jueves, 15 de diciembre de 2011

Red State

Director: Kevin Smith
Año: 2011 País: EE.UU. Género: Thriller/Religión Puntaje: 08/10
Interpretes: Michael Parks, Michael Angarano, Kerry Bishe, Nicholas Braun, Kyle Gallner, John Goodman, Melissa Leo, Kevin Pollak, Stephen Root, Matt Jones, Cooper Thornton y Kevin Alejandro



Tres jóvenes con las hormonas al rojo vivo contestan a un anuncio virtual de una mujer madura que busca sexo, los chicos se lanzan a la carretera para satisfacer sus urgencias libidinosas, pero lo que empieza como una fantasía da un oscuro giro cuando son capturados por a una terrorífica secta religiosa comandada por el irreverente Pastor Abin Cooper (Michael Parks). Inspirado por los infames hechos ocurridos en Texas en 1993, en donde una iglesia extremista asesino a varios homosexuales, Smith construye una historia que toma como punto de partida su característico humor picante pero rápidamente se transforma en una pesadilla sin embargo, no considero que pertenezca al género del horror (como la han vendido), aunque sí contiene escenas escalofriantes. Es más bien una cinta tipo de explotación sobre la intolerancia y la demencia colectiva que se manifiesta cuando entes acéfalos se dejan cegar por un extremista religioso. Aunque no siempre produzca buenos resultados, resulta refrescante ver a un director salirse de su zona de comodidad. Tomen por ejemplo a alguien como Kevin Smith, la estrella “indy” que ha estado muy cómodo desde que hizo su debut con “Clerks” (1994). Smith prácticamente se ha dedicado a repetir su fórmula durante 17 años (fórmula que, confieso, he disfrutado bastante) por lo que algo como “Red State”, debería sorprender incluso a sus mayores detractores. Afortunadamente, el artefacto ideológico que construye Kevin Smith supera todo tipo de debates sobre la carrera de su director, el estilo visual del filme y los hechos en los que se inspira, “Red State” tiene entidad propia. Smith enfrenta al bien y el mal en su más pura esencia, nos muestra la hipocresía de la sociedad americana escondiendo sus propios monstruos, esos que ha cultivado a través del fanatismo, el miedo y del terror, hasta que estos, ansiosos por la llegada del día del juicio final, se acaban tomando la justicia por su cuenta en busca de un equivocado bien sanador, como si el de las autoridades civiles y políticas que nos gobiernan tampoco lo estuvieran.



Lo cierto es que “Red State” muestra a un Smith totalmente renovado y muy cómodo en el género thriller. Sin renunciar a su estilo, el hombre que fue “Bob, El Silencioso” no deja títere con cabeza en su entretenida crítica hacia el fundamentalismo religioso por un lado, y las fuerzas del orden por otro. Puede que Smith haya querido tocar demasiado palos y no llegue a profundizar en ninguno de ellos, pero el filme posee la contundencia justa como para provocar y reflexionar sobre el sinsentido del mundo que nos ha tocado vivir, todo ello en mitad de una ensalada de tiros y diálogos penetrantes. “Red State” posee dos partes bien diferenciadas, algo que se da por primera vez en el cine de Smith. Ambas parten de dos puntos distintos, argumentalmente hablando, y terminan confluyendo con total naturalidad. El filme da comienzo como si de una comedia adolescente se tratase, tres jóvenes tienen la oportunidad de tener sexo con una mujer madura (Melissa Leo), y cuando la cosa va a ponerse interesante, sexualmente hablando, se produce el primer golpe de sorpresa. La mujer en realidad pertenece a un grupo fundamentalista católico que odia todo lo diferente, sobre todo a los homosexuales, y tienen una forma muy peculiar de practicar su religión y transmitir su fe. Smith no se corta lo más mínimo a la hora de retratar la ceguera de los fundamentalistas, convirtiéndolos en todo lo contrario a lo que se declaran, verdaderos y decentes seres humanos. Smith demuestra más que nunca una solvencia como director a la que no nos tenía acostumbrados, imprime a la película de una inusitada fuerza visual, que resulta imprescindible para que funcione lo que aquí nos está contando, y además la dota de un ritmo brutal que se ve incrementado en la sala montaje. Pero Smith siempre ha sido más guionista que realizador, y es aquí vuelve a dejar bien patente su talento como escritor, regalándonos un fantástico guión, bastante alejado de las tristes líneas que habitualmente se encuentran detrás del cine de género.



