viernes, 29 de mayo de 2009

Paisaje en la Niebla

Director: Theo Angelopoulos
Año: 1988 País: Grecia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Tania Paleologou, Michalis Zeke y Stratos Giorgigoglou

Grandiosa película del gran maestro Theo Angelopoulos, narra la historia de dos niños griegos en busca de un padre hipotético, inician una fuga hacia Alemania. Toman un tren y reencuentran, en el transcurso de su iniciático viaje, el bien y el mal, la verdad y la mentira, el amor y la muerte, el silencio y el verbo.

Esta es una bella y extraordinaria película, realizada con los medios más simples y sencillos que quepa imaginar, pero con una significación y riqueza estéticas difíciles de igualar. Nunca como en este filme se podrá comprobar la importancia de la ambientación, no sólo para la creación de una atmósfera determinada, sino también para generar el sentido general de esta obra. En ese sentido, el título está completamente justificado, no se trata de un mero trasfondo para un relato de carretera sino que, por el contrario, lo convierte en una ruta hacia la trascendencia en su sentido más amplio.

Conforme avanza la acción, lo que parece un trasfondo se va convirtiendo en un destino y el viaje de dos niños en busca de un ilusorio padre en Alemania deviene en un trayecto vital que rebasa la anécdota y se proyecta hacia otros contenidos. Los dos pequeños protagonistas descubren, una el sexo y el amor, y el otro el mundo del trabajo; en ambos casos.

El tratamiento es objetivo y distanciado. Sin embargo, el planteamiento inicial del filme y el comienzo de la aventura de los niños –gracias a la citada ambientación ya ha enganchado emocionalmente al espectador. Pero, luego, esta road movie empieza a desperdigarse un poco. Junto a estas y otras acciones definidas en el filme, hay también una serie de situaciones indeterminadas; y, entre ambas, por obra justamente de este cierto desorden, surge un juego de sugerencias que constituyen la clave de esta película.

Las escenas fuertes y dolorosas se combinan con otras casi surrealistas, pero todo transcurre como si nada pasara; no hay explosiones melodramáticas, pero sí mucho silencio y –sobre todo– un tempo lento que junto con la niebla nos va envolviendo en ese transcurrir frío y distanciado. Mientras el director nos va introduciendo con sus planos secuencias a esos ámbitos sugeridos, a esos entresijos que van dejando los contrastes arriba descritos. Lo determinado y lo indeterminado conviven y se oponen suavemente y destilan un tránsito y un devenir que alcanzan su plenitud en la secuencia final; luego de la incierta travesía para pasar al otro lado del río. Ese fluir no es otra cosa que el tiempo y a lo que éste aspira: la trascendencia. Gran filme europeo.

“Triste y poética obra maestra”

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