Año: 2009 País: EE.UU. Género: Ciencia Ficción/Drama Puntaje: 09/10
Interpretes: Sam Rockwell, Kaya Scodelario, Matt Berry, Malcolm Stewart y Kevin Spacey (voz)
Sam Bell (Sam Rockwell) está a punto de terminar su contrato de tres años en la Base Minera Sarang, que opera en la cara oculta de la Luna. Tres largos años con la única compañía de GERTY, una entidad robótica con inteligencia artificial programada para ayudarle y protegerle. Sam lleva adelante con normalidad su rutina diaria, que consiste en monitorear las 3 excavadoras, diseñadas para extraer de las rocas lunares el valioso isótopo Helio-3, indispensable para alimentar los reactores de fusión terrestres. La separación ha sido larga, la soledad abrumadora y la angustia de abrazar a su familia es frecuente en él. Sin embargo en un accidente en pleno trabajo descubre un terrible secreto. Como la letra de una canción “Aquí estoy flotando, alrededor de mi cápsula, lejos, por encima de la luna. El planeta Tierra está triste y no hay nada que pueda hacer”, que son las últimas y enigmáticas palabras que el Mayor Tom transmite al Control terrestre antes de desvanecerse en al inmensidad del espacio, donde la atmósfera todo es misteriosa, incomprensible, sobrecogedora o a frase promocional de una película que ahora cumple más de treinta años, “Alien” (1979) y que tantas noches de insomnio nos provocó fue “En el espacio nadie puede oír tus gritos”. Tal vez, porque allí no existe nada y tan sólo es el lugar que forma una suerte de representación de la soledad. La cara oculta de la luna todavía nos provoca escalofríos ¿Qué oculta entre las sombras nuestro asteroide? El astronauta Sam Bell, quizá logre acercarse a la resolución del enigma. Tal vez, al final, la única respuesta sea perderse como el Mayor Tom entre las estrellas mientras desde la Tierra nos preguntan si hay algo mal y si el sistema está fallando.
El alucinado Mayor Tom era el protagonista de una de las primeras, y más hermosas, canciones de David Bowie y sus imágenes parecían surgir como prolongación de la hipnótica “2001: Odisea en el Espacio” (1968). El astronauta Sam Bell, surge de la imaginación de Duncan Jones, también conocido como Zowie Bowie y no por casualidad hijo del marciano David Bowie. “Moon” opera prima de su director por momentos tiene cierta calidez y sobre todo una melancolía presente durante todo el metraje muy humana que poco tiene que ver con la hermosa pero excesivamente tecnológica propuesta del megalómano autor de “La Naranja Mecánica” (1971). Sin embargo el filme de Duncan Jones si tiene varias similitudes con la cinta “Solaris” (1972) de Andrei Tarkovsky, que no van mucho más allá de la idea de la identidad. El cineasta construye a partir de la aparición del clon del protagonista una interesante reflexión sobre la identidad humana muy sugestiva pero que lamentablemente en demasiadas ocasiones se acaba quedando en la superficie. El camino que se opta para la resolución del conflicto es más dramático que intelectual, por eso los paralelismos con la obra de Tarkovsky son en definitiva tan discutibles como los que pueda haber con la de Kubrick. Si debemos buscar la esencia y las raíces de “Moon” en otra película, acertaríamos de pleno si recordáramos la interesante “Silent Running” (1972) de Douglas Trumbull, pero si ampliamos nuestras miras nos daremos cuenta que este filme se construye en base a la esencia de los años setenta. En un plano digamos superficial, porque rechaza de pleno la tecnología digital que tan frías está convirtiendo a demasiadas películas en los últimos años, a favor de las maquetas y trucajes que se utilizaban en aquellos años.
