domingo, 18 de abril de 2010

Calles Peligrosas

Director: Martin Scorsese
Año: 1973 País: EE.UU. Género: Gangster Puntaje: 08/10
Interpretes: Harvey Keitel, Robert De Niro, David Proval, Amy Robinson, Richard Romanus, Cesare Danova y David Carradine

Nueva York, 1972. Charlie (Harvey Keitel) es un joven de 27 años que tiene que enfrentarse a problemas con los mafiosos y matones del barrio. Poco a poco, su vida se convertirá en una olla a presión de la que será imposible escapar. Charlie tiene una chica que es epiléptica. Hace trabajos para su tío, que es un mafioso de poca monta. Y en sus ratos libres, que son mayoría, protege al Johnny (Robert De Niro), que es el primo de su novia epiléptica y un proxeneta de pacotilla que debe dinero a todo el mundo y se mete en líos todo el tiempo. Si hay algo aún más inexplicable que el talento, es la inspiración. Si el primero es escaso y arbitrario, la segunda es esquiva y caprichosa. Martin Scorsese, por acreditado talento, es sin duda uno de los grandes autores cinematográficos vivos, uno de los últimos maestros contemporáneos del cine norteamericano. Por inspiración, por el pulso interno que anima sus últimas películas, sólo se puede decir que no está precisamente en sus horas más altas. Y el empiezo de su vertiginosa y pulcra carrera.

Podría decirse que, sin ser la opera prima de Scorsese, esta película es la realización en la que el director neoyorkino imprime de una forma más cristalizada la impronta de su estilo que ahora se le reconoce tan fácilmente. A menudo se habla de esta película como un esbozo de su ulterior y brillante “Buenos Muchachos”, refiriéndose con ello al empleo de las estrategias narrativas basadas en el steadycam, la cámara lenta y los juegos con el montaje, o a la utilización de la música diegética. Otra visión, muy simplificada, nos dice que en “Calles Peligrosas” Scorsese fusiona el, tan estimado por él, neorrealismo italiano apareciendo el filme cual trasunto neoyorquino y contemporáneo del “Rocco y sus Hermanos” de Visconti con el, no menos caro (para él) cine negro americano. Simplificada o no, es cierto que Scorsese rompe muchas reglas en la concepción y ejecución de esta magnífica película, fusionando un escrupuloso afán descriptivo de las calles y gentes de la Pequeña Italia con una sucesión de tramas que tiene algo de serie negra, si bien en todo caso se encauzan desde el punto de vista dramático, del protagonista que encarna Harvey Keitel, al que vemos luchar por encontrar un equilibrio imposible entre los elementos que le estigmatizan: Dios, su posición en la Familia, el amor a una prostituta, el amparo a su amigo descarriado, ítems que aparecen fuertemente relacionados pero más concretados que en “¿Quién Llama a mi Puerta?”, la interesante obra primeriza del autor.

A pesar de que la sospechosa maquinaria de Hollywood aún le regala esos presupuestos elefantiásicos que definitivamente le niega a compañeros de generación, como Francis Ford Coppola o Michael Cimino, a pesar de que no ha necesitado constituirse en una mezquina mini-industria de sí mismo como George Lucas para plasmar sus propias locuras, Scorsese lleva largos años intentando encontrar la manera de construir esa gran película que haga justicia definitiva a su propia fama. Y tal vez ése sea el problema. Tal vez, lo último que necesita Scorsese a estas alturas sea hacer una “gran” película. Repasen los primeros veinte minutos de “Calles Peligrosas”, su largometraje de 1973, anterior a su estallido de prestigio y fama. Observen esos títulos de crédito acompañados por el euforizante compás de “Be My Baby” de The Ronettes, canción unida indeleblemente a esta película para muchos de nosotros. Examinen cuánta información a propósito de los personajes contiene esos breves metros de celuloide. Y cuanta recibimos en las cuatro escenas posteriores, breves, simples, casi costumbristas. El claustrofóbico universo de Charlie (Harvey Keitel), los estrechos cauces físicos y morales en los cuales se estanca su vitalidad, quedan definidos en tres trazos precisos. El llamado de la fatalidad final ya resuena intenso al fondo, sin dejar de desplegar el comienzo de una historia pequeña, pero realmente interesante.

