viernes, 28 de enero de 2011

Llueve Sobre Mi Corazón

Director: Francis Ford Coppola
Año: 1969 País: EE.UU. Género: Drama/Road Movie Puntaje: 7.5/10
Interpretes: Shirley Knight, James Caan, Robert Duvall, Tom Aldredge, Marya Zimmet, Andrew Duncan y Laurie Crewes

Un día, Natalie Ravenna (Shirley Knight) decide romper con su marido y con su vida para emprender un viaje por Estados Unidos buscando la seguridad que había perdido.... Natalie se despierta una mañana lluviosa en su casa de Long Island. Prepara el desayuno de su marido, le deja un mensaje y conduce su coche hasta casa de sus padres para comunicarles que abandona su hogar. En su primera parada en una gasolinera de la autopista, llama a Vinny (Robert Duvall), su marido, y le dice que está embarazada pero que no piensa regresar. Tras haber descansado en un motel de carretera, recoge a un autoestopista, Jimmie Kilgannon (James Caan), un muchacho que acaba de ser despedido de la universidad por haber sufrido, durante un partido de fútbol, una grave lesión cerebral que ha reducido sus facultades mentales a las de un niño inocente y desprovisto de malicia. Ambos paran a dormir en un motel y mientras ella se maquilla ante el espejo, él abre la puerta de su habitación. Natalie le invita a despojarse de la camiseta y a bailar con ella, pero el juego aparentemente erótico deviene cada vez más humillante para Jimmie. Bajo la influencia de la nueva ola francesa, Francis Ford Coppola utilizó su propio relato “Echoes” para realizar este interesante filme, que lo descubriría como un director en potencia.

"Llueve Sobre Mi Corazón" es un buen drama de corte intimista, donde un Coppola primerizo nos sirve un plato agrio, donde se retratan situaciones que duelen, y unos personajes de los que es inevitable comparecerse. Pero para hablar de esta cinta debemos hablar antes de su trabajo anterior, el prometedor director norteamericano debuto con “Demencia 13” (1963) que fue producida por Roger Corman (Quien ayudo a destacables directores de la generación de Coppola), escrita por el mismo la cinta se sumergía en el terror de Serie B, fue rodada en blanco y negro por la cual siempre estuvo a la sombra de “Psicosis” (1960), en esta película el novel director hace un estudio sobre la familia y sus trampas. Después llegaría su segundo trabajo “Ya Eres Un Gran Chico” (1966) donde Coppola se encargo del guion sobre la novela del mismo nombre. Comedia fresca e intrascendente, con tintes autobiográficos y toques extravagantes es lo que nos ofrece esta cinta. Realizada un año antes que “El Graduado” (1967) y precursora de su posterior cinta “Golpe al Corazón” (1982), trata de un joven que se despega de sus terribles padres para después caer en una relación enfermiza con una actriz. Esta cinta fue su proyecto de fin de carrera; matrícula de honor. En 1971 Coppola abjura de ella.

Antes de rodar la película que nos ocupa realizo “El Valle del Arco Iris” (1968), un trabajo de encargo, con un Fred Astaire decadente en su último musical y un resultado fallido, entre la reivindicación antirracista y la mitología irlandesa. Previamente a la realización de la idolatrada “El Padrino” (1972), Coppola, un director que ha filmado varias de las mejores películas de la historia pero también varios truños, como hemos visto, se puso intimista y personal en una cinta como esta en la que aprovecha para practicar con varios de sus actores fetiche posteriormente, como fueron James Caan y Robert Duvall. Apoyándose principalmente en la magnífica interpretación de Shirley Knight, el filme es una Road Movie que al contrario de la alegría y fogosidad que emergía de producciones similares de la época, aquí se convierte en un viaje sin retorno, donde los personajes sumidos en un profundo clima de declive, buscarán, en vano, el sentido de su existencia y concavidad. Como todo cuento macabro, la explosión llega en el tercio final, donde un Robert Duvall que excepcionalmente crea un rastrero y bastardo personaje, logrará la explosión de la frialdad retratada en los anteriores tramos del filme, convirtiendo a "Llueve Sobre Mi Corazón" en una buena pero pesimista película, ideal para ver en una tarde lluviosa como hizo quien escribe estas lineas.

La intención de Coppola es positiva, la bella Shirley Knight (a la que la edad ha tratado muy mal) se escapa de casa con la intención de romper la monotonía de su hogar, y descubrir otro mundo sexual que revolucione su acomplejado espíritu. En lugar de eso se cruza con James Caan, un educado joven con claros problemas mentales. La trama se centra en la relación entre ambos, y en lo complicado que lo tiene el personaje de Caan para adaptarse a la sociedad de los 60 (algo que los europeos actuales ven de lejos, pues para algo hay seguridad social). El gran problema del filme es que intenta ser muy emotivo, excesivamente emotivo, está forzado, no llega a emocionar sino que más bien epata con la cursilería. Creo que Coppola analizó su falla, para no cometerlas en alguna función en obras futuras. Cabe decir que no se hace aburrida (entre otras cosas porque larga no es). A pesar de las fricciones de la cinta, el joven Coppola marca la película a través de los flashbacks y flashforwards, consiguiendo así un relato conmovedor, en el que el cineasta dio al género de la Road Movie un enfoque muy diferente al que despuntaba por aquel entonces. Lo más destacable de la cinta en mi humilde opinión son los personajes que emprenden un angustioso viaje a su mundo interior, buscando así el sentido de su propia existencia.

Después de esta película, Francis Ford Coppola decidió regresar con otro filme personal, donde demostró que además de ser un buen director de estudio, con la capacidad de aceptar proyectos ajenos, era al mismo tiempo un autor con muchas cosas que contar y un estilo propio, esta cinta fue la legendaria “El Padrino”, de la que se puede decir que sea su mejor obra. Pero no olvidemos sus inicios como esta cinta, aunque desconocida por el gran público sería su primer filme personal y el comienzo del buen rumbo de sus trabajos posteriores. Así comienzo con este especial a uno de los directores más influyentes de la cinematografía norteamericana actual y por no decir mundial, catalogado como un “director maldito”, Coppola ha demostrado tener talento y esto se puede notar en selecta filmografía, que ya muchos cineastas quisieran tener. “Llueve Sobre Mi Corazón” le haría ganar en 1969 la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Ese mismo año funda su propia compañía productora, American Zoetrope, de la que era presidente ejecutivo y su gran amigo George Lucas vicepresidente y para acabar ese brillante año, Coppola ganaría su primer Oscar por el guión de “Patton”, todo esto hacia presagiar la fructífera década que venia para este genial director norteamericano.

“Una genial Road Movie y el verdadero comienzo de la carrera de Coppola”

domingo, 23 de enero de 2011

Los Clowns

Director: Federico Fellini
Año: 1970 País: Italia Género: Drama/Documental Puntaje: 8.5/10
Interpretes: Anita Ekberg, Fanfulla, Ricardo Billi, Tino Scotti, Carlo Rizzo, Freddo Pistoni, Annie Fratellini, Gigi Reder, Charlie Rivel y Federico Fellini

Fastuoso documental en el que el maestro Federico Fellini rinde un homenaje al desprestigiado arte de los payasos. Dividida en varias partes, incluye entrevistas con antiguos payasos muy famosos que fueron olvidados, escenas de la infancia del propio director, explicaciones sobre su obsesión por el circo y un tributo final a los propios payasos. Esta producción que fue especialmente realizada para la televisión italiana RAI, obtuvo excelentes críticas que aclamaron su ingenio, su mensaje y su emocionante final. “Aun si no sé nada, lo sé todo del circo”, afirmaba el director que siendo niño quedo hipnotizado por aquella carpa dorada que se levantó una noche en su pequeña ciudad y en la que se escabulló en la mañana, quedando extasiado por aquel “útero” enorme, “como un astronauta abandonado en la luna que encuentra su astronave”, recalca el director italiano en dicha cinta. Como el pequeño de la película reconoció en los payasos, en esos rostros de expresión indescifrable y risa de locos, la polaridad entre la impecable cara blanca y el aspecto irracional de lo humano. Fellini consideraba a los payasos más humanos que los humanos mismos, por ser capaces de experimentar lo mejor y lo peor de nuestra naturaleza sin limitaciones, de ser el burlado y el burlador y por todas esas trasgresiones ser aplaudido en vez de reprendido.

