Año: 1984 País: Dinamarca Género: Thriller Puntaje: 07/10
Interpretes: Michael Elphick, Esmond Knight, MeMe Lai, Jerold Wells, Ahmed El Shenawi, Astrid Henning-Jensen y Janos Hersko
El detective Harry Fisher (Michael Elphick), quien ha estado viviendo exiliado en El Cairo, decide tomar una sesión de hipnosis para aclarar los extraños sucesos derivados de su último caso. Así comenzará a rememorar una Europa pesadillesca, llena de oscuridad y decadencia, en la que sigue el rastro de un asesino serial conocido como "el asesino de la lotería", quien suele estrangular y mutilar a chicas vendedoras de billetes de lotería. Su método de búsqueda estará basado en un libro titulado “El Elemento del Crimen”, escrito por Osborne (Esmond Knight), su antiguo mentor y quien desgraciadamente parece haber enloquecido. Hubo un tiempo en que el director danés no sabía lo que era el dogma, ni conocía la experiencia de torturar psicológicamente a las actrices durante los rodajes, ni rodaba tres minutos al año de una película que se estrenará probablemente cuando usted haya muerto, un tiempo en el que, definitivamente, tenía el ego bastante menos subido que en la actualidad. Ese tiempo pasó, pero quedaron sus primeras obras como testimonio. No quiero decir con esto que menosprecie sus últimas películas, que por lo general me gustan y a menudo demasiado. Esta sería la segunda, si tenemos en cuenta su mediometraje “Imagen de Alivio” (1982), de poco menos de una hora de duración, le sirvió como el trabajo final para sus estudios en la Escuela Danesa de Cine. Ese primer proyecto, realizado con una exquisita factura técnica, resultando una obra tan ininteligible como visualmente fascinante ya mostraba el talento del danés y en parte marcaba el camino a seguir en su primer largo.
Lars Von Trier, quiere representar en lo que se estaba convirtiendo Europa para él, un lugar en el que no se puede vivir, y que Fisher no reconoce cuando vuelve y se da cuenta de que este no era el lugar que el había dejado. El hipnotismo en el que se desarrolla la película será sin duda un tema al que el director volverá, además se demuestra la influencia de la cultura alemana. Sin duda, “El Elemento del Crimen” es una película inspirada, inspirada en otras películas que el mismo Von Trier reconoció en su día: “El Tercer Hombre” (1949), “La Jungla de Asfalto” (1950) o “Sed de Mal” (1958), son claras influencias, pero no quiso con esto dar referencias a ellas en la película, sino que se sirvió de ellas para realizar la suya. Lars tenía una idea de cómo iba a ser su película y no pensaba cambiarla por nada, no quería que su arte fuera corrompido por nada ni nadie y por eso no cambió nada a la hora de pedir subvenciones a la Danske Filmskole, la cual se le concedió y con la que pagó gran parte de lo que le había costado la película, cuatro millones y medio, lo que para una película de este tipo no era mucho dinero, pero la perfecta organización y planificación que se hizo, y la contratación de actores de televisión británicos, por el motivo del idioma (inglés) y la incomodidad que le ofrecían los actores daneses a Von Trier ya que no entendían bien los papeles y en este caso había que ir al grano. El rodaje duró siete semanas, en las que se aprovecharon escenarios como, fabricas abandonadas, cuevas, alcantarillas, edificios en construcción y antiguas fortalezas.
En esta película podemos ver ya cual era la principal preocupación de Von Trier, la forma. Toda una obsesión que le ha perseguido y todavía acarrea en la actualidad. Como si de una actividad científica se tratara, el danés no deja de experimentar con las técnicas narrativas que le concede el medio cinematográfico. Y es en este sentido, donde el director critica y rechaza el modo de contar historias que ya desde sus orígenes Hollywood desarrolló como fórmula efectiva de éxito y bajo el cual el resto de las industrias cinematográficas nacionales quedaron sometidas. Pero volviendo al filme, me veo con la necesidad de dedicarle un jugoso comentario a las técnicas de encuadre, superposición de planos, aplicación de efectos de sala, insertos, elección de la paleta de colores y algún que otro elemento más. Al contrario que ocurriría en sus películas “Dogma 95”, como “Los Idiotas” (1998), la puesta en escena está minuciosamente cuidada. La elección y composición de planos llega a rozar la belleza de las pinturas más complejas de los más grandes pintores de la historia, en particular de aquellos de índole expresionista. El juego de luces y sombras crea una verdadera agonía y asfixia que junto a la elección del color sepia para la mayor parte de la película consigue transmitir la sensación de detrimento y decadencia que quería mostrar el director danés acerca de la situación que entonces se vivía en Europa, reflejada, eso sí, desde un punto de vista dramático.
