Año: 2009 País: EE.UU. Género: Comedia/Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Adam Sandler, Seth Rogen, Leslie Mann, Jonah Hill, Jason Schwartzman, Eric Bana y Andy Dick
Sigo analizando películas del movimiento denominado “La Nueva Comedia Norteamericana”, esta vez hablare de “Siempre Hay Tiempo para Reír", la cinta gira en torno a la figura del cómico George Simmons (Adam Sandler), estrella de fama universal, cuyas películas se cuentan por éxitos y sus monólogos levantan gran expectación, a quien le detectan una agresiva variante de la leucemia y le instan a probar fórmulas experimentales con un escueto 8% de posibilidad de éxito. Enfrentado de golpe y porrazo a sus posibles últimos días de vida, Simmons descubre estar solo en el mundo por lo que decide mejorar su situación con la ayuda de un aspirante a monologuista, Ira Wright (Seth Rogen), a quien contrata como ayudante y guionista. Sin duda alguna, y en su triple faceta de productor, guionista y director, Judd Apatow, es uno de los grandes renovadores de la actual comedia estadounidense (y no solo la cinematográfica, sino también la televisiva y hasta del stage teatral), este director responsable de cintas como “Virgen a los 40” y “Super Cool”, vuelve a la carga con una comedia, no obstante, llena de claroscuros. Y por momentos apasionante.
Cuando un ser humano descubre que le queda poco tiempo de vida, suele adoptar uno de los dos caminos posibles: el de la resignación (donde nada importa más que esperar el instante final) o bien el sendero marcado por la fuerza de voluntad que le permite al involucrado disfrutar su presente hasta el último segundo posible. Por supuesto, nadie que no esté en esa situación tiene la autoridad suficiente para juzgar ese tipo de elecciones, aunque hay veces que, por cercanía, afecto o simple compasión, las personas solemos defender la idea de la lucha por la vida y no la inacción que sólo agrava el panorama. Sin duda, estas circunstancias límite siempre siembran tristeza y provocan impotencia, pero se vuelven más impactantes y difíciles de aceptar cuando el perjudicado es un ser joven, sano o lleva una vida vinculada al arte de hacer reír. Aunque todos somos criaturas de carne y hueso expuestas a todo tipo de sucesos, resulta complicado creer y aceptar la inminente muerte de un niño, de un deportista saludable o de un individuo que siempre se muestra de buen ánimo y dispuesto a arrancarnos sonrisas. Precisamente, este último caso mencionado es el que se desarrolla en “Siempre Hay Tiempo para Reír".
Las películas de Judd Apatow tienen siempre un tono característico, es como si se delataran ellas solas, no solamente por el elenco que suelen tener, sino también por el tipo de diálogos que suelen emplearse, un lenguaje a veces tildado de crudo para ser incluido en un guión cinematográfico, pero que siempre me ha parecido muy real e incluso más real que muchos otros guiones de otras películas que a la vista puedan parecer "más reales". Pero en fin, en esta película, en la que no solamente se explota la ironía, ni la burla o la sátira social, como en sus películas anteriores, vemos ahora una rama del director Judd Apatow, plasmada junto a Adam Sandler que nos dice que pueden ir a donde quieran, más allá de las bromas, e incluso hacia la parte dramática, claro que con su sello personal y estilo. Pues bien, nunca es tarde para darse cuenta de las cosas buenas de la vida y si bien en anteriores películas de Apatow y su pandilla, siempre veíamos y se criticaba mucho el hecho de que los nerds siempre salían con la suya y se “reivindicaban”, ahora vemos a un grupo de comediantes en ciernes y a uno logrado que desde su punto de vista y ante una enfermedad terminal evalúa su vida y ve que no tiene a nadie ni a nada en su vida.
