sábado, 3 de abril de 2010

El Fugitivo Josey Wales

Director: Clint Eastwood
Año: 1976 País: EE.UU. Género: Western Puntaje: 08/10
Interpretes: Clint Eastwood, Chief Dan George, Sondra Locke, Sam Bottons, John Vernon, Bill McKinney y Will Simpson

Josey Wales (Clint Eastwood) es un granjero de Missouri que, tras el asesinato de su familia a manos de soldados yanquis llamados “Las Botas Rojas” a finales de la guerra civil, decide reclamar venganza, por ello se une a los guerrilleros confederados del sur, que siguen haciendo la guerra, pese a que están en desventaja, incluso cuando su compañeros se han rendido, Wales y un joven (Sam Bottons) entusiasta seguirán luchando, pero ambos se convertirán en dos hombres buscados por la ley. “El Fugitivo Josey Wales” es la quinta película como director de Clint Eastwood, cuyo guión fue escrito por Philip Kaufman, a quien el actor le encargó la tarea para dirigirla. Así fue durante la primera semana de rodaje, pero pronto empezaron las discrepancias entre Kaufman y Eastwood, sus visiones del proyecto no coincidían y el actor de “El Bueno, el Malo y el Feo” ejerciendo su poder de productor no dudó en despedir a Kaufman, tomando las riendas del proyecto. Eastwood declaró al respecto que tal vez la visión de Kaufman fuera mejor, pero no era la suya, toda una declaración de principios por parte de alguien que tiene las ideas muy claras a la hora de dirigir una película.

Desde luego, visionando “El Fugitivo Josey Wales” uno llega a esa conclusión, pues Eastwood alcanza aquí una de sus cotas más altas en su trayectoria como director (también como actor), una obra monumental en la que están presentes todas las constantes de su cine, y el logro es aún mayor cuando en aquellos años (estamos en 1976) el western no se encontraba precisamente en su punto más álgido, sino todo lo contrario. Eastwood le devolvió su épica, añadiendo un fuerte carácter nihilista, con un tratamiento de la violencia terrible, casi inaguantable. Eastwood en estado puro. “El Fugitivo Josey Wales” es un relato uniforme en el que se pueden apreciar distintos bloques. El inicio, mientras desfilan tomándose su tiempo los títulos de crédito, no puede ser más descriptivo. Wales no puede impedir el asesinato de su familia, tras enterrarlos aquél practica con un revólver (escena que repetiría en la posterior y laureada “Los Imperdonables”), y tras un manejo de la elipsis absolutamente inaudito (no sabemos cuánto tiempo transcurre), Eastwood filma uno de los mejores planos de su carrera: ése en el que en lo alto de una pequeña colina, sentado ante las tumbas de su familia, detrás de él van surgiendo como fantasmas el pequeño grupo de renegados a los que se unirá. El rostro de Wales ya no es el de un padre de familia, su mirada no es de este mundo. Una estúpida guerra le ha quitado todo lo que tenía.

La película refleja perfectamente el estado de ánimo del pueblo americano tras haber perdido la Guerra de Vietnam. Eastwood es del sur, al igual que su personaje, pero su visión no es criticar al enemigo, sino reflejar la decepción general de un pueblo vencido, al menos tangencialmente. En cierto momento su personaje sentencia que todos los hombres pueden vivir en paz sin pelearse, una triste utopía que no hace más que apoyar esa decepción, y al mismo tiempo la demuestra reuniendo a lo largo de su viaje a distintas personas procedentes de diversos lugares, con los que se asentará en un lugar casi aislado, idílico y perfecto para todos ellos, que sólo buscan vivir en paz. El personaje de Eastwood parece una prolongación de los que hizo para Sergio Leone, con cambios sustanciales. Esta vez su nombre es muy pronunciado y conocemos su pasado. Pero al mismo tiempo, Wales es, en tradición con los personajes de Eastwood, un antihéroe. Su sentido de la justicia le empareja con Harry Callahan, alguien que está por encima de toda ideología, obligado a utilizar la violencia con tal de hacer cumplir la ley. Su desacuerdo con toda la hipocresía que le rodea queda reflejado en su huraño comportamiento hacia todos los que le rodean (Wales ha perdido la esperanza en buena parte del ser humano); escupe continuamente su tabaco contra sus víctimas, a la chaqueta de un hombre que intenta timarle con un brebaje, incluso a un fiel perro que le acompaña a todos lados y responde a sus escupitajos con gruñidos.

Los personajes que van apareciendo a lo largo del periplo de Wales determinan los distintos bloques mencionados, con el valor añadido de que Eastwood, en lo que es un prodigio de fluidez narrativa, los englosa perfectamente en un único bloque. A través de ellos se dibuja también la personalidad de Wales, y su personaje evoluciona psicológicamente. Sam Bottons, da vida al joven acompañante de Wales, representa al joven idealista y rebelde, la víctima joven que toda guerra se lleva injustamente. Su valor le lleva incluso en sus últimos suspiros de vida, a ayudar a Wales a salvarse de dos bandidos que les tienen atrapados. Chief Dan George (visto en otro western mítico, “Pequeño Gran Hombre” de Arthur Penn) da vida a Lobo solitario, el carismático indio que se encuentra Wales y con el que establece una relación de amistad de lo más curiosa, llena de un feeling pocas veces visto en una película, proporcionando los momentos de humor del filme, casi todos gracias a la impresionante interpretación del actor nativo americano, con quien Eastwood tuvo que estar muy atento y cuidadoso, pues se olvidaba continuamente de los diálogos. En los westerns protagonizados por Eastwood la figura del indio, o no aparecía, o era tratada con sumo respeto, tal y como sucede en “El Fugitivo Josey Wales”, donde hace acto de presencia otro actor de origen nativo, Will Simpson, dando vida a un jefe indio con el que Wales hace un pacto de honor para poder convivir en el mismo territorio, un acuerdo por encima de toda ley, de todo gobierno, firmado con la sangre del hombre común, lo único que debería tener un auténtico valor.