Fellini, trasgresor por naturaleza decidió hacer “Los Clowns” para finalmente dedicarle un filme entero al tema del Circo, que tantas veces apareciera de soslayo en sus películas anteriores ya fuese a través de la música, extraños personajes, el uso del humor, la sátira cruel o las nostálgicas infantiles. En un fin de semana y sin haberlo reflexionado mucho, realizó el guión y partió con su propia “troup” de extraños seres en un viaje de ciudad en ciudad buscando los vestigios del circo, su ambiente, su forma de vida. En este intento de recrear su emoción, encanto y sorpresa, descubren que el corazón del circo sigue latiendo representando mitos permanentes de la humanidad: la aventura, el viaje, la amenaza, el humor, la capacidad de reírnos de nuestra propia estupidez y de manera hilarante caricaturizar el mundo. Por medio de esta película, Fellini adulto se paraleliza con el Fellini niño que al ver la primera función de circo se sintió iluminado “como si de repente hubiera reconocido algo que me pertenencia desde siempre y que era también mi futuro, mi trabajo y mi vida...”. Ya en “La Strada” (1954), tres personajes circenses se involucran en una historia desgarradoramente humana. Aparecen los escondrijos, las luces, los viajes de pueblo en pueblo, las músicas ensordecedoras del circo. El personaje de Gelsomina (Giulietta Masina), a quien Fellini admiraba por su condición de actriz-clown, posee una melancolía indefinida, tierna, un poco loca, una inspiración bufonesca y surrealista.

Hablando sobre los personajes del filme podemos hablar del Clown Blanco, de imponente apariencia, simboliza la elegancia, la inteligencia, la armonía, lo divino, el ideal de payaso-hombre envuelto en la vanidad. En contraposición aparece el personaje de Augusto, torpe, rebelde, un contestatario gracioso representando a todos los seres inadaptados o locos. Se dice que a finales de siglo hubo un criado muy tope y gracioso llamado Augusto, de quien se tomo el nombre para el personaje. Sin embargo, el primer creador de Augusto fue el francés Jim Guillon, famoso por lograr cubrirse la nariz con el labio inferior, quien murió solo y enfermo en un hospital años mas tarde. Si bien el Augusto se caracterizaba por representar todo lo contrario al Clown Blanco, quien autoritariamente trataba de imponerle su magnánima perfección, Los Fratellini introdujeron un tercer personaje: le contre-pitre, parecido al Augusto pero que prestaba obediencia a su amo y trataba duramente de aprender. Cuando Fellini hablaba de Clown, se refería fundamentalmente a Augusto, si bien reconoce que ambas figuras representan la dualidad humana, el yin yang, la búsqueda insistente de la reconciliación de los contrarios para lograr la unicidad del ser. Sin embargo Augusto es más divertido, es la imagen del loco rechazado. Los niños, que aun están en esa etapa difuminada donde no se han establecido los confines de la conciencia adulta, a través de él pueden imaginarse que hacen todo lo prohibido sin ser condenados: “La familia burguesa es un consenso de clowns blancos donde el niño es arrojado en la condición del Augusto”.

El payaso es a la humanidad como al hombre es a su sombra. Representan las crueldades y maravillas del hombre a través de la risa. En “Los Clowns”, Fellini recrea un tiempo en el que la carpa estaba llena de clowns realizando docenas de actos al mismo tiempo, sin la impersonalidad del actor. En uno de los números, el payaso pretende no entender que su compañero ha muerto y que por consiguiente no puede cobrarle una antigua deuda. Trata y trata de llamarlo sin respuesta y decide interpretar en la trompeta la vieja melodía que tocaban juntos. Súbitamente, su compañero emerge de las sombras del escenario, acompañándolo con su trompeta como en los viejos tiempos. Sólo a través de la música logran reunirse nuevamente dejándonos una profunda metáfora acerca de la muerte, el amor y de cómo el arte puede alcanzar a otro espíritu humano. Ya en su niñez, Fellini reconoce Augustos en las calles de su pueblo: El vagabundo Giovannone, muy simpático y cortejador de campesinas; la monja enana que pasaba la mitad del tiempo en el convento y la otra en el manicomio; Giudizio, que enloquecía al ver películas de guerra y salía a pelear con su uniforme. “El mundo, y no sólo mi pueblo, está poblado de clowns, mientras realizaba el filme, veía desde el auto, personajes bufonescos en las calles...viejas ridículas con sombreros absurdos...melenudos con gabanes descocidos...y un obispo con aspecto de momia dentro de un coche”.

El payaso es el espejo del hombre. Dentro de la sociedad institucionalizada, hay un lugar donde los Augustos, los raros, los diferentes, son aplaudidos. Hay un lugar donde todos tenemos nuestro payaso fragmentado. Fellini, un Augusto rebelde y visionario, encontró en el cine la forma de hacerse aplaudir. Aquella función que presenció de niño, fue la compuerta que abrió su mente a interpretar el mundo de manera distinta, sabiendo que en el circo existían los Augustos festejados por el público y en las calles los rechazados por el Clown Blanco de la normativa social. El Circo otra vez nos reinterpreta, el arte nos salva, pero no a todos. Muchos Augustos sin carpa ni arte, siguen siendo condenados por sus diferencias. Algunos se disfrazan de día y cargan con la escisión producto de la hipocresía. Ser Augusto es una condición sin tregua y significa recuperar, la facultad infantil de vivir la fantasía con la misma profundidad que la realidad. En resumidas cuentas “Los Clowns” es un homenaje de gratitud, alucinante del gran cineasta Federico Fellini hacia los payasos y feriantes que tanto le han influenciado en su carrera y que se plasma en muchas de sus películas. Fellini hace que los payasos interpreten la muerte del circo en la pista. Esto le ha valido el odio de algunos de los más entusiastas defensores del circo y que muchos payasos no vean con agrado este filme. En todo caso, el documental, una coproducción de varias televisiones europeas, es muy interesante y hoy día tiene un valor histórico bastante notable. Imperdible.



“El circo de Fellini”

jueves, 20 de enero de 2011

PI

Director: Darren Aronofsky
Año: 1998 País: EE.UU. Género: Intriga Puntaje: 08/10
Interpretes: Sean Gullette, Mark Margolis, Ben Shenkman, Samia Shoaib, Pamela Hart, Ajay Naiou, Joanne Gordon y Stephen Pearlman

Max Cohen (Sean Gullette) es un brillante matemático que está a punto de dar con el descubrimiento más importante de su vida: la decodificación del sistema numérico que rige el aparente caos del mercado bursátil. Pero primero ha de encontrar el valor del número PI. Mientras se acerca a la verdad, y afectado periódicamente por unas brutales jaquecas, Max es acosado por una agresiva firma de Wall Street y una secta judía que pretende descifrar los secretos ocultos tras los textos sagrados. Todos ansían apropiarse del inminente hallazgo de Max. Muchos años han pasado ya desde que el cine independiente americano abandonó sus fuentes, trasladándose a un camino mucho más cómodo en el que priman los cánones por encima de la originalidad. Pero siempre hay algún nuevo género que recoge el testigo, nos referimos a este nuevo cine, el “underground”, cuyas películas se producen con unos presupuestos mínimos, con actores semiprofesionales, rodadas en tiempo record y sin ningún fin lucrativo. Pues bien, es en este tipo de cine donde se sitúa “PI”. Después de rodar varios cortos, el talentoso y uno de los mejores realizadores del cine independiente actual Darren Aronofsky debutó como director de largometrajes con esta cinta, una interesante película que toma del surrealismo, del impresionismo y del existencialismo.

Oír hablar de matemáticas puede asustar a mucha gente y si a eso acompañamos la palabra cine puede que se creen muchos prejuicios hacia una obra cinematográfica. No obstante, hay películas que saben incorporar perfectamente las matemáticas en la trama y convertirlas en un personaje más, con vida propia y protagonismo visible. “Pi”, es una de estas películas. La enigmática magia y atracción del número Pi (3,14...), del que todos hemos oído hablar, rodea toda la película y la envuelve en un halo de misteriosas coincidencias. Huellas kafkianas, influencias de David Lynch y música con ascendencias del “krautrock” para este drama psicológico sometido en ocasiones a su naturaleza experimental (todavía estaba pensando Aronofsky en “corto”) sobre paranoia matemática y progresiva locura alucinatoria con granulosa estética, ansiosa voz en off y contrastes lumínicos, alternancias de claustrofobia mental con primeros planos en rostro, cámara en mano, cámara montada en personaje y planos detalle, y perspectivas generales de alienación urbana con algún tramo de “fast motion”. El tono es compacto, se redunda un poco en los motivos, le sobra cierto esteticismo y algún efectismo, pero la historia resulta intensa e inventiva, con un estupendo retrato de personaje central inadaptado y ensimismado, solitario y extraño, en un conflicto intelectual-espiritual-material.

