domingo, 30 de mayo de 2010

Bird

Director: Clint Eastwood
Año: 1988 País: EE.UU. Género: Drama/Musical Puntaje: 08/10
Interpretes: Forest Whitaker, Diane Venora, Michael Zelniker, Samuel E. Wright, Keit David y James Handy

Relata la fama del saxofonista de jazz Charlie “Bird” Parker, que crece rápidamente a partir de su llegada a Nueva York en 1940. Pero Parker comienza a abusar del alcohol y las drogas, y su vida se convierte en un infierno. Este filme es una colosal obra de arte, homenaje al jazz y, sin pretenderlo, un homenaje al cine en sí misma, y que me parece, sin duda una de las mejores cintas que a realizado su director. “Bird”, es una inagotable lección de cine, pone en imágenes los últimos años de la vida del saxofonista Charlie Parker, con una interpretación colosal de Forest Whitaker y Diane Venora. La película siempre encuentra su punto justo sin ser académica o entusiasta, y acorde siempre con la particular atmósfera que inspira el jazz, intimista, amarga y a la vez dulce, elegante, mágica. La película esta repleta de infinidad de aciertos que en conjunto me llevan a un estado de completa felicidad. Me alegro de que todavía me quede gran parte de la filmografía de este imparable director por descubrir. En definitiva dos horas de cine de verdad.

Este filme incluye tres genios: personaje, intérprete y director. Charlie Parker fue algo más que un músico brillante para su época. La característica que lo hizo único fue que no bajaba de escala cuando estaba tocando. El tipo subía y cuando los boquiabiertos espectadores pensaban que debía o que iba a bajar seguía ahí instalado cual pájaro en su rama. De ahí viene el apodo de Bird. Su música conseguía que el público volase. Hay un plano en el que el camarero se niega a servir a un cliente en un momento de especial climax con Bird en la pista. Personalmente no me gusta demasiado la música afroamericana, pero el jazz, aunque reconozco que no lo comprendo mucho, sí que ostenta magia y belleza como ningún otro género musical. No lo entiendo, sí, pero puedo sentirlo. Además, la heroína conseguía en Charlie Parker un extra a la hora de improvisar. Clint Eastwood siempre ha elegido mostrar las vidas de perdedores, de esas personas que un día lo tuvieron todo, el mundo a sus pies, y que por su tozudez, su estupidez, y su egocentrismo, acabaron siendo una sombra de lo que un día fueron. A Clint nunca le han interesando los personajes que siempre consiguen a la chica, los guapos que salvan al mundo o los que tienen un buen trabajo y conducen un gran deportivo. Así los John Wilson, William Munny o Frankie Dunn han sido siempre el arquetipo ejemplar de personajes eastwoodianos, perdedores destinados a acabar solos por su propia culpa. Charlie Parker pertenece por motivos propios a este selecto grupo.

Forest Whitaker es el mejor actor de raza negra de Hollywood y el más infravalorado. Que tardíamente le dieron un Oscar, como dice mi amigo Adrián, por su infumable físico. Seguramente a los directores actuales les gusten más personajes como Denzel Washinton, Will Smith o algún personaje de alguna película rapera. No voy a perder mi tiempo y el suyo resolviendo su absurda paradoja sobre lo que significa interpretación, tengas el físico que tengas. Whitaker es genial en este filme. Está excelente cuando toca el saxo, cuando está volado por el alcohol y las drogas y cuando dialoga con su mujer o compañeros de banda. También sus silencios son más que elocuentes y sus reacciones dignas del mejor loco. Habría que esperar otros diez años para verlo en un personaje principal en un filme mágico: “Ghost Dog” con Jim Jarmusch. Entre medio sólo papeles sosos y poco reconocimiento. Supongo que además de ser negro, será desagradable con los blancos de Hollywood, porque sino es difícil de comprender sus largas ausencias. Dentro de la filmografía de Eastwood, primero “El Jinete Pálido” y luego “Bird” significan dos puntos de inflexión en las historias que cuenta Clint, precedidas por la fallida “Bronco Billy” y por la notable “El Hombre de Honkytonk", y comienzan a marcar lo que será la serie de películas que hará a partir de entonces, una vez alcanzada la perfección técnica, se centrará en contar las historias.

