miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Último Emperador

Director: Bernardo Bertolucci
Año: 1987 País: China/Inglaterra Género: Biopic/Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: John Lone, Peter O'Toole, Joan Chen, Ying Ruocheng, Victor Wong, Dennis Dun, Ryuichi Sakamoto, Cary-Hiroyuki Tagawa, Jade Go, Fumihiko Ikeda, Richard Vuu y Tsou Tijger

En Pekín, durante 1908, nace una nueva era para la China imperial, ya que este gran país comienza a desmoronarse. Pu Yi (un correcto John Lone), un niño de tres años, es arrancado de los brazos de su madre en medio de la noche, y conducido hasta la Ciudad Prohibida. Así, a tan tempranísima edad y sin ser consciente casi de nada, Pu Yi es coronado como el último emperador de la legendaria China imperial, teniendo que vivir recluido dentro del recinto inaccesible para casi el resto de mortales. El cine, o lo que queda de él, es cada vez más una suerte de curioso malentendido. Los escasos autores de filmes de calidad, que son los únicos que cuentan grandes historias, han pasado a una etapa de repliegue que se parece bastante a una "Fuga interior", hay autores como Wim Wenders que buscan cada vez más una suerte de intencionada criptografía personal, un ejemplo es su filme "El Estado de las Cosas" (1984) y hay otros que buscan pasar inadvertidos mediante otros gestos, otras máscaras, tal es el caso de Bertolucci en "El Último Emperador". Curiosamente esta cinta ha sido juzgada miopemente como un "filme histórico", cuando precisamente, Bertolucci utiliza el "género" histórico para camuflar una historia personal y subjetiva. Bertolucci es un maestro del disfraz y del escamoteo. Ha jugado al filme "escandaloso" ("El Último Tango en París", " La Luna") para meter en los entresijos de su obra sus obsesiones personales. En "El Último Emperador" lo ha hecho de una forma más compleja.

El guión fue basado en la propia autobiografía de Pu Yi, que subió al trono a los tres años en noviembre de 1908 y que Gobernó en la Ciudad Prohibida hasta abdicar en 1912 debido al acoso de las fuerzas republicanas. "El Último Emperador" es una grandiosa obra y narra la convulsionada historia del último emperador de China, su forma de vida, sus costumbres, su servidumbre y todo el estilo de que llevaba hasta antes de que su imperialismo llegara a su fin. Cuando China se convierte en república nada será igual. Bertolucci describe la historia de forma magistral, con un guión impecable y una fotografía que cualquier película quisiera. Si embargo la historia no es solo eso. El punto central del filme es el testimonio histórico sobre el imperialismo japonés y su invasión a China antes de la segunda guerra mundial. La ocupación de Manchuria, un territorio que anhelaba el protagonista por haber nacido allí y que le provocaba un fuerte sentimiento nacionalista, se vio ocupado por los nipones con el fin único de llegar a conquistar todo Asia. Una visión occidental de las ambiciones japonesas en aquellos tiempos, relatada de forma increíble por el director que nos argumenta con hechos, fotografías, videos las atrocidades que se cometían en esos lugares del mundo. “El Último Emperador” puede verse de la siguiente manera: cómo un director decadente italiano se convierte en un director proletario chino: del último tango al último emperador. Conviene aclarar que cuando hablamos de Bertolucci hablamos del Bertolucci autor de filmes, de que está en sus filmes, no del ciudadano, del hombre privado; ése no nos interesa.

Como siempre en este autor, su tema es la administración del sexo y del cine. Y esta cinta no es la excepción la vida del errático Pu Yi le sirve como excusa para sus vaivenes. A Pu Yi le construyen el mundo, se lo organizan como simulacro. En la ciudad prohibida, se lo encierra con un ambiguo mandato. Reinará desde la infancia como artificio visible de un Poder remoto. El Poder "real" será invertido. El niño crece rodeado de infertilidad en sus dos vertientes: mujeres viejas (estériles) y eunucos. Desexualizado, Pu Yi vivirá en una suerte de limbo, hasta que aparezca el primer padre substituto: Johnston (un magistral Peter O'Toole), el tutor escocés. ¿Qué objetos, qué emblemas entrega el tutor a Pu Yi? Dos: la bicicleta y los anteojos. Con los primeros le entrega un equilibrio, que debe ser conquistado en la práctica, y la posibilidad de desplazarse por el Mundo (su mundo, creado artificialmente por los estériles) y la posibilidad de huir de él. Que no lo dejen salir es otra cosa, pero Pu Yi puede ya pedalear hasta la puerta que conecta el Mundo con su Mundo. En cuanto a los anteojos es por demás evidente y Bertolucci lo subraya en forma magistral ¿Cuándo los usa por primera vez? Cuando debe "elegir" entre toda una serie de mujeres (una serie vastísima, pero limitada, recuérdese) a su Mujer. Con las gafas ve a las mujeres que lo habían rodeado hasta entonces, son viejas, ve sus crudos maquillajes, su esterilidad, su lejanía. También ve a la o las mujeres posibles. Cuando Pu Yi es expulsado del Palacio-Mundo, sale al mundo de lo "real" ciego (escena con los anteojos negros). A partir de allí, cuando es "abandonado" por Johnston, busca otro padre sustituto que resulta ser "el hombre más poderoso", un director de cine que le construye otro mundo.