Sondra Locke, futura compañera sentimental de Eastwood, aparece aquí por vez primera en una de las películas del director. Su personaje, de aspecto virginal y morboso, hace pensar a Wales en otra cosa que no sea la venganza, haciéndole recordar que una vez tenía una familia, y que las sensaciones de dicho recuerdo son agradables. John Vernon (el alcalde en “Harry el sucio”) da vida a Fletcher, compañero que Wales que se ve sin querer obligado a traicionarle y después perseguirle. De connotaciones de los filmes de Peckinpah, esta relación de amistad rota es otra de la pautas del relato, teniendo su desenlace en los momentos finales tras la consumación por parte de Wales de su venganza, cuando Fletcher simula no conocerle remidiéndose de su error. En personajes aún más secundarios, encontramos a John Quade y Bill McKinney, que seguirían trabajando con Eastwood en más de sus películas. En la progresión dramática de “El Fugitivo Josey Wales” no faltan los momentos violentos, que casi siempre resuelven la tensión que se acumula en ciertas partes de la película. Una violencia que avanza in crescendo, y filmada por Eastwood con mucha más sobriedad y sequedad de lo que Leone lo hizo en la trilogía del dólar. Los tiroteos del principio, el enfrentamiento a dos hombres en una sucia cantina, el duelo con cuatro jóvenes soldados del norte, o la escena en la que mata al líder de “Las Botas Rojas” como culminación de su venganza. Una escena llena de matices, como por ejemplo ir jalando sus revólveres contra su adversario mientras lo acorrala y le clava su propia espada. Wales ha terminado su trabajo y su extraño parpadeo es como si despertara de un trance.

“El Fugitivo Josey Wales” es una de las mejores películas de Clint Eastwood en su doble faceta. Su puesta en escena, deudora de Siegel y Leone, incluso del Anthony Mann que se preocupaba de enmarcar el paisaje en la historia, es de lo más concisa y directa. Bruce Surtess, que cristalizó las inquietudes del director en cuanto a iluminación (abriendo un camino más tarde explorado por sus sucesores), realiza un trabajo impecable. Jerry Fielding, que compuso varias de las bandas sonoras de las películas de Sam Peckinpah, inicia aquí su pequeña trayectoria en el cine de Eastwood con un trabajo que obtuvo una nominación al Oscar, la única que consiguió la película aquel año. Muy machacada por la crítica en su momento (de público fue un éxito más bien modesto), hoy emerge como una de las obras maestras de su autor, llena de poesía, de un lirismo apenas perceptible pero que subyace en cada plano y en cada secuencia.

“Un gran western y la consolidación de Eastwood como director”

4 comentarios:

  1. La cinta rebosa frescura. Eastwood por fin habla, cuenta chistes con el semblante serio y creo que jamás ha exisitido nadie al que le quedara tan bien el sombrero de cowboy. Tampoco ha existido nadie en el mundo del western que muestre de manera tan fidedigna cómo se desenfunda un revolver. Además Josie Wells encarna el arquetipo de héroe que más simpatías me despierta: exagerado en su determinación, sobrio por fuera y desquiciado por dentro. Y además escupe de puta madre. Mención especial para la secuencia del acorralamiento de Sondra Locke. La tensión y el terror que traslada Eastwood al espectador es, como dice un amigo mío, canela en rama. Igual que su parlamento con el jefe Diez Osos, uno de los momentos álgidos de la película. En definitiva, mi western favorito porque posee todo lo que uno le puede pedir a una película del género: el mejor héroe, los mejores villanos, un montaje excepcional, una banda sonora que le va como un guante, una ambientación maravillosa y una historia tan bien narrada y dirigida que consigue que los demás westerns tengan que pasar por el filtro de El Fugitivo Josey Wales. Y además se carga mas gente que la viruela. Impresionante.

    (Andrés Estalvi)

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  2. es uno de esos ejemplos claros de cine que requiere mucha simpatía activa por parte del espectador. El protagonista es uno de esos clásicos cachos carne con ojos que tanto abundan en el género machotes: su función en la película por supuesto consiste en limpiar el mundo de carroña, salvar gente y soltar frases sentenciosas con la pajita en la comisura de la boca. Esto es divertido si te gustan los llaneros solitarios de tebeo como Josey Walles y no le pides tampoco peras al olmo o lo que viene a ser lo mismo, complejidad a un personaje de Clint Eastwood. En general, la película es amena, a ratos divertida y a ratos un poco lacia y típica (esos planos del culete del caballo dirigiéndose hacia el atardecer...), pero se deja ver sin grandes expectativas.

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  3. Gracias por los comentarios Andrés y Tito, este western es el comienzo de la consolidación de Eastwood como director y actor, era una muestra de lo que el gran clint nos iba a desmostrar más adelante.

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  4. No soy un experto en cine ni nada, pero le parecio Una maraviila de pelicula, incluso la senti mejor que el bueno el malo y el feo que para mi tambien es una superpelicula, entretenida de principio a fin y no me decepciono absolutamente en nada, el personaje de eastwood genial,

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