A la luz de la narración, parecen obvios los tintes autobiográficos que el director le imprime a la cinta, que en definitiva puede verse más que nada como una lúcida rendición de cuentas con su pasado. El desenlace, rozando la tragedia, aparece así como una suerte de catarsis particular. Scorsese no concede espacio al lirismo, y desarrolla los acontecimientos, a menudo sórdidos, con un estoico sentido de la sobriedad. De ahí extrae toda su fuerza y personalidad la película, y por ese tamiz pasan las argucias visuales a las que ya nos hemos referido, y que Scorsese domina, ya aquí, a la perfección. Y a título anecdotario, pero buen revelador de otra de las intransferibles pasiones que el realizador convertía en móvil cinematográfico, fijarse en la interesante banda sonora compuesta para la ocasión por un guitarrista llamado Eric Clapton. Ese interés, en realidad, reside en la maestría de un Scorsese tan escaso en medios materiales como pletórico de inspiración. Por ejemplo, “Calles Peligrosas” es pionera dentro de la filmografía del italoamericano en su uso prodigioso de la banda sonora, de los temas pop no expresamente creados para este largometraje, como parte sustancial de los recursos narrativos. Cuando seguimos a Charlie desde su espalda durante su irrupción en plena fiesta acompañados de los Stones más pop (“Tell Me”, u tema muy spectoriano), sabemos que Charlie estará en su salsa sólo por breves instantes. Porque otras cuestiones turbarán su mente.

La primera su extraña fijación religiosa, que ya hemos conocido. La otra es que esa bailarina negra le atrae más de lo que le conviene. Pero, sobre todo, le preocupa Johnny Boy (Robert De Niro, en su primera colaboración con Scorsese), un hombre atado en corto a los problemas y que irrumpe acompañado de un “Jumpin' Jack Flash” que define al personaje antes de que realmente haga nada reseñable. Años más tarde “Buenos Muchachos” llevó todos estos recursos narrativos a la maestría más absoluta. Pero en realidad, ese pulso inconfundible latía ya en este metraje modesto, pero intenso. “Calles Peligrosas” es un pequeño gran tratado sobre el destino, la fatalidad, la estrechez de la carretera principal y los peligros inevitables que acechan a aquellos que quieren, o no pueden evitar, transitar por las cunetas. Charlie es en definitiva demasiado débil para el lugar que le corresponde habitar. Es débil por esas extrañas y extemporáneas dudas. Pero, sobre todo, es débil porque, desatendiendo el brillante futuro que se le abre en el hampa de la mano de su tío, es incapaz de soltar el lastre emocional que suponen dos inadaptados. En primer lugar, su novia clandestina Teresa, epiléptica y con pequeños sueños vitales que transcienden las calles en las que han nacido ambos. Y, sobre todo, el primo de ésta, Johnny Boy, un desquiciado kamikaze que “se lo está buscando” a conciencia. Y esa debilidad tendrá un precio al final.

Scorsese ha vuelto a transitar estos lugares, ha vuelto a emplear estos modos y maneras. Y, sin duda, ha triunfado con ellos. De hecho, el costumbrismo de facinerosos es hoy casi un género narrativo en sí mismo. Pero lo que crea esa sensación agridulce a propósito de “Calles Peligosas” es lo fácil que parecía entonces para Scorsese construir esa sensación de veracidad desde la ficción y lo difícil que le ha resultado en tiempos recientes construir verdad, incluso desde la historia y la biografía. En el tono veraz, e intenso, de esta cinta se percibe un Scorsese despierto, atento, sintonizado con la historia que pretende narrar. Inspirado, en definitiva. Alimentado por un imparable impulso de narrar, cada minuto de “Calles Peligrosas” transpira un aroma de maestría prematura, de madurez anticipada, que no resta ni un ápice de frescura a un largometraje excepcional. Por eso, ante el hambre que nos está dejando últimamente sentarnos a la otrora opulenta mesa de Scorsese, a veces casi resulta necesario recalentar la cena. Sobre todo, cuando tenemos cosas como “Calles Peligrosas” en la nevera. De alguna manera, este tipo de cosas, nunca se pasan de fecha.

"Obra maestra de Scorsese que muestra los bajos fondos y el interior de los estercoleros de una ciudad"

3 comentarios:

  1. Me parece haber leido alguna vez que esta peli es de tus favoritas y que sos un gran admirador de Scorsese, me equivoco?
    Muy buena critica, un clasicaso, y un gran comienzo para De Niro, en donde uno ya comenzaba a ver sus capacidades actorales. En miblog tambien voy a comenzar a escribir mas sobre clasicos. Saludos!

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  2. Muchas gracias Lara, sí estas en lo cierto soy un gran admirador de Scorsese, es mi director predilecto, como tu dices a que descubrimos a De Niro, como un gran actor, ya pasare por tu blog, para ve la novedades, nos leemos.

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  3. Muchas gracias Lara, sí estas en lo cierto soy un gran admirador de Scorsese, es mi director predilecto, como tu dices a que descubrimos a De Niro, como un gran actor, ya pasare por tu blog, para ve la novedades, nos leemos.

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