El filme es oscuro, truculento y pone de manifiesto el conformismo humano a la hora de intentar descifrar el sentido de nuestra propia existencia. El esquizofrénico y atormentado protagonista, Max, vive exclusivamente para las matemáticas, centrando estas en el origen de toda materia. Sus fehacientes investigaciones sobre él numeral PI, le enrolan en una truculenta conspiración en donde no se aprecia salida alguna. Aunque el presupuesto del filme fue bajísimo, el director fue capaz de crear una atmósfera asfixiante y enfermiza mostrando con todo realismo la enfermedad mental del protagonista, pero manteniendo en todo momento un alto grado de dignificación de esta. La cadencia de cámaras y la filmación al completo de esta en blanco y negro (granulado), dan una sensación de ser más un corto o medio metraje, que un largometraje, destacando, en gran medida, el impresionante juego de cámara que realiza, observándose con mayor intensidad en su posterior filme “Réquiem por un Sueño”, llegando a ser en algunos momentos demasiado abusiva y reiterativa. También a de destacar la banda sonora, donde mezcla música electrónica (Orbital, Clint Mansell, y Massive Attack), y efectos sonoros que crean una atmósfera trepidante y asfixiante.

No hay duda que la trama es bastante interesante, todo gira entorno al complejo mundo de las matemáticas, de los números, las ecuaciones, los cuadrantes, las grandes cifras que evidencian el caos en que los seres humanos convivimos, como en todo gran genio se esconde un demente potencial, esta no es la excepción, Sean Gullete interpreta de manera muy convincente a este triste y solitario ser de vida social nula pero con ganas de sobra por encontrar la verdad detrás de los interrogantes de la vida diaria, interrogantes que jamás tendrán una respuesta concreta. Es muy interesante la evolución interior y la caracterización de Max, el personaje principal. Cuando cree haber reconocido el nombre de Dios y haberlo visto tal como es se debate entre hacerlo público o guardárselo para el, ser el único que conoce la verdad. Por otra parte, este reconocer el nombre de Dios, que le encomendó la cábala, puede entenderse con la idea de descubrir a PI tal como es, es decir, descubrir el sistema que rige esa maraña de números sin orden aparente y que constituye uno de los mayores enigmas de las matemáticas. La dirección de Aronofsky es el verdadero punto de discusión aquí. Realizada en tan solo un mes y con un precario presupuesto de sesenta mil dólares, fue capaz de lograr lo que los maestros anteriormente citados se tomaron mas tiempo, dinero y esfuerzo en lograr, toda una proeza del séptimo arte.

En cuanto a la temática, los números son un tema difícil de abordar, pues como dije mucha gente siente rechazo a estos símbolos, pero en esta ocasión el director nos muestra la maravilla del lenguaje de los números, sus aplicaciones, su transparencia y esas maravillosas coincidencias que muestran que Dios firmó cada creación con su nombre, al igual que un pintor lo hace con el suyo en un cuadro y ojo sobre lo del nombre de Dios, pues el verdadero es desconocido, y ¿qué puede ocurrir si se descubre? ¿esa persona se vería ante el verdadero conocimiento de estar de pie frente al rostro del creador? o ¿simplemente la mente humana no está construida para entender tal conocimiento así como la mente de un insecto no está preparada para saber que nosotros somos Dioses entre ellos?. Un hombre envuelto en tintes blancos y negros, y en la paranoica idea de hallar un número fundamental en la vida de varios "enfermos numéricos", una ciencia detestada por mi persona, un vuelo fiel al estilo de Darren Aronofsky. Un director que me fascinó. Con su corta filmografía en su haber, demostró que para ser un buen director no se necesita de una cuantiosa cantidad de largometrajes, ni de ser un hombre entrado en años con el don de la experiencia cinematográfica. Pues no entiendo qué tiene de malo trasladar al Cine lo que muchos genios, intelectuales y estudiosos han planteado durante siglos como hipótesis explicativa a la lógica en la existencia. A ver si vamos a tener que hacer el idiota porque a un par de analfabetos le resulte suntuoso todo esto.

El tema de la película no aporta nada a la ciencia entre otras cosas porque no es ésa la intención de Aronofsky, sino que se basa en ella para crear un relato harto interesante acerca de la dimensión que puede adoptar la disciplina matemática en nuestra vida cotidiana y no tan cotidiana. Otro tema es de qué modo traslada el director esta idea a la gran pantalla. Huelga decir que si no se tiene un mínimo de interés y algo de conocimiento sobre Álgebra, Geometría y estas cosas el seguimiento del filme se va a hacer más dificultoso, ya que no se emplea mucho tiempo para explicaciones iníciales y el ritmo de estas es ciertamente acelerado La verdadera valía de este filme es la capacidad de mantenernos al tanto de la paranoia de Max Cohen, el genio matemático neoyorquino no cansare de brindarnos pequeñas pero muy valiosas lecturas pseudo filosóficas que terminaran por fascinarnos y adentrarnos en esta red de pesimismo existencialista y conspiraciones corporativo-religiosas."PI" es una cinta muy recomendable para todo simpatizante de la ciencia ficción, la fantasía o el thriller, o simplemente del buen cine independiente americano, no decepcionara a estos, tal vez si a quienes pretenden encontrar el sentido de sus vidas en una obra de arte, no sueñen, ilusos o como destacaría alguien al final de todo este recorrido, la ignorancia es una dicha.

"Esforzado y complejo. Una recomendación segura"

domingo, 16 de enero de 2011

Los Puentes de Madison

Director: Clint Eastwood
Año: 1995 País: EE.UU. Género: Drama/Romántico Puntaje: 9.5/10
Interpretes: Clint Eastwood, Meryl Streep, Annie Corley, Jim Haynie y Victor Slezak

Gran melodrama de Eastwood, silenciosa pero llena de pasión, la historia se enfoca en una simple ama de casa llamada Francesca (Meryl Streep) que abandonó sus sueños por cuidar de su marido y criar a sus hijos en una pequeña granja del perdido condado de Madison. La llegada de Robert (Clint Eastwood), un fotógrafo del National Geographic en un fin de semana que su familia está fuera, le abrirá los ojos y el corazón a un mundo enterrado en años de rutina, y le hará aflorar sentimientos escondidos que entrarán en conflicto con la persona que ha sido hasta ese momento. El guión de “Los Puentes de Madison” fue escrito por Richard LaGravenese y está basado en la novela homónima de Robert James Waller. La película parte de la muerte de la protagonista, Francesca, para, a través de su diario, leído por sus dos hijos, contarnos la corta pero intensa historia de amor extramatrimonial que vivió con el fotógrafo que, casualmente, se paró junto a su casa. Eastwood hace gala de esa impresionante mezcla de sensibilidad y fuerza que caracteriza su cine. Increíble lo de este genio, lo fácil que puede lograr, en tantas películas, que se te ponga la piel de gallina. El amor que sienten los dos protagonistas se respira, se siente, se intuye, pero casi nunca se ve, apenas se nos revela de forma notoria. Se podría pensar que esta película es bastante atípica dentro de la filmografía de Eastwood, ya que si bien en muchas de sus películas hay historias románticas, en pocas esta es la principal, y en muchos casos el romanticismo está más bien en un cierto sentido trágico de la vida y en el cumplimiento de los compromisos por encima de cualquier impedimento.

