probablemente le salvó de caer enfermo de disentería durante el rodaje. Basada en la novela que Peter Viertel la historia narra los avatares que precedieron al rodaje de John Huston de la mítica película "La Reina de África". El director viajó a África con el pretexto de localizar los exteriores. Una vez allí, y para desesperación de los productores, su único y verdadero interés estaba en lograr cazar un elefante. Dirigida y protagonizada por Eastwood, quien encarna al director de cine, tozudo y de personalidad autodestructiva, empeñado en su objetivo incluso no durara en despreocuparse de la película.

No es casual que Eastwood quisiese homenajear a John Huston en uno de sus mejores filmes, En “Cazador blanco, Corazón Negro” el destacado director querido por todos o por la mayoría, en la que me incluyo, pero a quien no se le puede negar que presumiese de una libertad sólo lograda a base de muchos años y mucho talento. Como menciones el filme está basado en el libro homónimo que el guionista Peter Viertel escribió a raíz de su colaboración con Huston en el rodaje de “La Reina de África” (1951). El guionista, mantuvo a lo largo de la elaboración de la película una extraña relación de amor/odio con el director, sobretodo en el período que ambos pasaron previamente al rodaje, acabando de ultimar las escenas que habían de constituir el filme. “La Reina de África” estuvo a punto de no ser realizada, debido al caprichoso comportamiento de Huston, quien estaba interesado en realizar el filme más por la posibilidad de capturar algún ejemplar de caza mayor durante su estancia en la selva africana de Uganda, que por el hecho en sí de dirigirlo y llevar a cabo un buen proyecto. Huston, en su autobiografía, reconoce su obsesión por cazar un animal, primero un leopardo, al cual renunció tras hablar con un guía que había perdido un hijo atacado por uno, después un elefante, que por suerte, nunca llegó a cazar, aunque lo intentó en numerosas ocasiones.

Peter Viertel convirtió, junto a James Bridges y Burt Kennedy su novela en un buen guión cinematográfico, que cayó en las manos de Eastwood en 1989, y que éste se empeñó enseguida en filmar. Y es que no extraña que Eastwood se sintiera atraído por un retrato biográfico de Huston. De hecho, Clint Eastwood admiraba profundamente a este director, hasta el punto de exigir por parte de los guionistas la suavización de su figura, que en la novela original era mucho más inhumana, cruel y egoísta. En el filme, las primeras palabras, pronunciadas en off por Peter Verrill (nombre en la ficción de Viertel) dicen: “John Wilson (Huston, en la vida real), un hombre violento aficionado a la violencia. Algunos atribuyeron su vida salvaje y atormentada a su atracción por la autodestrucción. Esas opiniones siempre me han parecido inexactas. Por eso tenía que escribir todo esto sobre John, un brillante cineasta que mandaba al carajo a los demás y violaba continuamente todas las leyes tácitas del mundo del cine. Pero tenía la mágica y casi divina habilidad de salir siempre airoso”. Así jugaba al cine Huston, con la ruleta rusa de Raoul Walsh y Howard Hawks, para devorar la vida y dar rienda suelta a la necesidad salvaje de moldear la figura del perdedor que tanto le obsesionaba. John Huston apuró sus días entre elefantes, boxeo, alcohol, ironía, literatura y cine. Plenamente consciente de que, ya que la muerte es lo único predecible, esto de vivir consiste en cazar casualidades.

El personaje de Huston (llamado John Wilson en la cinta) es en el filme bastante más humano y amable de lo que la fama de Huston ha querido mostrar de él. Aún siendo déspota, cruel, egocéntrico, misógino y despreocupado, el personaje de Eastwood deja traslucir un halo de humanidad que lo hace aún más atractivo, sin llegar en ningún momento a provocar ternura o simpatía hacia él. La obsesiva intención de cazar un elefante (el tigre no aparece en todo el filme) responde más bien a una imagen romántica de enfrentamiento del hombre con la naturaleza, ejemplificado esto en el duelo final de Huston frente a frente con el animal y ante el cual decide echarse atrás, como vencido por la poderosa fuerza ancestral del mastodonte. Ilustrando la obsesión de Huston, es de destacar el diálogo que mantiene éste con Verril, quien le tacha de “hijo de puta egoísta e irresponsable por echar a perder el filme con la obsesión de cazar al animal, una de las criaturas más nobles y raras que vagan por este planeta”. Huston le contesta que matar un elefante no es un delito, sino un pecado (Huston lo menciona así en su autobiografía), y que por eso mismo le atrae tanto la idea. Parece como si no pudiera controlar los impulsos irrefrenables de luchar siempre contra lo establecido, de ejercer como el espíritu rebelde e irracional que Huston siempre fue.

