Año: 2009 País: Argentina Género: Drama/Thriller Puntaje: 10/10
Interpretes: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago, Javier Godino, José Luis Gioia y Mario Alarcón
Una joya del cine latinoamericano actual, Benjamín Espósito (Ricardo Darín), secretario de un Juzgado de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires, está a punto de retirarse y decide escribir una novela basada en un caso que lo conmovió treinta años antes, del cual fue testigo y protagonista. Su obsesión con el brutal asesinato ocurrido en 1975 lo lleva a revivir aquellos años, trayendo al presente no sólo la violencia del crimen y de su perpetrador, sino también una profunda historia de amor con su compañera de trabajo (Soledad Villamil), a quien ha deseado y amado fervorosamente y en silencio durante años. La novela que escribe Espósito nos hace recorrer los años 70, cuando en Argentina se vivían épocas turbulentas, el aire estaba enrarecido y nada era necesariamente lo que parecía ser.
Difícil será poder superar a este último filme de Juan José Campanella cuando haya que decidir cuál ha sido el éxito latinoamericano de este año. "El Secreto de sus Ojos" resulta una altísima apuesta de su director, quien ya había demostrado su oficio con la laureada "El Hijo de la novia" y la melancólica "Luna de Avellaneda". Su solidez profesional, su capacidad como narrador y como director de actores, su facilidad para los diálogos y su manejo del humor costumbrista lo colocan entre los directores contemporáneos que sabe cómo entretener con su cine, además de hacer pensar y, principalmente, emocionar. Todo el aspecto formal es excelente, más que nada por las reconstrucciones de época, incluyendo música, fotografía y dirección artística. Como frutilla de postre, el engañoso final da una última sorpresa que sorprenderá a todos, puesto que el más avezado de los espectadores seguramente no podrá adivinar el desenlace preparado por su director.
Campanella nos deja una historia de amor en dos tiempos, enmascarada en una trama judicial con asesinatos y tramas de corrupción incluidos. Apela al sentimiento desde sus compases iniciales con una despedida dramática y emotiva en la estación de tren, al más puro estilo romántico y acompañada de notas de piano que aportan la necesaria melancolía. Sigue la escena del crimen con imágenes macabras y el arranque de toda la trama de investigación en lugares oscuros y espesos, bien trufada de luminosos instantes de amor contenido, de tormentosas dudas de conciencia y una ligera inquietud existencial, además de una encomiable y hermosa amistad. Los flashbacks funcionan bien, lo mismo que la ambientación y el maquillaje, al llevarnos y traernos a lo largo de veinticinco años. También hay que destacar la cuota de humo que pone a este filme, característicos en sus anteriores obras.
El guión está bien construido y sabe mantener el suspense y enigma de los hechos, bien ayudado por unos rostros que no desvelan más que sentimiento y pasión, y con una trama que oculta los móviles de unos y otros en un mundo de venganza, corrupción, ambición de poder y miedo al compromiso. Sólo esas miradas excesivamente perspicaces a la “foto delatora” o en el estadio son puntos débiles en la trama, sobre todo viniendo de un Benjamín que se muestra incapaz de “ver” al amor que tiene delante y que sólo espera una declaración. El director se mueve en la historia como pez en el agua, sin perder jamás el control de la historia, capaz de armar la atmósfera precisa a cada momento, y dando muestras de un nervio narrativo inusitado. Los que ya la hayan visto recordarán un plano secuencia, que tiene lugar en un estadio de fútbol, que será el decorado de una persecución memorable. Pero es la excepción, porque despliega una elegancia y una contención que no aspiran a impresionar al espectador, sino a conmoverle.
Hay secuencias truculentas, otras muy tensas. Pero en ninguna de ellas Campanella se entrega a lo morboso ni a lo efectista, sino que persigue solamente la verdad y la emoción más primaria, más noble. Este cineasta se convierte, de manera incontestable, en un maestro del melodrama y del cine negro, de la ironía y de la convocatoria más sincera a las lágrimas que dentro de una sala de cine nos liberan del propio pasado, de los propios fantasmas, pues nos coloca un espejo, hermoso y libre, en el que desahogarnos y sentirnos vivos de nuevo. Las actuaciones son notables: la gran química entre Darin y Villamil resulta intachable, y ambos están estupendos. Francella y, sorprendentemente, Pablo Rago (como el viudo de la mujer asesinada) brillan en sus roles. Hay dos secundarios que con muy poco aportan muchísimo: Mario Alarcón y José Luis Gioia.
Sobriedad en la dirección, un guión de hierro y un gran reparto conforman la que es la mejor película argentina desde la excepcional "Nueve Reinas". Carece de la frescura de aquella, pues "El secreto de sus ojos" se centra más en un estilo clásico, con pinceladas de cine negro, pero funciona casi siempre a un nivel medio-alto. Un lujo de película, es una verdadera muestra del cine que tiene sentido, que es complejo, rico, que concreta y sugiere, que avanza firme, que envuelve, conmueve, pone en tensión, engancha, el cine de siempre, el cine como arte, se ha apuntado un nuevo tanto gracias a Juan José Campanella, una de las mejores películas de lo que va la temporada, si no la mejor.
muy buena critica y muy bueno el blog los felicito.
ResponderEliminarjorge ramirez
Jo, parece mentira que una de las mejores peliculas de este año y aun no la he visto...!
ResponderEliminarEn fin, gracias por tu comentario, te dejo mi correo: Mayoproductionsarrobahotmailpuntocom
q encuesta? me podrias informar d eso en el correo?
un saludo y gracias ; )
Se puede decir que la película es la mejor de la zona latinoaméricana, y respecto a la encuesta te lo mando en tu correo.
ResponderEliminarHenry Huamán Machuca