miércoles, 16 de febrero de 2011

Cautivos del Amor

Director: Bernardo Bertolucci
Año: 1998 País: Italia Género: Drama/Romántico Puntaje: 08/10
Interpretes: Thandie Newton, David Thewlis, Claudio Santamaría, John C. Ojwang, Massimo De Rossi, Cyril Nri, Paul Osul y Veronica Lazar

Cuando el dictador de su país encarcela a su marido, una joven africana llamada Shandurai (Thandie Newton) se ve obligada a exiliarse por motivos políticos y llega a Italia, donde comenzará a vivir en una vieja casa romana con un pianista británico llamado Mr. Kinsky (David Thewlis). A cambio de que ella haga la limpieza de la casa, el músico le dará una habitación, además ella empezara estudiar medicina. El amor surgirá entre estas dos almas solitarias, pero también saldrán a la luz sus diferencias políticas y culturales. “Cautivos del Amor” arranca en un país indeterminado del África, al compás de una canción que parece antigua, entonada por un nativo indeterminado al que le faltan unos cuantos dientes. La iluminación y los encuadres son llamativamente prolijos. Y cuando no lo son, se alimentan de una muy calculada desprolijidad. Lo mismo sucede con el montaje, salpicado de cámaras lentas, pequeños saltos en el tamaño de los planos y tomas cortadas en movimiento, que son las formas características de ciertos videoclips del rubro "rock étnico" que dieron la vuelta al mundo varias veces. Esta especie de desfase planea como un espectro sobre el filme de Bernardo Bertolucci. Se puede decir que sea una pequeña gran película atravesada por una hermosa cadencia lírica. Conmovedora, elegante, inolvidable y hermosísima historia de amor y amistad; Bertolucci reinventa el talento que perdió en Hollywood.

Lo mejor del filme, sin dudas, es Shandurai, la mujer negra protagonista de la cinta, interpretada magistralmente por Thandie Newton, ella le pone a la historia, exotismo, belleza, es la flor que hay que ir oliendo despacio y deshojando al paso hasta que sólo quiera ser regada por el agua de quien la adora. La relación entre Shandurai y el pianista es bastante lógica, al principio cuando él le regala un anillo de compromiso proponiéndole que sea su esposa, además de un "yo te amo... estoy enamorado de ti", la muchacha africana lo rechaza con el argumento cierto de que está casada y su marido está preso en una cárcel de África. Pero luego conforme va transcurriendo la historia, la convivencia bajo el mismo techo, la música, el nivel cultural, económico y el status-seguridad del artista, van seduciendo a la mujer, además se trata de un hombre que posee mucha delicadeza, sensibilidad y solidaridad: la ayuda a escondidas en sus problemas familiares. Con esto podemos decir que Bertolucci es capaz de contarnos la historia con muy pocas palabras y ser absolutamente comprensible y profundo en el mensaje. Logró una asociación beneficiosa y placentera entre la imagen y el texto. Y la dimensión que transita es la de una suave atmósfera poética. A no inquietarse si en el transcurso de la narración falta algún dato específico y formal. A pesar de que no son extremadamente significativos luego se esclarecen sutilmente.

El papel de David Thewlis también es impresionante, no es solo que esta dispuesto a todo para casarse con ella, sino que haga todo lo que haga y se deshaga de todo su mundo sin pretender nada a cambio, con tal de no enamorarse, la entrega de Shandurai lo sucede. Y lo sucede inesperadamente, ala vez ella también se enamorara no por lo que el profesor es capaz de hacer por ella sino por su simple capacidad de entrega. La capacidad de entrega es además un atributo que ya está presente en Shandurai y su marido, pero el pianista la ejerce de un modo tan absoluto como imposible. Se trata de una pasión que se desprende incluso de su aspiración a poseer a quien se ama. Es el puro desprendimiento. Algo que en la película es llevado lenta, sutil pero firmemente a un grado tal de hipérbole que resulta ideal... Sobre un fondo de cosas que existen materialmente, de objetos, de polvo, comidas, problemas políticos, enfermedades, sonidos, colores, dolores, deseos, se crea algo densamente poético. Lo que nos propone es una participación un poco más activa como espectadores. Dos continentes entrarán en contacto y lo harán visceralmente. Aquí es el corazón el que manda. Son universos musicales y la emotividad que llevan impresa los que se entremezclan (Mozart, Bach y Grieg) dialogan con Papa Wemba y Salif Keita. Tan acostumbrados estamos a identificar a otras culturas como peligrosas que Bernardo Bertolucci decide recordarle al mundo occidental que desde otros territorios ancestrales también llega la belleza.

Aunque la cinta tiene algunas fallas, estas están amparadas por la poesía, o si se quiere el lirismo, con que la iluminación, los encuadres y el montaje puntúan a la narración. Y la poesía no tiene la obligación de rendirle cuentas al realismo. Este es un filme que podría no haber funcionado, como la radiografía del crecimiento de un amor. Pero Bertolucci no supo o no quiso conformarse con eso. Y a los mentados toques sociopolíticos, siempre descolocados, hay que sumarles la afectada dignidad que derramó sobre Shandurai, que a veces subraya el tono y otras se despacha directamente a los gritos, como cuando le espeta al pobre Mr. Kinsky: "¿Qué sabes tú del África?" está dentro de las coordenadas amorosas y atractivas que este director acostumbra a dar a sus obras cinematográficas. A mi me ha encantado, no la primera vez que la visioné, sino la segunda y la tercera aún más. La escena donde Shandurai se masturba electriza las hormonas de cualquier ser humano que la observe, es magnífica al centrarse en su rostro, sus labios y sus dedos. Sin apenas palabras, en noventa minutos y con un estilo fresco que ya quisiera cualquier joven director, Bertolucci crea una pequeña gran película, con una cámara con mas profundidad que muchas sinfonías, un diálogo entre personas, culturas, sentimientos, situaciones. Creo que es otra película centrada sobre esa cosa llamada amor, pero contada de tal manera que la hace única. Extraordinaria la utilización de la música, como elemento interpretativo en el filme.

“Cautivos del Amor” es una obra maravillosa y acogedora. Una historia de amor en la que sus protagonistas se ven enfrentados a diferentes circunstancias conflictivas íntimas y exteriores, relacionadas con la moral y lo socio político, cuestiones que los presionan mucho en la definición de sus destinos y que el director incorpora como un testimonio veraz y objetivo de nuestra contemporaneidad. En la cinta dos culturas se relacionarán; una mujer trae una resonancia musical y un infinito universo de luz que refleja su piel y que le pertenecen desde siempre; un hombre, en un momento muy expansivo de su vida, le propone una nueva armonía, tan sugestiva que a ella no le será indiferente. Y cómo no hacerlo si además de talento este amante fuera del tiempo expresa en sus acciones concretas nobleza y ausencia de especulación. Para esta clase de hombres y mujeres no existe la idea del costo de una relación. Si nosotros como observadores externos vemos que renuncian o se desprenden de algo, para ellos ese es un momento de felicidad, la oportunidad de hacer una ofrenda a su amor. Bertolucci construye el sutilísimo “puzzle" de un enamoramiento, recoge con precisión y maestría el crecer de los sentimientos del hombre, mediante el proceso químico de sus miradas y sus acercamientos torpes y quebrados como de caballo de ajedrez. Para los amantes del cine de Bertolucci, imperdible.



“Una pequeña gran película de Bertolucci”

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