Pero sazonando una filmografía repleta de westerns crepusculares, policías incorruptibles capaces de todo por cumplir con su deber, o delincuentes en huída desesperada, aparecen de vez en cuando obras de madurez que muestran a un Eastwood inmune a los clichés que se le suponen y haciendo rarezas por las que tiene especial predilección. Películas como “Bird” (1988), “Cazador Blanco, Corazón Negro” (1990) o esta de la que estoy tratando muestran la capacidad de evolución y la talla de autor de su director. Es imposible no acordarse de esa maravilla titulada “Breve Encuentro” (1945) de David Lean, mientras se ve “Los Puentes de Madison”. No sólo por la historia, por su desarrollo y desenlace, sino también por la nostálgica y dulce voz en off femenina que nos relata la experiencia, o por esa escena casi calcada en la que una ruidosa amiga de la protagonista interrumpe la inocente intimidad de los amantes. Esta película alcanza pronto cotas de sutileza difícilmente igualables. El enamoramiento de estos dos seres más allá de los ardores hormonales de la adolescencia se nos da calladamente, paso a paso, como algo natural y a la vez tan difícil en una mujer cuya vida sigue una senda marcada desde hace años, una senda que no podrá, finalmente, dejar de andar con el marido al que quiere, aunque no tenga el más mínimo atisbo de pasión; a los hijos que adora, aunque sólo sea para ellos la madre que un día abandonarán para emanciparse; tiene una vida gris, pero se le plantea la posibilidad de un breve tiempo de fulgor, de brillo deslumbrante.

Es maravillosa de principio a fin, es estremecedora. El amor traspasa la pantalla lentamente, en silencio, sin palabras, de manera sutil como una fina lluvia que te va mojando poco a poco y sin darte cuenta acabas calado hasta los huesos. Llegas al final metido en la piel de Francesca o de Robert llorando a mares y con un nudo en la garganta. Una de las habilidades del argumento es el diálogo. No resulta empalagoso, creo que en ningún momento se dice “Te quiero” o “Te amo”, es un amor que se demuestra abierto y a veces compresivo. Eastwood y Streep son en el fondo dos personas solitarias, él es un fotógrafo que viaja por todo el mundo sin echar raíces en ningún sitio y ella es una decepcionada y algo amargada ama de casa que soñó que su vida podría haber sido mejor, pero que vive en una rutina en la cual se siente desolada y triste. Su encuentro es casual, poco a poco van formalizando su relación en cuatro días intensos, el erotismo de ella va fluyendo y él se va percatando, no quiere hacerle daño, pero el amor es algo demasiado profundo para no exteriorizarlo y los dos sólo desean que esos cuatro días duren para siempre. La singularidad de esta película es que una vez, que la ves, te quedaras sin palabras para describirla. Es tal el halo de buena historia, grandísimos actores y sencillez, que alabarlo resulta difícil porque todo esto te embarga. Claro que, para un espectador que no esté habituado a estas películas, puede resultarle algo repelente, pero seguro que dentro de su corazón renacen viejas emociones que permanecían guardadas.

Meryl Streep y Clint Eastwood. Ambos actores están sensacionales, inmejorables, formando una pareja memorable. Streep, sin duda una de las actrices de mayor talento que ha dado Hollywood, aparece sensual, fascinante, encarnando a la perfección a una mujer que, por unos días, encuentra una vía para esa dar rienda a la pasión que dormía olvidada en su interior. Atención al sutil acento que adorna su impresionante actuación o a esos graciosos gestos nerviosos que hace con total naturalidad. En cuanto a Eastwood, me resultaría rarísimo que no hubiera estado también nominado al Oscar por esta película, si no fuera porque su faceta como actor siempre ha sido muy infravalorada. La leyenda viva nos ofrece todo un recital interpretativo y nos regala algunos momentos poderosísimos. La película muestra las pasiones arrebatadoras con serenidad y limpieza, aunque se mueva siempre cerca del filo de la sensiblería sin atravesarlo jamás. Además, la última parte de la película es realmente perfecta, y contiene una de las secuencias más emotivas que se han rodado jamás. Es la secuencia en la que, después de haberse marchado Robert, ella va con su marido a la ciudad. Está lloviendo a mares, y mientras Francesca está en el coche esperando aparece bajo la lluvia Robert. Como ella no se baja para ir con él, se marcha con el coche, y cuando por fin vuelve el marido y salen les toca pararse detrás del coche del fotógrafo. Entonces ella comienza a luchar contra el deseo de bajarse de su coche y meterse en el de Eastwood, pero cuando está a punto de hacerlo el Robert arranca y se separan para siempre en vida. Si al final de esta secuencia no estás llorando, convendría que repasases tu infancia con un psiquiatra.

El trabajo de dirección es exquisito y contenido, identificándose con los personajes, con mucho cariño y comprensión. Las pasiones que los mueven no pueden ser tratadas de otra forma. Cuenta con una partitura excelente que matiza los sentimientos sin enfatizarlos, y una producción de primera categoría que se nota en la perfecta ambientación y el acabado formal exquisito. En realidad, hay pocas cosas más milagrosas y misteriosas en esta vida que enamorarse: pero no obsesionarse, ni encapricharse, sino enamorarse de verdad, hasta los huesos, hasta el punto de ser abducido y colonizado por un sentimiento que nos hace aún más imperfectos, si cabe, pero a veces mucho mejores de lo que soñaríamos ser jamás. Y ese amor que es como la devastación de un territorio más que dispuesto a ser devastado, no es el que el cine suele querer vendernos habitualmente. Más bien es como esta sencilla, casi austera historia que confirma a Clint Eastwood como uno de directores vivos más grandes del cine americano y le revela como un cineasta de poliédrica y minimalista sensibilidad, capaz de retratar con aliento más que poético la simple emoción de dos seres humanos entera y verdaderamente enamorados. No hay nada muy espectacular, ni grandes escenas amorosas, ni siquiera un ritmo que pueda llamarse ágil: la sensible dirección de Eastwood vuelve a dar sentido a aquella expresión de "menos es más". Algo tan sencillo como el rostro de ella cuando él la está fotografiando en los puentes.

Aquí también hay papás, mamás, hijos, hermanos y valores patrios. Al final, la familia se ve reforzada y cohesionada, pero bajo un baño de espiritualidad, de dura encrucijada entre alternativas, de goce por la vida, por los seres cercanos y por los que en la lejanía nos dan la verdadera vida. Eso, en éste caso, no es conservador ni panfletario ni simplista, es de una humanidad real y de una bellísima artesanía cinematográfica. Clint Eastwood es un caso raro el cine americano actual. Sin hacer nunca grandes taquillas, ni ser un perrito faldero de la industria, se ha ganado un respeto en el mundo del cine que le permite hacer lo que le venga en gana. Porque es bueno y además da prestigio. Tras los pocos prometedores comienzos como actor en series de televisión y westerns almerienses de tercera, pocos podrían haberlo augurado. Su actitud en el cine podría resumirse en esta anécdota. Cuando a su personaje en la película “Crimen Verdadero” (1999) le dicen «cada vez hay más restricciones para fumar», él responde a la defensiva «y cada vez hay mas hijos de puta a los que les importa una mierda». Así es Clint Eastwood para el cine. En una industria encorsetada en el espectáculo zafio o vacío, donde casi todas las películas están hechas con un patrón estúpido e inquebrantable, él hace lo que quiere y nadie le va a parar. Esperemos que, al contrario que Woody Allen, pueda seguir así por muchos años.

“Melodrama silenciosa pero de gran pasión"

miércoles, 12 de enero de 2011

Belleza Robada

Director: Bernardo Bertolucci
Año: 1996 País: Italia Género: Drama Puntaje: 08/10
Interpretes: Liv Tyler, Jeremy Irons, Sinead Cusack, Carlo Cecchi, Jean Marais, Donald McCann, Stefania Sandrelli, Rachel Weisz y Joseph Fiennes

Tras el suicidio de su madre, Lucy (Liv Tyler) una joven americana se marcha de veraneo a Toscana, Italia, a la casa de uno de los amigos de su progenitora. Allí despertará el amor, las primeras pasiones y descubrirá nuevos sentimientos al convivir junto a la peculiar familia que la hospeda. También se convertirá en el centro de atención de dicha familia, entablando una especial amistad con un escritor moribundo (Jeremy Irons), al tiempo la joven comenzará a pensar que quizá pueda conocer la identidad de su verdadero padre, un secreto celosamente guardado por su madre. Con “Belleza Robada”, Bernardo Bertolucci pareció decir, poco más o menos, que necesitaba un respiro creativo, el cuerpo le pedía sumergirse en una historia que tuviera que ver con sus raíces italianas, después una dispersa carrera internacional jalonada de superproducciones que le fue alejando poco a poco de sus orígenes y que le condujo tanto al París más sórdido como al quimérico Tíbet, la China imperial y el África de Bowles. En sí, se puede decir que “Belleza Robada” es una película apasionada, perturbadora y bastante erótica. Los temas son ciertamente los mismos de siempre que Bertolucci toca, el deseo de amar, las pasiones, la madurez, la pérdida de la inocencia, pero tratados de tal forma que, en el fondo, no nos importa ver una y otra vez. Dedicada a todos aquellos que todavía creen que el amor siempre es bello.