Pero “Moon” sobre todo recupera, y además muy acertadamente, la aspereza, desencanto y sobre todo humanidad de trabajos que en su día firmaron cineastas como Robert Altman, Peter Bogdanovich o Jerry Schatzberg. De todas formas, todo esto no dejaría de ser secundario si Duncan Jones a la hora de construir su película no fuera coherente con la intención. Su puesta en escena se mueve entre la sobriedad y la corrección, y pese a que nunca llegue tan lejos como el material parece permitirle, la narración consigue en todo momento atrapar al espectador y transmitirle a la perfección la angustia del protagonista. Al igual que otras populares películas recientes, como “El Náufrago” (2000) o “Soy Leyenda” (2007), “Moon” se basa prácticamente en la labor de un único actor: Sam Rockwell, que debe soportar el peso de la película, atraer al público y mantenerlo interesado, entretenido, durante una hora y media. Sam Rockwell, compone magistralmente dos personajes totalmente opuestos, pese a tratarse del mismo y lleva brillantemente toda la película. Sigue siendo lamentable estar hablando de un intérprete (de los más solventes del actual cine Estadounidense) que no consigue salvo notables excepciones encontrar papeles a su altura y que de nuevo nos debería llevar a preocuparnos por la salud de la cada vez más hipotética “fábrica de los sueños”. Como dije, la película se centra en la vida de un hombre en la Luna. La primera escena es muy interesante, bastante reveladora de su existencia y su trabajo allí. Vemos al hombre en una de esas cintas mecánicas para correr. ¿Qué otra imagen nos viene a la cabeza? Yo pensé automáticamente en una rata de laboratorio, que se mete en una de esas ruedas para hacer ejercicio, frenéticamente, pareciendo desde fuera que intenta escapar de la jaula, sin posibilidad alguna, repitiendo siempre el mismo recorrido, siempre entre rejas. Sam Bell está viviendo algo parecido, sólo que aún no lo sabe.
No recomiendo seguir leyendo este texto si no se ha visto la película. Es algo que no suelo hacer, revelar aspectos importantes de la trama en mis críticas, pero en este caso me parece necesario romper la norma. En realidad, no creo que puedan considerarse “spoilers“, puesto que el propio Duncan Jones no quiso sorprender a nadie con el giro más relevante de la trama. He leído por ahí que, con “Moon”, da una nueva perspectiva al tema de la clonación. En realidad esto no es cierto, aunque como el propio director llegó a decir, la película está abierta a todo tipo de interpretaciones; una fórmula muy facilona y al mismo tiempo muy inteligente, porque así no sólo no te ves forzado a explicar tus intenciones, sino que permites que cualquier espectador se quede satisfecho con su propia visión de la historia. En cualquier caso, Sam Bell es un clon. Y esto plantea interesantes reflexiones. Pero lo más importante, y lo esencial de la película, es que Sam debe enfrentarse a dos dilemas: por un lado, todo lo que creía, todo lo que le habían dicho, es una gran mentira; y por otro lado, es un ser artificial que va a ser eliminado, una vez que acabe su misión. Por eso, más que una película sobre la clonación, “Moon” es una película sobre un ser humano que se plantea el sentido de su existencia, el sentido de la vida, la diferencia de lo orgánico y lo artificial. Hay claros homenajes cinéfilos como vimos anteriormente, pero en este sentido hay que acordarse de “Blade Runner” (1982), esa mágica obra de Ridley Scott. Sam Bell (o cualquiera de los Sam Bell a los que da vida un impresionante Sam Rockwell) tiene tres años de vida y en caso de sufrir un accidente o estar en peligro. En realidad, la idea de la clonación permite a Jones experimentar con otra posibilidad, que era la que más le fascinaba, y era que un hombre “viejo” pudiera interactuar con una versión “joven” de sí mismo. Además la banda sonora de un impresionante Clint Mansell le da una atmosfera fría, pero original.