Genial es el tratamiento visual que recibe la figura del personaje de Huston, siempre escondido bajo el ala de su sombrero, como ocultando la mirada que delatase su verdadero yo, tan infranqueable para el mundo exterior. La dirección de fotografía, magnífica en todos los aspectos, corrió a cargo de Jack N. Green, habitual en todos los filmes de Eastwood desde su primera colaboración en “El Guerrero Solitario” (1986) hasta la actualidad. Otros habituales participaron también en esta película, como el productor ejecutivo David Valdes (Warner), el montador Joel Cox o el excelente compositor Lennie Niehaus, que tantos logros había conseguido junto a Clint Eastwood, entre los que destacan sin duda “El Jinete Pálido” (1985) o “Bird” (i1988). Eastwood consiguió con su interpretación de John Wilson uno de los mejores papeles de toda su trayectoria interpretativa. Pese a que el filme fue un estrepitoso fracaso en taquilla, obtuvo los elogios de gran parte de la crítica, la cual afirmó que Eastwood había conseguido con “Cazador Blanco, Corazón Negro” el más alto nivel de dirección e interpretación. Y efectivamente, este filme puede considerarse como uno de los mejores y más personales realizados por Eastwood, y esto es patente en cada uno de los fotogramas del metraje, en cada una de las palabras que Eastwood emite por boca de su personaje, imitando a la perfección los ademanes y la manera de hablar de Huston.

Eastwood sentía un cariño especial por este filme, y su implicación en la historia es realmente palpable, como por ejemplo en la soberbia interpretación de la escena final, cuando al volver de la frustrada y accidentada cacería, cae derrotado y avergonzado ante su propia estupidez, la cual es recordada insistentemente por el ruido de los tambores que recuerdan al guía negro muerto, y los cuales repiten sin parar lo que un guía traduce como reproche al cazador blanco con corazón negro. “Cazador Blanco, Corazón Negro” es una reflexión sobre el género humano y sobre la relación del hombre con la naturaleza. El poder de la creación, representado en la imponente figura del elefante, supera la condición humana, y ésta sucumbe finalmente ante aquél, ante la muerte que le mira a los ojos. Sólo entonces Huston podrá empezar su rodaje, una vez haya exorcizado del todo sus obsesiones y sus miedos. Sólo al final pronunciará la palabra tan esperada por todos, "Acción", pero lo hará casi en un susurro, como derrotado ante sólo él sabe qué, sucumbiendo al triunfo de una fuerza más poderosa que su propia personalidad de dios creador.

"Peculiar y brillante historia sobre el rodaje del clásico de John Huston”

1 comentario:

  1. Hay una anécdota del rodaje original de la Reina de África que ha sido distorsionado por el tiempo, pero que define a la perfección la singularidad del director y de la estrella principal: a lo largo del rodaje la mayor parte del equipo cayó bajo los efectos de la disenteria y tuvo que suspenderse el mismo durante un cierto tiempo, sin embargo Jon Huston y Humphrey Bogart no cayeron bajo los efectos de dicha enfermedad, una vez que se supo el origen de la misma que estaba en el agua que aquellos habían bebido, un periodista le pregunto a Huston y este dijo "joder es imposible que Bogart y yo enfermemos por el agua, si solo bebemos swhisky".
    Fuera de esta anécdota, la película de Eastwood es una fantástica transgresión del Hoollywood way of live, y empieza a desvelar a un director valiente, independiente y conocedor del oficio, que muchos años después nos ha regalado las últimas obras maestras concienciadoras del cine, V.G. "million dollar baby". Grande Eastwood, muy grande Huston.

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