Casi todas las escenas ocurren su mayor parte en el interior de una capilla, en la que según avanzan los diálogos, que como es costumbre en el cine de Smith, parecen ráfagas de metralletas, que van una tras otra, vemos como las verdaderas intenciones de los religiosos van tomando forma. Son instantes de locura, en los que los tres pobres jóvenes no dan crédito a lo que les está sucediendo. De la comedia del inicio se pasa pues, al terror y a la locura. Es muy difícil no estar en contra del grupo liderado por el Pastor Abin Cooper, excelente Michael Parks, que compone un inquietante personaje que logra meter miedo con sólo ponerse a rezar. Los acontecimientos se precipitan y uno no encuentra la esperanza por ningún lado, y esta vez Jesucristo parece estar del lado de los malos. Kevin Smith ya recibió lo suyo cuando estrenó “Dogma” (1999), miles de voces chillonas e ignorantes arremetieron contra él acusándole casi de blasfemo. En ese aspecto, “Red State” parece una venganza en toda regla. Si tonalmente el largometraje no parece uno de Smith, visualmente aún menos. La cámara rara vez se mantiene estática, la mayoría de las tomas están hechas cámara al hombro, lo que abona a la frenética atmósfera, a la vez que emplea una composición visual muy acertada y distintiva, al menos en comparación con lo que ha sido el resto de su muestra cinematográfica. Smith deja bien clara su solvencia, en un género al que no se había acercado todavía, pero que como amante del cine de género seguro que ha bebido mucho de él. Lejos de hacer una película de terror convencional, Smith tira más por lo psicológico y lo brutal, creando una sensación de malestar en el espectador continua, y además alardeando de una imprevisibilidad y un todo vale que no muchos realizadores son capaces de hacer con tan pasmosa seguridad.



En “Red State” lo que parecía ser una película de adolescentes con tintes de denuncia social, se vuelve un “torture-porn” en toda regla. No llega visualmente a las cuotas de “Hostel” (2005) o a las de las películas de “Saw”, pero el trasfondo despide una violencia que despeina al más pintado y deja asombrado al espectador. No es que no haya violencia física, sí que las hay (la escena de una ejecución, me resultó cruda, real y escalofriante a más no poder), pero la violencia verbal e ideológica, son bastante más crudas y efectivas. En este tramo, he de reconocer que hay un “sermón” del pastor loco de turno, que es un poco largo, supongo que esto está forzado a propósito para generar la inquietud y el malestar que se quieren conseguir, pero a este servidor se le hizo eterno, pero vale la pena, porque todo este acto me puso los pelos de punta, tanto por las palabras del pastor y sus seguidores extremistas, como por los acontecimientos que se muestran sin un solo temblor de cámara. Cuando la situación es inaguantable, Smith introduce un nuevo elemento en la historia, este elemento es toda la parte que le compete a John Goodman, que esta magnífico como el agente federal Joseph Keenan, en la que se da la vuelta a la tortilla. Los fundamentalistas son cercados por los agentes, y comienza una batalla campal, en las que las intenciones de los defensores de la ley, el orden y la justicia son aún más terribles que la de los católicos. Smith tampoco se corta esta vez y pone sobre la mesa cartas más hirientes que las mostradas hasta ese momento. El pequeño problema es que no llega a jugarlas, porque creo sinceramente que ganaría la partida, o tal vez por falta de valor. No obstante, con lo expuesto le llega y le sobra para remover conciencias (si es que cierto sector se da por enterado) a varios niveles. Puede que Smith sea abyecto en sus formas, y la mezcolanza de géneros afecte un poco al filme, pero no podemos negar la rabiosa intensidad con la que narra todo.