Algunos de los planos más llamativos y originales son aquellos en los que aprovecha el reflejo del agua en el suelo para mostrarnos una conversación, en este caso, entre el protagonista y su ex-profesor de la escuela de policía. El director recurre también a numerosos planos cenitales, que hacen cargar sobre los hombros de los personajes un mayor peso dramático en el desarrollo de la historia. Pero si hay que destacar un único recurso técnico sobre los demás, ese tiene su gran exponente en la escena en la que el ex-policía y profesor de Fincher le cuenta la muerte del asesino de la lotería. En ella se llegan a superponer cuatro imágenes dinámicas diferentes: el limpiaparabrisas, el coche incendiado, el narrador apoyado en la escalera y el travelling de retroceso en la habitación donde lo cuenta. Una auténtica recreación de una historia a través de un solo plano, sin necesidad de movimientos de cámaras, de cambios temporales, ni espaciales, pues sobre todas esas imágenes se impone la del anciano contando la historia. Toda una obra de arte fruto del ingenio de este extravagante cineasta. Otro elemento a destacar es la inserción de efectos de sala, de sonidos que dramatizan más si cabe las escenas que se desarrollan en el filme, como cuando unas jóvenes vendedoras golpean el cristal queriendo salir y escapar. No podemos tampoco olvidarnos de los cortes entre planos, basados en elecciones sesudas y originales. Me refiero a la cantidad de elementos que se aprovechan para pasar de un plano a otro: el coche de juguete pasa a ser el coche del policía, el fuego de la foto pasa a ser el de la cacerola, etc.
Pero no todo en esta película es extraordinario y brillante. El guión parece perderse en algunos diálogos incoherentes, que no parecen aportar nada al argumento, al igual que la omnipresencia de las ambigüedades formales, temporales y causales. Tampoco aportan solidez a la coherencia de la película las numerosas metáforas y simbolismos, que más que acercarnos a la comprensión sencilla de la trama, nos llevan a lo poético y ambiguo. Quizá y es muy probable, que ésta fuera la pretensión del director, no mostrar todo evidente y artificial como Hollywood. Pero se ha inclinado al otro extremo que representa el arte conductista. En cuanto a la estructura narrativa, Von Trier se apoya en la excusa de que el protagonista le cuenta su problema a un psicoanalista (reflejo del espectador) y bajo esa justificación introduce un relato enmarcado en una atmósfera de incoherencia (en algunos casos) amparándose en que se trata de una historia recordada, por lo tanto susceptible de tener momentos incomprensibles. Lo social no queda fuera de la película aunque algunos piensen lo contrario. La pobreza material y moral en la que viven todos los personajes queda manifiesta en repetidas ocasiones. Además, en la obra se nos muestra un tipo de prostitución a la orden del día, la explotación de la inmigración como objeto sexual para todos aquellos que se encuentran en una situación económica más favorable. Fisher llegará hasta Kim, una prostituta oriental que se ha hecho relativamente rica, en su proceso de identificación con el asesino. Este encuentro mostrará en qué situación se encuentran algunas prostitutas.
Se trata de una película desconcertante, brillante y siniestra. Yo diría que las tres primeras películas de Lars Von Trier fueron una especie de entrenamiento para lo que sería luego su estilo particular de hacer cine, además fue su gran comienzo en el mundo cinematográfico, es una película que impacta por sus escenarios, sus diálogos y su imagen. Sus escenarios aparecen como una Europa podrida por el hombre, diálogos basados en la destrucción del alma del hombre y la imagen de la cinta es espectacular. Pero lo más impactante es el final, unos finales en los que te dejará un tiempo pensando el por qué. La película fue presentada en Cannes donde recibió un premio por su contribución técnica, un premio que cualquier director con su primera película hubiese celebrado, pero que un director como Lars Von Trier no acogió con agrado, el pretendía la Palma de Oro y sin esconder su contrariedad, declaró que la película había sufrido una conspiración, ganándose odios que duran hasta el tiempo actual, pero esta conspiración, no a ciencia cierta, parecen que fueron reales y que el danés nunca perdonará. Tras ganar varios premios nacionales en Dinamarca y no ser muy bien acogida en Francia, Von Trier necesitaba otro proyecto, algo que no tenía muy claro, aunque lo único que sabía era que “El Elemento del Crimen” era la primera de una trilogía sobre Europa. Por todo ello, hay que quitarse el sombrero y reconocer el gran valor formal de la obra y su aportación a la manera de concebir el cine, a pesar de la incongruencia de los elementos temporales, espaciales y causales del filme.
“El colosal debut de uno de los directores más polémicos del cine actual”
¿Sabes dónde/cómo puedo ver/conseguir Imagen de Alivio?
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