Año: 2003 País: Inglaterra/Francia Género: Drama/Erótico Puntaje: 08/10
Interpretes: Michael Pitt, Eva Green, Louis Garrel, Robin Renucci, Anna Chancellor y Florian Cadiou
París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano mellizo Theo (Louis Garrel) se quedan solos en París mientras sus padres se van de vacaciones, es entonces que deciden invitar a un joven estudiante norteamericano, Matthew (Michael Pitt). Entregados a su libre albedrío, experimentan mutuamente con sus emociones y sexualidad, así a medida que pasa el tiempo desarrollaran una serie de juegos psicológicos que cada vez serán más absorbentes. Enmarcada en el turbulento escenario político francés, cuando la voz de la juventud tronaba en toda Europa, "Los Soñadores" es una historia de autoexploración; los tres jóvenes estudiantes se prueban mutuamente para saber hasta dónde son capaces de llegar. Con esta cinta Bernardo Bertolucci vuelve a los terrenos del intimismo de la juventud y de la Europa de cualquier época, y nos ofrece un ambiguo canto a la libertad que mezcla, aparentemente, crítica y elogio hacia vanguardia juvenil. El Mayo de 1968 fue el mes de los que creían que otro mundo era posible, el mes de las utopías, el de los soñadores, el de los vaticinios escritos por Aldous Huxley que advertían de un planeta dominado por el consumo, el de la guitarra de Hendrix, el de las letras de The Doors, que se resistían a decir que había llegado el The End y el de las películas de Godard, que proponían una forma diferente de vivir y de hacer cine. Estos son solo algunos nombres que formaban parte de la mitología de los jóvenes sesenteros. La filosofía que trasmitían estos artistas fue penetrando en la sociedad hasta formar parte del corpus ideológico de gran parte de ella.
Esos hechos fueron fundamental para comprender las razones del por qué la vanguardia juvenil se dieron en diferentes partes del mundo (París, Praga, Ciudad de México), de manera casi sincronizada, acontecimientos revolucionarios, iniciados en la mayor parte de los casos por estudiantes universitarios de clase burguesa. Creo que necesitamos mitos. Hechos, personas referenciales para conformar nuestro corpus ideológico, sentimental, religioso...algunos nos han sido trasmitidos de modo exagerado o politizado, la instrumentalización de la historia por parte de ella misma nos llevaría al debate de nunca acabar, pues estaríamos sobre el continuo rompecabezas sobre la subjetivización del discurso histórico, que quieran o no es inevitable. La Historia del Cine ha sido escrita por críticos y por los propios cineastas, pero no por historiadores en el sentido estricto de la palabra, por lo que la subjetivización puede llegar a ser mayor al carecer de método. ¿Para que este rollo? Para clarificar la intención de Bertolucci, que como la estructura de esta cinta, es doble. Una primera, romántica, cinéfila, necesaria en los tiempos que corren, es la de mostrar como el cine es más que latas de película proyectadas sobre una pantalla, mostrar como había gente que vivía por y para el cine, lo amaba, lo reivindicaba y lo sentía. De un modo superficial es una parte contextualizadora.
Las múltiples citas cinéfilas de la primera parte sirven como recordatorios que evidencian que el arte, en este caso el cine, es más que un pasatiempo y constituye un lenguaje capaz de trasmitir las emociones de sus personajes al espectador haciendo que las interiorice y formen inevitablemente parte de su persona. La segunda parte de la cinta, es más compleja, no por su estructura sino por su relación de contradicción y conjunción con la primera, es poner ese mito histórico en su verdadero lugar. El Mayo del 68 fue un verdadero espejismo sino un fracaso. Además de ello, la Revolución Francesa hacia siglos que había pasado y se había encargo de generar los mecanismos necesarios, con Bacon, Hobbes y Locke a la cabeza, para impedir cualquier revolución verdaderamente popular. Es un placer ver este trabajo de Bertolucci, ya que ha sabido captar el espíritu, atraparlo con su cámara y mostrarlo sin caer en la cita vacía, en la tosquedad de quien sabe lo que es jugar caballo ganador. El marco en el que se desarrolla su historia es un París desbordado por la corriente contestataria estudiantil. Pero Bertolucci no cae en la simple reconstrucción histórica del Mayo del 68, sino que encierra a sus tres personajes en un apartamento para realizar una recreación de las revoluciones “puertas a dentro” que se llevaron a cabo en dicha época. Las transgresiones que se pueden observar en “Los Soñadores” están más relacionadas con la ruptura generacional y los gustos artísticos.