De este modo, en “Moon” tenemos a un Sam Bell desgastado y cansado, pero experimentado, que conoce a un Sam Bell fresco y enérgico, pero torpe. Y entre los dos intentan saber qué demonios pasa en la Luna, por qué están allí y cuál debe ser el camino que deben recorrer juntos, pero al mismo tiempo, y esto es sumamente interesante, son dos personas diferentes, dos egos distintos con sus propias ideas y sentimientos, y les cuesta llevarse bien al principio, enfrentándose sin remedio, porque su forma de ser es así, tienen ese carácter difícil; en el fondo, están mejor solos que en compañía. Si un Sam Bell ya tiene problemas para relacionarse, dos puede resultar un completo desastre. ¿Qué pasaría si tuvieras que interactuar contigo mismo, podrías soportarte? He mencionado ya a “2001: Odisea en el Espacio”, la referencia a la mítica película de Stanley Kubrick es obligada, no sólo por momentos que parecen calcados (el viaje estelar, con el rostro de Rockwell iluminado por múltiples colores) sino por la presencia de un robot, una inteligencia artificial, que es, durante mucho tiempo, la única compañía del protagonista. Al igual que HAL, GERTY tiene información confidencial que no puede revelar y una voz extraña, amigable, que hace sospechar de sus verdaderas intenciones, al relacionarse con Sam Bell. Kevin Spacey da voz a este robot y lo hace estupendamente, porque da ese toque inquietante que necesita el personaje. No estamos acostumbrados a un cine lento, que dé la oportunidad de pensar. Y lo interesante de “Moon” es que si no lo haces estarás muy perdido, y no podrás comprender casi nada. Es una cuestión de perspicacia y mucha atención a los detalles para captar la profundidad del discurso. Y es que, es muy fácil buscar carencias en el exterior, en lugar de reconocer que hemos fallado como espectadores, que no hemos estado a la altura de una cinta que indaga en la naturaleza humana y sus conflictos. Una mirada superficial nos podría llevar a buscar defectos donde no los hay. Y, por supuesto, aunque todo es mejorable, no hay fallos de guión, puedo amigablemente rebatir cualquier cuestión al respecto.
Estamos ante unas de las mejores operas primas de los últimos tiempos (premios BAFTA y Sitges). Duncan Jones ha creado una película singular de ciencia ficción que como vimos recoge la sabia de maestros como Andrei Tarkovski, Stanley Kubrick o Ridley Scott, lo mejor es que no cae en la imitación (un mal creciente en el cine actual), porque los temas que plantea son novedosos, como el enfoque crítico sobre la moralidad de algunas prácticas científicas-empresariales, sobre si realmente vivimos libremente o estamos sometidos a los designios de un plan perpetrado. La mejor manera de resumir esta obra es afirmando que está muy bien equilibrada. Es una narración lo suficientemente entretenida para poder atrapar a un amplio sector del público, sin caer en lugares comunes y tonterías diversas, pero por otra parte es una interesante reflexión sobre la propia condición humana, pese a que como decía más arriba, se muestre en exceso superficial en ocasiones en este aspecto. Pero así “Moon” consigue superar esa condición de híbrido y sin ser especialmente valiosa resulta mucho más estimulante que otros trabajos de ciencia ficción, teóricamente más arriesgados, que se crean actualmente Creo no equivocarme al afirmar que esta película es un emotivo bastión de resistencia frente a un cine cada vez más técnico y menos humano. A principios de los años setenta, trabajos como “Silent Running” podían ser saludados como interesantes filmes de género. A día de hoy, “Moon” siendo objetivamente mejor, se convierte, en un panorama cada vez más desolador, en la más notable pieza de ciencia ficción que ha surgido del cine industrial en los últimos años. Así pues, siete hurras para “Moon” y un solidario abrazo de complicidad para todos aquellos cinéfilos que, como yo, adoramos el sci-fi retro de los setenta y ochenta, y que seguimos alucinando mucho más pensando que somos un microscópico ser en el universo que no contemplando parafernalia informática, estamos ansiosos por ver viscosos alienígenas o inverosímiles batallas intergalácticas.
“Ciencia Ficción con cerebro”
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