Año: 1967 País: Inglaterra Género: Comedia/Terror Puntaje: 08/10
Interpretes: Jack MacGowran, Roman Polanski, Sharon Tate, Alfie Bass y Ferdy Mayne
Divertida y genial película de Roman Polanski, El doctor Abronsius (Jack MacGowran) y su asistente Alfred (Roman Polanski) viajan por tierras de Transilvania en busca de la confirmación de las teorías del primero, quien defiende, ante sus colegas de la Universidad de Könisberg, la existencia real de los vampiros. Llegan a una posada cubierta de ajos en paredes y ventanas, pero los paisanos y el mismo posadero niegan sin resultar muy convincentes conocer la existencia de ningún castillo por los alrededores, y justifican la presencia de los ajos como un motivo ornamental típico de la región. El rapto de la hija del posadero (Sharon Tate) y la posterior vampirización de éste ponen sobre la pista a nuestros dos protagonistas, quienes lograrán llegar al castillo.
Producción británica del director polaco Roman Polanski que proyecta mediante una mezcolanza entre la comedia y el terror establecer un homenaje en tono paródico a los filmes producidos en uno de los estudios más insignes dedicados al género del horror que ha dado el cine mundial en general y el inglés en particular: la Hammer. Polanski ya era en 1967 un cineasta de prestigio gracias a perturbadoras películas como “Repulsión” (1965). En "La Danza de los Vampiros", en su primera película a color Polanski no sólo trabaja como actor y director, sino que también es guionista y productor. Polanski se las ingenió para convertir una película de terror en una sátira desenfadada, cómica y con una puesta en escena inquietante y por momentos desestabilizadora que el propio cineasta volvería a utilizar en lo que fue su mayor éxito comercial: "El Bebé de Rosemary" (1968).
"La Danza de los Vampiros" se erige, pues, como una parodia del ya muy trillado en aquel momento subgénero de vampiros. En el film el cineasta polaco pone en escena los desmanes de unos vampiros homosexuales y promiscuos, así como las locuras de un científico anciano y su inepto ayudante. La película no es, desde luego, de las mejores de la extensa filmografía de Polanski, pero tiene suficientes elementos que despiertan la atención del espectador. A saber: Polanski es un gran director de actores, y las mejores secuencias de esta película provienen de las situaciones cómicas en las que se ven envueltos sus personajes; además son personajes muy originales, tanto física como personalmente. También la perturbadora puesta en escena, a la que ya hemos aludido anteriormente, resulta un elemento cuanto menos llamativo.
Los personajes no son para nada planos. Son dos personajes principales, un profesor sabio, prepotente y despistado y su alumno, un menso como la copa de un pino, un idiota, pero a la vez apasionado y romántico. La película coquetea entre la comedia y el terror, predominando el terror por encima de las escenas de risa, que están sabiamente distribuidas con cuentagotas, para que las situaciones no den grima ni saturen al espectador y no hacer el filme excesivamente tragicómico sin poder diferenciar una cosa de la otra cosa que ya se sabe si se llega a los extremos. Es un humor fino, exento de sal gorda o vulgaridad, a nombrar por ejemplo el cutre-asalto de nuestros protagonistas a la cripta de los vampiros, o cuando se alejan silbando de Kukol para hacer como que están por allí de casualidad y la verdad, no han podido ser más descarados. Como escenas a destacar por gran efectividad visual la escena de la bañera es muy buena por decir alguna. También se diferencian aquí los vampiros de baja casta con los de la alta aristocracia, ya que los segundos son elegantes y tienen un trato más exquisito que otros que aparecen que son rudos o cutres incluso para morder y atacar a sus víctimas o para escapar.
Con una conseguida fotografía de Douglas Slocombe, una dispar pero provocativa partitura de Krzysztof Komeda y un grandioso reparto, estelarizado entre ellos por el encantador y carismático anciano Jack MacGowran, el tenebroso Ferdy Mayne, la preciosa Sharon Tate, y el mismísimo Roman Polanski como un torpe y soñador joven aprendiz. Es obvio que la comedia no es el fuerte de Polanski, su habilidad se encuentra más en la creación avezada de atmósferas desasosegante u opresivas, sin embargo, cabe admirar su uso del slap-stick y el fast-motion, con fin de otorgarle cierta hilaridad a la pieza. Dentro de los momentos memorables, que se cuentan por montones, están las escapadas de Shagal, las presentaciones de Von Krolock, su hijo Herbert, y el jorobado Koukol, y los tiernos momentos entre Polanski y Sharon Tate, quienes entablarían un romance en la vida real, que los llevaría al altar, tristemente por poco tiempo, luego del brutal asesinato de la hermosa actriz a manos de la sádica familia Manson.
La película se presenta como una burla a las creencias sobre vampiros, muy marcada en aquella época. Los dos personajes principales de la película se muestran como el típico anti-héroe; un viejito simpático muy gracioso y un joven extremadamente miedoso. Vale resaltar la actuación de la bellísima Sharon Tate, "La Danza de los Vampiros" es un filme atípico dentro del currículum de Polanski, no obstante, contiene numerosos momentos simpáticos y entretenidos, y tampoco esta exento de esa inequívoca, placentera y fantasmagórica puesta en escena del director franco-polaco, con el que sus cintas transmiten la magia, el poder, y el encantamiento necesario como para disfrutar dos horas de buen cine."Divertida, muy esmerada estéticamente, perfeccionista, con gags memorables, y curiosamente transmite ganas de vivir"
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