Los personajes de Bertolucci son pasionales, atrevidos, defienden lo que les gusta a cualquier precio. Son el fiel reflejo de una época del cine, de sus cineastas y de sus películas. Viven con la misma intensidad que transmitía el travelling final de “Los 400 Golpes” (1959), no por nada Bertolucci utiliza la música del filme en la primera parte de su filme, tienen una relación que no es más que la de “Jules y Jim” (1961), tan al límite como lo pueda ser una película de Truffaut o Godard, pero también de un modo tan burgués (en peyorativo sentido del término) como puedan serlo los personajes de Chabrol. Apuntando lo que vendrá después, los hermanos viven en un mundo de cine, irreal en el fondo aunque no nos guste; en conflicto con el padre, poeta y por lo que se deduce, hastiado de luchas románticas en contra de lo que casi es imposible cambiar, personaje criticado por algunas publicaciones, pero necesario al fin y al cabo, tanto narrativamente como para dar veracidad al asunto. De este modo, Bertolucci conforma una pelicula magistral, hecha la vista atrás en un valiente ejercicio para explicarnos que fue aquello, como se vivía, como se sentía. “Los Soñadores” es una película no apta para puritanos y mentes estrechas por la abundancia de desnudos integrales y por su explicitud a la hora de mostrar las relaciones sexuales; y emocionante en esa, quizá ingenua pero muy bonita reivindicación de los ideales, la trasgresión de tabúes y la liberación individual y colectiva que propone.
Los protagonistas de la cinta se desprenden una apabullante vitalidad, una forma diferente de lucha, producto de las revoluciones llevadas a cabo por los artistas que adoran y que se muestran a día de hoy como uno de los pocos triunfos que se cosecharon en esa década para combatir contra lo que Cortázar definía "la muerte climatizada del estado del bienestar". Me ha parecido una obra maestra la forma que le da Bertolucci a la otra cara del mayo del 68 parisino. Por un lado tenemos a aquellos que sienten la revolución en sus entrañas corriendo por su sangre y que no pueden evitar intentar cambiar el mundo. Y por otro lado tenemos a Theo a Isabelle y a muchos otros jóvenes de la época, a los que les parece estupenda la revolución, que creen realmente que esa es su ideología, que lo defienden a muerte más que nadie y que se creen muy fieles a sus ideales. Pero a la hora de la verdad, en el día a día, no son lo que creen ser. Me ha parecido simplemente fantástico que Theo, después de pasarse durante toda la película diciendo que preferiría ir a la cárcel antes que ir a luchar a la guerra de Vietnam, finalmente se entregue a la violencia en una supuesta manifestación pacifica. Es la hipocresía de un fascismo que ya tanto puede ser de un bando como de otro. Algo que actualmente y por desgracia, está a la orden del día. Para mí el personaje de Matthew se merece un aclamado aplauso, ya que es el único que se ha mantenido realmente fiela sus ideales. Quizá con esto Bertolucci quiso hacerle un guiño a los americanos, dejando claro que no todos se traicionan a si mismos por su patria, ni que todos son violentos o descabellados sin ideales.
Quizás por nostalgia de una época que nunca viví y con la que siempre me estoy relacionando mediante libros, películas y canciones, que encierra todo eso y más, me ha dejado en un éxtasis bastante especial. Y es que los italianos parece que saben hacer homenajes al cine mejor que nadie, hace tiempo Tornatore con "Cinema Paradiso" (1988) ya me dejó encantado y ahora le ha tocado el turno a Bertolucci, su película es una tela cuyos estampados de cine, política, música, y literatura son símbolo de una época. Además “Los Soñadores” atrapa al espectador porque es una obra que tiene en sus cimientos la pasión que se siente por algunas cosas cuando se es joven. Pasión que con el paso del tiempo puede verse como la culpable de comportamientos erróneos o vergonzantes. Pero como sugiere Edith Piaf en la canción que cierra el filme, no hay que arrepentirse de nada. Un último apunte sobre la puesta en escena y que me siento obligado a escribir, hubiera sido muy de agradecer que Bertolucci hubiera aplicado al filme una planificación mucho mas “Nouvelle Vague”, la conjunción entre fondo y forma hubiera sido la más adecuada, bajo mi punto de vista. Hecho que si se da magistralmente en “La Verdad sobre Charlie” (2002), gran filme de Jonathan Demme y que me gustaría reivindicar ya que hablamos de la época. Desde luego para quien le guste el cine, la historia de estos tres soñadores que consiguen unir el arte con la vida, es imprescindible.
"Seduce con erotismo y resuena con ideas"
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