Como ya hiciera en “Dogma”, Smith ridiculiza a estos fanáticos con humor negro y violencia extrema. Aunque eso no quita para que, durante casi todo el segundo acto, les de espacio para mostrar su punto de vista, algo que es de agradecer pues el espectador puede elegir libremente cuál de las partes merece su empatía. De hecho, uno de los puntos fuertes del guión, aparte de su frescura y ser lo suficientemente impredecible, es el reparto del protagonismo en tres figuras a lo largo del filme: los adolescentes salidos, la secta y los cuerpos de seguridad liderados por John Goodman. Los tres grupos son criticados sin piedad. Los jovenzuelos que buscaban sexo desesperadamente a lo “ American Pie” reciben aquí su merecido, cosa que no ocurría en la popular comedia de los 90, como una suerte de justicia divina tardía, pero justa. La secta es tratada desde el interior retratando su locura y desmesura. Y la ley tampoco se libra, quedando como buscadores sin descanso de terroristas islámicos sean estos los culpables o no de la situación. En el plano actoral, están todos bastante bien, aunque destaco al mentado Goodman y a su némesis en la película, Michael Parks, que da vida al “iluminado” pastor. Ambos consiguen que te creas su personaje al 100%, transmitiendo sus miedos y dudas por un lado y su odio y fanatismo por el otro. Es una pena que el momento “duelo interpretativo” se vea reducido a unos escasos minutos, pero aún así es reconfortante. La escena final me recordó incomprensiblemente a la de “Quémese Después de Leerse” (2008), con la salvedad de que en esta ocasión no tuve la maldita ganas de reírme. La moraleja, o el poso final, como quieras llamarlo amigo lector, es igual de desasosegante que el resto de la película y cae como una tonelada de clavos sobre el indefenso espectador.



A Kevin Smith se le puede acusar de muchas cosas, de pretencioso, de verborreico o de demagogo, pero no se le puede acusar de cobardía. "Red State" es su ejercicio más valiente hasta el momento, porque, amén de poner el dedo en la llaga sobre los fundamentalistas cristianos (igual de terribles que cualquier otro grupo extremista religioso, como tristemente hemos comprobado recientemente), que era lo fácil, también lo ha puesto sobre el gobierno, la falta de valores de nuestra juventud y los seres humanos en general. “Red State” no ha contado con una gran distribución, pero sí se ha exhibido en numerosos festivales, de los cuales gano a Mejor Película y Actor (Michael Parks) en el Festival de Sitges del 2011. Smith demuestra todavía tener frescura y su filme sin duda enfadará a mucha gente. Ellos se lo pierden. Es un Smith renovado, con ganas de hacerse oír, y bastante harto del mundo. Nos regala además otra buena interpretación de ese pedazo de actriz que es Melissa Leo, y para nuestra sorpresa unas excelentes secuencias de acción en su segundo tramo, aquel donde las ráfagas de palabras dan paso a balas de verdad, algunas de ellas con destino totalmente inesperado. Smith ha cambiado la comedia inofensiva, y hacer reír a la gente, por la sátira sin complejos e incomodar al respetable. En definitiva, nos encontramos ante una película angustiosa y asfixiante que juega muy bien con los recursos que tiene para hacer pasar un mal rato al espectador. Yo la recomiendo a pesar de que me haya quedado bien planteada. Aún así “Red State” deja patente una vez más que a veces no hace falta llevar un delantal y una motosierra para provocar verdaderos escalofríos. Kevin Smith ha conseguido que, por un momento me olvide de los graciosísimos de Bob y Jay y me estremezca con la inmundicia de gente corriente, que en estos momentos pueden estar respirando el mismo aire que tú y yo.



"Es como una navaja blanda lanzada salvajemente”

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