Pese a que haya un cierto tono de comedia que sobrevuela todo el metraje amplificado en las diversas escenas donde presenciamos la escenificación de varias actuaciones de ambos protagonistas, abundantemente trufados de referencias sexuales y escatológicas, lo cierto es que en esta tercera película Judd Apatow se arriesga y prefiere entregarse a la sutil reflexión sobre lo que significa ser alguien de éxito (con todo lo que ello conlleva a nivel personal: logros, amoríos, reconocimiento social...), qué cosas son las que de verdad aportan significado a nuestra existencia, y cómo la vida puede llevarte por caminos que no tenías planeados. Esta mirada agridulce a la profesión de cómico no lograría ni la mitad de su efecto de no ser por las interpretaciones de un Adam Sandler más comedido que nunca, y a un Seth Rogen cuya progresión como actor es admirable, y que tras “Ligeramente Embarazada” y “Hacemos una Porno” nos ofrece un nuevo recital de cómo ser tremendamente humorístico sin parecer desesperado por provocar la risa. Judd Apatow ha decidido meterse con la muerte en esta película, para reírse de ella. Este filme no es una comedia al uso, ni tampoco un drama al uso. Refleja perfectamente la vida de un cómico: vemos lo triste que es su vida, pero también vemos lo divertida y graciosa que es para los demás. Habrá quien piense que está llena de chistes de “genitales” y que por eso se orienta a un público más juvenil. Nada de eso. Apatow nos habla, al igual que en sus anteriores películas, de la inmadurez.
Sin duda es una comedia diferente, que nos habla de personas y que hasta conseguirá emocionarnos en ocasiones. Podríamos decir que estamos ante la versión más depurada del estilo Apatow, y que ésta es su mejor película hasta la fecha, pero sufre de un grave problema: la excesiva duración. De hecho, con sus más de 140 minutos, tal vez sea la comedia más larga de la historia. Y eso pesa en el resultado final, pero no deben dejar que los amilane, porque se estarán perdiendo un filme sumamente interesante. La cinta podría dividirse en dos. La primera mitad es absolutamente recomendable para aquellos que amen el mundo del "stand-up comedy" estadounidense y además sienta cierta atracción por lo "bohemio" (si se puede llamar así) que es vivir rodeado de esta gente. La segunda (que no puedo desvelar qué giro hace llegar aquí) es lo que se acercaría más a la típica comedia familiar. Judd Apatow ha demostrado ser la punta de la lanza de un movimiento renovador en la comedia estadounidense, como en su día lo fue Kevin Smith. En sus producciones, pero sobre todo en sus tres comedias como director hasta el momento, ha desarrollado un estilo que, bajo la apariencia de una comedia, nos habla de los problemas de las personas. La humanidad que subyace bajo los personajes de Apatow, por muy ridículos que puedan ser, es de las más realistas que se puedan ver en un filme americano de cualquier clase. Y ésa es sin duda su principal fortaleza.
No hay que olvidar el plantel de secundarios, muchos de ellos procedentes del mundo de la comedia que rodea a Apatow. Sin duda destacan la adorable Leslie Mann, mujer de Apatow en la vida real (es que hasta sus dos hijas tienen un papel), y que aquí encarna al gran amor perdido de George de una manera hilarante y tierna a la vez; y Eric Bana, como extravagante e impulsivo marido de ésta, en un papel cómico muy alejado de aquellos a los que nos tiene acostumbrados, y que, a pesar de tener momentos francamente graciosos, en otros chirría bastante, ya que opino que la comedia no acaba de ser lo suyo y queda forzado. Ah, e incluso tenemos un divertido cameo de Eminem interpretándose a sí mismo de manera exagerada y paranoica. Así pues, el trabajo actoral funciona a la perfección, y Apatow es un gran creador de gags, por lo que los momentos divertidos están asegurados. Bien, a pesar de su exagerada duración y su falta de rumbo en algunos momentos, y de algunos gags que no harán reír al público no americano, “Siempre Hay Tiempo para Reír” es una comedia muy recomendable, de las mejores que se han podido ver el año pasado. Y todo gracias a ese magistral toque Apatow, que hace que nos riamos mientras comprobamos que bajo esas risas hay personas de verdad, con sus problemas y sus tragedias. En definitiva, un homenaje al mundo de la comedia que no deberías perderte, tanto si eres de risa fácil como si no, ya que en este caso no importan las risas, sino la humanidad que hay escondida tras ellas. Y a veces es mucho más amarga de lo que las carcajadas nos quieren hacer creer.
“La comedia definitiva sobre esa gente tan triste que sólo vive para hacerte gracia”
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