Esta cinta es una especie de traje a medida que por lo demás el realizador italiano confeccionó a la medida de la estupenda Liv Tyler. Sobre la espectacularidad, prima el detalle; sobre todo la interpretación de la sociedad, el desciframiento de los códigos secretos e innombrables de la familia. Bertolucci, que con “Belleza Robada” se diría que también investiga sobre sí mismo y su cine, resuelve la película sin más artificios que los estrictamente necesarios para hacer del conjunto un todo verosímil: unas cuantas pinceladas de poesía; una fotografía detallista en la que es más importante la naturaleza de la luz que aquello que esta ilumina; actores contenidos que, como Liv Tyler y el siempre impecable y creíble Jeremy Irons, hacen de sus miradas el centro de su munición interpretativa y unos envolventes diálogos que provocan a los espectadores en general sensaciones hipnóticas, también cabe destacar la presencia de una perturbadora y jovencísima Rachel Weisz (véase la escena donde ella esta en la piscina), todos esos factores hacen de esta, una cinta redonda. Aunque “Belleza Robada” resulta ser una idea poco original, el estilo y la narración de Bertolucci la convierte en una interesantísima forma de contemplar valores como la virginidad o el, llamémoslo... descubrimiento paterno. Siendo los pilares de cualquier telenovela, esconden más allá de lo que son, una excelente manera de transmitir una consistencia cinematográfica.

Y así, sin prisas... sin preocupaciones más o menos occidentales y en un ambiente claramente rural, la vida de Lucy se nos abre para que contemplemos los dos citados valores, los dos motivos de su viaje. Quizá el más importante de ellos, es de carácter familiar. Lucy se encuentra en una etapa de un camino que le llevará a conocer a su verdadero padre, un camino escrito en verso por su madre, que acabó suicidándose. Como si de una película de suspense se tratara, lupa en mano, se entrevistará con todos los que residen en la morada siguiendo nuevas pistas. Pero el que seguro se nos antojará más interesante es el de la virginidad. Quizá la causa sea el tan personal estilo del que hace uso Bertolucci cuando se enfrenta a lo que podríamos denominar valores femeninos. Que Lucy es virgen es un dato que Bertolucci no nos oculta... de hecho, casi se nota un cierto deseo por contárnoslo y por que lo veamos en todos los diálogos que mantiene con el resto de sus amistades. Uno podría decirse ¿pero qué hay entre el personaje del escritor enfermo y la propia Lucy? Ambos, enfermo terminal y guapa muchacha juegan con las palabras a averiguar los sentimientos del otro. Lucy es consciente de la “extraña” atracción de Jeremy Irons por ella, pero sabe que es normal, porque ha compartido con él secretos que nunca pensó compartir. Jeremy, en su papel de viejo experto y sin nada que perder, llega a sentirse responsable de ella, y le fascina la idea de su virginidad... que sabe que perderá en breve. Son sus ojos los que nos lo dicen cuando habla con ella.

Quizá esa relación sea lo más interesante de la película, ya que resulta la base para comprender la forma en que Bertolucci quiere que veamos la virginidad: Ante todo, femenina y absolutamente limpia: un bonito juego de seducción envidiable, magníficamente retratado. De hecho, el flanco masculino es despreciado con sus diálogos es tachado de sucio, perverso e indigno de la pureza de Lucy. No obstante, no me resultaría difícil llegar a la conclusión de no ser yo la persona adecuada, aceptando mi naturaleza femenina, para retratar o comprender esos tan femeninos matices que Bertolucci impone en cada escena y especialmente en los continuos silencios, protagonistas siempre. Quizá sea yo el objetivo de Bertolucci, que me enseña y corrige mis pensamientos. O quizá Bertolucci de una nueva interpretación cinematográfica y emocional a un concepto tan íntimo. Quizá sea un largo ensayo sobre el tema o una redefinición según el estilo bertolucciano de la virginidad. No es un secreto que el director se encargó de elegir una actriz para el papel principal que hiciera dudar de su verdadera edad. Cuáles fueron las intenciones de Bertolucci respecto de esa elección, pueden ser interpretables alejándonos de la obra y viendo cómo Lucy no hace de sí misma, sino que representa la viva femineidad personificada y dialogante. En el fondo de “Belleza Robada” se adivinan los restos de otro Bertolucci, el que allá por los finales de los 60 y principios de los 70 hablaba de su tiempo e indagaba alrededor de sus obsesiones personales.

La prueba de que este efecto ha sido buscado expresamente resulta ser las comunes interpretaciones del resto de los personajes femeninos que interactúan con ella. Incluso aquellos rasgos que les definen y les opone al resto, al no resultar original, les limita a un mismo nivel. La exigencia de Bertolucci al dirigir de esta manera, ha dado alas al personaje de Lucy, que se ve libre de desentonar cuanto quiera. Quizá una pizca de inverosimilitud en su interpretación, sea la llave para sobresalir y gustar al mismo tiempo. Sin embargo, le he visto al filme, no sé si era la intención del director o bien las ganas personales de verle alguna gracia a la película, un retrato de la típica familia de artistas, muy explotada cinematográficamente hablando. No obstante, el describir a ese grupo aparentemente auto-excluido de la sociedad me refuerza con mayor severidad que, por mucho que los artistas se las den de excéntricos y marginales, no son más que humanos de base y por lo tanto endebles y estúpidos y cometen, más allá de los versos cargados de existencialismo poético y las charlas sobre política y de cómo mejorar el mundo, las mismas imbecilidades que los humanos que se levantan a las siete para ir a trabajar durante ocho horas. Por lo tanto, ¿cómo es posible que algunos de los poetas más brillantes o alguno de los escritores más clarividentes hayan sido tan básicos y primarios? Pienso en, por ejemplo, Charles Bukowski.

En definitiva, como visión general, el espectador recibe un tortazo de femineidad, un tratamiento de choque para revisitar la esencia de unos sentimientos prohibidos e ilegalmente conseguidos. Y para no dejar mal sabor de boca, Bertolucci nos regala la perseguida escena, tan mágica, que tanto deseamos; mágica por toda la carga que se proyecta sobre ella a través de minutos y minutos de seducción al espectador. Y quizá aún más importante: por la demostrada habilidad para plasmar un estilo personal de un nombre como el de Bertolucci. Un juego de niños para un cineasta de su experiencia y hágame el favor es espectador de no hacerme escribir los de siempre, donde el sexo y el deseo se ven siempre de forma... deformada y excitante. También me parece interesante la representación de esa institución llamada, la familia, tan llena de recovecos, silencios, sombras, mentiras y misterios. O sea, que en cierto modo, Bertolucci se reencuentra consigo mismo y nosotros, los espectadores, lo hacemos con él: siempre es agradable recuperar al viejo amigo que nos ha obsequiado tantas y tantas horas de buen cine. Con esta cinta descubrí a una Liv Tyler en todo su esplendor, un Jeremy Irons interpretando un personaje tan lamentable como entrañable, una banda sonora llena de éxitos del “triphop” o viejos clásicos (el momento del baile entre Liv Tyler y su supuesto padre en sospecha al ritmo de Nina Simone es precioso), una ambientación digna y cálida, y una historia lenta, suspendida en el misterio y algunos momentos desorientados, pero que desembocan en una conclusión tan sencilla como hermosa. Puro cine noventero para observar atentamente, sentir y entender.