La película de Bertolucci está claramente dividida en dos mitades que ofrecen aspectos e intenciones muy diferentes según el momento adecuado:La primera parte comprende todo el reinado de Pu Yi en la Ciudad Prohibida. Bertolucci trata al espectador como si de un espía se tratase, un tercer sujeto que aparece por casualidad en los momentos íntimos del emperador y su séquito, manejando espectacularidad e intimismo logrando una perfecta simbiosis pocas veces vista. El espectador puede ver al emperador de tres años aseándose o al ya adulto jugando con sus esposas bajo las sábanas de la cama. Desde el punto de vista visual, esta primera parte cumple un papel esencial para ambientar al espectador en un mundo fantasioso y lujoso, ensoñador. Bertolucci juega con la luz, el color, las telas. La música parece acariciar de forma sobrenatural momentos de contenida emoción: Pu Yi (a los tres y doce años) jugando con las telas del palacio imperial, con un deslumbrante vestuario y un recargado maquillaje. Desde los hermosos créditos (que cuentan con el inolvidable tema principal, de David Byrne) se nos introduce en este mundo lujoso y sin embargo vacío en el que Pu Yi vive y día a día se convierte en el señor de los diez mil años. Entre ambas partes no hay, sin embargo, un salto temporal o un cambio de aires (no solo externos, sino también dramáticos) bruscos, sino que Bertolucci avisa paulatinamente al espectador de la tragedia que acontece a los personajes principales con unos enlaces magistralmente tratados. Atención a aquellas escenas en las que Pu Yi trata de escapar de su prisionera existencia como emperador o a las conversaciones con su tutor.

En la segunda parte del filme, los personajes han madurado en todos los aspectos. Esta segunda mitad se ocupa de la cuestión política del filme, dando más posibilidades de lucimiento dramático pero menores del visual. Al margen de las dimensiones del peso que carga Pu Yi a la espalda, se nos presenta un conflicto dramático entre el emperador y sus esposas. La despedida de la primera de ellas se realiza en uno de los momentos más intensos del filme, donde se utiliza la lluvia y el tema "Rain” (I want a divorce) para recargar la sensación de angustia y dolor de la amante. Con la emperatriz (brillantemente interpretada por Joan Chen) el juego dramático es más evidente, habiendo unas cuantas escenas de importante tensión interpretativa y dramática (la fiesta, la cena en la que le confiesa su embarazo). Sin embargo, el conflicto político y el lento avance de los elementos tratados pueden suponer una tortura para los más impacientes, por lo que se recomienda un visionado con ganas y paciencia. El filme se cierra por una escena fabulosa, en la que Bertolucci juega con el tiempo, la vida, y los raros círculos que concierne a sus correspondientes. En su obra maestra “El Conformista”, Bertolucci manejaba el tema de la homosexualidad con magistral equilibrio. En “La Luna”, su protagonista, Joe, pudo haber sido seducido por un pederasta en un bar. También pudo haberse iniciado con una mujer en las penumbras de una sala cinematográfica. Pero ambas serían falsas elecciones porque el padre está ausente. Lo único presente es la droga. Ahora bien, en “El Último Emperador” tenemos que la droga y la homosexualidad están puestas sobre los hombros de un personaje puntualmente odioso: la china traidora, colaboracionista, sáfica y unas cuantas cosas más.

Hay que reconocer la complejidad de la historia que se deseaba llevar a cabo. La alteración política que supuso el fin de la China milenaria, la dicotomía entre tradición y modernidad, o la plasmación de un Emperador títere, son temas que se antojan muy complicados y que sin embargo nos llegan con un estilo descriptivo fácil de aprehender. Creo que no es casualidad que haya ganado especialmente aquel año 1987 el Oscar a la mejor película entre muchos otros. El mundo estaba convulsionado porque la guerra fría llegaba a su fin, la URSS caía y mostrarle al mundo una película de estas características en el contexto social y político de la época era lo mas acorde. Este es un ejemplo más de que la academia tiene sus favoritos aunque no siempre sean los mejores. En ningún caso he dicho que no lo tenga merecido, pero reconozcamos que las películas están marcadas por hechos, tendencias, dentro de determinado contexto social y también marcan y subrayan la historia mundial. Puedo entender que algunos espectadores no acostumbrados a este tipo de cine tachen el film de lento, sobre todo en la primera parte. Después se hace ligero y el interés crece exponencialmente en lo que considero una magnífica utilización de los "tiempos" cinematográficos por parte del maestro Bertolucci. Pura belleza, pura lírica cinematográfica, sin duda una de las obras maestras del cine en todos los aspectos, mención aparte merecen la fotografía o la excelente música en la que intervino activamente Hans Zimmer. Así pues, tenemos los medios y tenemos el fondo. No podía salir otra cosa que una gran película.

“Lírica y hermosa”

1 comentario:

  1. muy bueno pero yo andaba buscando los mercados economicos de la pelicula

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