Clint Eastwood es el mejor director vivo y mi favorito junto a Kubrick y Scorsese. La ausencia de anteriores películas "serias" para la casposa y estúpida hasta la saciedad gente guapa de Hollywood, privó a “Bird” de recibir más merecidos premios y homenajes por parte de la industria. Algo así le sucedió a Spielberg con su mejor obra: “El Color Púrpura”; once nominaciones y no se llevo ninguna, por ser su primera obra "seria". Eastwood no creo que hiciese una película "mayor" por no tratarse de un western o no ser violenta. La maestría del cine que lleva dentro ya había salpicado otras de sus producciones como por ejemplo “El Fugitivo Josey Wales” o “La Venganza del Muerto”. Con “Bird” aprendió quizá a ser más meticuloso de lo que ya era con, por ejemplo, el sonido (un oscar) y con la luz, y además regalándonos un bello plano secuencia y bonitos encuadres. La película es, sencillamente, una sucesión de escenas de antología que componen el retrato del éxito, la autodestrucción y la muerte de uno de los mayores genios de la música del siglo xx, con un maravilloso y complejo montaje a base de continuos “flashbacks” y saltos en el tiempo, y con unos diálogos que, en boca de los actores, ponen la piel de gallina.

Por citar algunas, de entre un conjunto perfecto, la escena en que Charlie y su esposa escuchan musica, mientras van en el coche, una versión con letra de Kansas City, que es un preludio de muerte y que volverá a sonar en la escena final del funeral, y el momento en que Charlie le envía compulsivamente telegrama tras telegrama a su esposa tras la muerte de la hija, son de lo mejor que ha rodado y rodará Eastwood. Y por si fuera poco, en el filme está mi “flashbacks” favorito de la historia del cine, aquel en el que el saxofonista Buster recuerda, entre carcajadas, cómo conoció a un joven llamado Charlie “from just around“. A la hora de analizar “Bird”, hay que tener en cuenta que siempre es muy difícil llevar al cine una historia tan dura y tan fuerte sobre uno de los grandes músicos de la historia, y por tanto lo más fácil podría haber sido recurrir a numerosos tópicos sobre la música, y acabar en una especie de “Ray”, un filme muy bien realizado pero con menos historia que cualquier comedia adolescente. Pero Eastwood ama el jazz, y más particularmente Parker, su ídolo personal, y eso se nota. Él no embellece la historia, el conduce un relato duro y oscuro sobre un auténtico perdedor, alguien que, consciente de su mala situación, no hacía nada para remediarla.

Clint realiza una puesta en escena acorde con la situación del personaje, con escenas que transcurren casi en su totalidad en momentos nocturnos, al igual que la vida de Parker, en la que abundaban más los oscuros que los claros. Apoyado en una fotografía sensacional, que envuelve al espectador, y, obviamente, en una banda sonora de excepción, Eastwood nos deleita con un drama desgarrador que permite conocer cómo fue la caída de un hombre, no sólo musicalmente hablando, si no con su vida, su relación con las personas que le quería, y su relación con las drogas y el alcohol, hasta que perdió la batalla definitivamente. El filme de Eastwood es, junto al relato de Cortázar “El Perseguidor”, el mayor homenaje que el arte ha ofrecido a la figura de Charlie Parker y aunque no sea demasiado citado cuando se habla de su autor, el eslabón de su carrera en que, más que nunca, consigue explorar todas las posibilidades que ofrece el lenguaje cinematográfico puesto al servicio de una historia.

"Intensa, trágica y profundamente jazzística”

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