Delicada, sensible y cruda

domingo, 9 de enero de 2011

TAPE

Director: Richard Linklater
Año: 2001 País: EE.UU. Género: Drama Puntaje: 8.5/10
Interpretes: Ethan Hawke, Uma Thurman y Robert Sean Leonard

Octava película del notable cineasta Richard Linklater, quien aposto por una cinta distinta a las que había realizado. La acción de la cinta en mencion se desarrolla en una desvencijada habitación de un motel de Michigan. Allí se aloja Vince (Ethan Hawke), un joven de 28 años que en la actualidad se dedica a la venta de drogas, alternando esta actividad ilícita con su condición de bombero voluntario. Vince ha acudido hasta allí para asistir al estreno de la película de su íntimo amigo John (Robert Sean Leonard). Este acude a visitar a Vince a su habitación, y en la conversación entre ambos muy pronto comenzarán a relucir reproches que responden a la diferente concepción de la vida, el futuro y el triunfo que tienen ambos. En la progresiva profundización del debate entre los dos amigos aflorará un oscuro suceso del pasado de John; diez años atrás protagonizó una violación a una compañera de estudios, Amy (Uma Thurman). El recuerdo de aquel suceso aparentemente olvidado atormentará a un joven que es el paradigma del triunfador. Pero Vince lleva aún más lejos su afán por recordar este hecho, al llamar a la propia Amy a la habitación, con la excusa de ir a una cena con ella. Actualmente la joven ejerce como ayudante de fiscal, y tras la sorpresa inicial y el doloroso recuerdo de lo sucedido, aparentemente superado, ejercerá su venganza hacia los dos hombres que dejaron huella en su pasado.

Probablemente lo mejor que se puede decir de “TAPE”, es constatar que a partir de su arriesgada propuesta cinematográfica y formal, uno logra olvidarse de los orígenes teatrales de la misma. En mi propia impresión personal, en ningún momento vino a mi mente esa circunstancia, lo cual dice bastante del interés y la audacia narrativa que propone un director que en los últimos años está destacando como uno de los más atrevidos formalmente de cuantos forman parte del cine independiente norteamericano. Es así como con un solo escenario y tres únicos personajes, logra mantener el interés en todo momento en una película rodada en apenas seis días en formato digital. La cinta está basada en una obra de un solo acto de Stephen Belber, que también ejerció como guionista de la película. Y su desarrollo y espíritu puede sumarse a los expresados por otros dramaturgos tan conocidos y apreciados, en su condición literaria y también en la de cineastas, como Neil LaBute o David Mamet. Cercano a la obra de estos, en esta cuestión se plantea un agudo drama psicológico en el que se opone la mentalidad del éxito, la apariencia de las cosas, el peso del recuerdo, el destino o una visión nada complaciente de la hipócrita sociedad norteamericana. Lo que quizá resalta en esta propuesta dramática es la constante presencia de giros intercalados de forma sutil, que hacen avanzar el desarrollo psicológico en la interacción de sus personajes.

Esa sutileza y cotidianeidad de su presencia, es la que bajo mi punto de vista favorece una mayor riqueza en las propuestas que se van integrando en el relato, evitando con ello una brusquedad o aparición de grandes sorpresas. De hecho, incluso la venganza final de Amy, en el fondo no resulta más que simbólica, y de alguna manera vuelve a recordarnos la relativa insustancialidad del motivo central que ha unido a ambos personajes. Dentro de un drama de estas características, está claro que lo que importa es el trazo, la interacción o el contraste que de ellos se pueda desprender en su traslación en la pantalla. Dentro de ese contexto, Linklater logra trasladar la fuerza dramática de la propuesta a partir de su traslado a formato digital, potenciando el interés de la misma a partir de una aguda planificación que por lo general evita la reiteración de los encuadres, que provoca en todo momento una sensación de dinamismo visual y al mismo tiempo un desasosiego que de alguna manera expresa cinematográficamente un conflicto latente durante varios años. Desde el año 2000, la obra de Richard Linklater, uno de los máximos exponentes del actual cine independiente estadounidense, se ha caracterizado por combinar obras de vocación autoral, ésas que le han granjeado el prestigio y el beneplácito de la crítica, con películas alimenticias, mucho más impersonales y dirigidas a un espectro más amplio. Conocer este dato nos inhibe de sorprendernos ante el hecho de que entre "Escuela de Rock" y "Los Osos de la Mala Suerte", Linklater rodara "Antes del Atardecer", variopinta entremezcla que en nada desvirtúa el interés, calidad y valentía que atesora la cinta que aquí nos ocupa.

Pero al mismo tiempo, y de forma complementaria, el realizador describe la forma de vida de los dos amigos que de nuevo se reúnen, por la incorporación de pequeños detalles en los encuadres, plasmados de forma directa, por ejemplo, el contraste en el calzado de Vince; unas viejas botas vaqueras, con el de John; unos cuidados zapatos de diseño. En todo momento se plantean pinceladas de este tipo que contribuyen a enriquecer un relato basado únicamente en la calidad del texto teatral original y, por supuesto, en la perfecta compenetración y excelente interpretación que realizan el trío de actores que llenan la pantalla con su presencia y de las que cabría destacar el empeño de Ethan Hawke en el proyecto, colaborando de nuevo con el director que quizá más satisfacciones ha proporcionado a su carrera como intérprete, la aparición de Uma Thurman es sencillamente espectacular y Robert Sean Leonard esta estupendo en su papel. Cuando la vi por primera vez, no he parpadeado hasta el momento en que ha acabado. Desde luego no se si es amor al subconsciente de Linklater, o cuestión subjetiva de gustos, pero el fondo emocional en el que transcurre la cinta, el resquemor de los tiempos pasados, la moral y la ética puesta en tela de juicio, revisada sistemáticamente, la capacidad de darle vuelta a la tortilla, de hacer bueno al personaje que antes habías crucificado como un maldito.

Esta obra es el testimonio de Richard Linklater, un cineasta portentoso que no cesa de construir historias basadas en diálogos cautivantes y de explorar con el ánimo de descubrir nuevas dimensiones en el contexto de la experiencia cinematográfica, por todo ello hace que “TAPE” sea una cinta del cine experimental de primer orden y una afrenta refinada a la petulante maquinaria hollywoodense. Dentro de sus cuatro paredes se desarrolla un drama humano con ramificaciones universales que constituye una glorificación a la comunicación verbal y su inconmensurable valor funcional para expresar sentimientos fundamentales como el amor, el odio, la envidia y la compasión. Probablemente sin su interés, esta película no hubiera sido realidad. En base a esos ingredientes, quizá “TAPE” no sea quizá una propuesta demasiado novedosa en sus orígenes teatrales, pero es indudable que ese propio origen tiene como base un material de calidad, que es potenciado por la inventiva puesta en escena de un director que cada día más, hay que tener en cuenta, así como una impecable labor de sus actores. Una muestra más de esa positiva interacción cine-teatro, que además en esta ocasión apuesta por la evolución del cine en el terreno de la imagen digital en un sendero, obviamente no el único, que aún debe proporcionar frutos llenos de interés.

“Una cinta llena de calidad y valentía”

miércoles, 5 de enero de 2011

Después de Hora

Director: Martin Scorsese
Año: 1985 País: EE.UU. Género: Comedia/Intriga Puntaje: 8.5/10
Interpretes: Griffin Dunne, Rosanna Arquette, Linda Fiorentino, Bronson Pinchot, John Heard, Verna Bloom, Teri Garr, Cheech Marin y Tommy Chong

“After Hours” en Latinoamérica titulada como “Después de Hora” es quizá una de las películas menos conocidas del gran Scorsese debido seguramente a que se trata de una comedia, algo extraño en la filmografía del director cuyos trabajos mas reconocidos se suelen centrar en historias mas duras y en ocasiones relacionadas con el mundo de la mafia. Estamos ante una de las pocas comedias que se pueden contar en la filmografía de este director, aunque si nos fijamos su fondo no es tan distinto al resto de sus películas, un retrato de la noche en los bajos suburbios, solo que esta vez el tono y las intenciones sean bastante diferentes. La película nos sitúa en Nueva York en una zona acomodada donde nuestro protagonista Paul Hackett (Griffin Dunne) esta terminando su jornada laboral como "administrativo" de una gran empresa en lo que parece ser un trabajo anodino y rutinario. Mientras Paul disfruta de un descanso tras su jornada conoce fortuitamente a Marcy (Rosanna Arquette), una joven misteriosa por la que se siente atraído y que será el detonante para que este emprenda su viaje hacía el Neoyorquino barrio del Soho buscando un poco de emoción y aventuras, pero lo que encontrará será una noche de autentica pesadilla...Scorsese ya había utilizado a "Taxi Driver" (1976) como vehículo para presentar el Nueva York oscuro, en todos los sentidos y repitió años más tarde con "Vidas Al limite" (2000), otra pesadilla de medianoche, "Después de Hora" es la parte más divertida de ese retrato nocturno que tanto le gusta al director, pero no menos caótica, angustiosa o peligrosa y sobre todo, cargada de mucha negrura.

