Año: 1964 País: Italia Género: Drama/Religión Puntaje: 08/10
Interpretes: Enrique Irazoqui, Margherite Caruso, Susanna Pasolini, Marcello Morante, Mario Socrate y Settimio Di Porto
Narra las vivencias de Jesús (Enrique Izaroqui), nacido en Belén y crecido en Nazareth, que viajará hasta Jerusalén para proclamar su condición de Mesías. En clave neorrealista pero sin apartarse del texto bíblico, el polémico Pasolini realiza un cercano retrato de Jesús de Nazaret. Esta producción levantó muchas expectativas en el momento de su estreno, principalmente debido al conocido ateísmo y las simpatías comunistas de su director; Pier Paolo Pasolini. Sin embargo, para sorpresa de propios y extraños, el filme, que cuenta la vida de Jesús de Nazaret desde su nacimiento a su crucifixión, resultó ser una de las versiones más realistas del personaje, guardando absoluto respeto al Evangelio que da título al filme. Pasolini consiguió retratar al Jesucristo más humano visto hasta ahora en el cine, dotándole de una calidez y cercanía, que supera en mucho al resto de innumerables versiones que el cine nos ha regalado, pero sin perder, a su vez, ni un ápice de carácter mítico y carismático. El acercamiento a esta representacion se produce desde un miramiento que mixtura lirismo, desmitificación y neorrealismo, en un pretensión de penetración filosófica, que minusvalora la tradicional representación icónica y conecta sus creencias con sus idearios marxistas afines. La película está facturada en un árido blanco y negro, con ásperos paisajes cuasi mortuorios, acompasados por las composiciones clásicas de Mozart, Bach o Prokofiev y contando con intérpretes no profesionales.
Pier Paolo Pasolini fue un cineasta italiano que también fue poeta, ensayista, marxista y homosexual. Pero en todo fue un intruso. Fue rechazado por la burguesía católica por marxista y homosexual. Los marxistas lo rechazaron por no mantener la línea filosófica. Y sus escritos tanto para cine como teorías literarias a menudo fueron descartados por la inteligencia por su falta de credenciales académicas y una percibida falta de rigor en su trabajo es por lo tanto, en muchas maneras irónico que uno de sus mas exitosas películas fuese una adaptación del Evangelio de San Mateo. Aun la principal fuerza en la vida de Pasolini, a la cual todas las otras se subordinaban, era la pasión. Y en toda la literatura no hay un mayor ejemplo de pasión irracional que la historia de Cristo y su muerte. Aunque el afán experimentador de Pasolini no se limita a la banda sonora, y es la propia esencia de la narración, su elementalidad es su desnudez dramática y su absoluta servidumbre al texto lo que la convierte en una obra deslumbrante que recorre una senda inédita y trasciende así absolutamente todas las aproximaciones fílmicas a las Sagradas Escrituras, la mayoría, peplums que hasta la fecha habían sido, centrándose en el discurso y reduciendo los aderezos argumentales, los efectismos o secuencias de milagros, así como el morbo que indefectiblemente suele anejar el pasaje de la Pasión. Cuando termina el metraje de “El Evangelio Según San Mateo” el espectador permanece en su butaca, (conforme pasan los años cada vez más) estupefacto por la extraña calidez de las imágenes, y por su contenido, la mayúscula vindicación de la necesidad que la fe impone a la más severa (otro epíteto que la película merece) reflexión y sacrificio.
La película fue filmada entre las colinas de Basilicata al sur de Italia. La escenografía eran las aldeas de los pobres, y solo amateurs fueron usados como actores. La madre del director hizo el papel de María en la época de la crucifixión de Cristo. Pasolini hizo algunos cambios a la versión tradicional del Evangelio, reordenando la secuencia de los eventos, acortando algunas escenas y omitiendo otras, aunque uso el texto palabra por palabra. Sin embargo, usando gente pobre, con sus caras arrugadas y sus humildes alrededores, enfatizó los aspectos de la historia de San Mateo que eran más atractivos a sus propias sensibilidades marxistas. Cuando Cristo le dice a sus discípulos, “es mas fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un hombre rico entrar en el reino de Dios”, parado entre la pobreza verdadera y no algún decorado de Hollywood, las palabras cobran vida propia. Pasolini nunca fue desdeñoso en su tratamiento, simplemente permitió que el texto hablara por si mismo. El estilo de Pasolini es el de un poeta, lo cual por supuesto lo era. La cámara usualmente pausa en caras o escenarios, forzando a los espectadores a reflejarse en ellos. Cuando se usa en poca cantidad puede ser muy efectivo, pero cuando se hace demasiado seguido pierde su valor y puede volverse fastidioso. Al igual que casi todo su trabajo, esta película puede soportar alguna edición. Y los milagros de bajo presupuesto podrían haber quedado mejor en sus roles de alegorías; en la película muy a menudo se transforman en meros trucos fotográficos.
