miércoles, 18 de noviembre de 2009

Tiempo de Volver (Garden State)

Director: Zach Braff
Año: 2004 País: EE.UU. Género: Comedia/Drama Puntaje: 09/10
Protagonistas: Zach Braff, Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Ian Holm y Method Man

“Tiempo de Volver” o "Garden State" fue un gran éxito de crítica del cine independiente americano que descubrió internacionalmente a un nuevo talento Zach Braff, cuenta la historia de un joven llamado Andrew Largeman (Zach Braff) que vuelve a su casa natal en Nueva Jersey después de 10 años de ausencia para asistir al funeral de su madre. Allí se reencuentra con su pasado y conoce a una chica, Samantha (Natalie Portman), que quizá cambie su vida para siempre. Largeman, que acaba de dejar los antidepresivos que ha estado tomando durante años, comienza a redescubrirse a si mismo, lo que incluye enfrentarse a su padre, psicólogo, y ayudar a Samantha a superar sus propios problemas psicológicos.

Zach Braff escribe, dirige y protagoniza esta película tan interesante recurriendo a una serie de lugares comunes que, por otra parte, parecen extenderse como la pólvora en buena parte de las reseñas que he tenido ocasión de leer sobre ella. Por un lado, resulta casi obligado citar "Beautiful girls", ya que tanto el hecho de que el argumento de esta película se centre en ese siempre temible regreso al hogar familiar que uno abandonó hace años. Historia de caligrafía pequeña pero repleta de las emociones que escriben los grandes temas universales como el amor, la amistad, las relaciones paternofiliales, la idea de familia, el reencuentro, el fracaso, la culpa, la identidad, el concepto de normalidad o el traspaso a la madurez es en definitiva, el relato de un joven que halla la felicidad cuando, como y donde menos lo imaginaba, lejos de sus sueños frustrados de actor en Los Ángeles y más cerca de sus raíces, y a un nivel más pedestre, de lo que esperaba. "Tiempo de Volver" sostiene así un breve pero intenso viaje hacia el auto-descubrimiento, un paso hacia la adultez, y la insospechada revelación de la realidad tal como es, con sus alegrías y sus miserias.

Todas las referencias citadas hasta el momento son no sólo perfectamente válidas sino suscribibles al 100% por el que firma estas líneas. Sin embargo, resultaría algo corto de miras y sin duda injusto quedarse con eso y minusvalorar lo mucho que ha logrado Zach Braff con esta propuesta llena de inteligencia, melancolía, sensibilidad y excentricidad, una película sin duda irregular y desequilibrada, tan llena de momentos brillantes como de algunas equivocaciones de lo más perdonables en una ópera prima que no elude en ningún momento su enorme sentido del riesgo y que, lo más importante de todo, muestra a las claras una voluntad autoral como no se ha visto en el panorama reciente del cine independiente americano (esa etiqueta tan manoseada y que a menudo esconde una repetición de fórmulas tan poco atractivas como ese cine comercial al que se ofrece como falsa alternativa), si exceptuamos.

Zach Braff escritor, director y protagonista ha creado una desconcertante pero muy atrayente mezcla de melancolía, romanticismo y crisis existencialista que sin duda tiene un fuerte componente autobiográfico. Su personaje es un tipo en perpetuo estado de perplejidad, en parte causado por las drogas con las que lleva atiborrándose desde hace años por prescripción de un padre psiquiatra que trataba de controlar un supuesto problema de agresividad, y en parte por su propia crisis vital, puesta de manifiesto desde las primeras imágenes de la película. Largeman se encuentra fuera de lugar allá donde está, ya sea en ese dormitorio de su piso en Los Ángeles que más se asemeja a un aséptica y desnuda habitación de hospital, a bordo de un avión que atraviesa un mar de turbulencias o en la fiesta que le organizan sus viejos amigos de la infancia, llena de alcohol, drogas y sexo, en cuyo ambiente le resulta imposible integrarse.

En cuanto a la actuación pocas pegas se pueden poner. Braff, que es el protagonista, cumple bien con su papel aunque en algún momento se nota que es el que menos experiencia tiene en ese campo. Natalie Portman está genial y su personaje es de esos que se ganan al público desde el primer momento. Peter Sarsgaard, a pesar de tener un papel más secundario, vuelve a demostrar que es un actor excelente e imagino que es cuestión de tiempo que termine por darse a conocer al gran público y obtenga un merecido papel protagonista. Como colofón tenemos una banda sonora compuesta por distintos temas de grupos como Coldplay, Simon & Garfunkel, Thievery Corporation y otros grupos menos conocidos pero que se ajustan estupendamente al tipo de película y situaciones que se nos presentan.

Sin lugar a dudas, el debut de Zach Braff merece tener en consideración al actor-director, ya que bajo mi punto de vista crea un peculiar estilo mezclando humor con drama, dibujando unos personajes freaks que atraen y que no provocan el distanciamiento entre éstos y el público. La película puede que no pase a la historia y sea perdurable como "El graduado" que también tocaba el tema de la juventud. Pero seguro que con el paso del tiempo se ganara sus incondicionales, entre ellos, yo. Es agradable ir al cine y ver una película que toca temas mil veces tratados de una forma original. La verdad es que los buenos comentarios que la precedían eran más que merecidos.

"Excelente, melancólica, excéntrica, tierna, cómica y al mismo tiempo, terrible película sobre el regreso al hogar"

1 comentario:

  1. Esta es una genial película, duramente ignorada, gran post sempre sigo tus criticas.

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