Tras esta introducción, pasemos a hablar de un filme como dije anteriormente es una verdadera rareza dentro de la filmografía de su director, pero finalmente es una cinta terriblemente scorsesiana, si es que es posible conciliar ambas ideas. Lo cierto es que a finales de los ochenta, el cine se encontraba en el seno de Hollywood y no se daba mucha oportunidad al “cine de autor”, no se puede decir que Scorsese tuviera las cosas fáciles. Había tallado a sangre y fuego una serie de películas de gran vuelo estético, pero aparte de “Taxi Driver”, no había conocido ningún éxito en taquilla, más bien todo lo contrario. Pero Scorsese se mantuvo fiel a sí mismo, entre otras cosas porque es un verdadero gran artista ajeno al canto de sirena del cine industrial, y siguió adelante. El fracaso del proyecto inicial de “La Última Tentación de Cristo” (que iba a ser su siguiente película, pero que aún tendría que esperar algunos años para hacerse realidad), desembocó en varios meses en dique seco que terminaron con la lectura del guión de Joseph Minion. Uno de los aspectos del trabajo creativo de Scorsese que de alguna forma le hermana con sus anhelados maestros (Ford, Hawks…) es su consabida necesidad de retocar los guiones ajenos que le puedan proponer, o incluso los proyectos personales, hasta quedar satisfecho, pero sin sentir la necesidad imprescindible de figurar en los créditos. Así, sus créditos como guionista no son tan numerosos como los de realizador, aunque, salvo excepciones, los ha retocado todos, o directamente los ha transformado.

El guión de Minion, titulado inicialmente “Lies”, no fue una excepción a esta norma. Scorsese admiró desde un principio la brillantez de los diálogos de Minion, pero necesitaba transformar una escritura demasiado literaria a una expresión más audiovisual. Con todo, y sin saber qué mérito del guión pertenece a quién, no hay duda de que se trata de un guión notable, tanto en la misma idea o concepto que lo origina, como en las múltiples ramificaciones que se desprenden de su peripecia narrativa, tanto psicológicas como emocionales. Si con la muy poco conocida “El Rey de la Comedia” (1982), Scorsese había indagado con sorna y perspicacia en los impulsos casi esquizofrénicos de un sujeto adicto a la fama, con bastante negrura, en “Después de Hora” esa negrura se vuelve mucho más densa, y el humor mucho más salvaje. Desmoralizado después de que su proyecto sobre Cristo se viniera abajo, Scorsese se traslada, de forma muy sintomática, de Los Ángeles a Nueva York. Ese regreso a su ciudad natal, a sus raíces, se traduce también en un regreso fílmico, pues “Después de Hora” es un relato sobre una absurda y rocambolesca noche neoyorquina, que quizá hubiera resultado menos interesante si no la hubiese filmado el director de “Calles Peligrosas” (1973). Los guiños cinéfilos a “El Proceso” (1962) de Orson Welles son obvios y numerosos, y hasta la presencia del actor Griffin Dunne, quien había comprado los derechos del guión en un principio, nos recuerda un poco a la personalidad de Anthony Perkins.

Algunos han querido ver alguna simbología o doble sentido al hecho de que Scorsese dirigiera esta frenética historia, pero es muy posible que se tratara de un simple divertimento, aunque muy abstracto por momentos, con el que el cineasta retrata una Nueva York casi de pesadilla, pero sin llevar a cabo ninguna crítica social ni nada por el estilo. Su dinámica cámara se pone al servicio de las situaciones más extrañas con el espíritu subversivo de un niño curioso y algo cruel, de un demiurgo caprichoso que sometiera a su atormentada criatura a una noche inolvidable. Que Paul Hackett pierda el dinero de vuelta de la manera más tonta posible, es el verdadero comienzo de una aventura a ratos desternillante y a ratos hasta surrealista. Y en esta aventura se nota, y de qué manera, la rapidez e inmediatez del rodaje y lo exiguo del presupuesto, pero en el sentido en que se trata de uno de los filmes más enérgicos, más frescos, de su director. Los cuarenta días de rodaje fueron viables gracias a que Scorsese contó por primera vez con el sensacional director de fotografía Michael Ballhaus, que desde entonces sería un colaborador bastante habitual en sus películas, y que aportó su enorme experiencia y capacidad de trabajo para iluminar y crear la imagen de la película. Sobrino del mismísimo, y legendario, director Max Ophüls, Ballhaus debe gran parte de su fama y su prestigio a sus trabajos con el cineasta italoamericano, y aquí empezó a ganárselos.

Director y operador se alían a la perfección a la hora de narrar las vicisitudes de este pobre desgraciado cuyo único objetivo, esa noche, era llevarse a la cama a la misteriosa Marcy, y que no imagina la cantidad de hechos extraños que va a experimentar. Creo que Dunne, un cómico algo limitado, está aquí bastante bien, aunque sin grandes alardes. Cumple en su rol de este hombre abrumado y acosado por una realidad que le supera a todas luces, y cuya única salida es correr y sobrevivir, mientras nosotros, espectadores, sufrimos con él y nos reímos de lo absurda que puede ser la vida, también es destacable la presencia de Rosanna Arquette, una mujer cuyo atractivo explotó a tope Scorsese tanto en esta película como en el episodio “Lecciones de Vida” del filme conjunto “Historias de Nueva York” (1989). “Después de Hora” tiene un tono de comedia, a veces incluso de “cartoon”, pues contiene diversos sketches visuales, y también cuenta con el humor que propician las situaciones extrañas, Además, acoge la participación de cómicos como Catherine O’Hara, muy bien en su papel de (psicópata) vendedora de helados, o los mismos Cheech Marin y Thomas Chong, que formaron pareja cinematográfica a finales de los setenta (y el primero, además, actor de telecomedias y de varias películas de Robert Rodriguez), los cuales serán, además, quienes devuelvan finalmente al pobre Paul a su oficina, ya por la mañana, completando la estructura circular del filme. Como curiosidad indicar que el propio Scorsese (muy gustoso de las apariciones a lo Alfred Hitchcock) aparece en el club punk iluminando al personal con unos focos y que la artista compañera de piso de Rosanna Arquette es la después popular Linda Fiorentino.

El tono de comedia se ajusta bien a una película que, en ocasiones, rebasa los límites de lo verosímil. Pero Scorsese nunca parece buscar el realismo. La textura de sus imágenes es pesadillesca, aunque tampoco hay demasiados elementos estrictamente surreales, y los que hay pueden considerarse como fruto de la mente de Paul, habiéndolos también ambiguos (cese plano en el que el vecindario entero, cochecito de los helados inclusive, rastrea las calles en busca del protagonista). La pesadilla a la que cualquiera podría tener que enfrentarse (a una versión atenuada de la misma, se entiende) cada vez que se propone pasar la noche de juerga. Una idea que inquieta y seduce a partes iguales. Sin embargo es imposible, al menos para el autor de estas líneas, no considerar a “Después de Hora”, aún constatando su brillantez, una de las obras menores, como se suele decir, de la trayectoria de Scorsese. Carece de la pasión y el riesgo de proyectos posteriores y anteriores de este superdotado cineasta, que se llevó con ella el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Este buen guión no es más que un juego de niños para él, al que se entrega con todo su desparpajo narrativo, pero que da la impresión que no le mueve ni le importa demasiado, en el fondo. Al menos con él salía de un parón profesional que empezaba a afectarle anímicamente, y sería el prólogo al inicio de una plenitud que empezaba a asomar por el horizonte. Puede que conocer al representante de Paul Newman tuviera buena culpa de ello.