“El Evangelio Según San Mateo” sigue en narración lineal, casi esquemática, la vida, obra y palabras de Jesús, proponiendo una secuencia de sketches de la más sobria prefiguración en la que la cámara parece perseguir en todo momento una doble intención: por un lado, perfilar un retrato de costumbre, una especie de trabajo de campo no en la descripción de un tiempo y un lugar antes bien en el palimpsesto que proviene de la caracterización obrada en el Nuevo Testamento de esos lugares y personajes que quedaron plasmados en la más celebérrima de las plasmaciones escritas; por otro, detenerse en la Palabra de Dios, en la doctrina cristiana recogida en la innumerable retahíla de alocuciones y máximas que Jesucristo entrega a sus discípulos, a sus parroquianos y a sus enemigos, extremo éste por supuesto trazado según las elecciones personales y aspiraciones discursivas de Pasolini, que enhebra su discurso, el de Jesucristo, desde una óptica lejos de la teología, caracterizando al Mesías como un personaje que quiso proclamar la revolución desde sus postulados cristianos, llevándolos a las últimas consecuencias por amor de su integridad (de su autoridad moral), en inevitable conflicto con la corrupción e hipocresía del sistema establecido, ya en materia política como religiosa.
Con esta propuesta, esencial y a la vez copiosa en pasajes de complejidad textual, Pasolini da buena muestra de su afán historicista y exegético, tan lejos en sus intenciones de la hagiografía como de la crítica. Aunque casi huelga decir que en 1964, en el momento de estreno de la obra, la polémica estuvo servida en las altas instancias católicas, que como de costumbre armaron la marimorena incluso antes del visionado del filme, mucho más interesados por la condición marxista de su autor que por el contenido del filme; esa crucifixión anticipada operada por la Iglesia Católica y que se cebó especialmente en los obispados europeos demuestra nada más y nada menos que estrechez de miras y una carencia absoluta por el más elemental respeto hacia la cultura. Quizá lo más insólito o exótico del filme reside en las tan variadas piezas musicales que Pasolini escogió para el despacho musical de las imágenes, y al hecho de que, entre piezas de Mozart, Bach o Prokokiev hallemos unos coros congoleños y un gospel. A poco de pensar en ello nos daremos cuenta de que la cultura occidental hace suya las obras de los compositores clásicos pero excluye otras referencias como las mencionadas, y la utilización tanto de unos como de otro temas son tan improbables desde un punto de vista categórico como válidos desde la perspectiva de la narración cinematográfica.
Hay dos aspectos especialmente destacables en el filme: la austeridad y los sermones. La Austeridad: Reina en todo momento, en la forma de filmar y en la presentación de los hechos, no hay grandilocuencias. Los Sermones: Pasolini reproduce sin pudor, una y otra vez, los sermones incongruentes, amenazadores, incoherentes, contradictorios, volubles, vengativos de Jesucristo, este es sin duda, el mayor logro de la película. El Evangelio de San Mateo dice lo dice. Está escrito. A partir de ahí, cada uno debe interpretar y digerir los mensajes. Esta película carga una conexión con la historia de Cristo que muchas otras películas han sido incapaces de proveer. Hay una sinceridad aquí que es tan refrescante como inesperada, viniendo de una persona de los hábitos y tendencias políticas de Pasolini. Mientras que la elite de la Iglesia y el Estado, capitalista o marxista, a menudo hablan de los pobres y hacen uso de ellos en el ejercicio de sus agendas, sin ninguna preocupación genuina. Esto era igualmente cierto en los tiempos de Cristo, y parte de este mensaje es una advertencia a aquellos que se hacen cargo de resolver cuestiones de fe y moralidad. Es un mensaje de debería darle una pausa a muchos en nuestra era, mientras se aventuran a prescribir remedios para aquellos a quienes su impotencia y debilidad los deja a merced de otros. A continuación la escena de cruxificción.
"Obra sencilla y vorazmente sincera y rodada con una simplicidad extrema"
- Una hermosa puesta en escena, sin florituras ni grandilocuencia.
ResponderEliminar- El mar de blancura.
- La abundancia de primeros planos (Pasolini y su querencia por los rostros bien curtidos).
- Las tímidas panorámicas.
- Se suceden, austeros, los episodios de la vida de Jesús, prescindiendo de nexos narrativos.
- Enrique Irazoqui: un Cristo al margen de los tópicos, enjuto y cejijunto, dotado de una voz maravillosa en V.O.
- El ángel milagroso, con un viso al margen de la tierra.
- La potencia del texto de la Biblia.
- Una filmación respetuosa, a cargo de un ateo.
- La música: entre Bach y Billie Hollyday; o sea, miscelánea.
(Andrés Estalvi)
Sí, Pasolini era ateo, marxista, homosexual y fue acusado de blasfemo por la iglesia (no por esta peli). ¿Y qué? Para dogmatismos furibundos ya hay otros por ahí y por aquí. Y, desde luego, esta cinta no tiene nada que ver con las adaptaciones al uso que todos conocemos. Y sí, es cierto que se puede apreciar una imagen de Jesús como revolucionario, pero yo creo que es mejor hablar de una imagen de Jesús desde el respeto. Simplemente. ¡Ojo! No digo que una peli sobre la figura de Jesús sin ese mismo respeto sea mala, todo lo contrario. Pero igualmente una visión respetuosa no implica beatería, ausencia de vigor, servilismo... Es el resultado final lo que hay que valorar, no las premisas. Ya digo que para dogmatismos y prejuicios hay otros por ahí e, insisto, por aquí. Fantástica y ecléctica banda sonora por cierto. Blues, Bach, Mozart, Prokofiev, música africana…
ResponderEliminarAndrés y Romi, muchas gracias por sus comentarios, creo que se han convertido en caseritos del blog, se lo agradecemos y sigan visitandonos, para esta cinta es la más fiel a la vida de cristo y además es la que recrea mejor la figura de Cristo, una visión imperdible.
ResponderEliminar