"Comedia sofisticada y enloquecida, llena de fuerza”

domingo, 2 de enero de 2011

Robot Carnival

Directores: Katsuhiro Otomo, Atsuko Fukushima, Hiroyuki Kitakubo, Mao Lamdao, Hiroyuki Kitazume, Koji Morimoto, Takashi Nakamura, Hidetoshi Omori y Yasuomi Umetsu
Año: 1987 País: Japón Género: Animación Puntaje: 8.5/10
Productora: APPP / Studio 4°C

“Robot Carnival” o “Carnaval Robot” como se titulo en varios países de Latinoamérica (Que solo llego en formato VHS) es una película anime que incluye una serie de nueve cortos, todos basados en robots y su relación e interacción con la humanidad, tomando gran importancia el gran ambiente musical que orquesta en gran medida el ritmo de la animación, prescindiendo en la mayoría del escases de diálogos. Fueron dirigidos por una serie de artistas y directores japoneses, vanguardistas en su momento y reconocidos posteriormente algunos de ellos como grandes artistas de la animación japonesa, como lo son Katsuhiro Otomo (Director de la épica “Akira”) o Koji Morimoto (Co-Director de la estimable “Memories”). La cinta fue realizada en 1987 una época en que se daba comienzo a la fabricación de robots en Japón, “Carnaval Robot” también supuso un hito en la animación japonesa ya que apelaron apostar por estilo de animación que usaba Disney. En fin, una película experimental y ensoñadora, rebosante de vitalidad y buenas intenciones. Una oportunidad para disfrutar de una dosis de 90 minutos de anime puro y compartir las ideas de una interesante generación cuya madurez se desarrollo en lo años 80, explotando fulgurantemente en los 90. A continuación le daremos a conocer una pequeña sinopsis de cada cortometraje que conforma esta pequeña joya animada.

La Apertura de la película tiene como escenario un niño en el desierto que se da cuenta la venida de una enorme maquina que lleva un inmenso cartel anunciando el “Carnaval Robot”. Así que este va a su poblado alerta que este excéntrico carnaval va a llegar. Los habitantes alarmados se esconden en sus chozas por la apariencia amenazante que tiene la maquina, pronto de ella saldrán unos divertidos robots que invadirán todo el poblado, ese segmento fue dirigido por Katsuhiro Otomo y Atsuko Fukushima, este cortometraje es muy agradable por sus porciones de comedia combinadas por una violencia sutil, ya que en la escena final se ve a la maquina “Carnaval Robot” votando fuegos artificiales y detonando todo el pueblo y sus muñecos bailando para luego explotar en compañía de sus consortes humanos. El segmento que la preside es “Los Engranajes de Frankenstein”, dirigido por Koji Morimoto, quien nos traslada en un laboratorio oscuro iluminado sólo por el destello ocasional de un rayo. Donde habita un científico loco que al mismo estilo de la legendaria novela “Frankenstein” crea un inmenso robot con aspecto humanoide, pronto la maquina copiara todo lo que haga su creador, pero al transcurso del tiempo manifestara “emociones humanas”, esto dejara desconcertado al científico. Este corto es uno de los más interesantes de la cinta, además tiene un final que le dejara con la boca abierta.

Privar a...”, dirigido por Hidetoshi Omori, se diferencia por los otros cortometrajes por el ritmo rápido que tiene, se puede clasificar en el género de acción, la trama se centra en la amistad de una joven y un robot, cuando la chica es secuestrada por unos seres espaciales, su amigo el robot (que tiene una apariencia humanoide) hará todo por rescatarla, es entretenida y dio pie a los filmes y series de acción anime que vinieron después (Ejemplos como “Robotech” y “El Vengador). El cuarto segmento y el más logrado es “La Presencia” dirigido por Yasuomi Umetsu, el cortometraje se desenvuelve con una banda sonora melancólica y por contener pocos diálogos, la trama es la siguiente, un hombre que crea juguetes robóticos para ganarse la vida, vera su vida destruida por la muerte de su esposa y su hija, por ello creara una robot de apariencia femenina para que le hague compañía, al transcurso del tiempo la robot manifestará emociones que le harán recordar a su esposa e hija, por ello el hombre la destruirá. Veinte años después él tendrá visiones de la robot y entrara en un mundo surrealista de la que no quera salir. Como dije anteriormente este corto es el mejor del “Carnaval Robot”, toca un tema inquietantemente pero bello, con diseños de fondos exuberantes y ultra detalladas, el trabajo es colorido. La animación es suave y tiene un aire victoriano. Si bien se adapta a ciertas cosas, tales como coches voladores y cámara lenta, el movimiento suave a veces hace que los personajes se parecen inhumanos y esto lo vuelve más melancólico. Además tiene un contenido filosófico.

La Estrella del Angel” es el quinto cortometraje, dirigido por Kitazume Hiroyuki narra la historia de dos niñas que va a un parque de diversiones, una de ellas se entera que su amiga la traiciona con su novio, por ello sale despavorida del lugar, pronto vera una luz que la hará entrar en un mundo irónico y surrealista, que esta habitada por extraños robots, este segmento es irregular, pero cabe destacar la banda sonora que la acompaña que es ni más y menos el tema principal de “Final Fantasy”. Otra de la joyas que contiene “Carnaval Robot” es el sexto cortometraje titulado “Nube” dirigido por Mao Lamdo, cuenta la historia de un pequeño robot (que tiene el aspecto de un angel) que camina a través del tiempo y la evolución del hombre. El telón de fondo está animado con nubes que representa varios eventos de nuestro planeta. Como la modernización del hombre y la autodestrucción de este mismo. La mayoría de los eventos en el telón de fondo se lleva a cabo desde Roma hasta la sociedad actual. Finalmente, el robot en acto de tristeza llora por su inmortalidad y por el castigo de ver la degradación del hombre. Como aclare esta es otra joyita que contiene este peculiar carnaval. Me encanta ya que tiene un aspecto visual muy original (tiene la textura como si tuviera dibujado con tinta china), además ahonda en un tema muy controversial como es la verdadera misión que tiene el hombre en la tierra. Es por eso que al final del corto, el “Robot Ángel” se convierte en un ser humano para aplacar la tristeza que lo poseía.

El séptimo cortometraje es “Historia de Dos Robots” o también llamada “Extraño Cuento de las Máquinas de Meiji” fue dirigida por Hiroyuki Kitakubo (Quien luego seria el animador principal de la extraordinaria cinta “Akira”), ambientada en el Japon del Siglo XVI cuenta la historia de dos robots gigantes construidos rudimentariamente (con maderas, ladrillos, paja…) por un hombre llamado Meiji, quien en su locura piensa invadir Tokio con estas maquinas y así convertirse en el nuevo emperador, al empezar la invasión se dará cuenta que sus inmensos robots son torpes y no obedecen sus ordenes, este segmento en cómica y entretenida. El octavo cortometraje es “Pesadilla” o también titulado “El Hombre Pollo y Cuello Rojo” dirigida por Takashi Nakamura, en ella se cuenta como Tokio es invadida por unos robots que cobran vida después una gran fiesta ocurrida en dicha ciudad, todos los hombres se encuentran en estado de ebriedad y dormidos, solo dos hombres conocidos como “Hombre Pollo” y “Cuello Rojo” despertaran y serán testigos de esta ocurrente invasión demoníaca, con una clara alusión a la cinta animada “Fantasía” (Disney 1940), este cortometraje se erige como un segmento oscuro acompañado por una banda sonora gótica, tiene un ritmo frenético que roza con el terror, el “Hombre Pollo” es considerado por algunos como una creación del famoso director de anime de Rintaro (“Metrópolis” 2001).

El Epílogo de “Carnaval Robot” fue dirigido por Katsuhiro Otomo y Atsuko Fukushima y nos vuelven al primer cortometraje pero siglos después, el poblado destruido por la maquina del gran cartel ahora solo son ruinas, un hombre que pasa por el lugar encuentra entre los escombros una caja musical que al interior de ella hay una pequeña robot bailarina, asombrado se lo lleva a su casa y se lo enseña a su esposa y a sus hijas, la robot baila y las niñas aplauden, la bailarina termina su baile con un salto en el aire explota, la voladura de la casa donde vivía la familia deja una huella que dice "END" en letras enormes. El final es divertida y sádica y nos da el aviso que el “Carnaval Robot” ha terminado. A pesar de no ser una innovación para el género, “Carnaval Robot” visualmente es hermosa y realmente vale la pena verla, además de que la falta de diálogos se compensa con una banda sonora notable compuesta mayoritariamente Joe Hisashi (compositor de casi toda la música de los trabajos del Estudio Ghibli). Casi cuarto de siglo después de su estreno puedo fácilmente recomendarlo, pero lamentablemente en ninguna región ha salido su formato en DVD, dejando a los fans con pocas opciones, solo en la red circula una copia mala subtitulada en chino. Por suerte no hay mucho diálogo en la película, lo que permite analizarla a pesar de la traducción horrible. De lo contrario es posible que se edite su versión en Blu-ray, eso seria realmente genial y seria un reconocimiento a esta joya de la animación.

“Una mirada a la humanidad a través de los robots”